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Ana en la Panza
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Ana en la Panza
Libro electrónico36 páginas25 minutos

Ana en la Panza

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Información de este libro electrónico

Ana es la mejor amiga de María. Ella es mayor y vive en su panza. En ningún caso debe María contarle a nadie sobre esto, si no Ana se irá para siempre. Un día se  muda Josefa a la casa de enfrente y pronto se vuelve amiga de María. Pero ¿Qué será ahora de su amistad con Ana?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento1 mar 2020
ISBN9781507139790
Ana en la Panza

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    Ana en la Panza - Eva Markert

    Una niña extraña

    Muchas veces María hacía cosas raras.

    En la plaza corría todo el tiempo entre el tobogán y la hamaca, de aquí para allá; se tiraba y se hamacaba sucesivamente.

    —¿No puedes elegir qué es lo que prefieres hacer? —le preguntaba riendo la mamá.

    —¡Claro que puedo! —respondía María y salía corriendo otra vez. La mamá la miraba sacudiendo la cabeza.

    —¡Eh, María! —la llamaba Sara—. ¿Quieres jugar al sube y baja?Sara era una compañera de escuela.

    María se quedaba parada como escuchando dentro suyo.

    —No, no quiere ir al sube y baja —decía.

    —¿Quién no quiere ir al sube y baja? —quería saber Sara confundida.

    Pero María ya estaba volviendo al tobogán.

    A veces hablaba sola.

    Un día dijo fuerte y claro en medio del silencio de la clase de matemática:

    —Oh, sí. Esa es una buena idea.

    Todos la miraron sorprendidos.

    —¿Qué es una buena idea? —preguntó la señorita Claudia.

    María se asustó y se puso colorada.

    —Yo... ehm... yo... —titubeó.

    La señorita Claudia sonrió.

    —Seguramente piensas que es una buena idea aprender a sumar, ¿verdad?

    María asintió aliviada.

    Algunos de la clase empezaron a murmurar.

    —¿En serio piensas eso? —cuchicheó Sara.

    María hizo una mueca y se inclinó de nuevo sobre su cuaderno.

    Y lo más raro era que por las noches, María se iba contenta a la cama. Su hermano Esteban, que le llevaba dos años, rogaba siempre que lo dejaran quedarse levantado un ratito más. En cambio María nunca.

    Tenía una buena razón para ello. Y también

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