Abraham Eisenman: Un Hombre de Hierro

Por Alexandra Ciniglio

En la Polonia de principios de Siglo XX, vivía una familia feliz: los Aizenman, literalmente: “Hombres de Hierro”. Ésta es la historia de alguien que hizo honor a su apellido. De una infancia abruptamente interrumpida por la barbarie nazi, a la vida clandestina en los bosques de Polonia; de las cenizas del Holocausto, a la defensa de las costas del renacido Estado de Israel; del romance en cada puerto, al primer gran amor en la ciudad de Colón; de la vida alegre de soltero empedernido, a la lucha diaria por la manutención de su familia; de la alegría de vivir, a la muerte inesperada de sus seres más queridos; de la lucha valiente contra la adversidad, a la humilde aceptación de la voluntad divina; bajo ese fuego constante y esos golpes inclementes, se forja el hierro más puro, pero también las vidas más significativas. Esta es la historia de una vida para ser contada; esta es la historia de Abraham Eisenman: Un Hombre de Hierro.

• Idioma: Español
• Editorial: Alexandra Ciniglio
• Fecha de lanzamiento: 21 mar 2018
• ISBN: 9781370453658

Alexandra Ciniglio

La trayectoria profesional de Alexandra Ciniglio es un viaje a través del quehacer humano y sus vicisitudes, desde la visión de una periodista agua y comprometida. Su carrera en el periodismo se inicia como reportera en RPC TV donde labora por 13 años asumiendo responsabilidades como Presentadora de Noticias, Jefa de Asignaciones y Directora de Noticias. En 2005 acepta un nuevo reto en TVN donde asciende a Gerente de Noticias, Presentadora y Productora del Noticiero Matutino, Gerente de Programación de TVN y TVMax y finalmente Vicepresidenta de Contenido del grupo TVN Media. Durante una década es también corresponsal de CNN en Español y Univisión en Panamá. En 2014, participa activamente en diferentes proyectos de Responsabilidad Social Empresarial a los que brinda toda su experiencia en el campo de la comunicación. Al la vez, se incorpora al staff permanente del programa radial Infoanálisis, y es entonces cuando orienta sus destrezas de entrevistadora en medios audiovisuales e impresos hacia el campo de las Biografías. En diciembre de 2017 publica su primer libro: Abraham Eisenman: Un Hombre de Hierro, donde logra el relato honesto y conmovedor de un hombre que se forma a si mismo, mirando la vida como lo que es: un regalo.

Vista previa del libro

prólogo

Al escribir o hablar de mi padre, mis sentimientos se desbordan. Desde pequeño, siempre escuché con admiración sus historias, anécdotas y las dificultades que tuvo que pasar en la vida. De joven y adulto nos tocó vivir juntos las pérdidas de mi hermana Debbie y de mi hermano Bruce: una repentina y otra lentamente.

Con él aprendí que el ciclo de la vida no está hecho para que los padres entierren a sus hijos, y todavía me cuesta entender muchas cosas. No sé cómo la vida, después de darle tantos golpes duros a mi padre, le regala la familia que nunca tuvo, para después quitarle parte de ella tan drásticamente. Sin embargo, aunque para mí resulte tan difícil de comprender, veo con admiración cómo él aprendió a levantarse y seguir adelante.

La vida de mi padre podría ser una historia que da como resultado a un hombre insensible y amargado; sin embargo, él es, siempre, todo lo contrario. Tiene un corazón inmenso, repleto de amor por el prójimo, y no pierde oportunidad para manifestar su alegría por la vida.

También admiro de él cómo ha sido siempre un padre ejemplar, a pesar que de pequeño le arrebataron la oportunidad de crecer en el núcleo de una familia con su papá, su mamá y sus hermanos.

Si hay una persona a la que le hace feliz recibir y transmitir cariño, ese es mi padre. Para él no hay regalo material que sea más importante que una tarjeta que contenga un mensaje especial con sentimientos, pensamientos y deseos. Así mismo, espera con alegría los besos y saludos de todos sus hijos y nietos cada vez que nos vemos. Estoy seguro que este libro será un legado no solo para todos sus familiares; también será una fuente de motivación para cualquier persona que esté pasando por un momento difícil en su vida, con tropiezos, golpes y pérdidas. Hoy estoy convencido de que sólo se sale adelante con la actitud de mi viejo, Un Hombre de Hierro, y viviendo a plenitud con felicidad, apreciando lo que se tiene y esperando siempre un mejor futuro.

Si hay algo que he aprendido junto a mi padre, es que la vida sólo se vive una vez y aun cuando sea difícil, somos nosotros quienes decidimos cómo enfrentarla y sacar el mejor provecho de ella. Te quiero viejo, siempre serás mi admiración, mi norte y el mejor ejemplo de vida para mí.

