Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Carne de casting: La vida de los otros actores
Carne de casting: La vida de los otros actores
Carne de casting: La vida de los otros actores
Libro electrónico405 páginas3 horas

Carne de casting: La vida de los otros actores

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Conocer el otro lado de las películas, series de televisión. El oficio de actor en el último escalón.

Carne de casting. La vida de los otros actores pretende mostrar la parte desconocida de esos profesionales, hombres y mujeres que trabajan en el mundo del cine, la televisión, publicidad, haciéndolo en el escalón más bajo: son los llamados figurantes, obien actores a veces de una frase, de pequeños papeles en películas o series de televisión, pero entregados a una profesión que sienten como suya. Son la otra cara de la moneda del oficio de actor, tan maravilloso como difícil, la parte menos amable que permanece oculta al otro lado de las bambalinas.

Mientras las estrellas famosas aparecen a menudo en platós diversos contando sus historias, estos que podríamos llamar actores desconocidos difícilmente encontrarán su nombre en un reparto, en un cartel. Incluso algunos lo verán escrito por primera vez en letra impresa en estas páginas. Va por ellos, y por la profesión en general de la que, a diferente escala, tantos formamos parte.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento1 jul 2017
ISBN9788491129660
Carne de casting: La vida de los otros actores

Relacionado con Carne de casting

Libros electrónicos relacionados

Biografías y memorias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Carne de casting

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Carne de casting - Conrado Granado Vecino

    caligrama

    Carne de casting

    Primera edición: julio 2017

    ISBN: 9788491128434

    ISBN e-book: 9788491129660

    © del texto

    Conrado Granado Vecino

    © de esta edición

    , 2017

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    A Lola, Paloma y David, esos actores que me acompañan día tras día en la representación de la comedia de mi vida.

    Y a todos los actores desconocidos, hombres y mujeres, que posiblemente nunca encabecen carteles ni beban las mieles del glamour, triunfos y aplausos, pero sin cuya presencia no sería posible la existencia de esta difícil pero maravillosa profesión.

    Va por ellos.

    Y también a todos los colegas de profesión, que siguen con su carromato de ilusiones,

    el viaje a alguna parte.

    Claqueta de introducción

    Toma primera

    He de admitir que al abordar estas páginas de introducción bulle dentro de mí una pregunta que llevo haciéndome desde hace años, y a la que no logro dar respuesta: en mi caso, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Lo digo porque en estos momentos habitan en mi interior dos personas, dos tipos o personajes a cual más diferentes, pero que de alguna manera se complementan: se trata de un actor y un periodista, o un periodista y un actor, que tanto monta, los cuales vienen a ser una especie de doctor Jekyll y señor Hyde, trasplantados de la pantalla a la vida real y que, a estas alturas de la vida, se han acostumbrado a vivir y convivir dentro de la misma persona, entre otras cosas, porque no les queda más remedio. Y al parecer lo llevan perfectamente, aparte de los lógicos encontronazos que se producen a veces.

    La cosa viene de lejos, de muy lejos; desde que en aquellos juveniles años de los ya lejanos cincuenta-sesenta del pasado siglo comenzara a hacer los primeros pinitos en las tablas del teatro del internado u orfanato del que formaba parte intentando entretener a los compañeros en las fiestas, hecho que venía a ser una forma como otra cualquiera de no pensar en nuestra situación y de camino intentar espantar el hambre, ya que mientras te ríes no piensas que la tienes. Y a estas alturas de la cosa, cuando se está uno jugando el último cuarto de un partido llamado vida que no admite prórrogas, he decidido dar rienda suelta a cada uno de ellos, a cada uno de esos dos personajes que habitan dentro de mí para que, teniéndola, puedan exponerla libremente, y que después pase lo que tenga que pasar. Que la suerte les acompañe.

