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Aprendiendo a enseñar: ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?
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Libro electrónico189 páginas2 horas

Aprendiendo a enseñar: ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?

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En este libro encontrará la teoría llevada a la práctica sobre algunas formas de enseñar teniendo en cuenta los modos de aprender.
¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?
El neuro-científico Paul MacLane desarrolló el modelo del cerebro triuno. Partiendo del cerebro reptiliano o primitivo se desarrolló sobre éste, el cerebro de las emociones, o cerebro límbico y por último, se suma a los anteriores, el cerebro racional, con la capacidad de pensar y reflexionar, característico del ser humano.
La meta es llegar al cerebro racional, y para ello debemos abrir "las compuertas" tanto del cerebro reptiliano como del cerebro límbico, que pueden bloquear el camino del aprendizaje.
¿Cómo logramos atravesar esas compuertas? ¿Cómo hacer para que el reptiliano "baje la guardia"? ¿De qué manera despertamos al gigante dormido que se halla en el límbico? ¿Cómo logramos grabar la información si existen distintas maneras de aprender?
Este libro tiene la intención de gestionar nuevas ideas respondiendo estos interrogantes, a partir de teorías llevadas a la práctica.
Lo/a invito a recorrer estas páginas para continuar aprendiendo a enseñar, compartiendo experiencias para alimentarnos mutuamente.
La intención es poder revivir los motivos por los cuales estamos en este camino, el de la docencia; observar y observarnos, retomar el "foco" de la tarea docente, revisar lo aprendido, desaprender, animarnos a poner en práctica los nuevos aportes aún no experimentados volviendo a aprender, guiando a los educandos para que se conviertan en protagonistas de sus aprendizajes.
Siempre surgirán nuevos formatos, nuevas metodologías; por ello debemos capacitarnos constantemente, para aprender nuevas formas de enseñar.
Póngase cómodo/a y a disfrutar de la lectura, con anotador a mano para registrar las nuevas ideas, que con seguridad surgirán.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 ene 2022
ISBN9789878719948
Aprendiendo a enseñar: ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?

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    Aprendiendo a enseñar - Graciela Edith Ruiz Díaz

    cover.jpg
    GRACIELA EDITH RUIZ DIAZ

    ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño? APRENDIENDO A ENSEÑAR

    Primer Ciclo

    Ruiz Diaz, Graciela Edith

    ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño? Aprendiendo a enseñar : Primer Ciclo / Graciela Edith Ruiz Diaz. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: online

    ISBN 978-987-87-1994-8

    1. Ciencias de la Educación. 2. Medios de Enseñanza. I. Título.

    CDD 371.10201

    EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

    www.autoresdeargentina.com

    info@autoresdeargentina.com

    Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

    Impreso en Argentina – Printed in Argentina

    A mis hijos, Alejandro Rodrigo y Adra Sofía.

    A mis padres, María y Humberto.

    A mis hermanos.

    A Silvia, por otros 40 años de amistad.

    A Carol Andrea, por la amistad y apoyo incondicional

    A mi prima Sandra y mi tía Sara.

    A mis alumnos, y sus padres.

    A mis colegas.

    Un compendio de experiencias para compartir

    Graciela Edith Ruiz Diaz

    P.E.P.

    Agradecimientos

    Para poder hacer primero tuve que ser, existir, y eso le debo a la unión de mis padres, Humberto y María, a quienes agradezco haberme brindado el don de la vida y guiarme por un sendero de trabajo y entereza, ante lo bueno y no tan bueno que nos presenta el camino, acompañada en el trayecto por mis hermanos, José Luis, Humberto (hijo) alias Tito y Sonia, de quienes también aprendí distintos aspectos del paisaje de la vida.

    Pero esta obra no sería posible sin la colaboración, apoyo, empuje y paciencia dispensada por mis hijos en todo el trayecto de sus existencias, aprendiendo juntos a recorrer distintos senderos, algunos de los cuales hubieran sido más difíciles transitar sin el aporte de sus sabidurías; por eso, Alejandro Rodrigo y Adra Sofía se merecen todo lo que pueda dejar de legado, dado que en todo ello, hay reflejo de sus presencias.

    Y en esos senderos de la vida, se presentan situaciones, pero también personas que hacen que las alegrías sean más grandes, los proyectos más fructíferos y que las penas se desvanezcan casi por completo, me alientan en cada idea y me calman cuando algo no sale según el plan.

