DAVID GISTAU
(Madrid, 1970) ha dedicado su último libro, (Círculo de Tiza, 2019), a una sensación de pérdida que penetra entre los nervios de cada uno de los cuentos de esta colección. Hasta las fiestas huelen a una despedida que nunca termina del todo. La vida, también la política, parece ser para Gistau como un animal que corre al galope entre grandes ausencias y transiciones, y dejándose entre las ramas unos jirones de piel que nunca olvida. Aquí solo se paran los muertos, los espectadores y los estetas. Gistau perdió a su padre a los 15 años, pero no lo menciona directamente en nuestro encuentro en el Café Comercial, uno de los templos donde Umbral escribía sus columnas. No insistimos. Fue, abonando su vocación posterior, y un impulsor fundamental de su hambre de literatura. Su ausencia, como escribe nuestro entrevistado sobre el principal protagonista de su libro, no le permitió crecer intacto, sin heridas. A su modo, también lo quiso reportero.
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