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Mientras Entreno
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Libro electrónico111 páginas1 hora

Mientras Entreno

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A Katelyn le gusta llevar un estilo de vida saludable, así que se apunta a un gimnasio nada más llegar a un pequeño pueblo al que acaba de mudarse. Mientras ejercita, observa a las otras personas que como ella van al gimnasio para entrenar. Algunos van acompañados. Otros parece que están intentando ponerse en forma después de una ruptura, otros están ahí por su salud. Todas esas personas representan una parte de ella de su vida pasada, una vida que creyó dejar atrás al mudarse de la ciudad a una aldea en la costa. Katelyn reflexiona y decide que su vida no estaba tan mal después de todo, y descubre su propósito en la vida.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 dic 2017
ISBN9781547508204
Mientras Entreno

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    Mientras Entreno - Valerie Hockert

    Mientras Entreno

    Índice

    Capítulo Uno ............................................................................................................... 3

    La Reminiscencia ..................................................................................................... 3

    Capítulo Dos .................................................................................................................. 10

    El juego ................................................................................................................. 10

    Capítulo Tres .................................................................................................................. 17

    La conversación ........................................................................................................17

    Capítulo Cuatro .......................................................................................................... 26

    El Torneo .................................................................................................................. 26

    Capítulo Cinco ........................................................................................................... 34

    El grupo de debate ................................................................................................... 34

    Capítulo Seis .................................................................................................................. 41

    La retrospección ..................................................................................................... 41

    Capítulo Siete .................................................................................................................. 51

    La Final ............................................................................................................... 51

    Capítulo Ocho ............................................................................................................ 56

    Por la carretera de los  recuerdos .................................................................................. 56

    Capítulo Nueve ............................................................................................................... 63

    Aurora: un nuevo comienzo ....................................................................................... 63

    Capítulo Diez ............................................................................................................ 73

    Viviendo en Aurora ...................................................................................................... 73

    Capítulo Uno

    La Reminiscencia

    La alarma sonó a la misma hora de siempre, las seis en punto de la mañana. Un bostezo y una mano deslizándose para silenciar la alarma fue la única respuesta que Katelyn tuvo. Se sentó en la cama, completamente descansada y lista para otro día de su vida. Dio un breve vistazo al otro lado de su cama, estaba vacío con las almohadas gentilmente acomodadas como lo estaban cuando se acostó la noche anterior. La visión no despertó ningún sentimiento en ella, que inmediatamente se puso en pie. Los gatos saltaron a sus pies mientras se levantaba, saltando de aquí para allá entusiasmados por ver a su dueña despierta de nuevo.

    «Hola queridos», se agachó y les rascó la cabeza.  Caminó descalza por el suave suelo alfombrado dirigiéndose al baño, empujando a un lado a sus dos felinos siameses para impedir que entraran en el baño y así poder tener cierta privacidad.

    Después de una agradable y refrescante ducha, Katelyn peinó su pelo suave y castaño antes de recogérselo en una coleta alta y dirigirse a la cocina para tomar su desayuno. Abrió el refrigerador con una variedad multicolor de jugos de fruta, y una sana colección de comestibles bajos en grasa y ricos en proteína. Katelyn tomó el cartón de jugo de naranja y se sirvió un vaso. Lo complementó con un par de tostadas untadas con una porción apropiada de mantequilla, un tazón de avena y un plátano. Una sonrisa dichosa iluminó la cara de Katelyn mientras terminaba su desayuno. Podía sentir los nutrientes y vitaminas de la comida recién consumida dándole la energía para afrontar el ajetreado día.

    Se dirigió de nuevo al dormitorio, quitándose el albornoz. Se vistió con una camiseta sin mangas blanca, una chaqueta ligera gris con ribete verde lima, pantalones deportivos a juego, y un par de zapatillas deportivas. Después guardó otro conjunto para usar más tarde, metiéndolo cuidadosamente en una bolsa de deporte Nike de color negro. Cuando todo lo que necesitaba para ese día estuvo guardado en la bolsa que llevaba a su espalda, Katelyn revisó su reloj mientras salía de casa. Eran las siete de la mañana, e iba justo a tiempo.

