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Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza
Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza
Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza
Libro electrónico341 páginas4 horas

Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza

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Una historia llena de aventuras inolvidables que conquistará tu corazón.

Johny Elliot después de ser herido en el interior del triángulo mágico descubre que su madre ha muerto, ahora vive como aprendiz en la perfumería del malvado perfumero Manrico. Johny se siente muy triste y solo, hasta que un día después de una gran aventura conoce y se enamora de Lía, la rebelde Princesa del Reino de Armonía. A partir de ese momento su vida cambia de forma radical, le comunica la abuela de Lía que es el nuevo guardián del triangulo mágico. Y emprenderá un corto viaje con sus amigos a la Región de los Alquimistas en busca del corazón de Lía. Para ayudarle en su empresa la abuela le regala un maletín invisible con varios objetos mágicos; un cubo de rubik adivinador, un catalejo para ver el pasado, un pequeño dragón invisible, un monóculo para interpretar sueños y una daga mágica. Con la ayuda de Gepetto y otros personajes Johny aprenderá a servaliente y a usar el poder de su magia. En su viaje conocerá a un puñado de buenos amigos y a Ego Perversus y la Reina Maliana sus dos peores enemigos. Pero sobre todo conocerá a su amigo Fórmulus que intentará por todos los medios ayudarle a vencer su miedo visceral a los lagartos. Pues, aunque penséis lo contrario, Johny no es un chico normal, tiene una inmensa fuerza maligna y bondadosa en su interior que le ayuda a adivinar el futuro y a crear magia con su cubo de rubik.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento22 sept 2016
ISBN9788491127239
Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza
Autor

John Copperfield

Nací en Sevilla. He sido músico, piloto de helicópteros y he viajado por infinidad de países. Ahora trabajo como técnico agrícola en una finca en Huelva y por las tardes escribo cada día.

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    Las aventuras de Johny Elliot y el secreto de la Princesa de la Belleza - John Copperfield

    Personajes de la obra:

    Ermión, Rey de Armonía, muerto por Lord Perversus.

    Grace, Reina de Armonía (la abuela)

    El Duque Balkar, hijo de Ermión, desterrado de Graceland.

    La Duquesa Rania, esposa de Balkar, muerta por Balkar.

    Lía, Princesa de Armonía.

    Johny Elliot, componente de los Cuatro invencibles

    Augustus Klaus, componente de los Cuatro invencibles

    Marie Petolat, componente de los Cuatro invencibles

    Macfriky, componente de los Cuatro invencibles

    Manrico, perfumero. Regente de la Región de Armonía y hermano del Rey Ermión.

    El Conde Malus Narter. Hijo bastardo de Manrico.

    Alicia, joven que vive en el lago de las almas olvidadas.

    Peter, joven que vive en el lago de las almas olvidadas.

    Charles, jefe de los servicios secretos de Armonía.

    Fórmulus, psicomago, alquimista y herboaúreo. Gran Maestre de los Caballeros Lumys.

    Geppetto, domador, amigo de Johny.

    Lord Ego Perversus, chamán de los Caballeros Darkos.

    Reina Drusila Maliana. Bruja y alquimista de los Caballeros Darkos.

    Grindel, pistolero mafioso.

    El Capitán Sol.

    Vladimir y Red—Cross, actores.

    El Principe Artenus. Principe de las almas góticas.

    El pequeño girasol, soldado del Capitán Sol.

    Miss Melancoly, alquimista y espiritualista de Graceland.

    El Marqués con semblante de camaleón.

    Enum, guardián del medallón del conocimiento.

    E, rockero.

    Mos, rockero.

    Prólogo

    10 de enero de 2037.

    Soy, aunque no sé quién soy, Marcus Blenkin.

    Buscando encontrarme a mí mismo y con dos pantalones vaqueros y tres camisas por equipaje partí en busca de fortuna. Después de ejercer varios oficios y cansado de vagar perdido y triste al éstilo bohemio, decidí visitar la capital del reino, Graceland.

    Aún recuerdo la impresionante vista de los rascacielos ecológicos, las casas orgánicas decoradas con flores y las iglesias góticas al divisar la ciudad de Graceland.

    Siguiendo los sabios consejos de mi anciano padre, nada más entrar en la ciudad, visité el popular barrio de pescadores donde se encuentra la famosa taberna del viejo Tómas. Allí, tras beber dos botellas de ron añejo con un marinero taciturno y el tabernero, éste último me contó que, hace veinte años, en la Edad del Horror y del Castigo, tuvo lugar en las montañas de Graceland una épica batalla que costó la vida a miles de soldados valientes.

