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Edades de la felicidad
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Libro electrónico294 páginas4 horas

Edades de la felicidad

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El contenido del libro son remembranzas de la vida del autor, que constituyen reflexiones de los momentos felices intercalados en ella y que utiliza, justamente, para identificar las razones que los motivaron y sustentar con esos conocimientos prácticos, lo que realmente brinda felicidad, conocimientos que el autor desea hacer llegar a sus lectores y hacerlos reflexionar, para que al igual que le ocurrió a él mismo, lleguen a identificar y encontrar la felicidad tan ansiada, sin menoscabo de la propia experiencia de cada uno de ellos que enriquecerá aún más, las fuentes de su felicidad.

IdiomaEspañol
Editorialibukku
Fecha de lanzamiento8 feb 2016
ISBN9781944278281
Edades de la felicidad

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    Edades de la felicidad - Gonzalo Moreno Rojas

    LEGALES

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    Ibukku es una editorial de autopublicación. El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora.

    Derechos Reservados: © Gonzalo Moreno Rojas

    Publicado por Ibukku 2016

    Diseño de portada y maquetación: Índigo estudio gráfico

    ISBN Paperback: 978-1-944278-27-4

    PRÓLOGO

    Me he atrevido a especular sobre el concepto de lo que es la felicidad, porque de un tiempo a esta parte siento una profunda preocupación por la felicidad propia y ajena y este desasosiego se me presenta en cualquier momento, cuando voy por la calle, cuando miro a un niño, un adolecente, un adulto, un anciano, cada persona tiene un rostro y cada uno expresa algo, tal vez de preocupación, de serenidad, de tristeza, de felicidad, unos mucho y otros poco y pienso, con cierto pesar, que todo el mundo debería ser feliz. Me siento más preocupado aun porque tengo en mente que la felicidad es el objetivo común de la gente, pero se manifiesta en diferentes maneras, magnitudes y formas, por lo tanto no se la puede medir o encontrarle una definición que se adecúe a todos.

    La felicidad ha sido siempre un tema tan controvertido a través de los tiempos sin haberse llegado en la actualidad a una conclusión consensuada, esa cosa tan ansiada que todo el mundo busca afanosamente y que a veces sin percatarse la deja pasar de lado; existen miles de dichos al respecto pero muchas veces nos resultan vanos, sin embargo pienso que cada uno tiene su propio concepto de lo que ella representa y la única manera de describirla, es a través de los sentimientos propios, de esas sensaciones que hemos experimentado en carne viva y que nos ha marcado para siempre o sensaciones efímeras que nos han rozado sin anclar sus raíces en nuestro espíritu, en cada momento de nuestra vida, por ello quiero expresar humildemente mi propia percepción de lo que es la felicidad para que ustedes, mis queridos lectores, hagan lo propio y hagan la comparación con lo que planteo en adelante.

    Al respecto, yo me pregunto ¿acaso será de interés para los lectores aspectos de mi vida, de mi historia y de los momentos felices intercalados en ella? Pero por otro lado ¿cómo voy a hablar de la felicidad si no es a través de mis vivencias? Si alguien habla de felicidad y no habla de sí mismo, simplemente está mintiendo.

    No es mi intención tratar el tema de la felicidad a partir de conceptos y definiciones de otros, y que presumo deben existir millones ni quiero establecer nuevos conceptos al respecto, de lo contrario sería un teórico limitando su real magnitud, así mismo, no deseo plantear alguna hipótesis sobre lo que es la felicidad pues esto requeriría la correspondiente comprobación empírica, perdiéndome en tediosas divagaciones. Lo que deseo es que usted adquiera un método para percibir la felicidad, tal como yo lo he hecho.

    Las expresiones que a menudo empleo son útiles para comprender la magnitud de las alternativas planteadas en la exposición y enfatizar alguna recomendación, mis conclusiones derivan necesariamente de mis vivencias, por lo tanto ésta es una obra incompleta limitada en la medida de lo que he vivido, lo que no he vivido, lo que no he palpado, lo que no recuerdo y por ende, de lo que no he podido acopiar para mi propia felicidad.

    Lo que se pretende en esta obra es sumergirnos en la propia experiencia y, si se quiere, tratar de expresar con palabras lo sentido, lo agradable, lo placentero, identificar esa sensación a la que llamamos felicidad para que, de alguna forma, tratemos de tenerla y mantenerla tanto como sea posible.

