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Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas
Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas
Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas
Libro electrónico237 páginas4 horas

Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas

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Información de este libro electrónico

Mientras varios interlocutores realizan un viaje en ferrocarril, al través de varias parcelas colombianas, el autor anuda el diálogo de las personas, trascribe sus confidencias, sus problemas, sus conceptos, sus ironías, sus experiencias, y de aquel material extrae los principios que nutren sus teorías sobre las Relaciones Humanas.
Alfonso Rodríguez no teoriza por lo alto, sino que busca lo espontáneo, lo natural, lo que está más henchido de sentido común, y de allí el valor práctico que tienen sus lecciones. De allí, también, el acierto de las mismas y los óptimos resultados que ha logrado en sus exposiciones. Habla y escribe en idioma coloquial, y mediante ese arte que en él es absolutamente espontáneo, penetra sin artificio alguno en la inteligencia y la simpatía de las personas.
Tal es la impresión que extraemos del repaso de estas páginas joviales y orientadoras.
Algunos principios de don Alfonso son antiguos y de axiomática eficacia en las Relaciones Humanas, como estos:
La palabra adecuada y el acento preciso, son instrumentos más poderosos que la palanca de Arquímedes.
No correr riesgos cuando se es responsable de la vida e integridad de las personas.
Hacer hoy el trabajo de hoy, porque mañana se vuelve difícil.
Sonreír sinceramente, uno de los requisitos esenciales del que triunfa.
Buscar la comprensión antes que decretar las separaciones.
Cumplimiento y exactitud, indispensables para el industrial, el empleado, el trabajador o funcionario.
Hay que dar publicidad positiva a lo que hacemos. Debe conocerse el puesto que nos corresponde en la vida y en las empresas.
Las enumeradas concisamente, son algunas de las tesis que enseña este libro. Pero todas ellas están adobadas con los sabrosos y espontáneos comentarios de los viajeros. El escritor recoge las perlas que saltan de sus conversaciones.
Alfonso Rodríguez es un gran discípulo del trabajo y la vida. El mundo ha sido su mejor universidad. Observa a sus semejantes con ojos limpios y reidores y los escucha con orejas voraces. Se ha vuelto así un profesor de buen humor, de bien vivir y de mejor laborar.
A las más difíciles situaciones sabe ponerles el toque diplomático, la pimienta de filósofo elemental. De las anécdotas, que las aporta en profusión encantadora y oportuna, hace auténticas parábolas para guiar la conducta humana.
El escritor asegura que ha tomado ideas y comentarios de diversos autores para sembrarlos a lo largo de este viaje imaginario trascrito en estas lecturas discretísimas. Hay que abonarle el que nos confíe sus saludables lecciones de ética, de eficiencia, de fraternización y superación, de bondad y generosidad, de anti-egoísmo y gallardía, en un estilo profundamente periodístico, porque está a ras de la inteligencia del hombre común y corriente, sin que el muy erudito deje de encontrar aquí observaciones de permanente vigencia.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 dic 2017
ISBN9781370912063
Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas
Autor

José Alfonso Rodríguez

Motivador y converencista tolimense que dedicó gran parte de su existencia promover la superación personal, las buenas relaciones humanas y el desarrollo integral de los individuos a partir de la mejoría permanente, la disciplina, la constancia y el deseo de alcanzar el éxito.

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    Un viaje alrededor de la calidad y las relaciones humanas - José Alfonso Rodríguez

    PREÁMBULO

    Amable lector:

    Cuando un grupo de amigos me insinuó recoger en un libro mis experiencias de más de siete años como expositor de Calidad y Relaciones Humanas, pensé que el tema en verdad podría interesar y servir a muchas personas y me animé a sacar avante la idea.

    Así nació este diálogo que he titulado: Un viaje alrededor de la Calidad y las Relaciones Humanas.

    Debo aclarar sin embargo, que al tratar de ordenar temas hallé que casi todos estaban escritos en muchos sitios y que prácticamente todo estaba hecho. Así que yo solamente iría a coordinar el volumen.

    Por este motivo encontraremos en cada capítulo una historia o varias historias y en cada una de ellas un mensaje.

    Durante el trascurrir de cada página que encontremos más adelante, veremos narrados en el más simple de los lenguajes posibles, en estilo casi caricaturesco o severo, una serie de circunstancias e imágenes que nos llevarán a analizar la situación descrita y a compararla con nuestra propia imagen. Tenemos, entonces, que cada página de este Viaje alrededor de la Calidad y las Relaciones Humanas puede convertirse en una especie de espejo que a diferencia del cuento famoso, aquí sí nos diga la verdad monda y lironda cara a cara.

    En innumerables ocasiones cometemos errores continuados de buena je; sin el ánimo de molestar a nadie traumatizamos (sin darnos cuenta) a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de labores, etc.