    Todo comenzó el día que, usando el poder de su magia negra, tres jóvenes Sibilas, con la ayuda del chamán de los caballeros Darkos, Ego Perversus, mezclaron su sangre con el poder oscuro de tres joyas: La Sibila Moira añadió su poder de destrucción al broche de la araña roja, la Sibila Eris exhaló todo su coraje en el broche de la araña azul y la Sibila Adeluz traspasó toda su belleza y espiritualidad al broche de la araña verde.

    Partiendo de este siniestro escenario, el Rey Vilmort, soberano de las ciénagas, después de traicionar a la orden de los caballeros Lumys, acuñó un medallón que daba a su portador un conocimiento superior de las leyes del universo.

    Alentado por su sed de venganza, Vilmort, después de beber el brebaje del malvado chamán y alquimista oscuro Ego Perversus, sedujo a las tres Sibilas y robó los prendedores. Horas más tarde, aconsejado por el chaman Ego Perversus, unió la magia de los tres broches al medallón del conocimiento consiguiendo el poder de cien titanes.

    Un prendedor verde con forma araña esconde la Princesa de la Belleza. Sembrando la ambigüedad y corrupción sobre el trono oscuro.

    Un prendedor rojo con forma de araña custodia el Señor de las Tinieblas, gobernando sobre la región de los Alquimistas.

    Un prendedor azul con forma de araña porta el Adivinador, sanando el universo de la tristeza y la locura,

    Un medallón, acuñado por Vilsuman el traidor que te da el conocimiento del mundo, prevé el futuro, domina la energía oscura y te ata a las tinieblas, en el País de Armonía, donde gobierna la oscuridad.

    Días después, gracias a la astucia del jefe de policía, Charles, el medallón del conocimiento fue recuperado por los Caballeros Lumys en la sangrienta batalla de las montañas. El rey de Graceland, Ermión El Magnífico defendió y protegió con éxito el medallón desde entonces. Para evitar que robasen el objeto sagrado, lo escondió allí donde habitaban los espíritus protectores de la joya. Desde aquel día, Ego Perversus, invocando dentro del triángulo mágico a los espíritus de los muertos, buscó el guardapelo sagrado por todo el reino. Los restos del espíritu de Vilmort atraídos por la fuerza del medallón, invocaron a las tres Sibilas para que buscasen la joya por el País de Armonía.

    Conocedor de su importante misión. Ermión El Magnífico, convertido en el guardián del triángulo, evitó la entrada de los espíritus oscuros a su reino hasta que, hace tres días, el joven Johny Elliot se introdujo, presa del pánico, en el triángulo mágico cuando Ermión y Ego Perversus luchaban. El viejo rey, al ver a Johny Elliot dentro del polígono, se debilitó y murió atravesado por el rayo mortal de la daga de Ego Perversus.

    Segundos antes de morir, Ermión legó a Johny (tras detectar en su alma una fuente oscura de un poder abismal sin despertar), a su mujer, al Caballero Lumy y psicomago Fórmulus la responsabilidad de custodiar el Medallón del Conocimiento y defender el triángulo mágico.

    He creído necesario haceros un resumen de los acontecimientos acaecidos en el País de Armonía, antes de comenzar este relato, pues mi memoria falla como un coche viejo y destartalado. Comencemos pues, amigos míos, esta épica y sentida historia sin demora.

    Capítulo 1

    La muerte en el acantilado

    El tiempo es el único bien que debes valorar porque estamos hechos de instantes que vivimos disfrutando de las cosas que amamos o dejamos morir en la tristeza. Mi tiempo se acaba, estoy preparado para morir…

    Recogido el día de la batalla de las montañas segundos antes de la muerte de un veterano soldado Lumy de ojos verdes.

    El 10 de enero de 2037 visité la cantina del tío Tomas, donde conocí a tres personajes mágicos, o eso me parecíeron a mí por aquel entonces. El primero fue el joven Toseidón que, con su barba roja y sus andares zambos, mentía al decir que era capaz de levantar una barca con sus poderosos músculos de acero. El segundo fue el temerario capitán Jefferson que mostraba a los curiosos los retratos de dos novias japonesas que llevaba tatuados en el pecho. Finalmente me encontré con el viejo tabernero Tómas, que mostraba su pierna biónica a los niños que se sentaban a su alrededor emocionados, esperando que contase alguna de sus aventuras inolvidables.