    INTRODUCCIÓN

    Muchos pensadores, filósofos y gente común han tratado de definir lo que es la felicidad pero en la presente obra que trata de la felicidad, personalmente trataré de no hacerlo, sin embargo necesariamente tendré que dar una opinión al respecto o hacer referencia de lo que otros ya han estudiado o planteado, únicamente para ver las concurrencias con lo que yo pienso en base a lo que he experimentado al respecto.

    Al respecto me parece interesante la Pirámide de Maslow porque justamente engloba una serie de elementos o necesidades por prioridades, en el siguiente orden: Fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorealización, que al realizarse durante nuestra vida nos procura una serie de satisfacciones que forman parte de la felicidad. Esto no quiere decir que el experimentar o satisfacer algunos o todos estos elementos nos generará automática y necesariamente la felicidad, sino que estaremos en una situación ventajosa para ello.

    En esta obra, como ya se indicó, no se quiere establecer un concepto ni definir lo que es la felicidad sino tratar de traducir experiencias felices en palabras, y a partir de ellas tener una apreciación de lo que a mí, personalmente, me ha significado la felicidad, por el mero hecho de haberla sentido, así mismo, me he permitido, en base a este procedimiento del análisis de la experimentación y a algunos condicionamientos lógicos, hacer algunas recomendaciones, no para garantizarle a usted el hallar la felicidad sino para poder estar en una situación privilegiada para alcanzarla.

    La felicidad no tiene un concepto, una definición, porque cada uno la aprecia de una manera propia a pesar de que por las semejanzas se podría generalizar, sin embargo de realizar esta acción se corre el riesgo de desvirtuarla, de no apreciarla en toda su dimensión, de haber perdido la oportunidad de conocerla muy cerca o muy remotamente.

    No soy un filósofo, literato ni mucho menos, en mi simple condición de ser humano trato únicamente de decirles, queridos lectores, de alguna manera, lo qué ha sido para mí la felicidad y lo que no, para que hallen coincidencias tal vez, para que incidan en ello aún más, para que contrasten con su propia experiencia y tengan la oportunidad de expresar lo que para ustedes constituye la felicidad. Una vez conocido esto, podrán aplicarlo a procurarse la felicidad en adelante y a procurar felicidad a los suyos, a sus hijos, a su consorte, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, en fin, a todos los que les rodean. Alternativamente me dirigiré cortésmente de manera neutral, de usted y como un acercamiento de confianza, de .

    En la presente obra no he pretendido agotar el tema sino que, como ya lo he planteado, la felicidad está acuñada en cada momento de nuestra vida, por lo tanto he tratado de rescatar los momentos gratos acontecidos durante cada una de mis etapas de desarrollo en la vida, desde que tengo uso de razón hasta la actualidad en que me hallo escribiendo estas páginas, las cuales he dividido en primera infancia, segunda infancia, adolescencia, juventud, adultez y senectud, dando a entender que no hay un momento, tiempo o edad específica en que se logre la felicidad, ella, como una hermana siamés, simplemente transcurre a nuestro lado desde que nacemos hasta que morimos, con diversas intensidades y matices, el problema es que a veces no nos damos cuenta; así mismo, he incluido algunos temas que considero indispensables y muy importantes tenerlos en cuenta por la relación directa y la magnitud en que afectan o influyen en la felicidad de una persona, donde también, desde mi punto de vista, me permito hacer, invariablemente al término de cada relato, algunas recomendaciones emergentes al respecto apuntando a que sean, tal vez, utilizados por ustedes de la mejor manera para procurarse siempre, la felicidad.

    LA VIDA

    Pocas veces alguien se pregunta ¿De qué trata la vida? Pienso que la vida es un ciclo breve que se inicia cuando naces y termina cuando mueres y tu misión en ésta, es desarrollarte lo mejor que puedas mientras esperas el final. Así de simple. ¿Y en qué consiste desarrollarte? Pues, en crecer físicamente saludable, aprender y culturizarte al máximo, engrandecer tu espíritu, amar y dejar un legado; tres requisitos principales para gozar de la vida, ser feliz y dejar huella.

    Cuando somos conscientes de lo que pasa, que estamos aquí en la tierra ajenos a nuestra voluntad, que tendremos que recorrer el camino que inexorablemente nos guiará a la muerte, hagamos lo que hagamos, nuestras cavilaciones nos deprimirían a tal grado que producirían en nosotros angustia, la angustia del existir, sin embargo, el tener una religión constituye un bálsamo para ello, porque nos da una esperanza inmortal, superior y sublime que nos permite vivir con cierta tranquilidad en espera de aquella segunda etapa. Entonces, ¿por qué debemos recorrer ese largo camino?, ¿cuál es la razón de la vida?, ¿qué sentido tiene?

