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LOS PERSONAJES QUE DETESTO
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Libro electrónico252 páginas3 horas

LOS PERSONAJES QUE DETESTO

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Un repaso ácido y crítico a la actual clase política que nos está llevando al precipicio. Desde los origines de esta vorágine de despropósitos que se inició con la llegada de los socialistas al poder en 1982 hasta nuestros días.

Como Felipe González empezó a corromper las instituciones, con

IdiomaEspañol
EditorialParticular
Fecha de lanzamiento25 nov 2022
ISBN9789403676753
LOS PERSONAJES QUE DETESTO
Autor

E. Larby

El autor, como todo idealista desilusionado, se ha convertido, como el mismo reconoce, en un cínico que no cree en nada, solo en la certeza de la muerte, como ha alcanzado la edad en que ya no se le teme a nada, no se muerde la lengua y expresa libremente lo que piensa, escribe para distraerse y se imagina cosas que bien podrían ser verdades ocultas, hasta ahora había escrito sobre sus vivencias, pero esta ficción se la tomó como un reto. Es ingeniero y su actividad en el mundo de las ingeniería le ha llevado a desarrollar su trabajo, durante 17 años, en países como: Arabia Saudita, Indonesia, Suecia, Rusia, Pakistán, Argelia, Nigeria y Egipto.Viajero empedernido a visitado medio mundo, ha estado a 25º bajo cero y a 52º positivos, en la jungla y en el desierto, ha plantado un árbol y ha montado en globo y descendido a 40 metros de profundidad en el mar.Viaja frecuentemente a los Estados Unidos donde radica parte de su familia.Después de más de 45 años de vida laboral se retiró, nació en Cádiz ciudad a la que adora, así como a la pequeña aldea cántabra donde discurrió su infancia. y después de recorrer medio mundo, se ha asentado en Madrid., no espera ir al cielo, pero si llegara a hacerlo desde ningún sitio mejor.

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    LOS PERSONAJES QUE DETESTO - E. Larby

    I EL REGRESO A CASA

    Me marché de España en 1992, antes de los ruinosos fastos felipistas de la Exposición Universal de Sevilla y los JJ.OO. (Juegos Olímpicos) de Barcelona, que por supuesto, aunque a los separatistas catalanes no les guste recordar, pagamos todos los españoles.

    Todos los datos macroeconómicos reflejaban que esos despilfarros los íbamos a pagar muy caros los sufridos contribuyentes.

    Pero en el país todo era triunfalismo, lo bien que organizábamos las cosas los españoles, bueno más los socialistas, como nos admiraba el mundo mundial y bla, bla, bla.

    La triste realidad era que el país llevaba un rumbo de colisión brutal hacia una tremenda crisis económica y, lo que era peor, de degradación moral y ética.

    Empezaban a surgir los mil y un escándalos de los 100 años de honradez socialista. El periódico Pravda, que en su tiempo se había titulado El País, echaba espuma por la boca criticando a la prensa libre que empezaba a destapar todas las tropelías del socialismo felipista.

    Al líder socialista se le llenaba la boca proclamando su inocencia y atribuyéndolo todo a una vil campaña de la extremísima derecha, ya no era la derecha, o la extrema derecha, ya había alcanzado el grado de extremísima.

    El sevillano, tan chulo y arrogante como siempre había sido, se envalentonaba con exclamaciones como: «Si quieren la cabeza de mi vicepresidente, van a poder cobrar dos por uno, porque yo también dimito, el que me eche un pulso, lo pierde» y otras lindezas más propias de un dictadorzuelo que de un dirigente democrático. Claro que una cosa es predicar y otra dar trigo, su vicepresidente, tuvo que dimitir por los escándalos de sus hermanos, y él, el presidente, donde dijo digo quiso decir Diego y no dimitió. ¡Faltaría más, en la calle hace mucho frio!

    No tuvo la valentía de admitir que él, y solo él, era la X del caso Gal. Como si hizo la primera ministro inglesa cuando unos terroristas fueron muertos en Gibraltar, Del tema de los Gal hablaremos más tarde.

