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La Mentira: Entre el Amor y la Obsesión
La Mentira: Entre el Amor y la Obsesión
La Mentira: Entre el Amor y la Obsesión
Libro electrónico382 páginas6 horas

La Mentira: Entre el Amor y la Obsesión

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Información de este libro electrónico

Viktoria Sterling, una ex agente del servicio secreto siempre sospechó que su pasado la perseguiría aunque se ocultare bajo las rocas.
Pero cuando un dramático suceso se suscita, con el secuestro de su hijo Björn, no tiene más remedio que acudir a la única persona que podría ser capaz de ayudarla; su ex amante Mihael, padre del niño, quien desconocía el secreto de la filiación, y que además la odiaba y jurado matarla en cuanto la viera, por causa de una terrible traición.
Ambos se verán obligados a enfrentar un pasado sangriento lleno de mentiras, intrigas y deseos de venganza del que podrían no salir vivos. Y donde la obsesión juega un papel importante en un tablero de juegos que los tiene como peones.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 abr 2018
ISBN9781386919629
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    Vista previa del libro

    La Mentira - Paola Noguera Franco

    Título: La mentira

    Autora: Paola Noguera Franco

    Edición y diseño: Rogue

    TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

    Los nombres y referencias usados en este relato son meramente ficticios

    Y usados con el único fin de entretener.

    Nada es real.

    ÍNDICE

    ––––––––

    Capítulo 1

    El secuestro

    Capítulo 2

    La flor de cerezo rojo.

    Capítulo 3

    Lo que no te dije.

    Capítulo 4.

    Tú y yo: Cicatriz en forma de cruz I

    Capítulo 5

    ¿Proteger?: Cicatriz en forma de cruz II

    Capítulo 6.

    Nieve blanca: Cicatriz en forma de cruz III

    Capítulo 7

    Starless: Cicatriz en forma de cruz IV

    Capítulo 8

    Deseos: Cicatriz en forma de cruz V

    Capítulo 9

    Marca de Sangre: Cicatriz en forma de Cruz VI

    Capítulo 10.

    Reencuentro bajo lluvia de sangre

    Capítulo 11

    Antes de conocernos I

    Capítulo 12

    Antes de Conocernos II

    Capítulo 13

    Una extraña ayuda.

    Capítulo 14

    ¿Una batalla perdida?

    Capítulo 15

    Sentimientos congelados en el tiempo

    Capítulo 16

    La Emboscada de Colton

    Capítulo 17

    El plan de Hank

    Capítulo 18

    Llegando al límite.

    Capítulo Final

    La voz de Viktoria.

    Sobre la Autora

    LA MENTIRA

    • ✾ •

    Capítulo 1

    El secuestro

    • ✾ •

    Nada para lo que había entrenado alguna vez, la había preparado emocionalmente para que lo que estaba viviendo.

    Para la ex—detective Viktoria Sterling que siempre tenía un punto de inflexión, que servía de colchón para los muchos dolores que llegó a sufrir en su vida, esto era algo que la sobrepasaba.

    Mientras arrojaba la carta fatal al suelo, de su rostro cayeron algunas lágrimas.

    Sintió como si el mundo se le hubiese detenido.

    Solo una voz que estaba a su lado la trajo de vuelta.

    — ¿Wika? — decía una voz masculina

    Viktoria por primera vez, levantó la mirada hacia el hombre que estaba con ella.

    Ben, su querido y fiel hermanastro la seguía viendo de forma preocupada, aun extrañado de la reacción de su hermanastra. Finalmente, y viendo que ella no podía articular palabra alguna, se agachó y recogió el papel del suelo. Cuando lo leyó, casi se atraganta de la impresión.

    Con letras apretadas, escritas en tenebrosa sangre roja rezaban estas palabras:

    "Sterling:

    Los ratones no se esconden por tanto tiempo. Si quieres volver a ver a tu hijo, tendrás que resarcirme de una vieja cuenta pendiente que tienes conmigo.