    Pienso que Dios espera algo maravilloso de nosotros, que nos han traído al mundo, entre millones de opciones, por alguna razón, y que debemos vivir para cumplir justamente con ese designio, no sabemos cuál es pero debemos buscarlo a lo largo de nuestra vida. Yo aún lo busco y eso me mantiene interesado, animado, optimista, creo que eso me mantiene vivo y con ese empeño, despierto, camino, busco una señal y no la encuentro, pero continúo y mientras tanto, trato de actuar bien y saborear cada paso.

    Al parecer, la sociedad nos ha inculcado que debemos postergar vivir la vida en pos de un futuro y así lo hacemos, pero en el camino corremos el riesgo de perder lo más valioso que es disfrutar la vida misma, la felicidad. Aun trato de hallar la fórmula que nos permita desarrollarnos como personas sin sacrificar en demasía nuestra felicidad, sin renunciar a vivir el presente justificándolo con un futuro que tal vez no llegará. Ya lo dijo alguien, tenemos todo el tiempo para estar muertos pero el tiempo para vivir es muy corto.

    Si consideramos que diariamente se destinan 12 horas para el trabajo (incluyendo el tiempo de transporte y refrigerio), 3 horas para ducharse, alimentarse y hacer tareas, y 8 horas para dormir, solo nos queda 1 hora para hacer lo que nos gusta, para vivir; la opción entonces, sería que disfrutemos de las otras labores, entonces, adicionemos parte del tiempo destinado al trabajo, a vivir, lo que implica que nunca debes hacer un trabajo que no te gusta o no trabajes para un empleador, trabaja para ti, sé el dueño de tu propio negocio, al que has elegido porque te gusta. No tomes una simple ducha, haz de tu aseo una ceremonia, sumérgete en una tina tibia de aromas y esencias, con música relajante de tu preferencia y si es acompañado, mejor. Que tu alimentación no sea simplemente ingerir el sustento del día sino un deleite en armonía con el entorno y con los suyos; en fin, se creativo, haz las cosas espléndidas. Cuando yo viajaba, aprovechaba el tiempo y siempre llevaba un libro y leía (aunque afecta a la vista), o simplemente meditaba profundamente, de tal manera que, mientras la gente viajaba adusta, apretada en un bus, con un paisaje gris y lúgubre que se mostraba a través de las ventanas, yo viajaba a lugares remotos, maravillosos, era partícipe de aventuras, conocía nuevas culturas y nuevos niveles de pensamiento o simplemente aprendía algo.

    La vida es muy corta, pero a veces no lo percibimos así y a la vuelta de la esquina nos damos cuenta que ya pasó la mitad de ella y que lo que falta se nos escapa de las manos, junto a nuestros sueños o lo que es peor, sin ni siquiera haberlos esbozado. Pienso que la clave es justamente vivir de la mejor manera posible en el poco tiempo disponible y la mejor manera de vivir la vida, es siendo feliz en comunión con lo que es bueno, por añadidura, de allí saldrá todo lo demás.

    Cuando estamos en el camino de la vida, nuestra consciencia se distrae y tal vez dejamos pasar lo más importante de nuestra felicidad, las personas que nos rodean, el ambiente que nos rodea, los infinitos matices de la vida sin degustarlos como se debiera. Como la digestión de un rumiante que le saca el jugo a la comida, una y otra vez, tratando de no desperdiciar nada de ella, de aprovecharla en toda su dimensión, así deberíamos vivir la vida…

    Sin embargo, adelantándome a los temas que se tocan en adelante, pienso que el cimiento de la felicidad en este mundo globalizado, lo constituye la educación integral, es decir, la educación como interacción social que se imparte en la familia, en la escuela y en la sociedad, la cual es una guía, pues con ella se inculca la moralidad, la humanidad, la cultura, la técnica y se proyecta la visión de ser una buena persona, dirigido todo a un fin superior. El conocimiento brinda libertad y la libertad da felicidad; si se cristalizara el cimiento de la educación integral, entonces serían pocos los casos de maldad e infelicidad por cuestiones individuales o de genética, aún en estudio u otros casos aislados por otras razones.

