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La tiza por la ventana
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Libro electrónico114 páginas1 hora

La tiza por la ventana

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Información de este libro electrónico

Creatividad e imaginación en la enseñanza.
Este es un libro sobre recuerdos, conocimientos e ideas sacadas de años de aprendizaje, enseñanzas, pasión y humor. Es un homenaje a cientos de estudiantes y también un repaso por un largo período de cambios en las escuelas y de amor por la enseñanza.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 jun 2024
ISBN9788410277250
La tiza por la ventana
Autor

Lourdes Rodríguez Santamaría

Lourdes Rodríguez ha vivido con pasión su profesión de maestra en la escuela pública. En su larga trayectoria como profesora asistió a diferentes cursos en universidades de Estados Unidos sobre metodología, escritura, diversificación, pedagogía y enseñanza en una sociedad multicultural.

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    La tiza por la ventana

    Lourdes Rodríguez Santamaría

    La tiza por la ventana

    Lourdes Rodríguez Santamaría

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Lourdes Rodríguez Santamaría, 2024

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Ignacio Benito

    Obra publicada por el sello Universo de Letras

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2024

    ISBN: 9788410276055

    ISBN eBook: 9788410277250

    Para mis alumnos y sus padres

    La lectura abre horizontes, iguala oportunidades y construye una sociedad

    mejor. La propiedad intelectual es clave en la creación de contenidos

    culturales porque sostiene el ecosistema de quienes escriben y de nuestras

    librerías. Al comprar este libro estarás contribuyendo a mantener dicho

    ecosistema vivo y en crecimiento.

    En Grupo Planeta agradecemos que nos ayudes a apoyar así la autonomía

    creativa de autoras y autores para que puedan seguir desempeñando su

    labor. Dirígete a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos)

    si necesitas fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puedes

    contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o

    por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

    Introducción

    La idea de plasmar estos recuerdos en papel surgió en Princeton, donde viví con mi marido Julián todo el curso académico 2018-2019. Era mi primer año de jubilada. Me apunté a muchas actividades interesantes que se impartían allí, pero aun así sentía que me sobraba tiempo.

    Durante dos noches consecutivas soñé que estaba en clase con mis antiguos alumnos. Los «enanos» me perseguían hasta en sueños.

    Así que pensé que era un buen momento para ampliar mis conocimientos tanto de inglés como de la enseñanza que se impartía en otros países, y poder seguir con mis investigaciones que había realizado en años anteriores en las universidades de Notre Dame y la New School for Research de Nueva York. Y empecé a ir a la biblioteca del Institute for Advanced Study, donde Julián tenía ese año un contrato de investigador, a leer libros de pedagogía, biografías y memorias de profesores.

    Soy consciente de que no voy a aportar ideas nuevas sobre la pedagogía y el mundo infantil. Pero estas reflexiones me han servido para revisar miles de mo­mentos plagados de aprendizaje, de risas y de confianza. Cuando entrábamos a clase y cerraba la puerta, dentro se abría un mundo lleno de posibilidades donde casi nada nos parecía imposible.

    El libro consta de 23 capítulos y un apéndice. En cada uno de ellos escribo sobre mi pensamiento, mi actitud a la hora de enseñar, alguna anécdota puntual de la clase y, al final, incluyo una pequeña recopilación del material que los niños me entregaban al finalizar cada curso y que fui guardando año tras año. No pretendo, en absoluto, hablar sobre metodología.

    También debo utilizar estas páginas para señalar lo orgullosa y agradecida que me siento de haber trabajado siempre en la educación pública, que permite a todos los estudiantes, no importa su diversidad, acceder a una enseñanza igualitaria.

    No ha sido mi intención dar lecciones a nadie, pero creo que, como profesores, deberíamos tener creencias firmes acerca de la educación que emanen de nuestra experiencia y de nuestro método. Esto implica tener una clara visión del proceso y de los objetivos a la hora de enseñar. Mi filosofía estaba basada en actividades de aprendizaje, pero también en la idea de que es necesario mejorar la convivencia transmitiendo esas enseñanzas a la sociedad.

    Asimismo, es posible que estos 23 capítulos puedan parecer bastante autocomplacientes y que el lector eche en falta una crítica exterior. Pero eso ocurre, desde luego, cuando escribes sobre tus vivencias y recuerdos. Habrá habido momentos de equivocaciones, de meteduras de pata que me habrán alejado de la idea de una profesora estupenda, pero en el transcurso de tantos años, las vivencias positivas superan enormemente a las negativas. Al leer las memorias de otros profesores te das cuenta de que han pasado por experiencias muy similares en países muy diferentes.

    No es que pretenda afirmar que enseñar ha sido siempre una experiencia positiva. A veces, podía sentir amargura cuando me percataba de la falta de reconocimiento; sobre todo, por parte de la administración y, en muy pocas ocasiones, de algunos equipos directivos. Pero insisto: con el tiempo desarrollas una especie de amnesia que te hace olvidar los malos momentos. Siempre me apoyé en los niños, sus padres y otros profesores para superar esas experiencias negativas.

    Cuando empecé a enseñar, obviamente, no poseía las cualidades de una buena profesora. Estas fueron mejorando a través de la experiencia, de mi formación y del conocimiento del pensamiento infantil. Pero eso lo tendrán que valorar los lectores.

    Me he permitido la licencia de escribir todo en masculino. Me parecía que de esa forma el texto era un poco más ágil. «Los alumnos-as», «los maestros-as, los niños-as», o simplificarlos con el signo @ no me parecía correcto.

    Quiero aclarar también que, aunque las anécdotas que cuento son verdaderas, algunos de los nombres de los alumnos están cambiados.

    Capítulo 1

    Mi primer maestro

    Siempre he pensado que el mejor maestro que tuve fue mi padre. No, no era maestro de

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