    Ya vengo del infierno, así que no me costará nada llevármelo conmigo, a menos que aparezcas"

    L.R

    Solo segundos después, pareció Ben Smith también percibirlo. Lo que tenía en sus manos era una misiva, una carta donde comunicaban a Viktoria que su hijo había sido secuestrado.

    ¿Pero quién se lo llevaría?

    ¿Un posible enemigo de Viktoria de su época de detective?

    Era la única respuesta probable, pero también casi las más extraña, siendo que Sterling había prácticamente desaparecido, borrado sus historiales y gracias a muchas artimañas, era como si la hubiese tragado la tierra.

    —Mi niño —murmuró Viktoria, cayendo al suelo de rodillas, siendo sostenida por Ben.

    • ✾ •

    El sol que caía ese momento sobre Cantón parecía que iba a quemarla viva.

    Había ido como todos los mediodías a buscar a Björn, su hijo de cinco años del kindergarden de la pequeña escuela que solo quedaba a metros de su casa, aprovechando el descanso de su trabajo como dependiente en una farmacia, cuando la maestra del kínder con una inocente sonrisa le dijo:

    —Ya vino el tío de Björn a llevárselo. ¡Qué bien que se acordó de darle la autorización firmada! Porque el pequeño se había quedado dormido y no hubo forma de despertarlo.

    Frente a la inocente maestra del kínder, Viktoria no articuló palabra alguna pero su mente sobrevoló en mil ideas.

    ¿Qué tío? El único que tenía era Ben, y él estaba trabajando en la academia de lucha, sumado al hecho de que jamás iría a buscar a Björn sin avisarle. Solo la cantarina e inocente voz de la maestra la trajo de vuelta al mundo.

    —Sra. Sterling, aquí me entregaron éste sobre para usted, y que dice que tiene la nota con lo que necesita que compre del supermercado.

    Tomó el papel y salió corriendo del sitio, tomando dirección a su casa, que quedaba a pocos metros, y en la entrada del portón se encontró a Ben que también llegaba a horario para almorzar.

    — ¿Wika?

    • ✾ •

    —Debemos ir a la policía ahora mismo —inquirió Ben intentando incorporar a Viktoria del suelo.

    La mujer observó los ojos castaños de su hermanastro. Tan diferentes a los suyos, que eran tan azules que fácilmente podía mutar a un zarco caprichoso. Ben era moreno, ella era pelirroja y caucásica como lo había sido su madre biológica, así que pocos podían asociar el vínculo familiar que tenían.

    Ben Smith, hijo de la mujer con la que su padre se había casado una vez viudo, era un buen hombre, y también fue el que la había ayudado a establecerse en Cantón, Ohio, además de ayudarle en esta nueva vida que tenía, pero no había sido muy sagaz y lo único que sabía o creía saber es que Viktoria era alguna ex agente al servicio de la policía que había simplemente renunciado cuando se enteró que iba a ser madre.

    Lo cual no era del todo mentira. Solo que prefirió ocultarle un par de detalles, para evitar que Ben enfureciera e hiciera algo que lo terminara perjudicando.

    Dos cosas en particular:

    Que estaba escondiéndose por haber iniciado una tragedia donde creyó que había muerto uno de los asesinos más importantes del gobierno y también, por otro motivo...en el cual prefería no pensar, pero que incluía a una persona que sabía que la odiaba con el alma haciendo que los recovecos del propio desprecio que pudiere sentir Viktoria por él, se hiciera uno con ese sentimiento.

    Ambos se habían herido tanto mutuamente que si bien, pensaba Viktoria, él quizá hasta podría ya haberlo olvidado, ella tenía consigo un eterno recordatorio: su hijo Björn que se parecía tanto a ese hombre que si llegaban a verlo los que conocían al padre no dudarían en hacer matemáticas y concluir la filiación con solo echar una ojeada.