    Aquella tarde en la taberna, al volver de una dura jornada de trabajo, los viejos pescadores discutían de dinero o vacilaban de cómo enamoraban a sus amantes en un solo día. Sólo el viejo Tomas defendía delante de todos que el amor era el regalo más hermoso que el creador había otorgado a este mundo. Para convencerlos de su singular teoría nos relató una bonita historia de amor, sencilla, sincera y apasionada.

    Si cierro los ojos y evoco sus rostros aún puedo recordar a los viejos lobos de mar sentados en semicírculo alrededor del fuego, con sus botellas de ron y sus ojos encendidos como brasas escuchando la voz ronca del tabernero.

    — Amigos la historia que hoy os relato, es terrorífica, misteriosa, trepidante, emocionante cual tormenta cruel azotando a un viejo velero —dijo Tómas en un tono enigmático.

    Como cada vez que comenzaba un relato el tabernero cruzó sus dedos y miró durante varios segundos la fotografía de su madre.

    — Vamos viejo, no tenemos toda la noche —imploró el capitán Jefferson.

    El viejo carraspeó y, levantando su mano, comenzó hablar con dicción perfecta.

    — Cuando el joven asustadizo Johny Elliot salió de…

    Después de un largo silencio. Tomas se rascó la cabeza, frunció el ceño y dejo de hablar al sentir el murmullo de unos niños al fondo de la sala. Amonestó a los zagales con un gesto teatral y sonriendo retomó su historia de nuevo.

    — Cuando el largo y frío invierno de enero 2035 estaba en su cénit, el joven Johny Elliot regresó al castillo de los Darkos para salvar la vida de su enamorada. Aquel día, después de vivir aventuras increíbles y jugándose la vida contra poderosos enemigos, se lanzó al vacío cual largo era, con la intención de parar con su cuerpo una bala que pretendía acabar con la vida de la chica que él amaba.

    — ¡Un tipo osado debe ser ese tal Elliot, querido Tomas! —exclamó el marinero Toseidón. — ¿Y logró salvarla de las garras de la muerte?

    — A Johny Elliot siempre le gustaron los hombres valientes —respondió el tabernero. —Y teniendo en cuenta todo lo sucedido en el último capítulo de la historia que hoy os voy a relatar, quizás podáis llegar a la conclusión de que acabó convirtiéndose en uno de ellos.

    — Me has despertado la curiosidad por ese final —dijó Toseidón mientras se rascaba la calva. —Larga tu relato por esa boca, tabernero.

    — Aprendiz de filósofo —gritó otro capitán desde el fondo de la taberna —Regálame tus pensamientos.

    — El que sabe escoger sus pensamientos puede cambiar su destino —dijo Tómas elevando sus brazos. — ¿Qué pensáis de esta frase marineros?

    — ¿Puedo transcribir su historia? —pregunté azorado mirando a Tomas a los ojos.

    — Sí, Marcus. Así quedará para las generaciones venideras —contestó mientras avivaba el tenue fuego de la chimenea con un tronco movido con su pie derecho.

    Aquella noche vuestro humilde cuentacuentos, Marcus Blenkin, aquí presente, transcribió en la cantina del viejo tabernero, las sentidas palabras que escuché de sus labios. Esta historia queridos amigos, habla de un lugar mágico llamado el País de Armonía, donde una hermosa princesa intentó salvar su reino y un joven, de nombre Johny Elliot, luchó contra alquimistas y brujos invencibles y ayudó a la chica que amaba a encontrar los sentimientos nobles de su corazón.

    Y ya, sin más preámbulos comienza la historia de Johny Elliot y la Princesa de la Belleza.

    La misma noche fría y tormentosa en la que la lluvia golpeaba con fuerza los cristales de la ventana. La princesa de la cual habla nuestra historia, entre pesadillas, dando vueltas en la cama de su lujoso apartamento, volvió a rememorar el día en que murió la persona que más quería. La pesadumbre, al volver a recordar a su madre, se instaló en su alma como un día de otoño oscuro y tenebroso.

    Evocaba entre pesadillas, la casa donde vivía, la fuerte lluvia, el ruido de los truenos y el reflejo de los rayos en las sombras del salón.

    — ¡Huye, hija mía! El lobo se acerca. Cuando abra la puerta debes correr tanto como puedas.

    — ¡No te pienso dejar sola, madre!

    — Ya escucho sus pasos acercándose... ¡Tienes que huir!

