Cuba: La hora de los Mameyes
Por Martín Medem
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Cuba - Martín Medem
José Manuel Martín Medem
Cuba
La hora de los mameyes
José Manuel Martín Medem
Es periodista. Ha trabajado durante treinta años en RTVE y fue corresponsal en México, Colombia y Cuba. Es autor de los libros Niños de repuesto, La guerra contra los niños, ¿Por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti?/Diario de un corresponsal de RTVE en Cuba y la agonía de TVE.
Diseño de cubierta: Estudio Pérez-Enciso
Fotografía de cubierta: © José Goitia
© José Manuel Martín Medem, 2008
© Los Libros de la Catarata, 2008
Fuencarral, 70
28004 Madrid
Tel. 91 532 05 04
Fax. 91 532 43 34
www.catarata.org
ISBN digital: 978-84-8319-726-4
ISBN libro en papel: 978-84-8319-363-1
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
Para Amanda
Coged pronto mi antorcha, amigos míos:
veros correr ahora como ayer yo corría
es lo que quiero, pues, aunque viejo, vivo.
Gabriel Celaya, Penúltimos poemas
Stalin era un militante honesto
y consagrado que cometió graves
errores que lo llevaron a posiciones
sumamente conservadoras y cautelosas.
Fidel Castro, Granma
22 de enero de 2008
Cuba vive hoy un fenómeno sociopolítico
inédito: el consenso mayoritario a favor
de reformar a fondo el modelo de socialismo
en la isla.
Ángel Tomás González, El Mundo
9 de noviembre de 2007
Nunca, en los 17 años que llevo en la isla,
había visto tal unanimidad respecto a la
necesidad de cambios.
Fernando Ravsberg, BBC
5 de diciembre de 2007
No es un capitán sino muchas batallas
1 de enero de 2009
Congreso del Partido Comunista de Cuba en el Palacio de Convenciones de La Habana.
La Revolución cumple cincuenta años.
Los delegados se emocionan aplaudiendo a Fidel después de haberle nombrado presidente para siempre de su partido. El revolucionario que consiguió la dignidad para los cubanos se ha puesto por última vez su uniforme verde olivo y abraza al nuevo secretario general cuando acaba de decirle que usted seguirá siendo el único Comandante en Jefe
.
Han venido, como invitados especiales, Chávez y Lula. Aquí están también los representantes del Gobierno de España y de la Unión Europea que en junio modificó su posición común.
Raúl, acompañado por los ministros de su nuevo Gobierno, celebra la victoria final de su hermano en la independencia definitiva de Cuba porque sabe que el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos ha creado las condiciones para el desmoronamiento del bloqueo.
La amnistía para los presos políticos consolidará la credibilidad del presidente del Consejo de Estado al que los cubanos le reconocen que ha mejorado el transporte, el abastecimiento y las posibilidades de trabajar y de viajar. Y, sobre todo, que va haciendo lo que promete.
La vida es un bolero en los pianos de agua del malecón y la ternura estremece a la revuelta de la historia en unos ojos del color del mar de Cuba.
Capítulo 1: En moneda nacional
Al Comandante sólo le jubila Fidel
En el que iba a ser su último discurso de toma de posesión como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el 6 de marzo de 2003, Fidel Castro se despedía sin saberlo:
Les prometo que estaré con ustedes, si así lo desean, mientras tenga conciencia de que pueda ser útil y, si antes no lo decide la propia naturaleza, ni un minuto menos ni un segundo más. Ahora comprendo que mi destino no era venir al mundo para descansar al final de la vida.
