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El utilitarismo
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Libro electrónico98 páginas1 hora

El utilitarismo

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El utilitarismo tiene como criterio básico conseguir el máximo bien para el máximo número de personas posible. El utilitarismo da mucha importancia a la búsqueda de la felicidad personal. Este libro describe las tesis básicas y responde a las principales acusaciones que ha recibido.
IdiomaEspañol
EditorialUOC
Fecha de lanzamiento30 may 2016
ISBN9788491160229
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    El utilitarismo - Ramon Alcoberro i Pericay

    ÉXITO REAL, CRÍTICOS INTELECTUALES

    Hay pocas teorías filosóficas con tanto éxito social y, paradójicamente, con tantos adversarios y tan encarnizados como el utilitarismo. El utilitarismo, según dice el tópico, es reduccionista, reformista, calculador, escéptico, relativista, irónico, contradictorio y falto de sensibilidad colectiva.

    De Benedicto XVI, que denuncia «el desprecio de Dios y el cinismo de los que consideran la utilidad como el criterio moral supremo», a la socialdemocracia que representa el filósofo del derecho John Rawls (1921-2002) en Teoría de la justicia, cuando contrapone utilidad a justicia y defiende que «el utilitarismo no considera seriamente la distinción entre personas», pasando por el marxismo, la posmodernidad nietzschiana y la crítica foucaultiana, todo el mundo parece estar de acuerdo en difamarlo.

    ¿Cómo no debería ser pésima para la educación moral una teoría capaz de defender en público que la usura es un mecanismo dinamizador de la economía y que la homosexualidad no es mala si nos hace felices, que aquello que la clase media considera bueno seguramente es un prejuicio perfectamente prescindible, o que puestos a elegir entre un chimpancé inteligente y saludable y un enfermo de alzhéimer en fase terminal siempre se debe elegir la vida del chimpancé?

    El utilitarismo, sobre todo cuando se presenta, como acostumbra a ser habitual en nuestro entorno, de una manera simplificada y casi caricaturesca, posee la desagradable capacidad de poner nervioso a cualquiera que aspire a cierta superioridad moral o que se niegue a aceptar que el interés propio y el provecho es la guía que mueve las acciones de los humanos.

    Si una filosofía se ha querido fundamentar en un principio objetivable y universal y ha exigido que la acción humana –y con esta, primordialmente, la acción pública y política– se base en criterios medibles predicando un escepticismo generalizado ante toda abstracción, esta es el utilitarismo.

    Capítulo I

    LAS BASES DEL UTILITARISMO

    El utilitarismo aparece en el siglo xix británico con Jeremy Bentham (1748-1832) y con John Stuart Mill (1806-1873), pero el propio Bentham reconocía que el principio básico de su filosofía provenía de los ilustrados Claude-Hadrien Helvetius, filósofo (1715-1771), y Cesare Beccaria, jurista (1738-1794). Para Helvetius, «el interés personal es en cada sociedad el único apreciador del mérito de las cosas y de las personas», y para Beccaria, el criterio de las leyes «dictadas por un observador imparcial de la naturaleza humana» tendría que ser «el máximo de felicidad posible repartida entre el mayor número». De hecho, toda la teoría utilitaria no hace mucho más que profundizar en el significado y las implicaciones de estos dos puntos.

    Armado con un realismo elemental, el utilitarismo ha venido a ser un tipo de «filosofía-cojonera» que sintetiza una concepción de los humanos que sus adversarios tildan de francamente miserabilista y casi caricaturesca. Desde un reduccionismo exagerado o, como diría Ayer, «fundado en una psicología errónea», los utilitaristas asumen como guía de la acción dos criterios básicos: la utilidad y la búsqueda de la felicidad, a pesar de que quizás sus axiomas solo sirvan «para un número limitado de consecuencias de nuestras acciones; justo es decir, las razonablemente

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