    El hombre lobo olfateaba la puerta sintiendo la presencia de su presa más deseada. Esta vez no escaparía y colmaría su insaciable sed de venganza.

    — ¡Sé dónde estás! ¿Sientes el hedor de la muerte acercándose? —masculló el animal.

    — ¡Te odio, Balkar, ser despreciable! —replicó la mujer temblando.

    — ¡Sangre y odio! —gritó el lobo viendo volar una bandada de cuervos.

    — Cuando lo veas entrar, escóndete Lía ¡Prométemelo! —susurró mirando con gravedad a su hija.

    No pudo decir nada más. El lobo gigante, de un solo golpe, partió la puerta en mil pedazos y entró en la casa. Lo último que la niña pudo ver fueron dos ojos inyectados en sangre, unos dientes grandes como cuchillos y el odio de la bestia escrutando a su madre.

    — ¡Entre esos árboles! ¡Corre hija mía!

    La niña, asustada, se precipitó hacia el bosque mágico. Miró a la ventana por última vez y vio a su progenitora saltar por la ventana en dirección al acantilado. Observó cómo se escondía entre las sombras de los árboles que ahora parecían amenazantes gigantes. Escuchó a la bestia aullando enloquecida en la casa, el golpe de otra puerta rota, unos pasos rápidos y la figura del lobo pasar a su lado, contemplando como huía su madre a lo lejos.

    — Dios, la va a matar. Debo hacer algo —pensó la niña trémula.

    — Tiraré una piedra a esos alcornoques —susurró bajito pensando que de esta forma podría despistar al animal.

    La niña caminando con sigilo en dirección al acantilado se escondió entre unos arbustos desde donde podía ver el mar.

    — Aquí no me verá —pensó la niña temblorosa. Al girar su cabecita, vio a su madre gritando con los brazos en alto bordeando el precipicio.

    —¡Socorro! ¡Que alguien me ayude!

    El hombre lobo le cerró el paso acercándose a ella lentamente. La mujer vio como el llamear de sus ojos llenos de odio resplandecía.

    — ¡Es hora de morir! —rugió la bestia.

    — ¡Por favor Balkar, despierta! —gritó la madre de la niña. — ¿No me reconoces? Soy Rania, tu esposa.

    — ¡Ego Perversus clama venganza! —dijo el animal abriendo sus fauces. —La maldición debe cumplirse.

    La mujer, gimiendo, contempló las escarpadas rocas del acantilado. Se llevó la mano a la cabeza y se quitó un objeto aprovechando que el animal no la miraba. De pronto, sonó una voz de ultratumba que hizo dudar a la bestia de sus intenciones:

    — Recuerda, los ojos de ella te transformarán.

    El hombre lobo dudó de lo que debía hacer. Miró a la mujer que desesperada gemía entre sollozos:

    — ¡Balkar mírame a los ojos, por favor! ¡Soy Rania!

    — ¡Mía, al fin mía! ¡Sangre y odio! —gritó la bestia. Y de un brutal zarpazo lanzó a su esposa al vacío, hacia las rocas escarpadas que emergían de la costa.

    La niña vio como, en el último instante antes de caer, su madre lanzaba un pequeño objeto hacia el arbusto donde estaba escondida. Ya no pudo verla más, sólo escuchó su último grito:

    — ¡Esconde la joya Lía! ¡La salvación del país está en tus manos! —escuchó la niña a lo lejos.

    La niña recogió el objeto del suelo, mientras observaba a la bestia reír cínicamente y abrir los ojos enloquecido al contemplar como las olas mecían levemente el cuerpo de su esposa.

    — ¡Muerta! La profecía de Ego Perversus se ha cumplido. Ja, ja, ja. —rió el lobo viendo como el sol resplandecía entre las nubes creando con su luz pequeñas olas plateadas que morían sobre el cuerpo de su mujer.

    De súbito cayó un trueno que golpeó el borde del precipicio con la fuerza de diez titanes. Un humo negro se expandió frente a la bestia y del cielo surgió un inmenso lagarto serpiente alado de color negro con la figura siniestra de Ego Perversus sentado entre sus alas. El lobo retrocedió presa del pánico al entrever oculto detrás de una capucha negra de monje, un rostro agrietado sin nariz y unos ojos amarillos con mirada de buitre demoníaco.

    — Mis ansias de venganza se han cumplido —dijo Ego con voz cavernosa. —He acabado con la hija del Rey y acabaré con Ermión y con toda su estirpe. Muy pronto vengaré al Rey Vilmort y la energía de la oscuridad gobernará el mundo.