    Viktoria suspiró un rato ante el recuerdo de esos ojos celestes del pasado y se levantó sola, ante la atenta mirada de Ben. Ella sabía que no había policía que pudiera ayudarla. Al ver el contenido de la misiva y las macabras iniciales de la firma, ya lo supo todo.

    Laarson Refilsson había vuelto del infierno, donde ella misma lo había metido y buscaba venganza.

    —No puedo creer que haya podido sobrevivir al incendio —dijo finalmente Viktoria.

    Ben la veía sin comprender.

    —Lo que pasó aquí no hay policía normal que pueda ayudarme, mi hijo ha sido secuestrado por uno de los más sanguinarios ex asesinos del gobierno que busca venganza contra mí — anunció Viktoria con tenebrosa tranquilidad ante la atónita mirada de su fiel Ben. —. Pensé que ese sujeto había muerto hace cinco años en un incendio que yo misma provoqué para matarlo, pero no fue así. Él quiere vengarse por eso, me ha rastreado y encontrado que tengo un hijo. Es la única forma que tiene de atraerme.

    Ben estaba semi petrificado por las palabras de Viktoria.

    — ¡Maldición! Wika, si la policía no puede ayudarte... ¿qué demonios haremos?

    Viktoria conocía sus propias limitaciones, justamente recordando un dejavú antiguo que le había dicho alguien.

    "Tenemos que aprender a reconocer la fuerza del oponente y también nuestras propias limitaciones"

    Enfrentar a buscar a su hijo en manos de un sujeto que podía ser tan mortíferamente retorcido y tan escalofriantemente inteligente, solo ameritaba a ir a buscar a alguien que pensara como Laarson Refilsson. Y eso la llevó al sujeto que le había dicho aquella frase.

    —La única persona que puede ayudarnos, aunque no estoy segura si quiera hacerlo es el padre de Björn —masculló finalmente Viktoria.

    Ben no conocía la identidad del progenitor de Björn y Viktoria no pensaba decirlo nunca, pero las circunstancias acababan de dar un giro dramático de 180 grados.

    — ¿El padre de Björn? —preguntó Ben

    —Así es, iré a verlo y no importa lo que tenga que hacer, le rogaré que me ayude.

    —Sabes que nunca te pregunté nada, pero ya basta de secretitos ¿quieres?, ¿Quién demonios es su padre? Pensé que estaba muerto o no sabías donde estaba —increpó Ben con una mueca de molestia, él nunca había interferido en la vida privada de Viktoria, pero tanta falta de confianza le picaba un poco.

    —Su nombre es "Skye" Skaargard y si quiero encontrarlo...solo debo poner en marcha algunos contactos de mi ex agencia y buscar el rastro de uno de los ex asesinos secretos del gobierno más feroces que han existido y así podré hallarlo ─confesó Viktoria tragando duro.

    Ben ya no respondió de la impresión.

    Y Viktoria lo único que temía es que Skaargard no la matara al solo verla...o que al menos no lo hiciera de forma lenta y dolorosa, cuando le pidiera su ayuda para rescatar a su hijo. Un hijo que también era suyo, pero del cual Skaargard no sabía nada.

    ¿Cómo podría reaccionar?

    Hace más de cinco años que no lo veía, pero las últimas palabras que él había proferido antes de perderse para siempre de su visión, fueron tajantes.

    "Desaparece y nunca más...te vuelvas a aparecer ante mis ojos"

    El eco de su voz, sumado al brillo mortífero de sus inusuales ojos celestes que emulaban a un cielo despejado, eran suficientes para asustar para siempre a cualquiera.

    Pero Viktoria estaba dispuesta a ir hasta al mismísimo infierno para salvar a su hijo.

    Y es allí donde se dirigiría. Enfrentar un pasado culposo, donde de ambos lados manaban heridas sin cerrar.