    Desde que se mudó de San Diego, su ciudad natal, para perseguir una carrera más brillante, Katelyn cayó en una rutina que seguía con una precisión casi mecanizada. Aunque cambió de empleos, incluso de carreras, esta rutina de ir al gimnasio y ejercitarse siempre había formado parte de su larga jornada. Esto era así porque ella tenía una meta en su mente, una visión de lo que ella quería hacer con su vida. Esto era parte de ser una mujer sana y segura de sí misma, alguien que era un competidor natural y que no podía ser desalentado al abordar algo aunque tuviera que trabajar duro. Ella no había tenido nunca esta oportunidad cuando estaba en San Diego. En aquel entonces nunca tuvo el impulso de hacer algo grande. No había nada alrededor que realmente hiciera que Katelyn se parase y reflexionase sobre ello maravillada. Ahora que vivía en una ciudad repleta de oportunidades no había fin en cuan exitosa ella podía ser, siempre y cuando estuviera dispuesta a esforzarse para conseguirlo. Y esto no iba a ser un problema para Katelyn, por lo menos no para quien era ella ahora.

    Durante la media hora de trayecto hasta el gimnasio en el que tenía la membresía, a Katelyn le gustaba escuchar NPR. Siempre había algo interesante en la emisora, algo que pudiera ser mencionado en una conversación con sus compañeros de trabajo más tarde durante el día. Esta mañana, el foco del debate era sobre otra retirada del mercado de algún producto alimenticio, la cual era la quinta retirada que habían hecho recientemente de cuatro empresas distintas. Las retiradas de productos no afectaban demasiado a Katelyn, ya que ella a menudo compraba en negocios locales y a granjeros cuando sus cosechas estaban frescas, pero le gustaba estar al corriente de estas cosas, pues uno nunca sabe cuando esta información podría ser útil en una conversación.

    ***

    Las luces del gimnasio mostraron un cálido y acogedor resplandor a través de las ventanas mientras Katelyn condujo hasta el aparcamiento. Había aproximadamente una docena de coches allí, de los cuales una tercera parte eran de los empleados. Katelyn aparcó en el primer lugar libre que encontró, y con su bolsa en el hombro, se dirigió a la puerta principal.

    Dennis, un hombre de mediana edad que siempre tenía unas glamurosas gafas de sol sobre su cabeza, sonrió cuando vio una de los clientes más habituales del establecimiento. Él era el gerente del gimnasio.

    «Buenos días, Katelyn.»

    «Oh, buenos días, Dennis. Me alegro de verte de vuelta. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?»

    «Genial, el clima estuvo increíble y el aire fresco fue bueno para los niños. Pero siempre me alegro de estar de vuelta aquí», dijo Dennis con una sonrisa radiante. Tenía un bonito bronceado y lucía más feliz y relajado desde la última vez que Katelyn lo vio.

    «Pensaba que debía ser difícil volver al trabajo después de las vacaciones» dijo Katelyn.

    «No, no, tu sabes lo mucho que me gusta este lugar. Tanto como a ti.»

    «Si lo sé. Sólo estaba bromeando. A mí también me encanta este lugar, de hecho me encanta ejercitar, y este gimnasio tuyo está siempre tan inmaculado, y la tecnología y la maquinaria aquí son de primera.»

    Katelyn sabía que eso complacería mucho a Dennis ya que él se tomaba el trabajo como su religión, pero ella no estaba solo tratando de complacerle, era la verdad. Este gimnasio estaba entre las mejores instalaciones de la ciudad, y además el precio era razonable.

    Justo entonces, el teléfono de Katelyn sonó. Ella sabía antes de mirarlo que sería Mason. Lo era.

    «Llegas tarde» decía el mensaje. Había estado hablando con Dennis apenas cinco minutos, pero Mason sabía que ella era siempre extremadamente puntual.

    «¿Hay alguna máquina de pesas libre?» le preguntó a Dennis sujetando rápidamente su mochila. No quería hacer esperar a Mason ya que él tenía que ir a trabajar temprano, aunque ella sabía que él no se iría sin dedicarle un rápido saludo. Era su ritual diario.

    «La última vez que revisé había un par que no estaban siendo usadas. Eso fue unos diez minutos atrás.»

    «Maravilloso. Muchas gracias. Nos vemos, Dennis»

    «Es un placer», dijo Dennis mostrando su imponente sonrisa.  «Que tengas una excelente mañana de entrenamiento.»

    Katelyn le devolvió la sonrisa antes de abrir la puerta y desaparecer rápidamente, entrando en el vestuario de mujeres. Se dirigió a la sección exclusiva para socios, abrió su taquilla y guardó dentro su bolsa. Una vez que estuvo cerrada con llave, se apresuró al área de ejercicios. Fue hasta las máquinas de pesas y vio a Mason esperando, en el mismo lugar en el que la esperaba todos los días.

    «Hola, ¿cómo está hoy la señorita Siempre Puntual llegando tarde?» le preguntó sonriendo alegremente, exhibiendo su perfecta dentadura blanca. «Temí que tal vez hoy fuera a perderte».

    Charlaron un minuto, y después Mason se marchó apresuradamente. Él era fotógrafo y estaba en

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