Pero cinco años después, en el final de su vida, sí tenía que descansar: el 19 de febrero de 2008, Fidel anunciaba a través del Granma su decisión de no ser reelegido como presidente de Cuba. "Traicionaría mi conciencia —decía el que seguiría siendo Comandante en Jefe— ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. En su despedida definitiva, reconocía que la enfermedad le había provocado la pérdida temporal
del dominio total de mi mente". El ausente/presente explicaba que, desde su hospitalización, estaba preparando al pueblo cubano, psicológica y políticamente, para mi ausencia
. Y consideraba garantizado el reemplazo por la autoridad y la experiencia de los cuadros de la vieja guardia, la generación intermedia y otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución
. Anunciaba Fidel que sólo sería a partir de ahora un soldado de las ideas
. Pero vigilando: Seguiré escribiendo. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso
.
Renunciaba a la presidencia del Consejo de Estado que —según los artículos 74 y 93 de la Constitución de Cuba— significa ser jefe de Estado y de Gobierno y además jefe supremo de todas las instituciones armadas. Pero seguía siendo secretario general del Partido Comunista: ¿se convocaría un Congreso del PCC para una última aparición en público del Comandante en Jefe celebrando los cincuenta años de la Revolución? En una conversación en Madrid, un representante del Comité Central del PCC me aseguraba entonces que Fidel nunca dejaría de ser el único Comandante en Jefe de la Revolución cubana.
En el mensaje para el pueblo cubano que publicó el Granma, Fidel decía que no le agradaba complacer al adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí
. Pero en Washington y Miami contenían la alegría porque saben que al Comandante sólo lo jubila Fidel.
Mi sensación personal era que, si el Comandante pretendía vigilar las posibles reformas de Raúl para mantener la identidad de la Revolución, Fidel no podría seguir mandando por detrás. Si no estaba en condiciones físicas para seguir ocupando la responsabilidad presidencial, tampoco sería capaz de imponer sus decisiones, ni a su propio hermano, ni al nuevo equipo que se está formando. Y mucho menos a las FAR que acumulan el poder más claro y controlan la economía y al PCC.
Los que todo lo saben
20 de febrero de 2008
Castro abandona el poder
Cualquier fórmula que no conduzca a la instauración de una democracia plena en la isla se convertirá en un callejón sin salida.
El País (Madrid)
Castro se jubila sólo a medias
No compartimos el optimismo expresado ayer por el Gobierno español y por algunos observadores internacionales que creen que puede haber reformas a corto plazo en la isla.
El Mundo (Madrid)
Fidel da el relevo
Deja el poder y abre la expectativa del cambio.
Público (Madrid)
Si Estados Unidos suaviza el embargo, la transición podrá iniciarse.
Público (Madrid) Enrique Meneses
La enfermedad derrota a Castro y Cuba intenta un castrismo sin Fidel
Para lo único que se prepara el régimen es para resistir.
ABC (Madrid)
La pregunta inevitable es si la Revolución desaparecerá bajo las reformas de Raúl Castro y su grupo.
ABC (Madrid) Norberto Fuentes
Fidel ejercerá de francotirador, saboteando las reformas.
ABC (Madrid) Carlos Alberto Montaner
Castro, el comienzo del fin
La tibieza y cierta complicidad de la diplomacia española con el castrismo han dado la impresión de que el Gobierno de Zapatero no pretende tanto una democratización real de Cuba cuanto la continuación suavizada del castrismo.
La Razón (Madrid)
Castrismo sin Fidel
Por el momento el escenario es poco optimista: el de que el régimen se suceda a sí mismo, con apertura o sin ella, mientras a Fidel le quede un soplo de aliento.
La Vanguardia (Barcelona)
Castro se jubila
Ni el estado de salud de la Revolución ni las servidumbres de la globalización permiten imaginar un castrismo sin Castro.
El Periódico (Barcelona)
¿Admite transformaciones el sistema cubano sin que terminen con su propia existencia?
El Periódico (Barcelona) Carlos Carnicero
La Revolución por fuera
En Cuba, dos millones de escolares van uniformados con una disciplina de ropa que a la mayoría no les gusta. El uniforme es gratuito y los dirigentes de la Federación de Estudiantes de Enseñanza Media (FEEM) sostienen el discurso oficial: Es un esfuerzo para mantener la igualdad porque todos tienen las mismas posibilidades de acceder a la educación pero no para comprar ropa y zapatos como consecuencia de la diversidad de ingresos en las familias
.