    Regresé a España 14 años después, y para mi sorpresa me encontré un país completamente diferente, en 1996 la sociedad española había despertado de su letargo y había enviado a los socialistos a la oposición.

    El partido conservador implantó una política liberal, la economía de mercado y una sustancial reducción del gasto público y bajada de impuestos, el A, B, C de la economía, había conseguido enderezar las maltrechas arcas del estado. En el país se creaba más empleo que en toda la Unión Europea.

    Gracias a una política internacional pragmática se restableció la credibilidad de España como país serio y cumplidor de sus obligaciones internacionales. El presidente americano recibía a su homólogo español con un cordial: ¡Hola, amigo!, los progres y la prensa empesebrada no podían esconder su resentimiento.

    Iniciaron una brutal campaña de desprestigio, como solo los progres saben hacer, acusaron al ejecutivo de lacayos del colonialismo y del capitalismo, resurgieron los olvidados gritos de «Yanquis go home, Bases fuera, etc, etc, etc». El no a la guerra, ¿qué guerra?, era su karma.

    Y llegaron las elecciones de 2004, el candidato socialista, un bobo de solemnidad, iba ocho puntos por debajo, pero un acontecimiento, aún sin aclarar, cambió a peor, el panorama.

    El bobo de solemnidad ganó, contra todo pronóstico, las elecciones y fue nombrado presidente.

    El maduro pueblo español se riló, literalmente, patas abajo, y gracias, entre otras cosas, a la intervención, sin respetar el día de reflexión, de un siniestro personaje, ya famoso por sus numerosas fechorías, que proclamó a voz en grito, lo que se convertiría en eslogan popular: ESPAÑA NO SE MERECE UN GOBIERNO QUE LE MIENTA.

    Y esto lo decía un individuo que mentía hasta cuando soñaba.

    Para escribir las líneas que siguen he tenido que bucear en la vida, hechos y costumbres de los personajes a los que hago referencia.

    Tengo que aceptar que me he sentido impresionado: ¡cuántos doctorados, cuantos masters y cuantos titulados en las mejores universidades del país! Pero que pocos, se pueden contar con los dedos de una mano y sobran más de tres dedos, titulados en la universidad de la vida, en dirección de empresas, en trabajos en el extranjero, en levantarse a las cinco de la madrugada, en tener que salir a faenar en un buque pesquero, o en abordar un avión para irse unos días allende los mares a cerrar un negocio. En fin ¡a trabajar!

    Lo único que he sacado en claro es que; «la educación en España es, ha sido y será siempre un desastre».

    Y dos preguntas sin respuesta: A) ¿qué han aprendido esos doctores, masters y titulados y B) ¿Cómo han conseguidos esas titulaciones?

    Porque lo que muestran en sus respectivos quehaceres deja mucho que desear. Parece que ellos han pasado por la Universidad, pero esta no ha pasado por ellos.

    II MAQUIAVELO

    No recuerdo muy bien quien dijo, muy acertadamente, que en España enterramos muy bien a los muertos.

    Por muy hijo de perra que fuera el deceso hay que hablar bien de él. Este buenismo llega a límites insospechados, el muy liberal periódico Voz Populi del indiscutible demócrata Jesús Cacho censuró un comentario de un amigo mío que escribió: «No siento, en absoluto, pena por la muerte de un siniestro personaje como el tal Rubalcaba».

    Yo soy de la misma opinión, para mí un hijo de perra seguirá siendo eso, esté vivo, muerto o hibernado.

    Pero vayamos al personaje Rubalcaba.

    Criado en el seno de una familia acomodada, era hijo de un piloto de Iberia y nieto de un capitán del ejército republicano.

    Estudió en el elitista Colegio del Pilar de Madrid, nido de la mayor saga de traidores a la idea de España.

    Catedrático de Química Orgánica en la Universidad Complutense de Madrid.

    Cuando llego a este capítulo de su currículo no deja de llamarme la atención la, para mí, extraña manera en que se ejerce una cátedra en España.

    Un individuo demuestra su brillantez ganando una oposición y se supone que va a entregar toda su sabiduría y a transmitírsela a las futuras generaciones.