    Presento, con estas líneas de introducción, el fruto de un trabajo de seis años que ha dado como resultado el libro que ustedes tienen entre manos, y que lleva el título de Carne de casting: la vida de los otros actores, dedicado a contar vidas y vivencias de las personas que trabajan —trabajamos— en el cine, la televisión, el teatro, la publicidad, pero en la parte menos conocida, es decir, la historia de los hombres y mujeres, actores y actrices que en algunos casos podríamos llamar de figuración, que han hecho de la interpretación su profesión, su modo de vida. Pero pienso que va a ser un libro, sin embargo, un tanto diferente a todos los demás, como tendrán ocasión de comprobar, por la sencilla razón de que no se va a hacer eco de la vida de los famosos, de esos actores y actrices que aparecen un día sí y otro también en los distintos programas de televisión, radio, medios de comunicación, de los que figuran en las portadas de semanarios como exponente del glamour patrio, o sea, de la conocida como gente famosa del celuloide, de la farándula, los artistas, en una palabra, que unas veces resulta envidiada y otras agasajada por millones de personas que ven en ellas, ellos, a sus ídolos.

    Antes bien, por el contrario, Carne de casting: la vida de los otros actores pretende ser, mostrar, como su nombre indica, la cara opuesta de la fama, y en este sentido, va a ser un trabajo dedicado a la gente desconocida de la farándula, a esa que nunca verá usted en el reparto de los Premios Goya, ni en los programas de televisión al uso, ni encabezando repartos, ni en grandes entrevistas en las revistas del artisteo. Páginas por las que pasarán vidas y vivencias de los conocidos como figurantes, llamémosles también actores de figuración, que vienen a ser los jornaleros del gremio, sobre los que se han vertido los peores calificativos que imaginarse puedan, desde atrezo que come hasta estatuas vivientes. Junto a ello, aparecerán también, como tema central, otro tipo de personajes, hombres y mujeres que se dedican a hacer publicidad, y los actores con pequeños papeles en películas o series de televisión, a los llamados con frase, hecho este último que para muchos ya es de por sí todo un triunfo, llegado el caso.

    Personajes a los que, por mi parte, considero como los hombres y las mujeres de hierro de la profesión, ya que nunca, o salvo en contadas ocasiones, serán considerados como los actores principales, secundarios o de reparto, categorías que equivaldrían al oro, plata y bronce en el cine o la televisión. En este sentido, en las siguientes páginas, me haré eco de la existencia de perfectos desconocidos, atrezo humano para algunos, pero a los que considero actores, aunque en muchos casos lo sean de figuración. Ese es, pues, el material con el que voy a labrar el campo de este libro, escribiendo y describiendo el guion de sus vidas, trabajos, ilusiones o anhelos, y también sinsabores, porque de todo ha habido y sigue habiendo. El periodista, mi otro yo, se limitará, pues, a ser el escriba que dará fe de sus existencias.

    Leí hace tiempo en el diario El País una frase cosecha del periodista Pedro Simón que viene al pelo de lo que digo, y que va a servir de guía a uno de los personajes que habitan dentro de mí: Si el médico tiene que salvar vidas, yo creo que el periodista tiene que tratar de explicarlas. Y eso es, efectivamente, lo que pretendo hacer con este trabajo: explicar, como periodista que también soy, la vida de los otros actores y actrices, los de la figuración, esos que son desconocidos, los últimos de la fila, a los que podríamos considerar como los huesos del glamour, la otra cara de la moneda de los Premios Goya, gentes que, con su carromato de ilusiones, ha emprendido el viaje a alguna parte porque, a pesar de todo, les queda la esperanza, aunque nadie se acordará de ellos en el Olimpo de la fama. De esta reata de descamisados u olvidados del oficio formo parte, como uno más, y como tal estoy dispuesto a que algunas de sus historias vean por primera vez, junto a sus nombres, la luz de la letra impresa, dando fe, confesando que existen, que han existido. Porque, como dice la escritora francesa Annie Ernaux: Escribir no sirve de nada si no se llega al fondo de la verdad. Y ha llegado el momento de llegar a ese fondo, de que se descorra el telón de sus vidas en estas páginas, por lo que podría decirse que la función va a comenzar.

