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Madre Árbol, Hijo Semilla: Guajars, #2017
Madre Árbol, Hijo Semilla: Guajars, #2017
Madre Árbol, Hijo Semilla: Guajars, #2017
Libro electrónico44 páginas39 minutos

Madre Árbol, Hijo Semilla: Guajars, #2017

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Raíz Torcida regresa a su planeta después de quinientos años extraviado en el brazo más lejano de la galaxia. Su mundo está devastado, pero no todo está perdido.

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Hay algo allá abajo, entre las ramas deshojadas de Madre, en los lindes de su bosque, junto a la entrada oriente del valle sagrado. Es lo que queda de ciudades construidas por los carnívoros. No estaban aquí el día que me marché.

Entre sus muros demolidos veo piras alimentadas con cuerpos de Pod desmembrados. Un poco más cerca del templo están las máquinas de guerra alineadas.

Disparan toda su artillería contra la barrera viva de Madre.

Y Madre resiste.

Se oyen los gritos desesperados de los carnívoros en las líneas de ataque. Se mezclan con otros gritos de odio y barbarie. Madre mantiene a estos seres a raya. Empuja con sus lianas inferiores y hojas enormes y resistentes como naves estelares. Pero el cerco se ve débil, sin espinas. No tiene la intensidad que solía desincentivar a las criaturas que nos amenazaban en el pasado.

Del otro lado del cerco y por apenas un instante, veo a un grupo de Pod armados con rocas y lanzas. Son un centenar de sombras altas y de cáscaras gruesas esperando la última guerra que los verá arder.

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IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 mar 2018
ISBN9781386943877
Madre Árbol, Hijo Semilla: Guajars, #2017
Autor

Dan Guajars

Dan Guajars = Daniel Guajardo Santiago, 1977. Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providencia, Chile. Periodista de profesión, lector y autor de fantasía y ciencia ficción desde muy joven. Trabaja en una agencia de marketing online y hace clases de Internet para periodistas y de Analítica Web para profesionales. Felizmente casado con Lucía Gabriela y orgulloso padre de Amanda y Margarita.

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    Madre Árbol, Hijo Semilla - Dan Guajars

    Madre Árbol, Hijo Semilla

    de Dan Guajars

    © Daniel Guajardo 2017

    Todos los derechos reservados

    Arte de Portada: Romina Riquelme

    Madre Árbol, Hijo Semilla

    Avanzo en caída libre por un túnel de roca sin pulir. Sigo las líneas de bioluminiscencia que habitan y crecen en cada rincón del hábitat, trepando desde su núcleo vivo. Estoy en el arco exterior, cercano a la enorme vaina que recubre todo el asteroide.

    —Uno tiene frío —digo. Puedo tolerar el frío del espacio sin un traje y no morir, pero ése no es el asunto. Una zona fría en cualquier lugar del vehículo, es una mala señal. Podría significar problemas con alguna de las estructuras. Una falla en el aislamiento que protege la atmósfera interior.

    —«Esto me recuerda la vez que te zambulliste en un lago de metano líquido» —dice Coral, mi pareja en este viaje. Traigo el intercomunicador adosado al cuello con una correa improvisada. Está en modo de manos libres. Puedo sentir la melancolía que se filtra en sus palabras.

    El vehículo ahora flota en órbita geoestacionaria. Luego de doscientos años de viaje balístico a un cuarto de la velocidad de la luz. Dentro de tres días la nave será expulsada de la órbita por los agarrones gravitacionales de las lunas. Caerá hacia el sol y ganará velocidad para escapar del sistema. Coral deberá rotar la nave para no transformarse en guiso de cefalópodo.

    Avanzo con precaución para no estrellar mi cabeza contra algún muro y dañar otra vez mis pétalos. La ansiedad me ha deshojado demasiadas veces en este viaje. Coral estaría decepcionada si me viera un rasguño más.

    —Uno está llegando al acceso —digo en nuestro dialecto compartido. Coral habla todos los idiomas y dialectos de su brazo de la galaxia. Y hoy por fin oirá el sonido del bosque, de las hojas y del viento, convertidos en palabras.

    —«También me recuerda esa vez que te lanzaste al vacío y sin traje, para salvar… ¿Qué era?»

    Coral lo recuerda perfectamente, no me gustan sus excusas para entablar conversación. Ya conversamos este tema. No hay nada más que decir.

    Podemos ignorarnos completamente durante meses. Es algo necesario en un viaje de doscientos años. Pero ahora que nos separaremos al fin, Coral quiere interactuar más de lo que hizo la última década. No soy un sentimental, pero creo que la despedida solo nos dejará dolor y lágrimas que no podemos compartir.

    —Uno comprueba el estatus —digo. Toco la pequeña raíz que sobresale de la roca, junto a una abertura clausurada con más hojas amarillas—. Esta zona está deshidratada, Coral.

    Oigo el pst inmediato de los humidificadores, algunos suenan obstruidos.

    —Uno revisará los cabezales —digo.

    —«Déjalos, Raíz Torcida —ordena Coral en un ladrido enojado—. Los revisaré cuando no estés».

    Me quedo flotando en ese lugar. Siento el suave jalón gravitacional del planeta que tenemos debajo de nosotros. Mi planeta.

    Toco una de las cortezas que conectan los artefactos vivos que componen este vehículo y puedo oírlos. Puedo interactuar con ellos. No necesito ningún instrumento. En cambio, Coral requiere de una interfaz que traduce en dos direcciones. Sé que lo hará bien en mi ausencia. Pero temo por sus decisiones una vez que alcance el próximo destino, trescientos quince años en el futuro.

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