Hay un reglamento de rigurosa aplicación (todo lo que no está prohibido es obligatorio) pero, como en tantas indisciplinas sociales de la isla, casi nadie coge lucha para imponerlo, empezando por los maestros.
Los(as) muchachos(as) prefieren llevar sus camisas y blusas por fuera, los pantalones y las faldas descaderados(as), el pelo largo o teñido o inventando con el fijador, los aretes o las pulseras en libre disposición y, en general, como dice Laura Domínguez, profesora de Psicología de la Adolescencia y la Juventud en la Universidad de La Habana, crear su propia personalidad en la búsqueda de un proyecto de vida
.
Un reportaje de Juventud Rebelde sobre el mantenimiento, el cambio o la eliminación de los uniformes escolares permitía pasar de la polémica sectorial a las consideraciones sobre el malestar social.
Según Juventud Rebelde se reconocen las buenas intenciones al intentar mantener la apariencia de igualdad con el uniforme mediante su aportación gratuita por el Estado pero se pide más flexibilidad en la aplicación del reglamento porque —como advierte Domínguez— la imposición es la antesala de la repulsión.
Lo mismo sucede para la mayoría de los cubanos: defienden el sistema económico de reparto con protección especial para los más vulnerables pero rechazan la burocracia y las prohibiciones que impiden la iniciativa personal y convierten en delito lo que puede ser más eficaz y agradable. Las imposiciones provocan las corrupciones de baja intensidad, imprescindibles para que no te amarguen tanto la vida.
Dice Patricia Arés, presidenta de la Sociedad Cubana de Psicología, que los diseñadores de los uniformes escolares son personas alejadas del mundo de los adolescentes
.
Igual que en el diseño general de la vida cotidiana: los mayimbes del PCC y los pinchos[1] uniformados no comparten las angustias de la mayoría para resolver sus dificultades y no tienen en cuenta a los profesionales de las ciencias sociales que sí conocen el malestar social porque lo investigan.
Los que reclaman disciplina social se atribuyen el derecho de imponer, sobre lo que les gusta a los cubanos, lo que ellos consideran que es lo más conveniente. Y de la imposición a la repulsión ...[2].
"¿Vale la pena —se preguntaba Juventud Rebelde— modificar un uniforme con tanto contenido histórico?" ¿No vale la pena modificar el rancio uniforme de la Revolución para que el socialismo sea mejor, superando su contenido histórico?
En moneda nacional
Un taxista me contaba que "ahora puedo levantarme hora y media más tarde para ir a trabajar porque la guagua llega cuando tiene que venir". Con los autobuses comprados en China, está mejorando el transporte en La Habana. Hay incluso microbuses para largos recorridos que son más cómodos y reducen a la cuarta parte la tarifa de los históricos modelos estadounidenses que utilizan los taxistas particulares.
Los que trabajan por cuenta propia ya tienen acceso a una financiación bancaria de año y medio. Se han acabado las marchas del pueblo combatiente por el malecón y también las tribunas de la Revolución que convocaban cada fin de semana a los cubanos por todo el país.
No hay apagones y la telenovela comienza a su hora porque la televisión no está ocupada por los discursos oceánicos del Comandante en Jefe.
El transporte, la vivienda (las nuevas parejas tienen que vivir como agregados con sus familias), los bajos salarios, la doble moneda y los precios de los alimentos, de la ropa y de los productos de aseo y limpieza, la reorganización del trabajo en la agricultura, la posibilidad de manejar pequeñas empresas personales y de viajar sin el permiso de salida, la calidad de la sanidad, de la educación y del empleo y el acceso a Internet son las preocupaciones de los cubanos que siguen respetando a Fidel por su defensa de la soberanía nacional (el orgullo de ser cubanos) pero no quieren que les amarguen la vida con un socialismo de pacotilla y esperan que Raúl resuelva sus problemas.