    Así que seguramente en alguna parte de este Viaje nos encontremos con usted frente a frente. Entonces hablaremos muchas cosas y muy claro.

    De tal manera estimado lector, que nos veremos más adelante. ¿Le parece?

    Su amigo,

    El Autor

    TEMAS CONSULTADOS:

    De relaciones humanas, de venías, de humor, de sistemas de organización, de supervisión, de estudio del trabajo, de sicología, de periodismo, de geografía, etc.

    De estas obras se tomaron ideas, comentarios y frases de: Otto F. Reiss, P. D. Armour, Charles B. Root, Mark Twain, Orison Swett Marden, Noel Cloroso, Carlyle, Charles Chaplin, Kuan Tsu, Lin Yutang, Bernard Show, A. Butasi, Joyce Brothers, Calibán, José Gers, Diccionario Geográfico Agustín Codazzi, etc.

    PRÓLOGO

    Por José Gers.

    Alfonso Rodríguez es tolimense, vale decir, hombre libre, alegre y leal, cuya tórrida amistad nos estimula y nos complace. Profesionalmente se ha entregado a sustentar charlas sobre Relaciones Humanas con creciente éxito. De la experiencia obtenida en siete años en ese ajetreo, ha elaborado un libro amenísimo intitulado Un Viaje Alrededor de la Calidad y las Relaciones Humanas, que hemos tenido el privilegio de conocer en originales aún humeantes como pan de horneo intelectual.

    Mientras varios interlocutores realizan un viaje en ferrocarril, al través de varias parcelas colombianas, el autor anuda el diálogo de las personas, trascribe sus confidencias, sus problemas, sus conceptos, sus ironías, sus experiencias, y de aquel material extrae los principios que nutren sus teorías sobre las Relaciones Humanas.

    Alfonso Rodríguez no teoriza por lo alto, sino que busca lo espontáneo, lo natural, lo que está más henchido de sentido común, y de allí el valor práctico que tienen sus lecciones. De allí, también, el acierto de las mismas y los óptimos resultados que ha logrado en sus exposiciones. Habla y escribe en idioma coloquial, y mediante ese arte que en él es absolutamente espontáneo, penetra sin artificio alguno en la inteligencia y la simpatía de las personas.

    Tal es la impresión que extraemos del repaso de estas páginas joviales y orientadoras.

    Algunos principios de don Alfonso son antiguos y de axiomática eficacia en las Relaciones Humanas, como estos:

    La palabra adecuada y el acento preciso, son instrumentos más poderosos que la palanca de Arquímedes.

    No correr riesgos cuando se es responsable de la vida e integridad de las personas.

    Hacer hoy el trabajo de hoy, porque mañana se vuelve difícil.

    Sonreír sinceramente, uno de los requisitos esenciales del que triunfa.

    Buscar la comprensión antes que decretar las separaciones.

    Cumplimiento y exactitud, indispensables para el industrial, el empleado, el trabajador o funcionario.

    Hay que dar publicidad positiva a lo que hacemos. Debe conocerse el puesto que nos corresponde en la vida y en las empresas.

    Las enumeradas concisamente, son algunas de las tesis que enseña este libro. Pero todas ellas están adobadas con los sabrosos y espontáneos comentarios de los viajeros. El escritor recoge las perlas que saltan de sus conversaciones.

    Alfonso Rodríguez es un gran discípulo del trabajo y la vida. El mundo ha sido su mejor universidad. Observa a sus semejantes con ojos limpios y reidores y los escucha con orejas voraces. Se ha vuelto así un profesor de buen humor, de bien vivir y de mejor laborar.

    A las más difíciles situaciones sabe ponerles el toque diplomático, la pimienta de filósofo elemental. De las anécdotas, que las aporta en profusión encantadora y oportuna, hace auténticas parábolas para guiar la conducta humana.

    El escritor asegura que ha tomado ideas y comentarios de diversos autores para sembrarlos a lo largo de este viaje imaginario trascrito en estas lecturas discretísimas. Hay que abonarle el que nos confíe sus saludables lecciones de ética, de eficiencia, de fraternización y superación, de bondad y generosidad, de anti-egoísmo y gallardía, en un estilo profundamente periodístico, porque está a ras de la inteligencia del hombre común y corriente, sin que el muy erudito deje de encontrar aquí observaciones de permanente vigencia.

    Estoy seguro de que este libro, cuando se edite, irá a muchas manos de lectores dispuestos a no perder una sola línea, porque la amenidad del volumen, la abundancia y oportunidad de las anécdotas y el propósito formativo de los diálogos encantará a toda clase de personas.