    Siendo consciente de antemano, eso sí, de que el hecho de llamar actores, actores de figuración, a estas personas, a los profesionales de una frase suelta, me puede acarrear algún que otro disgusto o contratiempo tanto entre los colegas de profesión (la de actor en este caso), como a la hora de su acogida entre la citada profesión, al conocer uno el terreno en el que se mueve, el paño que se corta. Pero eso es lo que tiene el periodismo que, o das la cara con todas las consecuencias, o es mejor que te dediques a otra cosa. Por supuesto que existe en nuestro país la enseñanza reglada a través de diversos centros, como pueden ser la Escuela de Artes Escénicas y Audiovisuales, el Centro de Nuevos Creadores, Arte Dramático, Formación Profesional para Actores y Bailarines o Escuelas de Actores, o el Instituto de Cine de Madrid, entre otros, a los que hay que unir academias privadas de prestigio, como pueden ser la Escuela de Teatro de Cristina Rota y varias más en todo el ámbito nacional, con alguna de las cuales he trabajado en alguna ocasión a la hora de hacer prácticas o cortometrajes los alumnos. Centros que, a buen seguro, preparan profesionalmente a sus pupilos, algunos de los cuales aparecen hoy en nuestras pantallas en películas y series de televisión, material que se vende a diversos países creando industria, riqueza y puestos de trabajo. Pero permítanme, desde la modestia, llamar también actores, actrices, aunque lleven adosado a su piel profesional el calificativo de figuración, a esos desconocidos que se ponen ante la cámara dando lo mejor de sí, su saber estar y hacer, aunque pasen desapercibidos, inadvertidos para el gran público e ignorados, en muchas ocasiones, dentro de la propia profesión.

    Hablando del tema con un gran conocedor el mismo, el actor Pedro Grande, una de las personas que más ha trabajado y sigue haciéndolo por la dignificación de la figuración, me comentaba al respecto:

    Queramos o no, una persona, un figurante que durante una escena esté, por ejemplo, paseando un perro por la calle, o en la barra de un bar tomando un café mientras el actor principal está en primer plano, está haciendo una acción, está actuando, y por lo tanto, debe ser considerado como actor de figuración. Hay que tener en cuenta que sin su presencia, la de los figurantes, no sería posible tal escena, ni esa ni ninguna otra ya que carecerían de sentido, no serían creíbles. Además, ese actor de figuración posiblemente haya tenido que hacer diversas actings, diversas interpretaciones ante la cámara para lograr encajar en el papel que representa en la escena; en otras palabras, que ha tenido que actuar de alguna manera. El actor de figuración no es un mueble que está en escena estático, como una mesa o una máquina. Es un ser vivo, una persona que se mueve, actúa; es, en definitiva, un actor de figuración. De eso saben muchos en los Estados Unidos, donde poseen la mayor industria de cine del mundo, donde los figurantes están considerados como actores de figuración, además de estar sindicados, y por lo tanto considerados.

    En esto de la titulación académica también tiene algo que decir el periodista, el otro yo que llevo adosado, pues es un asunto que también atañe directamente a la profesión. Quiero decir al respecto que, durante años, ha habido y sigue habiendo una gran polémica dentro de la profesión periodística en torno al hecho de si los periodistas debemos ser titulados universitarios o también poder serlo por haber aprendido la profesión de forma autodidacta. Llevo conociendo esta polémica desde hace unos cuarenta años y la verdad es que no le encuentro solución, ya que tanto de una forma como de otra hay periodistas que ejercen su profesión con soltura, ya sean titulados universitarios o no. Lo dice alguien que, siendo licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, como es mi caso, ya trabajaba en los medios de comunicación desde que a los catorce años comenzara en una imprenta en la formación profesional de artes gráficas. O sea, que tanto antes de la titulación universitaria como después de tenerla, ejercía la profesión. Y algo de esto es lo que creo que sucede en el mundo de los actores, actrices, que unos ejercen la profesión con formación académica y otros lo hacen de forma autodidacta. Modestamente, creo que lo importante, por encima de todo, es vivir la profesión y hacer el trabajo dignamente y, de paso, que atraigas a la cámara, dato a tener muy en cuenta, seas titulado o no.

