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El Yoga Supremo N.º 3: Solo hay conciencia infinita
El Yoga Supremo N.º 3: Solo hay conciencia infinita
El Yoga Supremo N.º 3: Solo hay conciencia infinita
Libro electrónico213 páginas2 horas

El Yoga Supremo N.º 3: Solo hay conciencia infinita

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En estas páginas encontramos destiladas, como en ningún otro texto de filosofía hindú, instrucciones que dan una visión del misticismo práctico. El soñador sueña con una aldea que ocupa su mente y en la que vive durante un tiempo; un poco más tarde sueña con otro lugar y piensa que vive ahí. Así mismo el individuo va de un cuerpo a otro. El cuerpo no es sino una noción que sostiene al individuo. Solo lo irreal (el cuerpo) muere, y es lo irreal lo que nace otra vez, aparentemente en otro cuerpo. Así como en el sueño uno tiene la experiencia de las cosas que ha visto y de las que no ha visto, en el sueño el individuo tiene la experiencia del mundo y hasta ve lo que ha de suceder en el futuro. Prólogo y traducción de Miguel Córdoba. Coedición digital El Peregrino Ediciones, eLibros Editorial.
IdiomaEspañol
EditorialeLibros
Fecha de lanzamiento15 dic 2023
ISBN9786289568615
El Yoga Supremo N.º 3: Solo hay conciencia infinita

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    El Yoga Supremo N.º 3 - Anónimo

    V – 1.º de julio – 50

    Citena cetah samamāsu nītvā suddhena ghrāstramivā ‘strayukttyā

    Cirāya sādho tyaja cañcalatvam vimarkato vrksa ivā ksatasrīh (84)

    VASISTHA continuó:

    Oh, Rama, esta mente es como un árbol firmemente arraigado en el campo vicioso llamado cuerpo. Las preocupaciones y la ansiedad son sus capullos, está cargado con las frutas de la vejez y la enfermedad, y está adornado con las flores de los deseos y de los placeres de los sentidos. Las esperanzas y las aspiraciones son sus ramas y las perversidades sus hojas. Con el hacha afilada de la indagación tala este árbol venenoso y mortífero, que parece tan imperturbable como la montaña.

    Oh, Rama, esta mente es como un elefante que vaga por la selva llamada cuerpo. Su visión se enturbia con la ilusión, ha entrado en el único umbral (condicionado e ignorante), es incapaz de reposar en su propia dicha y es violento. Aunque desea percibir la verdad que ha escuchado de los sabios, está atrapado en la percepción de la diversidad, condicionado por sus propios conceptos de placer y de dolor, y dotado de los temibles colmillos de la lujuria y los demás vicios. Oh, Rama, ¡tú eres un león entre los príncipes! Con tu aguda inteligencia, destroza en pedazos a este elefante.

    Oh, Rama, esta mente es como un cuervo que reside en el nido del cuerpo. Se regocija en la mugre, se fortalece comiendo carne, perfora los corazones de otros, conoce solamente su punto de vista que considera la verdad, es oscuro por cuenta de su siempre creciente estupidez, está atontado con tendencias malvadas y, con gusto, se permite expresiones violentas. Es una carga en la tierra. Oh, Rama, apártalo lejos, lejos de ti mismo.

    Oh, Rama, esta mente es como un fantasma. La sirve un sátiro conocido como el deseo ansioso. Reposa en el bosque de la ignorancia, vaga en una infinidad de cuerpos por cuenta de la ilusión. ¿Cómo puede uno alcanzar el conocimiento de sí mismo si no deja este fantasma con la ayuda de la sabiduría y de la ecuanimidad, de la gracia del gurú, del esfuerzo personal y de los cantos de mantras?

    Oh, Rama, esta mente es como una serpiente venenosa que ha asesinado una infinidad de seres: destrúyela con la ayuda del águila de la instrucción apropiada de la contemplación.

    Oh, Rama, esta mente es como un mono. Vaga de un lugar a otro buscando frutos (recompensas, placeres) y, atado al ciclo del mundo, baila y entretiene a las personas. Contrólale por todos los lados si quieres alcanzar la perfección.

    Oh, Rama, esta mente es como una nube de ignorancia. Despéjala con la renunciación repetida de los conceptos y preceptos.

    Así como una terrible arma se enfrenta y destruye a una más poderosa, tranquiliza la mente con la ayuda de la misma mente. Abandona para siempre toda forma de agitación mental. Permanece en paz contigo mismo como un árbol libre del sobresalto generado por los monos.