    Merece parabienes muy calurosos Alfonso Rodríguez, por este esfuerzo meritorio, al agrupar el material de sus charlas de tantos años, en una mesa rodante de vehículo férreo, precisamente para darle al diálogo cierto ritmo turístico de gran versatilidad y restarle estiramiento y tecnicismo a normas que con estos expedientes se asimilan con más facilidad.

    José Gers

    Capítulo I

    El Viaje

    "El hombre que hace crecer dos briznas en vez de una sola, contribuye más al bienestar que todos los políticos juntos" Jonathan Swift.

    En el mundo sólo triunfa lo mejor. Y lo mejor está comprimido en una sola palabra: ¡CALIDAD! Calidad humana y calidad del producto.

    Iniciaremos este Viaje alrededor de la Calidad y las Relaciones Humanas, haciendo un poco de imaginación: Pensemos que estamos en una gran estación; en esa estación hay un ferrocarril con muchos vagones. Pensemos también que vamos a hacer un viaje de varias horas. Imaginémonos que en esos vagones vamos a depositar nuestros conocimientos, nuestras ideas, así al final del viaje todos estaremos debidamente informados y seremos capaces de hacer un trabajo en equipo sin tropiezos.

    En ese tren viajan los más disímiles pasajeros. Hay un grupo charlando animadamente; comentan algo alrededor del pensamiento de un personaje chino... El tren ya va a partir. Unos se despiden, otros buscan asiento, suenan unas campanas y la voz del conductor se escucha impaciente:

    Nos vamos... El tren pita; el viaje ha comenzado. El diálogo entre los pasajeros no se hace esperar.

    —Señora, ¿usted viajando en tren?

    —Sí. He viajado mucho en avión, en jet; siempre he ido muy rápido. La vida para mí ha sido muy apurada. Ahora quiero hacerlo lentamente. Tal vez durante este viaje quizá logre pensar. Usted sabe que pensar no le ha hecho mal a nadie. Si en este país se pensara un poco antes de actuar, quizás las cosas anduvieran mejor.

    —Tiene usted razón, señora, —anota el conductor al escuchar sin querer el diálogo—. Aquí podrá usted pensar y algo más: dialogar. Si los hombres también aprendieran a dialogar, las disputas serían menos bruscas y los acuerdos llegarían sin tardanza. Pero casi siempre (lucremos imponer nuestro punto de vista sin atender insinuaciones. Los hombres pelean mi señora, porque no saben discutir.

    El tren pita, estamos cruzando los llanos del Tolima. Llanuras inmensas de un verde esmeralda.

    -¿Trigo?

    —No señora, arroz. —El conductor sigue atendiendo a los pasajeros.

    —¿Todo bien? —pregunta al más locuaz de los integrantes de un grupo.

    —Sí, todo bien. El paisaje es lindo y el viaje agradable. Sólo que nos hemos enfrascado en una máxima del escritor Kuan Tsu encontrada en este libro. Escuche:

    Sí das un pescado a un hombre lo alimentarás un día, si lo enseñas a pescar lo alimentarás toda la vida...

    —Analizar máximas como la que usted me lee, realmente logran entretener a las gentes durante un viaje, responde el conductor. Y sentándose al lado del pasajero dice: Veamos. Otro de los del grupo vuelve a leer la máxima concluyendo:

    -. . . si lo enseñas a pescar, lo alimentarás toda la vida. El conductor del tren, un hombre alegre, reposado, más bien sentencioso, mira a cada uno de los pasajeros que lo rodean diciéndoles:

    —Escúchenme esta historia: "Había entrado a una fábrica una nueva empleada. Tímida como toda persona que ingresa a cualquier lugar donde no conoce a nadie. Un poco atolondrada es presentada al supervisor.

    —La señorita Mimila González. El supervisor.

    —Mucho gusto. Es un placer tenerla aquí, señorita González. Su trabajo será de la siguiente manera... vea usted. . .

    El supervisor da una serie de explicaciones. Vuelve y las repite.

    —Eso es lo que tiene usted que hacer. ¿Está claro?

    —Sí señor.

    Pero, la verdad... no estaba claro. Ella no ha entendido perfectamente la explicación. Sin embargo no se anima a confesarlo y la alimenta la esperanza de que una compañera la saque del apuro y le explique la tarea con más calma. Así el supervisor no va a pensar que ella no entiende las cosas con facilidad. Este, convencido de que la niña le ha entendido, se va.

    —Parece buena trabajadora, —dice para sí—. Quizá me haya entendido.

    La señorita González principia por buscar a la compañera cuyo rostro le inspire más confianza.

    —Aquella, —piensa para sus adentros—

    Y dirigiéndose a ella le dice:

    —Señorita, cómo está... yo soy la nueva empleada. Me llamo Mimila. El jefe me indicó cómo debía plegar esto. Pero la verdad es que al iniciar el plegado parece que me equivoco. ¿Quiere ayudarme?

