ASÍ FLORECE NUESTRA IMAGINACIÓN
La gente con mucha imaginación también suele exhibir una enorme tendencia a la distracción. Como el insigne matemático Norbert Wiener (1894-1964), padre de la hoy omnipresente cibernética y tan despistado que el día en que su familia se mudó de casa volvió por la noche a su antiguo hogar pese a que su mujer le había metido en el bolsillo una nota con la nueva dirección.
Que Wiener fuera al mismo tiempo imaginativo y despistado no es una casualidad. La ciencia ha empezado a descubrir los misterios de las conexiones cerebrales que hacen posible la imaginación y lapsus como el de este estadounidense, habituales en las biografías de eminentes científicos y artistas, pueden tener su base en un mecanismo de nuestra materia gris que potencia los pensamientos abstractos en detrimento de las informaciones que reciben nuestros órganos sensoriales. Una parte de
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