    V – 2 de julio – 51

    Kadopasāntamanano dharanīdharakandare

    Samesyāmi silāsāmyam nirvikalpasamādhinā (33)

    VASISTHA continuó:

    Oh, Rama, no tomes posición alguna guiado por los conceptos y preceptos de la mente, que son sutiles y agudos. La mente ha sido formada por el tiempo y es gracias a ese mismo tiempo que ha obtenido una gran fortaleza. Contrólala con la sabiduría antes de que el tiempo haga caer esa enredadera llamada cuerpo. Al contemplar devotamente mis palabras alcanzarás la dicha suprema. Te voy a contar, oh, Rama, como el sabio Uddalaka alcanzó la suprema visión de la verdad.

    En una esquina de esta tierra había una enorme montaña conocida como Gandhamadana. En uno de sus picos había un gran árbol. En esa región vivía el sabio Uddalaka. Ya en su juventud aspiraba alcanzar la sabiduría suprema a través del propio esfuerzo. Por supuesto que en ese entonces tenía poco entendimiento y la mente desasosegada, si bien lo habitaba un corazón puro. Emprendió austeridades y con el estudio de las escrituras y otras prácticas, la sabiduría surgió en él.

    Un día mientras estaba solo y sentado, el sabio UDDALAKA pensó así:

    ¿Qué es la liberación? ¿Cuál se dice que es el mejor de los objetos por alcanzar? ¿Cuando alcanzamos qué cosa no volvemos a tener la experiencia del sufrimiento y no nacemos otra vez? ¿Cuándo descansaré permanentemente en ese estado? ¿Cuándo cesarán las turbulencias mentales generadas por los deseos y los antojos? ¿Cuándo me liberaré de pensamientos como esto lo he hecho yo y debo hacer esto? ¿Cuándo cesará mi mente de someterse a perversidades mientras vive en una relación aquí, tal y como el loto que vive en el lodo no es mancillado por este? ¿Cuándo, con la ayuda del bote de la sabiduría suprema, cruzaré a la otra orilla de la liberación? ¿Cuándo podré mirar las diferentes actividades de las personas con la actitud juguetona de un niño? ¿Cuándo alcanzará la mente la completa quiescencia? ¿Cuándo, a través de la experiencia de la infinita conciencia, cesará la división ilusoria entre la experiencia subjetiva y la objetiva? ¿Cuándo podré comprender este concepto conocido como tiempo, sin involucrarme en él? ¿Cuándo, en una cueva como residencia y con la mente en completa tranquilidad, permaneceré como una roca en un estado en el que no hay ningún movimiento?

    Pensando así, Uddalaka continuó su practica de meditación. Pero su mente continuó agitada. Algunos días, sin embargo, su mente abandonaba los objetos externos y permanecía en un estado de pureza. Otras veces se agitaba mucho. Vagó por el bosque muy preocupado por sus estados de ánimo cambiantes. Un día, en el bosque, llegó a un lugar solitario que nadie había visitado antes. Ahí vio una cueva que parecía muy propicia para el logro del estado de completa tranquilidad y paz. Era placentera en todos los aspectos, con hermosas enredaderas y flores a su alrededor, tenía un clima moderado y brillaba como si hubiese sido tallada a partir de una esmeralda.

    V – 3 de julio – 52

    Kurangālipatangebhamīnāstvekaikaso hatāh

    Sarvair yukttair anarthais tu vyāptasyā ‘jña kutah sukham (21)

    VASISTHA continuó:

    Uddalaka entró en esa maravillosa cueva y se sentó en postura de meditación. Empeñado en alcanzar el estado en el que la mente no tiene el menor movimiento en los pensamientos, concentró su atención en las tendencias latentes de la mente y,

    UDDALAKA reflexionó así:

    Oh, mente, ¿qué tienes tú que ver con la apariencia del mundo? Los hombres sabios no entran en contacto con lo que se llama placer, que más tarde se transforma en dolor. El que abandona la paz suprema que yace en el interior y va en busca de los placeres de los sentidos, abandona un exquisito jardín y va en busca de hierbas venenosas. Puedes ir donde quieras pero nunca probarás la paz suprema a menos que sea a través de la perfecta quiescencia. Por lo tanto abandona todas las esperanzas y deseos: todos estos maravillosos objetos de la naturaleza, bien sean seres o no-seres, no están hechos para tu felicidad.