    • ✾ •

    En tanto, muy lejos de allí en una casa en las afueras de Washington D. C, en un sitio que ni siquiera estaba escondido del público, se erigía esta vivienda de alguien que tampoco pretendía ocultarse del mundo.

    Skye Skaargard era el propietario. No sería tanta la noticia si no estuviéramos hablando de un ex miembro de la ASS (Agencia de Seguridad Secreta), que se encargaba de realizar las tareas que ni el FBI ni la CIA podían enfrentar

    Verlo tampoco podría levantar mucha perdiz.

    No era alto ni exageradamente fornido, y el pelo rubio un poco largo, que lo hacía ver como un jovencito del cual distaba mucho, porque era un hombre de treinta y tres años. Sus orígenes suecos eran muy distinguibles en él, por la exoticidad de su rostro.

    Sus delicadas facciones solo se veían agudizadas por la mirada celeste que tenía y que cambiaba a veces por un intenso azul luna, pero por sobre todo por un distintivo característico: una cicatriz en forma de cruz en su mejilla izquierda que cuando cambiaba a una expresión enojada podía darle un matiz siniestro.

    Skaargard no tenía miedo de nada y a su vez, como creía que sus actuaciones bajo órdenes del gobierno en el pasado, estuvieron en lo correcto, no veía razón para ocultarse de nadie, por eso vivía en ese sitio aun después de haber abandonado la agencia.

    Tampoco es que abundaban personas que lo buscaran, más que nada porque le temían. 

    De hecho, todos creían que vivía con su familia en el sitio, porque con él vivían Anne Rogers y su hermano menor, el joven Nathan, a quien Skaargard solía entrenar a veces en técnicas varias de artes marciales, en la cual el sueco era bastante habilidoso.

    Ellos eran hijos de un antiguo compañero de armas de Skaargard, el viejo Landon que, al morir en una misión en Rusia, le había rogado al sueco que cuidara a su familia

    Y como hombre de honor, Skaargard lo había hecho, a pesar de que Nathan tenía un carácter especialmente difícil a sus quince años. Por eso vivían bajo su cuidado en su casa, desde hace menos de un año.

    Anne en cambio, era una hermosa joven de veintidós años, posiblemente la más bonita que él haya visto y que justamente intuía Skaargard, causa de los berrinches de Nathan que era muy celoso de la hermana. Y no era de menos, porque era un secreto a voces que Anne estaba enamorada de su benefactor.

    • ✾ •

    Esa tarde en particular, Skaargard había decidido no salir de la casa. Y mientras se ponía a leer el periódico, sentado en el jardín bebiendo el café que Anne amorosamente había preparado para él, el viento empezó a hacer de las suyas y esto le hizo pestañear.

    Un ligero estremecimiento en la cicatriz de su mejilla izquierda.

    Skaargard bajó la taza, porque empezó a sentir una especie de ardor seco en esa zona de su rostro. No hubiese sido extraño, siendo como era una cicatriz. Pero justamente la que le ardía era la segunda raya de la cicatriz. La más reciente de todas.

    Una que le habían hecho hace poco más de cinco años.

    La que le había hecho una mujer que lo hizo sentir en carne propia el ardor de la traición, rompiendo en varios pedazos lo que pudiere tener de corazón.

    Skaargard apretó los puños ante el recuerdo. En esos tiempos, él simplemente había vivido de forma mecánica deseando solo ir al infierno en cuanto pudiese, pero al conocerla a ella, creyó encontrar un motivo para vivir. La había amado, le confió tanto como nunca había hecho con nadie y al final ella terminó clavándole un puñal por la espalda.

    En ese instante hacía un parón al recordar que él tampoco había actuado bien al enterarse de su traición y había recurrido a un vil y ancestral mecanismo de sumisión para vengarse de ella, porque creía sentirse apuñalado por esta mujer.

    Por primera vez en mucho tiempo; se permitió decir en voz alta el nombre de aquella mujer cuyo recuerdo le había venido punzante.