    Salidos de la bruma. Una legión de soldados Darkos, con sus trajes robóticos de color negro con el escudo de armas de un gran cuervo de color amarillo pintado en el pecho y sus cascos parecidos a los de un motorista de color amarillo y negro, rodearon a su líder. El hombre lobo dio dos pasos hacia delante y al ver más de cerca la maldad de la mirada de Ego Perversus sintió un miedo atroz.

    — ¿He seguido bien el plan? —preguntó Balkar trémulo.

    El chaman de los caballeros Darkos levantó su brazo, y con la fuerza de su mente provocó en segundos un infarto letal en el corazón del príncipe Balkar.

    — No me matéis mi señor —imploró la bestia llevándose las manos al pecho. —Encontraré a Ermión.

    Ego Perversus bajó su brazo despacio y relajó su mente. Perdonando la vida al príncipe dijo:

    — Hoy me importan poco las visibles marcas que me dejo en la cara Hangdevil, pues desde que perdimos la batalla de las montañas sólo me alienta la venganza —afirmó haciendo una pausa. —Y la oscura pesadilla de enfrentarme al monstruo de nuevo me estremece —continuó Ego con voz sombría mientras agitaba su guadaña.

    — Primero acabaremos con el Rey Ermión. Después buscaremos al monstruo entre las montañas de hielo —dijo el lobo observando como la malla de hierro del Lord se solidificaba y adoptaba la forma de un caparazón. —Se lo prometo majestad de las tinieblas.

    — Si pudiese aliviar esta soledad de ciénaga que me persigue al recordar la imagen de mis hijos muertos —susurró Ego mientras se encendían como brasas sus ojos demoníacos. —Venganza, destrucción, muerte.

    — El viento del odio traerá más muertes. Su dolor será vengado —afirmó el hombre lobo viendo como se acercaba el lagarto serpiente batiendo sus cuatro alas.

    — El Rey Ermión mató a toda mi familia, Hangdevil se rió de mí, el odio se agita dentro de mis entrañas como la lava de un volcán en busca de venganza —continuó con voz cavernosa el chamán devorado por la rabia. — Ese monstruo de Hangdevil me humilló y pagará con su muerte mi delirio —gritó con voz desgarradora mientras golpeaba la cabeza del lagarto serpiente alado con su puño. —¡Muerte a Hangdevil! ¡Muerte al Rey Ermión!

    — ¡Muerte! ¡Muerte a Ermión! —gritaron los soldados Darkos que rodeaban a su líder.

    — Abrid los ojos nobles soldados —gritó Ego arengando a su tropa. —Mirad el odio que hay en el mundo. O matamos nosotros o nos mataran ellos. Quiero sentir vuestro odio, mis temibles guerreros.

    — ¡Muerte! ¡Muerte a Ermión! —gritaron de nuevo los soldados Darkos.

    — Y tú Balkar —ordenó Ego mirando a la bestia con perversidad. —Persigue a la Princesa de la Belleza y acaba con ella. Pronto nos volveremos a ver.

    Justo en ese momento emergió del cielo otro gran rayo que golpeó el acantilado, Ego y los soldados Darkos desaparecieron en el aire. Se hizo un largo silencio que presagiaba la inminente llegada de la muerte. La bestia movió su cuello en todas direcciones y empezó a olfatear.

    — ¿Dónde estará mi hija? —se preguntó entre gruñidos — ¡Ahora iré a por ti! ¡No escaparás! Y dando la vuelta se encaminó hacia la casa donde suponía que encontraría a la pequeña.

    La Princesa Lía saliendo de entre los matorrales, recogió el objeto que su madre le había lanzado y lo acarició lentamente entre sus manos. Era el objeto donde su progenitora guardaba la belleza. Avanzó hacia el acantilado y comprobó, aterrorizada, cómo el cuerpo destrozado de su madre con su vestido blanco ensangrentado era mecido por las olas. Dejando caer un mar de lágrimas, contempló el horizonte y paralizada por el dolor sintió la tentación de lanzarse al vacío, cerró los ojos, aferró las mangas de su vestido con fuerza y balanceando su cuerpo hacía adelante...

    — Salta, salta, la muerte te llama —le susurró una burlona voz interior que le retaba.

    De súbito resonó una dulce voz en su alma que le hizo estremecer; El amor es la única razón para vivir, le susurró una delicada voz de mujer. El amor por tí misma, el amor por aquellos que amas.

