Arte Y Ciencia Del Actor: Estrategias Secretas De Cuerpo-Mente
Por Gianluca Testa
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La expresividad generativa de Gianluca Testa es un método de transformación personal capaz de potenciar la capacidad de generar estados y mejorar la actuación a través del impacto de la comunicación verbal, paraverbal y no verbal sobre nosotros mismos y sobre otros, alterando la percepción sensorial y emotiva del mundo que nos rodea y creando nuevas realidades, posibilidades y recursos.
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Arte Y Ciencia Del Actor - Gianluca Testa
PRÓLOGO
Este libro es una introducción a algunos de los presupuestos que han contribuido al nacimiento de la Espressività Generativa™ (Expresividad Generativa), técnica de interpretación y método de evolución personal ya conocido y difundido en el ámbito internacional, y nace de la exigencia de una respuesta a dos preguntas:
1. ¿Cómo pueden el arte y la ciencia de los actores convertirse en un método para mejorar la vida del individuo, influyendo sobre la estructura de la experiencia subjetiva y potenciando el impacto de su comunicación verbal, paraverbal y no verbal, sobre sí mismos y sobre los demás?
2. ¿Cómo pueden algunos de los últimos descubrimientos de la ciencia en los campos de la psicología, la comunicación y la lingüística perfeccionar el arte del actor y su capacidad de identificarse con un personaje y de interpretar una escena de modo creíble?
Una idea básica es que toda experiencia que vivimos es, a su manera, una actuación: es decir, un aquí y un ahora en el que necesitamos acceder a nuestro potencial y a nuestros recursos para alcanzar un objetivo determinado, tanto en el ámbito profesional como en el privado. Pero este acceso se ve constantemente comprometido por interferencias, internas y externas, que limitan el flujo natural del talento. La única realidad con la que podemos enfrentarnos es una percepción subjetiva del mundo, basada en las informaciones que recoge y envía al cerebro a cada instante nuestro aparato sensorial. Pero el aparato sensorial puede ser dirigido por nuestra voluntad y las informaciones pueden interpretarse siguiendo modelos alternativos, más útiles para nuestra misión existencial.
El profesor interpretado por Robin Williams en la película El club de los poetas muertos pedía a sus alumnos que se pusieran en pie sobre los pupitres para ver el mundo desde una perspectiva diferente y los invitaba a atreverse a cambiar buscando nuevos caminos.
El individuo capaz de enriquecer su propio mapa de la realidad podrá dirigirse hacia territorios inexplorados y hacer de su existencia un viaje maravilloso y rico en descubrimientos.
Al mismo tiempo, el actor que comprenda profundamente el proceso de percepción e interpretación del mundo y los patrones del comportamiento humano podrá crear una segunda naturaleza del personaje que resulte creíble para el público, casi como si fuera la proyección de una posibilidad existencial alternativa del mismo actor-individuo.
INTRODUCCIÓN
El deber del actor es comprender el pleno significado de la vida, su problema es interpretarlo y su pasión expresarlo.
Marlon Brando
El autor es una persona capaz de moverse en el tiempo y en el espacio de una realidad alternativa, llamada drama (o película), vestido como otro ser humano llamado personaje. Su arte, o ciencia, es la interpretación. La interpretación es un arte porque hay variables humanas incontrolables que no pueden preverse siempre, sino que se gestionan de acuerdo con la experiencia y la creatividad del artista. Sin embargo, la interpretación es también una ciencia, porque se han investigado sus causas, leyes y efectos por parte de teóricos como Stanislavski, Strasberg, Chéjov, Vachtangov, Mejerchold y muchos otros.¹ Estos investigadores han creado cada uno su propio sistema para la formación del actor, que se basa en principios rigurosos.² A través de una metodología, es decir, de procesos y procedimientos para aplicar dichos sistemas, los patrones pueden descomponerse en componentes de base y reensamblarse para garantizar resultados verificables y aplicables.
Finalmente, la interpretación es una tecnología, porque proporciona instrumentos para facilitar la aplicación de dichas técnicas, procedimientos y conocimientos con el fin de obtener resultados específicos. El instrumento del que se vale el actor es el aparato humano. Siendo el cuerpo y la mente sus dispositivos, el del actor es un conocimiento aplicado por definición: él debe crear, hacer el personaje, un ser humano que se mueva en un entorno; que posea capacidad, comportamientos, convicciones, valores, identidad y espiritualidad propias; que utilice su físico en el espacio e interactúe con los demás a través de un estilo de comunicación único y reconocible. La palabra interpretar en el lenguaje común en ocasiones se asocia a la impostura: una representación torpe y falsa de la vida cotidiana. Pero interpretar es exactamente lo contrario: es mostrar un comportamiento humano auténtico, haciendo algo con alguien en un momento de realidad recreado para ser visto y oído por un público. En este periodo social, más que nunca, las técnicas y las características que desarrolla el actor en su formación y experiencia profesional son importantes para un ser humano en cualquier contexto. Habilidades como la canalización de la energía, la capacidad de transformarse en el breve lapso de tiempo que va de la acción al corten, de pasar velozmente de un estado presente a un estado deseado. Pero también la imaginación, el control de los mecanismos expresivos, la capacidad de improvisar, la actitud al escuchar o el saber utilizar los matices de la voz para influir en el interlocutor generando confianza, empatía, autoridad o pasión. El actor es un maestro de la comunicación, equipado con instrumentos expresivos y psicológicos sofisticados. Y, sin embargo, como nos enseña la biografía de muchos grandes artistas³ con un destino trágico, fuera del escenario raramente utiliza su talento, moviéndose en ocasiones en el mundo como el albatros de Baudelaire: torpe y ridículo por excesos excéntricos y narcisistas. El actor posee habilidades y técnicas refinadas que potencialmente lo predisponen a gestionar aquello que en el mundo de hoy es más práctico: la actitud mental, la motivación o la flexibilidad. Y, sin embargo, este extraño individuo a menudo solo parece cómodo en un escenario o delante de una cámara.