    —Viktoria...

    Se tocó la mejilla y pareciera que con ello hasta podía llegar a escuchar los gritos de Viktoria aprisionada bajo su cuerpo, mientras él en un vaivén de furia, rabia y dolor la sometía en el más cruento dolor que podía llegar a vivir una mujer. Y se suponía que él la había amado.

    Skaargard no sentía culpa de las miles de muertes que había provocado en su vieja profesión de asesino pagado.

    Una de las pocas culpas que lo carcomían y que a veces no lo dejaba dormir tranquilo, es saber sobre su conciencia, que había usado su fuerza para algo como aquello.

    —Maldición — masculló Skaargard, levantándose del sillón y entrando en la casa, dando abruptamente por finalizado su improvisada merienda

    A lo mejor entrenando con su preciada y antigua espada le sacaban un poco esas ensoñaciones.

    — ¿Dónde se habrá metido Nathan?

    • ✾ •

    Viktoria finalmente no terminó saliendo sola en el viaje que planeaba hacer, porque Ben no quiso dejarla ir sola.

    Ya tenía la dirección en Washington donde iría a buscar a Skye Skaargard, que había obtenido gracias a sus contactos y en este caso, tuvo que recurrir a su antiguo conocido Ethan Carter, un agente de servicio activo a quien no le fue nada difícil conseguirle la dirección de Skaargard, aunque se extrañó el motivo por el cual su antigua compañera quisiera buscar al ex agente, pero tampoco indagó mucho.

    Ese tema no era su incumbencia, además como creía deberle un par de favores a Viktoria; por ello accedió a conseguirle aquel dato.

    Acompañada de Ben, habían tomado un vuelo con un avión privado para hacerlo más rápido y llegar a Washington esa misma noche. Ella misma se había jurado que por su hijo haría lo que fuera. Había pasado mucho tiempo y se había prometido a si misma ser fuerte y valiente ante los recuerdos.

    Solo cinco años habían pasado, pero el rastro que deja en la sangre el saber que traicionas al hombre que amas y luego sentir en carne propia toda la furia de él, no lo disipa el tiempo.

    Viktoria Sterling tenía ahora veinticinco años, y nunca le dijo a nadie que su pequeño no había sido concebido en algún acto certero de amor y entrega. Prefería el silencio a la verdad.

    La verdad de que su amado Björn había sido concebido en medio del dolor de verse forzada por el hombre que ella amaba...y que había traicionado.

    ¿Para qué mover tantas cuentas?

    Ella sentía tanta culpa por sus actos, que cuando fue violada por él, sentía como si estuviera pagándole por aquello, justificando de forma inconsciente aquel ataque.

    Al final hasta sentía que su deuda no estaba completamente paga, porque cuando su memoria la llevaba a su último encuentro, él le estaba salvando la vida cuando la rescató de las llamas, donde debió haber muerto con Laarson Refilsson en aquel memorable incendio que ella misma comenzó.

    Cuando aquello, Viktoria había creído muerto a Refilsson y ahora comprobaba que no.

    Y también le resonaban las palabras de Skaargard cuando la sacaba alejándola del fuego y del ardor de las llamas.

    "Desaparece y nunca más...te vuelvas a aparecer ante mis ojos"

    Una lágrima solitaria apareció por sus rosadas mejillas y tuvo que tragarse un sollozo, cuando Ben le zarandeó un poco el hombro para quitarle la ensoñación.

    —Despierta, Wika...ya llegamos a Washington.

    Era más que obvio que Skaargard no la estaría esperando.

    ¿Cómo reaccionaría? ¿Cómo se vería su rostro ahora?

    Sonrió amargamente, al recordar que ella le había hecho un tajo limpio en una mejilla sobre otra antigua cicatriz, cuando intentaba defenderse de la furia sin límites del sueco y el cual terminó con las ropas rotas de ella, sangre seca entre sus piernas y la pérdida definitiva de cualquier dejo de inocencia de niña.