    Seis años llevan estos hermanos siameses, el periodista y el actor que habitan dentro de mí trabajando al unísono, documentándose, buscando material para dar forma a este libro que ahora tiene entre sus manos. Durante todo este tiempo han visto, oído y vivido mucho, siempre desde el silencio, escuchando historias, pegando la oreja, preguntando, pues lo cierto es que las largas horas de espera tanto a la hora de hacer los castings de rigor como en los posibles trabajos dan para mucho. Estando al quite el periodista, como uno más, primus inter pares, pero ojo avizor. Me han contado historias inverosímiles vividas en esta profesión, historias que jamás aparecerían en sitios tales como esos programas dedicados a ese músculo cardíaco llamado corazón, o en las revistas dedicadas del género, los festivales de lentejuelas, oropeles y pajarita, pero que, sin embargo, son historias verdaderas, como la vida misma, ante las cuales, y después de oírlas unas, vivirlas otras, he tenido que reconocer más de una vez la certeza de esa manida frase de que la realidad supera a la ficción. Historias que han tenido como columna vertebral a los hombres y mujeres situados en la escala inferior del gremio, las de esos cientos de actores y actrices que trabajan junto a las estrellas del cine, la televisión, las series, aunque, eso sí, juntos pero no revueltos, cada cual en su sitio porque en este gremio, como en todos, siempre ha habido clases. No se pretende con estas palabras denunciar la situación, en absoluto, sino dejar constatación de una realidad que en ocasiones me ha tocado vivir en carne propia. Si el director de cine Alfred Hitchcock dijo en una ocasión que a los actores hay que tratarlos como a ganado, algunos por estas tierras parecieran haber tomado la insinuación al pie de la letra por lo que se refiere a la parte inferior de dicho ganado.

    Soy de la opinión de que solamente habiendo vivido de cerca algunas historias se puede llegar a comprenderlas, conocerlas, y por lo tanto poder exponerlas con conocimiento de causa. En este sentido, me viene a la memoria un antiguo libro que leí hace tiempo de un periodista alemán llamado Günter Wallraff, el cual llevó a cabo en su país una de las cosas más difíciles e inimaginables que se pueden llegar a hacer en la profesión periodística: para poder llegar a conocer y demostrar la explotación que se estaba haciendo en Alemania con los emigrantes turcos, y en consecuencia poder denunciarlo, se hizo pasar durante dos años por un emigrante turco más disfrazándose, poniéndome para ello una peluca negra a fin de disimular su pelo rubio, poniéndose unas lentillas en los ojos para hacer desaparecer el azul de los mismos, aprendiendo el idioma turco y conviviendo un tiempo con trabajadores turcos que le ayudaron a hacerse pasar por un turco más. Muy pocas personas sabían en realidad lo que estaba haciendo, pues se trataba de un secreto, de algo muy serio; solamente estaban al corriente del experimento un amigo médico y algunos amigos más que de vez en cuando lo controlaban, ya que no estando acostumbrado a los duros trabajos a los que se sometió durante dos años, trabajos que solamente hacían los trabajadores extranjeros avezados, los más duros, lo, que eran capaces de aguantar todo con tal de ahorrar unos marcos, estuvo a punto de morir.