    Pero vemos que la educación en el mundo es tratada como un bien negociable no asequible a todos, de acuerdo a la disponibilidad de dinero de cada persona o es trastocada, y después nos preguntamos porque el mundo está como está.

    Pienso que la educación, como un derecho humano, debe impartirse a todos sin restricciones, permanentemente, de tal manera que en un momento dado, solo se impartirá y recibirá una educación nivelada, es decir, solo habrán padres educados que impartan a sus hijos la primera fase de la educación que les compete con calidad, luego la complementarán con la que brinda la escuela con calidad y paralelamente con la que da la sociedad con calidad, que también estará educada y orientada en valores hacia un fin superior.

    Se concluye que es deber de los gobiernos establecer la educación universal, sin restricciones a todos y cada uno de los habitantes de su país en cumplimiento de ese derecho humano. Pero mientras esto no suceda, recomiendo que usted se ilustre, capte información de su entorno y del mundo, procésela, utilícela y genere más información útil, luego instruya en conocimientos y valores, transmítalo a los demás en la medida de lo posible, principalmente a sus hijos y si se siente corto, use todos los medios suplementarios posibles que tenga a mano para ello.

    El conocimiento es el vehículo que te llevará por los caminos de la vida, una vida interesante, fructífera y feliz.

    EDAD

    A veces se trata de relacionar la felicidad de acuerdo a la edad y existen ciertos estereotipos al respecto y lemas que orientan hacia una edad determinada tales como: juventud, divino tesoro.

    Haciendo un análisis superficial podemos establecer que cada período de edad tiene ciertas particularidades que afectan la felicidad, pero es factible ser feliz sin importar la edad que se tenga, lo cual depende principalmente de la actitud de cada persona y esto a su vez tiene relación con la educación que se le haya impartido o haya asimilado.

    En la niñez no se tienen responsabilidades, la esencia es el juego, la risa, la diversión, por lo tanto se carece de ese mal moderno llamado estrés y la percepción objetiva general de esta edad es la alegría permanente.

    La adolescencia, a partir de los 12 años aproximadamente, es donde confluyen una serie de cambios biológicos, psicológicos, sexuales y sociales que generan la aparición de las necesidades de afiliación, reconocimiento y realización, así como, la responsabilidad que acompaña cada caso, no se es todavía un adulto pero ya no se es tampoco un niño, esto junto al desconocimiento general de todo ello por parte de la persona, conduce a un estado de confusión y angustia, y la percepción objetiva general de este período es la turbación.

    La juventud, a partir de los 20 años aproximadamente, se caracteriza porque sus facultades biológicas alcanzan el más alto nivel y viene acompañada por una urgencia de satisfacer las necesidades antes mencionadas de afiliación, reconocimiento y realización que aparecieron en la adolescencia, pero teniendo la conciencia de que ya no se es un niño, con ello, se es consciente de las responsabilidades en cada aspecto acompañado por la presión social correspondiente, lo cual genera un gran estrés juvenil sobrellevado por un alto nivel de esperanza propio de esta edad; la percepción objetiva general de esta edad es la de un problema permanente de adaptación.

    La adultez, a partir de los 30 años aproximadamente se caracteriza por la necesidad de consolidar las necesidades de afiliación, reconocimiento y realización, así como, alcanzar las aspiraciones en el aspecto económico, sentimental y social, esto es, un buen trabajo, el matrimonio, los ascensos, etc., apremiado por la competencia del entorno lo cual produce un elevado estado de estrés acompañado de un moderado nivel de esperanza y la percepción objetiva general de esta etapa es la estabilización.

    La senectud, a partir de los 60 años aproximadamente se caracteriza por el decaimiento de todo, por el declive de nuestras funciones biológicas, psicológicas y sociales, es supuestamente un período en que disminuyen las necesidades y las que quedan ya no son apremiantes, ya no hay estrés ni pasión, hay depresión y se presenta un escaso nivel de esperanza, así mismo, el entorno se manifiesta como una soledad creciente; la percepción objetiva general de este último período de vida es la exclusión.

    Lo que se puede percibir es que los niños ríen y lloran, los adolescentes tienen altibajos, los jóvenes pugnan, los adultos soportan y los ancianos se resignan. ¿Entonces, dónde está la felicidad?