    ¿Pero qué hace el individuo? En este caso Rubalcaba, se dedica a la política, y su catedra se la encomienda a unos profesores adjuntos. que no poseen la brillantez y sapiencia del catedrático. Es decir, se ha corrompido el sentido de la oposición, buscar el mejor para que imparta enseñanza. Se ha estafado a los estudiantes.

    El individuo se toma una excedencia, que en este caso concreto dura ¡32 años!

    Las características de una excedencia voluntaria son:

    Periodo mínimo de 5 años de servicios en la Administración inmediatamente anteriores a la fecha de inicio.

    Está sujeta a las necesidades del servicio.

    2 años mínimos de excedencia.

    Pérdida del destino definitivo desde el primer día

    Tiempo NO computable (trienios, sexenios).

    Sin retribución.

    No podrá declararse cuando al funcionario/a se le instruya expediente disciplinario.

    La reincorporación será previa solicitud del/la docente.

    La reincorporación se hará cuando exista una plaza vacante.

    Durante 32 años Rubalcaba dedicó toda su capacidad de manipular, tergiversar y mentir, que era mucha, al servicio del PSOE, al que las malas lenguas hispanas, que son muchas y muy afiladas, motejan como el partido de las tres mentiras: «Ni es socialista, ni es obrero, ni es español».

    El interfecto desempeñó numerosos caros en la estructura del partido y en el gobierno, como buen amoral, no inmoral sino amoral, le daba igual quien fuera el que mandara, podía ser Juana o su hermana, pero él siempre estaba allí para hacer todo tipo de trabajos, limpios, sucios o lo que fuera. Hombre fiel y servicial, pero siempre vitriólico y letal para sus ingenuos adversarios de la derecha.

    Entre sus propios compañeros de partido se acuñó un lema que lo define a la perfección: «Rubalcaba si te vuelves te la clava», otros aseveraban: «si, por accidente, se muerde la lengua, ¡se auto envenena». Pero ya sabemos que el españolito de a pie disfruta despellejando al prójimo.

    Su versatilidad era tal que fue diputado por Toledo, Madrid, Cantabria y Cádiz. El chico de los recados, en algunos casos, como el de Cádiz, tuvo que buscar en un mapa donde estaba la ciudad a la que iba a representar. Cuando se presentó por Cádiz ningún chirigotero le criticó por no haber nacido allí, como hizo uno, de cuyo nombre no quiero acordarme, con Macarena Olona.

    Felipe González, le nombró ministro de la Presidencia y de Relaciones con las Cortes y portavoz del Gobierno, cargos en los que se mantuvo hasta las elecciones generales de 1996.

    Durante estos tres años, Rubalcaba tuvo que usar su personalidad manipuladora para tratar de sostener la relación del gobierno con un congreso de los diputados que se les había escapado de las manos.

    Su portentosa verborrea y su capacidad innata para mentir las utilizó para tratar de frenar la avalancha de acusaciones contra el gobierno socialista por el caso GAL, los escándalos sobre los papeles del Cesid, el caso Filesa o la fuga de Roldán.

    Con su cinismo habitual negaba y rechazaba, sin parpadear, todas las acusaciones. Todo era un montaje publicitario de la extrema derecha, tan vengativa y resentida.

    No decía aquello de la conjura judeo-masónica porque sonaba a franquismo, pero lo hubiese dicho con la misma soltura.

    Fue ministro de Educación y Ciencia, y la montaña parió un ratón, la vilipendiada y denostada LOGSE, (Ley Orgánica General del Sistema de Educación). De cuyos perniciosos efectos hablaremos más adelante, citando el aterrador relato de un profesor de Lengua y Literatura española.

    La apoteosis final de su deslumbrante carrera política fue cuando le nombraron ministro del Interior, como premio a su impagable favor durante la jornada de reflexión.

    Y aquí el personaje alcanzó el culmen de su sordidez.

    Los casos De Juana Chaos, Troitiño y Faisán lo retrataron.

    De Juana Chaos fue el responsable del comando Madrid de ETA, la organización terrorista y tiene un historial alucinante.