    Pero que le había dejado también a Björn. Su gran motivo de vivir.

    ¿Irónico, ¿no? Pues ya era hora de enfrentar su pasado.

    Encontrar al hombre con quien se había herido mutuamente y decirle de sopetón que necesitaba su ayuda para rescatar a su hijo, del cual él no sabía.

    —Por Björn — se dijo antes de bajar de la pequeña avioneta y subir con Ben en el auto que habían hecho alquilar para llegar a destino. El sol ya había caído completamente a esas horas en Washington.

    Un sitio en el cual Viktoria pensaba que no regresaría.

    Capítulo 2

    La flor de cerezo rojo.

    • ✾ •

    Cinco años atrás, la gran valía y determinación de Viktoria le había hecho acreedora a la edad de veinte años, de convertirse en la agente de inteligencia más joven que haya tenido la Agencia Secreta de Seguridad, la A.S.S, un particular escuadrón que realizaba tareas que ni siquiera eran conocidas de forma oficial y de cual hasta el FBI desconocía su existencia.

    Pero su sonrisa orgullosa se había desvanecido, cuando su jefe directo le encomendó una misión sumamente difícil. Le pidió infiltrarse en el escuadrón de asesinos secretos que tenía la poderosa Agencia, y poder verificar lo que el director Luke Wilson, llamaba con voz burlona...un gato perdido en la nubosidad y el cual hay que aniquilar de raíz.

    Había cierta información de que uno de los integrantes del escuadrón de asesinos que era una sección de la ASS, munido del poder e investidura y hasta impunidad que le daban sus sangrientas tareas, estaba extralimitándose en sus funciones encomendadas y estaría encabezando asesinatos no autorizados.

    Y eso que solo había dos agentes trabajando en esa delicada área de la Agencia, pero las pesquisas de Luke no habían podido encontrar nada y mucho menos podía pedirle a Víctor Hamill, el jefe de ese particular escuadrón que les diera vista verde a las investigaciones para atrapar al gato perdido por el temor de que hasta el propio Hamill estuviera involucrado. Y fue así como Viktoria Sterling terminó enredada en esta tarea de espionaje.

    Era muy joven, pero esto se superaba con su inteligencia, según la opinión de Luke, que tenía una extraña confianza en la muchacha, quizá porque el director sabía que tenía una característica inusual: era inocente...pero leal a la causa que le había expuesto Luke. Pero el director del ASS guardaba otros planes, aunque obviamente no se los expondría jamás.

    El gato perdido que iba a ser investigado, ya no solo realizaba las típicas tareas de un asesino del gobierno, como aniquilar a pequeños dictadores, posibles agitadores o hacer desaparecer a todo aquel que pudiere crear zozobra en el estado de derecho de USA , sino que también, saliéndose de las directivas había estado participando en algunas matanzas de algunos líderes canadienses que habían obtenido refugio en Estados Unidos, sino también en la de algunos políticos estadounidenses encargados de dar venias a importaciones entre ambos países.

    Los asesinatos no consensuados se habían vuelto muy graves y por la limpieza de ellas, Luke decía que era la mano de un asesino en las sombras, como se les decía a los asesinos secretos de la Agencia.

    Viktoria, se sintió algo aliviada de saber que al menos tendría poco que investigar, porque el escuadrón solo tenía tres miembros, más el jefe, Víctor Hamill que también iba a ser investigado por Viktoria.

    El plan, simple.

    Ella iría como agente de inteligencia comisionada a ese escuadrón para ayudarlos a definir objetivos, y esto serviría de tapadera perfecta para su verdadera misión: observar a los asesinos en las sombras e informar al director Wilson. De algún modo, pronto tendría que caer el gato perdido. No podía ser tan difícil.

    ¡Por dios! Seguro era un par de tontos buenos con las manos, que lo único que sabían hacer era asesinar por encargo, porque sus dotes intelectuales no daban para más.

