BANDERAS, INFINITO
EN UN MURO DE LA CASA DE ANTONIO BANDERAS, el poeta Manuel Alcántara escribió de su puño y letra: “A la sombra de una barca me quiero tumbar un día y echarme todo a la espalda y soñar con la alegría”. Cuando el actor lo cuenta, uno ya sabe que no va a anunciar algo así como un paso atrás, ni mucho menos una retirada ni nada que se le parezca. Todo lo contrario, su hiperactividad ha vuelto a arrinconar en el baúl de los sueños incumplidos esa anhelada entrega a la molicie. En su agenda inmediata, efectivamente, no caben barcas, ni sombras, ni hay tiempo para tumbarse. Esta noche, Banderas ha dormido apenas unas horas tras celebrar a lo grande el estreno en Madrid de su octava película con Pedro Almodóvar; a las 8 de la mañana ya estaba corriendo por el parque de El Retiro (unos bajo la dirección de Steven Soderbergh, y luego viajar a su Málaga natal y asistir a las audiciones de el musical con el que inaugurará (quizás en octubre) su nuevo e ilusionante proyecto, el Teatro del Soho Caixabank, su aportación a la creciente vida cultural de la ciudad.
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