EL CONFLICTO CON LAS HADAS

Por Gayle Ramage

Sinopsis:
Michael acaba de mudarse a Edimburgo (Escocia) para empezar de cero con sus tres hijos. Mientras ellos salen a explorar la ciudad, él se queda descansando con una copa de vino. Hasta que unos golpes en la puerta principal le conducen hacia una revelación estrafalaria, fruto de la visita de una mujer pelirroja. Ambos encontrarán en el ático unos invitados inesperados.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 29 jul 2017
• ISBN: 9781633392052

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EL CONFLICTO CON LAS HADAS

Edinburgh Elementals Núm. 1

Gayle Ramage

www.gayleramage.co.uk

Traducción de Lourdes Osorio González

Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos o son producto de la imaginación de la autora o son usados de manera ficticia y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

EL CONFLICTO CON LAS HADAS

Michael se detuvo al pie de las escaleras y, con una mano, agarró la barandilla de caoba mientras alzaba la vista. Después de haber subido varias cajas a su nuevo dormitorio era momento de relajarse. Pero había oído algo, como un ligero murmullo de voces cercanas. Se quedó quieto esperando escuchar el sonido otra vez, pero todo estaba en silencio. Según el agente inmobiliario la casa era antigua, de la época georgiana. Quizá solo fuera el crujir natural de los edificios con el paso de los años. Apartó ese pensamiento de su mente y se dirigió hacia la cocina, donde se sirvió algo de beber. Sólo quedaba una última caja en la mesa de la cocina por desembalar, pero Michael podía dejarlo para la mañana siguiente. Lo que necesitaba era relajarse ahora que tenía la casa para él.

Nada más sentarse en el sofá de cuero negro escuchó unos golpes fuertes en la puerta principal. Exhalando un profundo suspiro, dejó su bebida en la mesa y fue a ver quién era. Abrió la puerta y le recibió un gorro de lana blanco y negro; un pompón grande y blanco a escasos centímetros de su cara. Su portadora estaba mirando dentro de una mochila multicolor.

—Hola, Elsa. Perdona que llegue