    Lía observó como rompían las olas carmesíes sobre los arrecifes y resurgían con fuerza, hasta morir serenas en la inmensidad azulada del océano.

    — Seré como una de esas olas, renaceré y venceré a la tristeza. Tengo que seguir…

    Miró al lobo que olfateaba sus huellas junto al camino y corriendo como un gamo, huyó a la cueva de los ladrones. El hombre lobo por mucho que la buscase jamás la encontraría allí.

    Las últimas imágenes del sueño de la joven se sucedían a cámara lenta. El lobo aullaba a lo lejos buscándola. En la cama el cuerpo de Lía se movía compulsivamente; sus manos temblaban. La sombría y terrorífica pesadilla que perseguía a la joven cada noche acabó de repente.

    La joven, aferrando una de las sábanas de su cama, y con un fuerte grito, se despertó de golpe de su mal sueño. Se incorporó en la oscuridad de la estancia y se limpió las lágrimas. Después se preguntó, aún consternada, por qué nunca recordaba sus pesadillas. Llorosa y con el corazón destrozado, miró el retrato de su madre, la persona que más la había querido y que ya, por culpa de su padre, el Rey Balkar, transformado ahora en un lobo maldito, jamás volvería a ver.

    Capítulo 2

    Alicia y Peter encuentran la Tablet Mágica

    En el lago de las almas olvidadas. 10 de enero 2037.

    Un día de otoño, entrando en el parque de los sueños, dos adolescentes contemplaban embelesados los naranjos en flor, las rosas y las acacias. Era como cada año su estación favorita y cogidos de la mano, gustaban de disfrutar de la brisa del atardecer que mecía con suave cadencia las ramas de los árboles.

    Esos dos jóvenes se llamaban Alicia y Peter, nuestros dos personajes del lago de las almas olvidadas (el lago mágico que conecta las almas que tienen algo pendiente de resolver en otra dimensión con el País de Armonía). Los dos se conocían desde que eran niños gracias a la amistad de sus padres.

    — Hoy estoy súper contento —dijo Peter mirando a su amiga. —Pronto voy a cumplir quince años.

    La joven apartó su flequillo rubio con un gesto muy femenino y preguntó a su amigo del alma.

    — ¿Te parezco guapa, Peter?

    — Para no ser mi tipo, me pareces un bellezón —dijo mirando sus hermosos ojos azules.

    — Pues yo no me veo tan guapa —contestó la chica indecisa.

    Peter contempló embelesado el rostro hermoso de su amiga: tenía unos ojos rasgados muy sugerentes, la nariz recta y la boca pequeña. Sus labios, carnosos y de fascinante tono de rojo, le daba un misterioso aire oriental.

    — Bueno, rubia, vamos a un sitio nuevo que te voy a enseñar. Allí me siento como en casa —exclamó guiñándole un ojo con un gesto simpático.

    Nuestro amigo era muy alto, delgado como un palillo, moreno, con los ojos verde claro y una piel agitanada que le daba un aire muy latino. Siempre con una sonrisa en los labios, era, según sus cálculos, el hombre más romántico del universo.

    — ¡Tú eres megasexi! —dijo Alicia. —Aunque un poquito de gimnasio no te vendría mal.

    Entraron por la puerta hacia el jardín de las rosas y se miraron con complicidad, sonriendo.

    — Te voy a enseñar una fuente especial muy pocos la conocen. Tienes que guardarme el secreto ¿me lo prometes?

    — Vale. Te lo prometo —dijo la chica extrañada.

    — ¡A ver si me coges! — exclamó de repente el chico.

    De un empujón el joven tiró al suelo a Alicia sin previo aviso y, después de un largo sprint de treinta metros, llegó el primero delante de la entrada de la fuente.

    — ¡Qué cosa más bonita! —susurró Alicia viendo la bella fontana —Tiene forma de concha.

    — Y es de mármol del bueno —comentó Peter acercándose a su amiga. —Ésta es mi fuente mágica. Aquí ocurren cosas especiales.

    — ¿Como qué? —preguntó Alicia.

    — Pues como...

    — Mira, una tablet en el suelo. ¡Es mía, yo la he visto primero! —gritó Alicia.

    — ¡Eso ya lo veremos! Yo la he cogido primero. Bueno, la compartimos ¿vale?

    — ¡Ok! Como dice mi padre, hay que compartir —respondió la chica.

    — Antes de abrirla me gustaría contarte por qué esta fuente es mágica —dijo Peter.

    — Cuenta —contestó con gesto misterioso su

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