    Fue condenado a más de 3 000 años de prisión por 25 asesinatos, de los que solo cumplió 18 años. Una de las extrañas peculiaridades del sistema de justicia español.

    Entre sus 25 asesinatos destaca por su barbarie el del atentado con coche bomba en la plaza de la República Dominicana de Madrid contra un convoy de la Guardia Civil, en el que murieron doce agentes de la Agrupación de Tráfico y 45 personas resultaron heridas. Fue el 14 de julio de 1986

    El asesino fue detenido en 1987, refugiado en un piso franco de Madrid.

    Estando en la cárcel y para celebrar un atentado de ETA con el resultado de un joven matrimonio asesinado, solicitó al director de la cárcel langostinos y champan para mostrar su alegría por el atentado, llegó a escribir: «sus lloros son nuestras sonrisas y terminaremos a carcajada limpia» Y con estos psicópatas fríos y narcisistas se encama hoy nuestro guaperas presidente del gobierno, Pedro I el Termita.

    En su afán de protagonismo el asesino protagonizó varias huelgas de hambre, hasta conseguir su propósito, que no era otro que aprovecharse del buenismo y del insano interés del gobierno socialista de turno, para garantizarse el apoyo del partido nacionalista vasco, el ministerio del interior dirigido entonces por Alfredo Pérez Rubalcaba, aduciendo «razones legales y humanitarias», le concedió la prisión atenuada y su reclusión en su domicilio particular.

    Y yo me preguntó: «¿Sus víctimas también van a ser trasladadas a sus domicilios particulares por razones humanitarias?».

    En 2008, como era de esperar, el asesino desapareció. Se esfumó, se vaporizó, hasta que en 2015 fue encontrado en Venezuela. ¡Donde sino iba a ser!, el refugio y fuente de financiación de los pseudo comunistas de Podemos.

    Pero si este caso ya resultó un escándalo descomunal, aunque pasajero, como todo lo que pasa en este país nuestro de memoria frágil y tragaderas amplísimas, el siguiente capítulo protagonizado por nuestro insigne protagonista el respetable y admirado Rubalcaba, hizo correr ríos de tinta.

    Este fue el caso del chivatazo en el bar Faisán de Irún, este bar era el equivalente etarra al ministerio de Hacienda español, donde se recogía el impuesto revolucionario, es decir el chantaje al que la organización terrorista sometía a la sociedad vasca para autofinanciar su lucha armada. El argumento esgrimido por la banda terrorista era muy simple: «¡O pagas o mueres!». Parece un título de una película de James Bond, pero era la cruda realidad.

    El entonces juez Grande Marlaska, antes de declararse gay y traidor, había organizado una redada en dicho bar en el preciso momento en que un representante de ETA y otro del PNV, el correo de los pagos, se iban a entrevistar y el dinero cambiaría de manos.

    Pero escasos minutos antes de que comenzara la operación, las cámaras de vigilancia captaron las imágenes de alguien entregando un teléfono móvil al dueño del bar y a este atendiendo una llamada entrante que le alertaba del inicio de la operación.

    Los pájaros volaron y la pasma se quedó compuesta y sin novio.

    Y aunque en política las casualidades no existen, resultó que el gobierno socialista estaba negociando un alto el fuego con la banda terrorista, y no se podía chafar el premio Nobel por la paz que el presidente Zapatero quería recibir por su labor de pacificación.

    ¿Y sobre quién creen ustedes que recayeron las sospechas sobre tamaña traición? Ya se lo imaginan sobre el Maquiavelo que estaba en todas las salsas, dulces, picantes, amargas y turbias.

    Pero volvamos a la obra maestra pensada para el desmantelamiento de la educación en España, la denostada LOGSE.

    Pero como soy lego en la materia dejemos que hable un profesor de lengua y literatura española.

    «Mi experiencia como profesor de instituto me lleva a hacer un balance francamente negativo sobre la enseñanza actual. Creo que todo lo que ha producido la LOGSE, juzgado desde un punto de vista de izquierdas, ha sido regresivo y pernicioso, y que la enseñanza secundaria, al menos la pública, se halla en una situación de colapso».

