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Historias para un diario mágico
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Libro electrónico79 páginas59 minutos

Historias para un diario mágico

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Información de este libro electrónico

El niño que recorrió maravillado el campo, donde tuvo abuelos amorosos, conversó animadamente con los animales y criaturas misteriosas como los gnomos y hasta con una bruja mala, continúa viviendo en las páginas de la memoria. Por tales razones, este libro no comienza por el consabido "Había una vez…", sino con la ronda de los prodigios: Este diario mágico es un amuleto contra la mala memoria: no se contenta con los pocos restos de una ilusión o con fragmentos de sueños; abre sus páginas a las historias que se escriben con la fe dichosa de los niños y con toda la magia poética de la fantasía.
IdiomaEspañol
EditorialRUTH
Fecha de lanzamiento12 jun 2024
ISBN9789592761728
Historias para un diario mágico

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    Historias para un diario mágico - Carlos Santos Montero

    Imagen de portada

    Historias para un diario mágico

    Carlos Santos Montero

    Isla de la Juventud, 2022

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

    Primera edición: Casa Editorial Abril, 2008.

    Edición: Eduardo Sánchez Montejo

    Diagramación y diseño de cubierta: Reynaldo Duret Sotomayor

    Ilustraciones: Gilberto G. Cabrera Gutiérrez

    Corrección: Yojamna A. Sánchez Ponce de León

    © Carlos Santos Montero

    © Sobre la presente edición,

       Ediciones El Abra, 2022

    ISBN 9789592761728

    Ediciones El Abra

    Calle 37 s/n, e/ 36 y 38, Nueva Gerona

    Isla de la Juventud, Cuba

    CP 25100

    QR_RUTH

    ACERCA DEL AUTOR

    autor

    Carlos Santos Montero (Quemado de Güines, Villa Clara, 1966). Novelista y escritor de literatura infanto-juvenil. Miembro de la Uneac. Egresado del Centro Onelio Jorge Cardoso. De su pluma han salido libros tales como Un duende para patricia, Cuentos escapados de la lluvia, La jaula de la noche, Los dueños de la sombra, entre otros. Su obra ha sido reconocida en concursos nacionales e internacionales en varios géneros. Sus textos han sido publicados en Cuba, España, Uruguay, Finlandia, México, Argentina y Estados Unidos.

    Índice de contenido

    Acerca del autor

    Capítulo I

    Capítulo II

    Capítulo III

    Capítulo IV

    Capítulo V

    Capítulo VI

    Capítulo VII

    Capítulo VIII

    Capítulo IX

    A mi familia por preservar la ciudad de los gnomos

    A mi hija por cuidar del diario mágico

    Capítulo I

    La mañana que comencé a escribir en el diario mágico desperté con el olor a café inundando el cuarto. En el cielo no había una nube tiznada y la lluvia, que parecía haberse cansado de mojar sin dormir su siesta tras las lomas, se había marchado hacia las playas. El sol se colaba por la ventana iluminando la mitad de la cama con su luz. Me estiré aunque dicen que es mala costumbre, y bostecé. ¡Qué bueno poder dormir hasta el mediodía! Una pareja de sinsontes cantaba cerca de la ventana y pensé en el tirapiedras.

    La puerta del cuarto se abrió y la sonrisa de mi abuela chocó conmigo. Abuela tiene el pelo blanco, largo, y siempre lo recoge en un moño, solo deja sueltos los que están sobre la frente, para que le tapen esos ojos que a veces son azules, grises, o del color de la miel que es cuando está muy molesta. A mí me gustan más si los veo azules porque en su ojo derecho brilla un lunar de alegría que no puede esconder y la hace muy linda.

    —¡Y abuelo!

    —Imagínate, ese se levanta a ordeñar con el cantío de los gallos. Ya debe estar por aparecer. Te hice unas cremitas de leche que están como para raspar el caldero.

    La abracé como si fuera a desaparecer y yo tuviera que evitarlo. Olía a ajíes, ajo, manteca de puerco, a sudor de la cocina, desodorante y detergente.

    —Me voy a levantar, abuela. Quiero comerme esas cremitas y dar unas vueltas por los alrededores a ver si cazo unos tomeguines.

    Encontré unos caracoles y los eché a pelear hasta que el amarillo perdió la cabeza y se hizo fácil destrozarlo. Luego busqué algún nido en los guayabos, en la mata de aguacates, en la de caimitos, pero no había rastro alguno y me sentí decepcionado, parecía que los pájaros no quisieran anidar allí.

    A la hora del almuerzo tenía el short y los tenis sucios y llenos de guisazos. Me prometí hacer algunos cambios para que el patio recobrara la limpieza y después de almorzar busqué los fósforos y la navaja oxidada que encontré en el baúl de los abuelos.

    —Abuela, voy a jugar, ¿me oíste? —la vi decir que sí antes de seguir dormida en el sillón de la sala.

    Primero partí los gajos secos de guayaba, amontoné un bulto de bejucos, hierbas, pedazos de periódicos, papeles viejos… de la cocina cogí una lata con un poco de petróleo y lo regué como me enseñaron en el campamento de exploradores a dar contracandela; luego encendí la fogata. Hubo mucho humo. Me puse a abanicar con un trozo de cartón, temiendo que abuela se despertara. Varias esquinas de la fogata enseñaron sus largas lenguas rojiamarillas y las llamas crecieron lamiendo el aire que las impulsaba.

    Un vecino que pasó a caballo se detuvo y dejó que el animal comiese un poco de la hierba cercana

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