    Con la experiencia obtenida durante este tiempo, Günter Wallraff escribió un libro titulado en alemán Ganz Unten, y en español, de forma inexplicable, fue traducido por Cabeza de turco. Digo de forma inexplicable porque Ganz Unten en alemán significa Completamente abajo, en otras palabras, lo último de lo último, lo que está abajo del todo, lo que no quiere nadie, la escoria de la escoria. La denuncia del periodista alemán fue tan dura que sentó como una patada en el estómago para la disciplinada y educada sociedad germana que se enteró, a través de un libro escrito por un periodista compatriota, de cómo algunos empresarios explotaban a los emigrantes turcos, cómo había otros que camuflaban el trabajo ilegal hecho en negro en las facturas haciéndolo pasar por toneladas de cemento a la hora de pagar en marcos, cómo se les invitaba a marcharse a morir a su país cuando la suerte estaba echada al estar contaminados por sustancias, cómo la iglesia, tanto católica como protestante, ponía pegas a la hora de considerarlos, cómo algunas hamburgueserías famosas ocultaban su mierda a los clientes, cómo los análisis de materiales peligrosos efectuados por las empresas mentían, tras hacer verdaderas pruebas en laboratorios de distintas universidades que quisieron colaborar con el periodista, etcétera, etcétera. Tan fuerte fue el golpe para la bien pensante sociedad alemana que en pocos meses se vendieron dos millones de ejemplares del citado libro, donde vieron reflejada la otra cara de la moneda de aquella avanzada sociedad, una cara hasta entonces desconocida y diferente a la oficial. Lo dice alguien que ha vivido muchos años en Alemania, país al que admiro en tantas cosas, y cuya sociedad conozco de cerca. Pero lo cortés no quita lo valiente, y el periodista debe ser honesto consigo mismo para poder serlo con el lector.

    Carne de casting: la vida de los otros actores no pretende convertirse, en modo alguno, por lo que a mí respecta, en un Ganz Unten en español, ni mucho menos. Pero sí deseo exponer a las claras, sin cartón ni trampa, algunas cosas relativas a la profesión que nos ocupa, aunque eso sí, en la zona del completamente abajo donde viven y conviven cientos, miles de personas que estando muy alejadas del ámbito de los famosos, de los eventos y presentaciones rutilantes, y siendo por tanto unos perfectos desconocidos, intentan vivir, salir adelante con pequeños trabajos donde se mueven todos, famosos y no famosos, trabajos que existen, pero a los que hay que ir a buscar a esos yacimientos de empleo como pueden ser la publicidad, el cine, las series de televisión, etcétera. Y a las agencias, que juegan un papel importante para los que no tenemos representante. Gracias a ellas muchos conseguimos trabajar, aunque sea de vez en cuando…

    Refiriéndose al mundo de la emigración, y por tanto al sector de los más necesitados, el que fuera en su día vicepresidente del Gobierno español de Felipe González, Alfonso Guerra, llegó a decir: Doscientos cincuenta millones de personas se están yendo de una a otra parte del mundo a trabajar. Es que la olla está tan vacía que tienen que irse a buscar el pan, aunque sea el que se cae de la mesa…. Y créanme si les digo que tanto como actor como periodista he visto coger algún que otro trozo de pan que se caía de la mesa en alguna que otra ocasión. Sin ir más lejos, trabajando en la película Pájaros de papel, a la hora del descanso de la comida, una compañera que hacía de esposa mía me preguntó que si le daba el bocadillo que me había sobrado, diciéndome: Es para la cena, susurró quedamente, bajando la mirada, que hablaba por sí sola. Confieso que lo he vivido…

    En estas estamos cuando por primera vez se ha firmado en España el I Convenio de Figuración en Audiovisual entre la Confederación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España (FAPAE) y los sindicatos Unión de Actores, UGT, CC.OO. y la Confederación de Artistas-Trabajadores del Espectáculo (ConArte). En el mismo se dice que los figurantes son los trabajadores que:

    Recrean con su presencia un ambiente o una escena, sin ningún peso específico o incidencia en la acción, que contribuyen a la autenticidad global y la atmósfera de dicha escena careciendo de texto alguno. No obstante, será lícito que los figurantes ayuden en la generación de ruidos, gritos y murmullos de muchedumbres y/o los cantos y rezos de coro.