    «Nunca se ha hablado tanto de la calidad de la enseñanza, y pocas veces la enseñanza ha tenido un nivel más bajo. Nunca se ha hablado tanto de la transmisión de valores morales en las aulas, y nunca las actitudes y los comportamientos habían llegado a tal extremo de degradación y de envilecimiento». «Los políticos no ven la realidad».

    «Uno de los contenciosos entre el PP y el PSOE fue el problema de los llamados «itinerarios», que el gobierno anterior pretendía imponer y que el actual ha suprimido. Se trataba de hacer grupos especiales en cada curso con los alumnos menos aprovechados y darles una enseñanza más encaminada hacia salidas profesionales. Los medios progresistas protestaron contra la discriminación que suponía esta medida».

    Los progres y esa malsana tendencia que tienen de querer igualarnos a todos (pero siempre por abajo). Si Dios, la naturaleza o los genes, o quien quiera que sea que reparte cualidades, deseara que todos fuéramos iguales nos haría guales. No es lo mismo tener los mismos derechos que ser iguales, pero los lerdos e iletrados progresistas no lo entienden, y además nos quieren igualar, pero por abajo, es decir todos ignorantes, lerdos, vagos, anodinos y semianalfabetos.

    Seguía el profesor de lengua diciendo:

    «La antigua enseñanza, hasta los catorce años, se impartía en los centros de básica; los alumnos que superaban la básica podían seguir el bachillerato, y los que no, podían entrar en las escuelas de formación profesional. Ahora todos abandonan las escuelas dos años antes y entran en los centros de enseñanza media a los doce, para estudiar los cuatro cursos de la ESO».

    «Según el diseño original, al finalizar el primero de la ESO, todos los alumnos pasan automáticamente a segundo. Si en segundo no alcanzan el nivel adecuado, pueden repetir curso, pero sólo una vez. Finalizada esta repetición, sea cual haya sido su rendimiento, pasan a tercero, curso desde el que se accede también automáticamente a cuarto, el cual, al igual que segundo, sí que es repetible».

    «Una vez acabada la ESO, los alumnos que aprueben, por así decirlo, y obtengan el título, podrán estudiar bachillerato o formación profesional, de acuerdo con su propia elección. Los que no lo obtengan, finalizarán aquí su vida académica».

    «Este sistema plantea algunos problemas gravísimos. La enseñanza no sólo ha de ofrecer a los alumnos un conjunto de saberes y hábitos intelectuales, sino que tiene también que crear los incentivos para que los estudiantes se interesen por los contenidos que se les proponen y se animen a realizar el esfuerzo necesario para asimilarlos. La LOGSE obliga a todos los ciudadanos de doce a dieciséis años a ingresar en las aulas, pero les priva de todo acicate y estímulo. Si el alumno de primero se desinteresa de los estudios y no se esfuerza en absoluto, no importa, pasará de todas maneras a segundo. Si en segundo hace lo mismo, tampoco importa: basta que vuelva a cursar segundo, y durante ese tiempo sí que ya es irrelevante lo que haga, pues el paso a tercero está garantizado. Recuerdo un grupo de segundo que impartí hace un par de años en el que predominaban los repetidores».

    «Naturalmente, la mayoría no sólo no hacía absolutamente nada, sino que muchos faltaban con frecuencia a clase y algunos ni se presentaban a los exámenes. Lo grave es que, dadas las premisas demenciales del sistema, yo acababa por comprenderlos y estar de acuerdo con ellos. ¿Por qué presentarse a un examen, si de todas maneras se va a pasar de curso?».

    «Si trabajan y se esfuerzan, bien. Si no lo hacen, también. Si su comportamiento es respetuoso y civilizado, estupendo. Si son violentos, maleducados e irrespetuosos, qué se le va a hacer. Nada en su trabajo y en su comportamiento ofrecerá, propiamente, resultados. Hagan lo que hagan, no pueden ser expulsados, porque esta enseñanza es obligatoria y no son ellos ni sus padres los que han decidido su presencia en las aulas, sino la administración, representada, visiblemente, por los profesores. Es decir,

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