    Una de esas personas es Silvia Mariel, mi amiga desde la escuela, lugar donde se producen lazos verdaderos. Nosotras somos un ejemplo de ello.

    En la misma escala, otra amiga, Carol Andrea, quien no solo me ayudó en momentos difíciles de un tramo del camino, sino que me brindó y sigue brindando su amistad incondicional.

    Otras personas con esas características son mi tía Sara y mi prima Sandra, siempre presentes en mi vida.

    Y párrafo aparte para mis cuñadas, Karina y Alicia, quienes llegaron a mí a través de mis hermanos pero se convirtieron en hermanas de la vida, más unidas aún por sus únicas hijas mujeres que son mis ahijadas: María Sol y Tatiana, dos seres de luz.

    Personas que, sin que medie un lazo más que el afectivo, han confiado en mí: los padres de mis alumnos. Pero sobre todo, el grupo de padres que me ha inspirado a escribir este libro, al solicitar en tercer grado (año 2018) que continúe con sus hijos (luego de haber concluido el primer ciclo), hasta sexto grado.

    Y por supuesto, a los héroes de esta historia, mis alumnos, con quienes hemos crecido juntos en una etapa de nuestras vidas y espero continuemos juntos a lo largo del camino, como lo sigo haciendo con otros alumnos, que hasta la fecha, me visitan, me consultan, envían mensajes.

    Por último, a mis colegas. Este libro fue gestado como medio de contacto, confiando en que servirá de apoyo para que otros colegas puedan alimentar las ideas aquí planteadas, criticarlas, reformularlas, adaptarlas, compartirlas, y de éste modo, ayudarnos a crecer mutuamente.

    A todos ellos ¡GRACIAS!

    Prólogo

    El camino del docente suele ser un eterno disfrute.

    Se disfruta de cada nueva letra que el alumno logró incorporar; de la palabra difícil, por fin bien pronunciada; del número artístico tantas veces practicado y puesto en escena; del inicio de clases con nuevos desafíos y la finalización del ciclo con la meta lograda.

    Se disfruta de la colaboración de las familias cuando se necesita que realicen alguna actividad extraescolar o de su autorización para realizar ése viaje tan esperado.

    El docente se entusiasma con proyectos adecuados al grupo de alumnos, a sus necesidades y las propias posibilidades de desarrollarlos.

    También se presenta para el docente un camino difícil, que a veces, puede ser doloroso: el tiempo que debe dedicar a realizar un proyecto solicitado por las autoridades, con el cual su visión de educación no coincide, dado, por ejemplo, al entorno donde se encuentra la escuela, pero debe hacerlo.

    Proyectos innovadores que no se adaptan a la realidad del grupo clase o al contexto social donde desempeña su tarea, pero debe adaptarlos como sea, alejándose de la realidad y de la base de la enseñanza como son los saberes previos.

    Debe llevar a cabo tareas administrativas que, en la mayoría de los casos, no se relacionan con su actividad pedagógica.

    Confeccionar planillas y elevar porcentajes, que pueden servir a nivel de política educativa, con datos solicitados que muchas veces no reflejan la realidad de cada institución, con casos que necesitan atención más personalizada y no tan estandarizada.

    Debe realizar tareas de limpieza, apartándose de su rol académico, perdiendo valioso tiempo que debía dedicar a sus alumnos.

    Todo ello enfrenta al docente a momentos vertiginosos, ambiciosos, cargados de energía desafiante, que de una u otra manera, con lágrimas, tensión, desánimo, pero también con alegría, confianza, y con la certeza de haber hecho desde el principio una tarea fundada en el amor y con una pasión única, lo lleva a observar el fruto de un trabajo bien hecho.

    He pasado por todos esos momentos, cargados de variadas sensaciones y emociones, como seguramente también usted, si es docente, lo ha experimentado. Lo/a invito a revivirlos mientras lee este libro.

    En ocasiones, encontrará en sus páginas tareas idénticas a las desarrolladas en algún momento, y en otras, surgirán nuevas ideas a partir de las actividades presentadas. En ese caso, me encantará conocerlas.

    Tal vez las metodologías utilizadas sean similares y podamos compartir los enfoques que se presentan en estas páginas.