    Es posible que para algunos sea poco, pero para otros va a ser mucho, sin lugar a dudas: tanto como el primer paso a partir del cual los figurantes o actores de figuración serán considerados algo tangible, humano, más allá de las denominaciones peyorativas que he escuchado en más de una ocasión. Tengo que decir que durante estos años de trabajo en busca de documentación, en rarísimas ocasiones he encontrado alguna referencia positiva al trabajo de los figurantes, como si su trabajo no existiera. No obstante, debo hacer una salvedad y romper una lanza en honor del director italiano Nanni Moretti que, refiriéndose a los figurantes que intervinieron en su película Habemus Papam, dijo al respecto: Me encanta dirigir no solo a actores, sino también a comparsas y figurantes. En esta película los figurantes tienen un papel muy importante. Meter todo esto en funcionamiento es un reto para la dirección. Por el contrario, también me he encontrado a lo largo de estos años con diferentes definiciones sobre los figurantes a cual más peyorativa, por decirlo de una forma suave. Transcribo solamente dos de ellas para que el lector se pueda hacer una idea de qué concepto tienen algunos en este mundillo acerca de los citados figurantes. La primera se refiere a ese aserto según el cual la figuración es ese atrezo al que hay que darle de comer. Es decir, una especie de muebles humanos en movimiento, y que encima tienen necesidades biológicas. La segunda es una frase pronunciada por un actor muy famoso, de muchas campanillas, de los de primera fila, que me han contado haberla oído varios colegas de profesión. No digo el nombre porque yo no se lo he oído decir a él directamente, y por lo tanto como periodista debo guardar el anonimato, pero me lo han confirmado al menos dos o tres personas que la han oído directamente de sus labios. Los figurantes –me cuentan que dijo en alguna ocasión el sujeto en cuestión-, son esas personas que comen mal, se les paga poco y encima no protestan.

    Así como las películas son filmaciones que generalmente suelen salir de un libro, de un guion concebido para ser llevado a la pantalla, Carne de casting: la vida de los otros actores pretende ser exactamente lo contrario. Esto es, que se basa en vivencias propias en el cine, series de televisión, publicidad, añadiendo otras que me han contado sus protagonistas y ensamblando otras más que han escrito los propios dueños de sus historias, construyendo con todo ello el libro, que usted tiene entre manos, por lo que no va a ser un texto convertido en imágenes, en película, sino a la inversa, unas imágenes convertidas en texto, reflejo de la película de la vida, de las vidas de sus protagonistas, de los otros actores que, aunque desconocidos, existen. Un texto aposentado sobre historias verdaderas, con sus luces y sus sombras, sus gritos y sus silencios, denuncias u omisiones, pero real como la vida misma, esa que viven, vivimos, los que estamos a este lado de la ganadería artística, que diría el director Alfred Hitchcock.

    Durante los años dedicados a convertir en realidad este producto, los dos personajes que conviven dentro de mí han permanecido cada uno en su puesto y de esta manera, mientras el actor trabajaba en lo que le iba saliendo, como uno más entre los miles que nos movemos en el oficio, el periodista, por su parte, permanecía a su lado en silencio, mirando, observando lo que ocurría a su alrededor, sin que nadie haya percibido que estaba allí, consciente de que el anonimato se convierte en la mejor herramienta a la hora de poder realizar su trabajo. Tomando apuntes mentalmente de lo que ve, oye u ocurre a su alrededor, para después, cuando llega a casa, cuando ha dejado de trabajar el actor, comienza a hacerlo el periodista que ha memorizado historias, datos, fechas, y las escribe, archiva. Así durante años, hasta ver la luz de la letra impresa.