    —Sí, sí, claro. Yo me llamo Margara. Trae esa plegadora que está allá al fondo de la sección.

    Mientras Mimila va hasta el fondo de la sección en busca de la plegadora, Margara pliega dos o tres ejemplares rápidamente.

    —Mimila, ven, ven, ya está. Ven, pliégalos así. .. y se los entrega. La muchacha nueva no se atreve a pedir más explicaciones.

    El conductor del tren da una mirada inquisidora a sus oyentes preguntándoles:

    —¿Margara le enseñó a pescar, o simplemente la alimentó una vez?

    Todo el grupo está de acuerdo: No le enseñó a pescar. Entusiasmado por la respuesta unánime de sus oyentes, don Ramón, nombre de pila del conductor, insiste:

    —Vean este otro ejemplo: Hay en otra empresa un hombre que opera una máquina. Un día la máquina se atasca y el operador no puede lograr que funcione; naturalmente llama al técnico. Este, que no quiere enseñar ni lo más mínimo para que no llamen por nimiedades, dice al operario:

    —Por favor: petróleo, hilaza y un destornillador.

    Y se repite la historia; mientras va el operador a conseguirle los elementos pedidos, el técnico, que sabe muy bien dónde está la trampa, con sólo mover una tuerca hace que la máquina se ponga en movimiento.

    —Ven, ven. Ya está. —Y se va.

    —¿Le enseñó a pescar? —Pregunta don Ramón—. —No, no. —Responden todos—. —¿Esa actitud cómo se llama? —Egoísmo, —dicen en coro los pasajeros—. —¿Y qué es egoísmo? —Pregunta don Ramón—.

    El tren sigue avanzando; ya están tomando la vía del Espinal* y grandes sembrados de ajonjolí, tabaco y algodón se observan por las lanillas del convoy.

    *Espinal: Municipio del Departamento del Tolima. 51 km. de Ibagué, capital del Departamento y Ciudad Musical de Colombia. Altura sobre el nivel del mar: 323 m. Temperatura media: 26°C. Fundada hacia el año 1754 por don Pascual Aldana y Andagoya en el sitio denominado Llano Grande del Espinal.

    —Egoísmo... —sigue comentando uno de los del grupo—es pensar demasiado en sí mismo aún a costa de la tranquilidad de los demás.

    Exacto. Somos en exceso egoístas. Queremos ser siempre exclusivos. Si deseamos progresar debemos abandonar el egoísmo y trabajar en equipo; se llega más pronto a la meta con ayuda.

    Todos están de acuerdo. En verdad el conductor del tren es un hombre que le gusta dialogar. Ha continuado su paseo por los coches. Allá al fondo del carro de primera clase, dos caballeros parece que discuten. Por lo menos si nos guiamos por el movimiento de sus brazos y manos, se trata de una discusión acalorada.

    —¿Qué les pasará?

    Don Ramón mete baza en el asunto preguntándoles:

    —Caballeros, qué tal el viaje. Parece que se hallan discutiendo por aIgo muy importante ¿verdad?

    Uno de los pasajeros que conoce a don Ramón desde hace mucho tiempo, le responde:

    —¿Por qué cree usted, don Ramón, que es importante?

    —Por la vehemencia con que lo hacen, amigo Gilberto. Y estoy de acuerdo; cuando uno está cierto de algo, cuando a uno le gusta alguna cosa, está bien defenderla vehementemente. Claro, sin llegar a la terquedad o al capricho.

    —Ese es el punto clave, comenta el otro pasajero; sin llegar a la terquedad o al capricho, dice usted, pero su amigo Gilberto es cosa aparte: de pronto se empeña en no gustarle ciertas cosas. . . y pienso que la mayoría de las veces lo hace sólo por llevar la contraria. ¿Qué le parece? (Gilberto ríe. Don Ramón está metido en un berenjenal. ¿Cómo opinar sin desairar a alguno de los dos? Sin embargo al que más conoce es a Gilberto.)

    —Pues... si lo hace sólo por capricho... cosa que no creo, —comenta sentenciosamente don Ramón—, tal vez sea una manera de satisfacerse a sí mismo, aunque en el fondo él piense que sea usted el que tenga la razón.

    —Lo que quiere decir en plata blanca que Gilberto lleva la contraria porque sí. ¿Por qué él es así? (Gilberto sigue sonriendo. Le I encanta oír disertar a don Ramón.)

    —Cómo no. A veces —dice picarescamente el jefe del tren— si usted busca un sí, insinúe un no y obtendrá el sí. Oiga esto: había en el ferrocarril un trabajador que sufría de esa manía. .

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