Por otro lado, si no fuera así, bastaría con inscribirse en una escuela de interpretación para convertirnos en comunicadores excepcionales, maestros de la persuasión, hombres de éxito en todos los campos, y las escuelas de interpretación rebosarían de aspirantes a directivos, políticos, abogados, vendedores y otros profesionales que tienen bien poco que ver con este arte. Estudiar interpretación sin duda ayuda a todo esto, pero el límite deriva del hecho de que nadie enseña al actor cómo canalizar sus habilidades y adecuar su potencial a los aspectos concretos de lo que llamamos mundo real. La formación psicofísica del actor dura muchos años y fuerza al artista a una especie de aislamiento. Es un recorrido complejo y no desprovisto de efectos colaterales sobre la mente y el sistema nervioso, un generador de lastres emotivos, capaz de concentrar en un solo individuo los sufrimientos de decenas de otros individuos, llamados personajes, y su práctica requiere la inmersión cotidiana en los oscuros laberintos de la esquizofrenia. El objetivo de esta obra es por tanto esbozar las bases de un nuevo modelo de crecimiento personal en el que las técnicas y las experiencias del actor puedan contribuir de manera importante a la comprensión y aplicación de estrategias para enfrentarse a la realidad. En la primera parte, Epistemología del actor, mostraré el modo en que los estudios científicos más recientes,⁴ que han confirmado el hecho de que las reglas básicas de la mente y de nuestros patrones de comportamiento se basan en las mismas leyes que regulan el universo, nos ayudan a comprender de manera profunda el fenómeno de la interpretación. No faltarán referencias «filosóficas» a la física cuántica, de la cual citaré algunas teorías con el fin de describir metafóricamente al personaje como estado de probabilidad del actor. El proceso de la creación del personaje y de la proyección de una realidad alternativa, un mundo posible, tal vez un universo existente a distancias incalculables del nuestro, que toma vida en el momento en el que el actor se convierte en observador consciente, como ocurre con la onda de probabilidad estudiada por Bohr, que al mismo tiempo puede ser identificada como partícula. Por otro lado, en cada persona se esconden múltiples personajes potenciales, infinitos como los mundos del multiverso de Hugh Everett. Exploraré por tanto los límites y las condiciones de validez de una epistemología del actor y en qué medida esta es capaz de generar además preguntas de naturaleza más amplia: ¿Cómo son las cosas? ¿Qué tipo de criaturas somos? ¿Qué tipo de universo es este? ¿Cuál es el impulso más profundo que nos empuja a actuar? ¿Quiénes somos? ¿Qué es, por tanto, la realidad?
En la segunda parte de este libro, titulada Ontología del actor, indagaré sobre algunos aspectos concretos del arte de la interpretación y de su conexión con el mundo de las relaciones humanas: la autenticidad y la credibilidad.
En la tercera parte, titulada Tecnología del actor, presentaré algunas técnicas basadas en los principales sistemas de interpretación de los últimos dos siglos, pero también en la programación neurolingüística,⁵ los modelos hipnóticos de Milton Erickson, la gramática transformacional, la Gestalt y otras disciplinas psicológicas. Estas estrategias servirán para definir las bases del trabajo del artista en sí mismo, de la creación de un personaje, pero también de un recorrido de evolución personal practicable por cualquier individuo. Estas son: el marco psicofísico básico y las estrategias de la actuación, el calibrado, la simpatía, el calco y control, la psicología de la voz, los niveles de pensamiento y el coaching. Utilizaré la expresión expresividad generativa para definir el nuevo modelo de evolución personal que, partiendo de las técnicas específicas del autor e integrando las disciplinas psicológicas⁶ y neurolingüísticas⁷ antes citadas, permite al ser humano⁸ adquirir una mejor actitud ante el cambio, potenciar el impacto de su comunicación sobre sí mismo y los demás y al mismo tiempo, al actor, obtener resultados con más velocidad y conciencia durante la