Dovi Eisenman

INTRODUCCIÓN

Era el 26 de febrero de 2016, en el Cementerio Judío de Juan Díaz. Después de la última palada, Abraham abrazó a su hijo Dovi y a sus nietos Adam y Benjamín, y, secándose las lágrimas, les dijo: hicimos todo lo que pudimos hacer por él, ahora la vida sigue. Bruce era el segundo hijo que la vida le arrebataba.

Conocí a Abraham Eisenman hace más de

20 años y desde entonces escuchaba esporádicamente algunas de sus anécdotas de la vida. Confieso que cuando me pidió que le ayudara a escribir su biografía, no podía imaginar que estaba a punto de descubrir una de las historias más fascinantes que he conocido.

Ver el mundo a través de los ojos de Abraham, me llevó a vivir los horrores de la Segunda Guerra Mundial en la que perdió a su familia; los esfuerzos para la creación del Estado de Israel; sus viajes por el mundo repletos de aventuras; el Colón de la Tacita de Oro; la dictadura militar en Panamá; la época de las bases militares estadounidenses y la invasión de 1989, hasta llegar al Panamá pujante de hoy, que vio crecer a sus hijos, nietos y bisnietos.

Una vida intensa, hecha al calor de la adversidad que fraguó a un hombre extraordinario. Una vida compleja, donde el dolor de la tragedia no frustró la capacidad de sonreír y disfrutar los tiempos plenos. Una vida vivida cuando y como le tocó vivirla.

Les invito a descubrir una historia repleta de alegrías y tristezas; metas alcanzadas y frustraciones; retos y enseñanzas; sueños e insomnios. La historia de Un Hombre de Hierro.

La autora

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CAPÍTULO 1

UN NIÑO VALIENTE

El 12 de diciembre de 1932, Polonia era un país multicultural y multiétnico donde coexistían varias culturas y tradiciones. En el pequeño pueblo de Pshasnish, cerca de Varsovia, nació Abraham, hijo de Débora Frenkel y Baruj Dov Aizenman.

Era el segundo hijo de la pareja, la cual se había conocido, por casualidad, cuando los padres de Débora invitaron a un grupo de soldados judíos que pasaba por el pueblo a celebrar en su casa la noche de Pésaj(1). Parece que fue amor a primera vista y pronto se casaron. Las cosas marchaban muy bien para ellos: el padre de Débora tenía una importante finca de ganado y Baruj, incluso, le ayudaba con el trabajo.

"Nací en una familia bastante rica. Por parte de mi mamá eran muy ricos, y por parte de mi papá, tenían dinero; aunque en algún momento lo habían perdido todo en un incendio y les fue difícil levantarse. Mi papá tenía catorce hermanas y cuatro hermanos, todas las familias eran grandes en esa época… no había televisión".

En ese entonces muchos de los judíos tomaban sus apellidos utilizando la combinación de colores, elementos de la naturaleza, oficios, ciudades y características físicas. Aizenman, por ejemplo, venía del grupo de los metales y significaba literalmente hombre de hierro o herrero.

Abraham, su hermana mayor, Perla, y la menor, Judith, crecían felices en una familia creyente; aunque no tan religiosa. Los judíos de Polonia eran una minoría numerosa; muchos como ellos vivían en pequeños pueblos que llamaban Shtetl, donde el idioma común era el yidish, una interesante mezcla de alemán, hebreo y francés. Era gente trabajadora, pero que no gozaba de los mismos derechos que el resto.

"En esa época no había muchos judíos en el ejército, porque para nosotros los rangos estaban restringidos. Mi papá llegó a ser capitán, que era el mayor rango que podía alcanzar. Él era un rebelde: en esa época los muchachos se cortaban el dedo de un pie o se herían intencionalmente con una pistola para no tener que hacer el ejército. Mi papá no, él se alistó al llegar a los dieciocho años".

Abraham no había cumplido siete años cuando Alemania atacó Polonia. El 1 de septiembre de 1939, marcó el inicio del más sangriento y trágico conflicto de la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. También cambió para siempre la vida de Abraham: su padre fue llamado a combatir en el frente de batalla.

"Lo hirieron en combate. Estaba muy grave y me acuerdo el día que lo trajeron a la casa donde nosotros estábamos. Lo iban a llevar al hospital, pero como los alemanes ya estaban entrando, nos dijo que estaba mandando un camión para que nos buscara. Con la fuerza que lo caracterizaba, nos ordenó empacar algunas cosas; ya que nos iban a llevar a Bielorrusia donde los alemanes todavía no habían llegado. Se fue al hospital y nos dijo que no nos preocupáramos, que nos iría a buscar cuando se recuperara".

Perla, por ser la hermana mayor, se quedó acompañando a su padre para cuidarle en el hospital. Abraham, su