    Y el libro que tienen ustedes en sus manos es el resultado de todo ello. Es así como tendrán oportunidad de conocer a través de diferentes capítulos temas relativos a cómo es por dentro el mundo de los castings, una prueba a la que considero como una especie de baile de los benditos, al ser una forma de rito por el que pasamos miles de personas en busca de oportunidad portando nuestro zurrón de ilusiones. En otro capítulo contaré cómo me ha ido a mí personalmente durante todo este tiempo haciéndolo en primera persona, dando la cara el actor descrito por el periodista hermano siamés, pero siendo consciente de que viene a ser el reflejo de lo que les toca hacer, de lo que hacen, otros muchos compañeros, cientos, miles, hombres y mujeres de profesión. El teatro merece un capítulo aparte ya que como tal tiene identidad propia, respetando por supuesto las otras formas interpretativas en cada caso. Hay también un extenso capítulo dedicado a la vida de los otros actores, con unas historias inverosímiles, difíciles de creer, si les soy sincero, pero que han sucedido en la vida real en esta nuestra profesión. Unas me las han contado a lo largo de estos años, en otras ocasiones, las he oído y otras, en fin, han sido escritas por los propios protagonistas; creo que no tienen desperdicio, por lo que, sinceramente, pienso que de algunas de ellas se podría sacar un guion para una película. Ojalá alguien les preste atención, porque no tienen desperdicio.

    En esta rica fauna artística en la que nos movemos, ya sea ibérica o foránea, oír, leer los comentarios de los personajes que la conforman resulta de lo más curioso, incluso unas veces jocoso y otros desternillantes, aunque teniendo también en cuenta la parte seria, la que invita a pensar. Actores, actrices directores de cine o teatro y de otros géneros varios hablan o escriben acerca de temas generalmente relativos a la profesión, a cómo les va, proyectos, ilusiones, e incluso algunos filosofan… Unas veces, dan que pensar y en otras ocasiones, cuando las leo, estoy a punto de echarme a reír, porque la cosa no es para menos. Por eso decidí quitar hierro al asunto haciendo un comentario a cada una de sus frases, todo en plan desenfadado, jocoso, faltaría más, ya que los importantes son ellos, los padres de esas criaturas llamadas frases, por lo que el periodista se limita simplemente a ser el escriba que da fe de sus ocurrencias, un a modo de ensalada verborreica de lo más variado.

    El I Convenio de Figuración en Audiovisual se ha trasplantado directamente del Boletín Oficial del Estado a este libro al considerarlo un documento interesante que, sin ponerle o quitarle una coma, puede ser una herramienta de trabajo o consulta para lectores que se sientan atraídos por el tema. En otro capítulo me hago eco de unos folios que cayeron en mis manos escritos por un autodenominado Anónimo Madrileño que, bajo el título de Nasío pa Figurá, escribe acerca de cómo era y estaba el campo de la figuración a finales del siglo pasado, ya que siempre escribe y comenta haciéndolo sobre pesetas. Advierto de antemano por mi parte que no coincido con dicho anónimo en muchas de las cosas que dice con respecto al oficio, si bien decidí no obstante darle cancha en estas páginas preservando su anonimato, a fin de que haya diferentes puntos de vista sobre algo que muchos conocemos por dentro.