    Algunos predican que la felicidad es vivir el presente, que no importa el pasado ni el futuro; no opino así. Hay un dicho que reza: Recordar es volver a vivir. Nuestro pasado constituye los cimientos de nuestra vida y por tanto de nuestra felicidad, sin importar si los eventos pasados fueron felices o no, constituyen la experiencia que ha forjado nuestro sentido común que será aplicado permanentemente, justamente a lograr ser felices; de acuerdo a lo rica que haya sido nuestra vida pasada, nuestras vivencias, nuestras experiencias, será también nuestro sentido común; con ello tomaremos las acciones más adecuadas para evitar lo malo y rescatar y empoderar lo bueno.

    A veces cuando estamos arrostrando alguna dificultad, recordamos los buenos tiempos del pasado lo que constituye un bálsamo para nuestras tristezas, nos conforta, nos inspira a superar los problemas y a encarar el presente con mejor disposición o simplemente, constituye, así mismo, una guía para enrumbar mejor nuestro presente; el evocar el pasado nos da la oportunidad para volver a vivir otra vez lo bueno que nos ocurrió, para degustar momentos de felicidad vividos, lo cual nos brinda nuevamente felicidad.

    Por otro lado, no hay metros patrones para medir la infelicidad o la angustia de las personas y algunos optan por el vicio o el suicidio como una salida extrema a sus pesares, como la última puerta de escape a todo lo que les produce depresión y angustia, a pesar de ser una actitud equivocada para evadir a la infelicidad. Justamente la tasa de suicidios es baja en la juventud, es la más elevada en la adultez y permanece alta en adelante, a pesar de que tiene una ligera disminución, en la vejez. Tal vez por ello deriva el dicho juventud divino tesoro, porque en esa etapa las facultades biológicas llegan a su máximo esplendor, por lo general se está soltero y no se tienen las presiones del trabajo ni del matrimonio, sin embargo las relaciones sociales son intensas, nunca faltan las fiestas y la diversión, el entorno está cargado de pasión y el amor va y viene, los grandes ideales y el deseo de superación están presentes, todo ello, complementado con el sentimiento de la esperanza que se experimenta al tener un presentimiento o una fe profunda de que las cosas irán mejor, presenta a la juventud como una etapa atractiva, que todo lo puede, además la percepción de que se tiene disponible todo el tiempo del mundo para ello y que se traduce en el dicho: tienes toda la vida por delante.

    De todo esto puedo llegar a una conclusión muy mía, la felicidad no depende exclusivamente de la edad sino del proceder de cada persona ante las vicisitudes de la vida y estas se dan como una especie de presión social que genera estrés y a mayor estrés disminuye la felicidad a niveles críticos constituyendo para algunos la puerta de escape al decaimiento, el morir. Por ello la tasa mayor de suicidios ocurre en la etapa adulta y en la senectud, en las que la esperanza decae y cuando existe, por lo general, mayor estrés y depresión que en las otras edades.

    Justamente, las estadísticas indican que los países más desarrollados y por ende, los que tienen mayor calidad de vida y que ocupan los primeros puestos como los más felices, tienen la tasa más elevada de suicidios, es más, algunos sostienen que la tasa de suicidios es mayor entre las clases media y alta por lo que se dice que la pobreza protege; esto se debería justamente porque la presión por mantener tan elevada la economía, la calidad de vida y la prosperidad en un ambiente de insana competencia genera altos niveles de estrés en las personas, enfermándolas, deshumanizándolas y arrebatándoles la felicidad, lo que indica que la calidad de vida, medida mayormente en términos económicos o materiales, no necesariamente da la felicidad.

    Un adulto o un anciano en un país desarrollado, con una alta calidad de vida, por lo general posee casa, auto, sus pocos hijos están en buenas universidades o ya son profesionales además se han independizado de sus padres; tiene un buen sueldo o ya se está jubilado gozando de una buena pensión, pero algo le falta: la ilusión o un motivo mayor para seguir bregando, su visión es de caída hacia la inutilidad; en cambio en un país en desarrollo, con poca calidad de vida, por lo general a esa edad, no se tiene casa, ni auto, tampoco empleo y si lo tiene, es con un bajo sueldo; es muy difícil que sus hijos, que son muchos, estudien en una buena universidad por la imposibilidad de pagarla, por eso son pocos los hijos que son profesionales y algunos incluso viven aun en la casa de sus padres; tampoco tiene buenos ingresos y si está jubilado no le alcanza la pensión para vivir, por lo tanto tiene que seguir trabajando, por eso aun no ha perdido la ilusión y tiene motivos para seguir bregando como si estuviera en la etapa de la juventud, aun

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