    Pan comido, según Viktoria Sterling. Al menos eso creía.

    • ✾ •

    Cuando la mujer por fin llegó, al lugar que estaba en algún punto determinado de Washington, se asustó, porque en verdad podría decirse que era un tugurio de asesinos.

    Acostumbrada al trabajo oficinesco frente a modernas computadoras y sistemas informáticos donde podía hacer a sus anchas su labor de inteligencia, estar aquí resultaba muy diferente.  

    Cuando llegó al sitio solo estaban dos personas y ninguna de ellas, eran los asesinos en las sombras.

    Uno era un hombre de aspecto imponente, piel morena, sonrisa bonachona y con aspecto de autoridad. No tuvo que ir más lejos para notar que era Víctor Hamill, el jefe de esta peculiar sección de la agencia y el otro, pudo reconocerlo por las fotos que había visto y más que nada diferenciable por su peculiar bigote. Sin duda, se trataba de Wyatt Dixon, el que hacía algo así como labores de inteligencia con los asesinos en las sombras, como limpieza de escenas y a veces, hasta investigaciones. Viktoria simplemente se dejó guiar, porque ya el director Wilson había enviado los memos sobre su presencia.

    Para coadyuvar la labor del escuadrón...decía Wilson, aunque la realidad es que Viktoria tendría la dura tarea de investigar al gato perdido.

    —La agente Sterling estará con nosotros como encargada del área de inteligencia —informó Hamill sentado en el escritorio, con una sonrisa paternal en los labios

    La persona a quien iba dirigida la información, se quedó un poco boquiabierto al ver primero a la joven y segundo con el anuncio de Hamill.

    Wyatt quedó bastante sorprendido. Ese trabajo era el suyo y el aspecto aniñado de la joven no le daba mucha fe, pero, aun así, el natural jovial carácter de Wyatt dejó entreverse y estrechó la mano a la jovencita que le respondió con un saludo con la cabeza.

    —Wyatt, llévala al lugar donde trabajará. La oficina del segundo piso es perfecta para ella — ordenó por último el jefe del escuadrón, al cual Wyatt accedió haciendo una señal a Viktoria que lo acompañase.

    La chica siguió al hombre y mientras fijaba su mirada a todas partes, terminó preguntando.

    — ¿Y los agentes Refilsson y Skaargard?

    Viktoria los conocía de nombres y algunas fotos que le habían pasado.

    —Tienen que regresar esta tarde —respondió Wyatt risueño.

    Viktoria ya había caído en la cuenta que el hombre era el típico extrovertido, y hasta podía intentar sonsacarle información.

    —Oye, así como veo, tengo que esperar alguna asignación del jefe Hamill.

    —Sí, pero creo que no será tan difícil porque el jefe no es como el director Wilson, yo tengo una misión con el agente Refilsson en Corea del Norte, así que creo que tú te quedaras con Skaargard en la base — respondió Wyatt.

    —Así que Skaargard —dijo para sí la muchacha mientras veía salir a Wyatt que se marchaba por donde había venido. No tenía muchos archivos de ambos asesinos en las sombras, y de hecho ni siquiera tenía el nombre de uno de ellos, tal era la discreción de la situación.

    Solo podía entrever que el tal Refilsson Laarson y Skye Skaargard eran de caracteres un poco difíciles, pero sin duda Refilsson era algo más amable según las notas. Y Viktoria podría jurar que era cierto, porque las mismas revelaban que era un sujeto casado, pero por seguridad no había noticia alguna de su esposa o de alguna otra familia que pudiera tener. Del agente Skye solo pudo saber que era huérfano y soltero. No había más datos de su vida personal. Y de hecho hasta su nombre verdadero era desconocido.