    La intención es poder revivir los motivos por los cuales estamos en este camino, el de la docencia; observar y observarnos, retomar el foco de la tarea docente, revisar lo aprendido, desaprender, volver a aprender, animarnos a poner en práctica los nuevos aportes aún no experimentados.

    Usted y yo somos andamiajes en la construcción del saber, consecuentemente, considero que debemos acoplarnos en la búsqueda de herramientas con el objeto de aumentar las posibilidades de aprendizaje de nuestros alumnos, incrementando a su vez el disfrute en el proceso de adquisición de los conocimientos, tanto de los aprendientes como el de sus guías.

    Para ello, debemos preguntarnos, ¿quién adquiere los conocimientos? ¿Cómo se desarrolla ese proceso de adquisición de esos conocimientos? ¿De qué manera comenzamos a ser guías en el aprendizaje? ¿Cómo vamos aumentando los contenidos a aprehender?

    ¿Quién aprende? ¿Cómo enseño?

    Lo primero que debemos tener claro, usted y yo, es que quien aprende es nuestro cerebro, y para saber cómo enseñar al cerebro, debemos conocerlo.

    En principio, vamos a tomar el modelo de cómo se formó nuestro cerebro, presentado por el neurocientífico Paul MacLane.

    En este modelo, Paul MacLane nos presenta la evolución de nuestro cerebro; es decir, la conformación de nuestro cerebro desde una mirada evolucionista donde nos explica que a partir de distintas necesidades, las neuronas fueron desarrollándose en un sentido adaptativo, partiendo del cerebro reptil, o similar, que incluye tronco encefálico y cerebelo, y por eso llamado cerebro reptiliano o primitivo, luego, a éste, se suma el cerebro de las emociones, desarrollado en los mamíferos, y por último el cerebro racional con la capacidad de pensar y reflexionar, característico del ser humano.

    En este sentido, es importante tener presente que la meta adonde debemos llegar, es el cerebro racional, y que para llegar a él debemos abrir las compuertas tanto del cerebro reptiliano como del cerebro límbico, que pueden bloquear el camino.

    En primera instancia entonces, nos acercaremos al reptiliano en son de paz, para evitar que reaccione y quiera huir de la situación, negándose a darnos la posibilidad de presentarnos como guías, y en su lugar, vernos como enemigos.

    Si logramos que el reptiliano nos acepte y baje la guardia, podemos decir que atravesamos la primera de las compuertas llegando al cerebro límbico, donde es el turno de despertar al placer en el aprender. Si logramos despertar a este gigante, querrá repetir experiencias similares, que le provoquen idénticas sensaciones. Entonces, estamos en condiciones de afirmar que hemos atravesado la segunda compuerta, llegando al objetivo, el cerebro racional.

    ¿Cómo logramos atravesar esas compuertas? ¿Cómo hacer para que el reptiliano baje la guardia? ¿De qué manera despertamos al gigante dormido? ¿Qué lo llevará al deseo de querer repetir experiencias?

    Logré comprender cómo descifrar algunos de los códigos (solo algunos) para brindar algunas respuestas a esos interrogantes, basándome principalmente en la conformación del cerebro de acuerdo a lo planteado, más el aporte de las neurociencias y teniendo en cuenta los distintos modos de aprender que cada uno de nosotros poseemos.

    A continuación expongo esa información para usted querido/a colega y deseo fervientemente recibir sus apreciaciones compartiendo sus experiencias a través de las cuales también yo pueda nutrirme.

    Lo/a invito a recorrer conmigo este nuevo sendero del saber.

    Introducción

    Este libro se gestó con la intención de acercarnos un poco más a la idea de cómo aprende el que aprende. ¿De quién hablamos? ¿Del alumno? ¿De la alumna? ¿Del maestro? ¿Del contenido?

    Quien aprende es el cerebro de cada uno de nosotros y es a quien debemos dirigirnos al enseñar.

    En estas páginas se presenta un camino que se inicia, pero que no tiene fin, pues la educación y la formación en sí no las tienen.

    La idea es establecer una vía de contacto, de compartir experiencias que tengo la dicha de vivirlas, como seguramente usted, si es docente, las tiene día a día.

    Me inicié en este camino, el de la docencia, allá por 1991; pero, para llegar a este sendero en el cual me encuentro hoy, tuve que

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