Hay en Cuba dos monedas: el peso y el peso convertible. Un convertible vale 24 pesos y cuesta aproximadamente un dólar o su equivalente en euros. La libreta del abastecimiento mensual sólo cubre las necesidades de diez o quince días y para completar la cesta de la compra hay que ir, según los ingresos de cada familia, a los agromercados en moneda nacional o a las tiendas en pesos convertibles.
La educación y la sanidad gratuitas, la libreta y los precios subsidiados de la vivienda, el transporte, el gas, la electricidad, el agua y el teléfono son la renta social que amortigua la reducida capacidad adquisitiva de los salarios y de las pensiones. A la seguridad social se añade la asistencia para los que tienen menos ingresos o más necesidades por sus circunstancias personales.
Se calcula que un 60 por ciento de la población consigue convertibles al recibir remesas de sus familiares (la mayoría desde Estados Unidos) o por trabajar en empresas estatales, mixtas o extranjeras con incentivos en divisas o por su relación con el turismo. Fidel mantuvo muy limitado el trabajo por cuenta propia al considerar que el mejor mecanismo de control es la dependencia del Estado.
Las remesas han provocado que muchos se desvinculen del trabajo porque viven mejor con los 100 dólares mensuales que pueden recibir de sus familiares que con un pequeño salario, en un mal trabajo y padeciendo las desagradables condiciones del transporte.
La mayoría de los cubanos trabaja menos y vive mejor que la mayoría de los latinoamericanos, pero resolver las dificultades cotidianas (comida, ropa, detergente, champú o una reparación en la vivienda) convierte la vida en una amargura permanente. Y hay que estar en la lucha, dicen los cubanos, para conseguir como se pueda lo que se necesita. Se extiende así la corrupción de baja intensidad que consiste en el desvío de los materiales del Estado. La macroeconomía ha mejorado considerablemente pero no cala adecuadamente hacia la micro como para mejorar la calidad de vida.
Lo que ahora esperan los cubanos de Raúl es que la educación garantice un trabajo digno con ingresos razonables, que los que lo necesitan sigan protegidos, que la alimentación y el vestido sean asequibles, que mejoren los servicios, que se eliminen las prohibiciones absurdas y que la moneda nacional sea la única referencia entre la planificación económica y el mercado para poder organizarse la vida. Si además los medios de comunicación les ayudan a conocer sin censuras su propia realidad y la del mundo, mucho mejor.
Sí, a los cubanos también les gustaría que no hubiera presos políticos y conseguir la democratización del socialismo pero me parece que quieren empezar por lo que más les importa y pronto.
¿Son posibles las reformas económicas sin una apertura política? Me han contado que quienes la aplican presumen de que la estrategia de Zapatero consiste en embarcar al Gobierno de Cuba en las reformas económicas con el argumento de que no tienen por qué producir el desmerengamiento del socialismo pero con la intención y la voluntad de que así sea[3].
Capítulo 2 : Un socialismo que no te amargue la vida
Sin tu querida presencia[4]
Esta Revolución puede destruirse. Los que no pueden destruirla son ellos. Nosotros sí. Nosotros podemos destruirla y sería culpa nuestra.
Habla en el aula magna de la Universidad de La Habana. Esta universidad a la que llegué simplemente con un espíritu rebelde y algunas ideas elementales de la justicia: aquí me hice revolucionario, me hice marxista-leninista.
Habla en la universidad donde el comandante guerrillero les pedía a los estudiantes que lo jubilaran cuando ya no fuera imprescindible. Entonces el tiempo le pertenecía. Ahora, a pesar del poder absoluto, el tiempo que le queda es insuficiente. Fidel advierte que el socialismo cubano no es irreversible y los historiadores anotan la fecha: 17 de noviembre de 2005. ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario puede derrumbarse? ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron en profundidad?
Todo parece a favor. Con China y