    • ✾ •

    Viktoria observaba los papeles donde tenía anotado esos datos y los unificó en una especie de diario íntimo, donde decidió que registraría los datos en clave. Haciendo sumatoria en su cabeza, ya podía deducir que, entre esos dos asesinos en las sombras, Skye era el hombre de vida más complicada, porque al menos Refilsson llevaba una vida personal estable, porque hasta había contraído matrimonio hace varios años, según una declaración que él había hecho en algún momento. Ambos tenían la peculiaridad de tener ascendencia escandinava y que vivieron desde niños en los EE.UU.

    Si bien tenía que observar cuidadosamente todo, decidió mentalmente que le dedicaría una especial observación a Skaargard.

    Los casi inexistentes datos sobre su persona, lo hacían muy misterioso. La única foto que tenia de ambos tampoco decía mucho, pero nuevamente fue Skaargard el objeto de su atención cuando notó algo inusual en la mejilla izquierda del sujeto.

    Una cicatriz en forma de una raya en el rostro, y parecía haber sido hecha con algún objeto cortante. La herida en sí, parecía ser algo antigua, porque había un informe que denotaba que Skaargard portaba la cicatriz de esa raya en el rostro desde hace muchos años, prácticamente desde antes de ingresar a la Agencia.

    —Una herida muy antigua... ¿qué habrá sido? ¿Una herida de entrenamiento? Si es tan vieja... ¿Cómo es que aun la tiene? — se preguntaba la muchacha, al mirar la notoria cicatriz. No recordaba haber visto alguna parecida.

    Viktoria se dispuso a dejar la foto sobre la mesa de la oficina y volvió a sentarse.

    ¿Cuánto tiempo duraría este trabajo de contraespionaje?, pensaba la joven pelirroja.

    • ✾ •

    Cuando una situación onírica inexplicable viene a ti, simplemente te entregas a ello y no te preguntas como es que ocurre.

    Cuando Viktoria sintió que una brisa extraña le entró al rostro, dándole un notorio frescor a sus rosadas mejillas, abrió sus ojos de forma pesada y hasta desganada, pero lo que vió, la hizo incorporarse del suelo de forma certera.

    No por darse cuenta que se había quedado dormida, sino por el lugar extraño donde se encontraba. No tenía que ser adivina, pero era uno de esos lugares como sacados de un cuento.

    Un bosque florido, intenso y de mucha luz.

    ¿Qué diablos es este lugar? Pero sus pensamientos de sorpresa por estar parada en un sitio en el que no recordaba haber ido, siendo que lo último que recordaba estar haciendo era estar tomando notas en la oficina que le habían asignado, se fue por la borda, al mirar sus mangas.

    No estaba equivocada y era lo que pensaba.

    Tenía puesto un vestido amarillo con dibujos de flores y en los pies unas sandalias blancas muy femeninas como no recordaba usar. Si bien aceptaba haber utilizado este tipo de prendas en su adolescencia en alguna que otra fiesta típica del colegio donde se hacían celebraciones que ameritaban usar estos atuendos, hace mucho que esto estaba fuera de foco. Ya la simple idea le sonaba algo estúpida.

    Cuando tocó su cabeza, pudo notar que su larga cabellera roja estaba sostenida por una cinta. Eso sí se veía como ella. Viktoria era una gran fanática de estos accesorios para el cabello.

    — ¿Estoy soñando?

    Tomó impulso y caminó algunos pasos, cuando el frescor de la brisa, volvió a tocarle el rostro. Y fue allí que Viktoria lo notó.

    Era un bosque de árboles de flores de cerezo. Y estaban en su etapa más interesante: cuando caían de los árboles, creando un paisaje inigualable como un espectáculo de lluvia intensa que caía alegremente en el lugar. La mujer sonrió ante el recuerdo nostálgico de aquello, porque le recordaba al patio del instituto donde había acabado la preparatoria en el condado de Carroll en su Arkansas natal.

    Viktoria siguió caminando embelesada por el espectáculo natural, y a tientas por causa de las sandalias que portaba, y que no

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