    Sin lugar a dudas, son cientos, tal vez miles, los libros, que se han escrito sobre el mundo del cine, las series de televisión, y otros que seguirán escribiéndose. Por lo que a este autor respecta, he decidido hacerme eco de una decena de ellos simplemente como algo representativo del mundo editorial en el sector. Son obras de diferentes autores tanto actores como actrices o directores de cine, españoles y extranjeros. En cada uno de ellos hay algo, a veces mucho interesante sobre una profesión ya de por sí interesante, por lo que lo importante es comprárselos y leerlos directamente. Me he encontrado con unas historias totalmente desconocidas para el gran público, como por ejemplo que el gran actor fue fuera Charlie Chaplin llegó donde llegó de pura casualidad, ya que lo buscaron para hacer una suplencia de otro actor que se había marchado de la compañía; tan desconocido era, que no sabían ni el nombre del que un día llegaría a ser uno de los mayores actores de todos los tiempos. O que al gran Clint Eastwood lo contrataron para rodar Por un puñado de dólares no porque fuera un buen actor, pues era del montón, empezaba a despuntar en una serie, sino porque era lo más barato que encontraron en el mercado americano: quince mil dólares de entonces. Un actor que rodaría dicha película en las tierras madrileñas de Colmenar Viejo en un ambiente en el que se hablaba en cinco o seis idiomas, donde nadie entendía a nadie, y donde, además, tanto él como todos los demás actores tenían que ir a mear (máxima periodística: las cosas, cuanto más claras, mejor se entienden) detrás de un árbol cuando la vejiga apremiaba, al no haber presupuesto para dispendios, pues el dinero en total eran doscientos mil dólares y la cosa no daba para más… Máxime, si dicho dinero lo tenían que poner tres productoras: española, italiana y alemana, y todos se hacían los distraídos para no pagar… Desternillante la historia de ese director de cine que tuvo su primera erección viendo la película Los diez mandamientos, obra tan sacra ella donde las haya habido, o que Fernando Fernán Gómez no hiciera teatro porque no le gustaba que la gente fuera a verle mientras estaba trabajando…

    Todo ello va arropado con un making off, unos folios donde se cuentan, a grandes rasgos, cómo se ha llevado a cabo este trabajo, cómo se han rodado a pie de set, en este caso cómo se ha escrito o tomado notas a pie de salas de espera para hacer los castings, en pasillos abarrotados a veces, en trenes de cercanías, metro, autobuses, comedores, bares o tabernas, las secuencias de esta película de la vida y vivencias de los actores desconocidos, actores de figuración, a saber, de los otros actores, columna vertebral que sostiene el andamiaje de estas páginas. No están grabadas en veinticuatro imágenes por segundo, sino escritas en papel reciclable durante un laborioso trabajo de seis años, recopilando historias, unas veces a mano y bolígrafo, aprovechando los tiempos muertos de espera, haciéndolo como una cámara caliente, cuyo contenido sería volcado posteriormente al ordenador. La función puede comenzar, y lo único que siento es que con el libro no vaya la correspondiente bolsa de palomitas. Otra vez será.

    EL AUTOR

    Castings

    El baile de los benditos

    Con toda seguridad, usted habrá oído o visto escrita la palabra inglesa casting cientos de veces. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, casting es la selección de actores o de modelos publicitarios para una determinada actuación. Para los que nos dedicamos a estos menesteres, viene a ser casi nuestra labor diaria en busca de la oportunidad de trabajar en publicidad, cine, o televisión conscientes, eso sí, de que muchos son los llamados y pocos los elegidos. Llevo muchos años haciendo castings, y junto a mí cientos de colegas, hombres y mujeres por usted desconocidos pero que son, en muchos casos, actores o actrices extraordinarias. Estas historias que ahora cuento me han sucedido a mí, pero seguro que también a muchos, a cientos de ellos. Pasen y vean, la función va a comenzar.

    Una de las primeras cosas que debe aprender cualquier persona que pretenda dedicarse a trabajar en el mundo del cine, televisión, publicidad y cosas semejantes es que para empezar existe un paso previo que se llama casting. Como semejante término va a ser utilizado en muchas ocasiones por ser ya de dominio común, no se va a entrecomillar, al ser generalmente aceptado como prueba en la que entra la imagen y el sonido. Ahí, en el casting, comienza la que podríamos denominar como batalla dual: esto es, que los actores van en busca del personaje, para interpretarlo, y al mismo tiempo es el personaje, los personajes a interpretar, los que van en busca de actor o actriz que sean los adecuados para ser interpretados.

    ¿Cuántos personajes diferentes tiene que interpretar un actor a la hora de hacer la susodicha prueba para que tenga la posibilidad de que lo elijan, o al menos esté en opción a la hora

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1