    No perezcas como el ciervo que queda atrapado por el sonido de la música y las campanas; ni como el elefante macho que se atrapa con la ayuda de la elefante hembra; ni como el pez cuyo sentido del gusto lo lleva a la muerte en el anzuelo; ni como la polilla, que atraída por la luz de una vela, perece en su llama; ni como la abeja cuyo sentido del olfato la conduce a la flor, en la que queda atrapada y destruida cuando esta se cierra por la noche.

    Oh, mente tonta, todos estos seres perecen al estar sujetos al deseo ansioso de un sentido (el ciervo por el del oído, la abeja por el olfato, la polilla por la vista, el elefante por el del tacto y el pez por el del gusto), pero tú eres víctima de las cinco tentaciones: ¿cómo puedes lograr entonces la felicidad? Así como un gusano de seda teje su capullo y queda atrapado en él, tú has tejido la red de tus propios conceptos y has quedado atrapada ahí. Si puedes deshacerte de todo eso, alcanzar la pureza, superar hasta el miedo a la vida y a la muerte, y así alcanzar la ecuanimidad total, habrás logrado la más grande victoria. Por otro lado, si te aferras al fenómeno siempre cambiante que llamamos mundo, con seguridad perecerás en medio del sufrimiento.

    ¿Por qué te instruyo así, oh, mente? Pues si uno indaga la verdad, ¡se encuentra con que no hay tal cosa llamada mente! La mente no es sino un producto de la ignorancia: cuando la ignorancia se desvanece, la mente también se desvanece. Por lo tanto estás en el proceso de desvanecerte. ¡No es sabio y es una tontería instruir a aquel que está en el proceso de desintegrarse! Como día a día te estás volviendo más débil, yo renuncio a ti: los sabios no le enseñan al que deben abandonar.

    Oh, mente, yo soy la infinita y homogénea conciencia sin ego: no tengo nada que ver contigo que eres la causa del ego.

    V – 4 de julio – 52

    Pādāngusta chiro yāvat kanasah pravicāritam

    Na labdho ‘sāvaham nāma kah syād ahamiti sthitah (36)

    UDDALAKA continuó meditando así:

    El Ser infinito no puede apretujarse dentro de la mente más de lo que un elefante puede apretujarse dentro de una manzana. La conciencia que a través del proceso de autolimitación se confina dentro de lo finito (y por lo tanto en conceptos y preceptos) se conoce como mente. Esta es el resultado de la ignorancia y por lo tanto no la acepto. El sentido del ego es solamente el concepto de un niño ignorante, y cree en él quien no indaga sobre la verdad.

    Lo indagué todo cuidadosamente: observé desde mi coronilla hasta las puntas de los dedos de los pies, y no encontré nada que pudiera decir esto soy yo. ¿Qué es yo? Soy la conciencia que todo lo impregna, que en sí misma no es un objeto de conocimiento o cognoscible, y está libre de sentido del yo. Soy aquello que es indivisible, que no tiene nombre, que no se somete a ningún cambio, que está más allá de todos los conceptos de unidad y de diversidad, que está más allá de la medida (de lo grande y lo pequeño), y es diferente de cualquier otra cosa que exista. Por lo tanto, oh, mente, te abandono, pues eres la fuente del sufrimiento.

    En este cuerpo en el que hay carne, sangre y huesos, ¿quién dice esto soy yo? El movimiento es la naturaleza de la energía, el pensamiento es inherente a la conciencia, la vejez y la muerte son naturales para el cuerpo. ¿Quién dice esto soy yo? Esta es la lengua, estas las orejas, esta la nariz, este el movimiento, y estos los ojos. ¿Quién dice esto soy yo? No soy ninguno de esos, ni tampoco soy tú, oh, mente, ni tampoco estos conceptos. No soy sino la infinita conciencia, pura e independiente. Yo soy todo esto o no hay yo son ambas expresiones de la misma verdad: ninguna otra cosa es verdad.

    ¡Ay!, durante tanto tiempo he sido víctima de la ignorancia. ¡Pero afortunadamente he descubierto lo que me robó el conocimiento de mí mismo! Nunca más seré víctima de la ignorancia. Aunque pareciera que estoy asociado al sufrimiento, soy independiente de él, así como una nube sobre la cima de una montaña no pertenece a la montaña. En ausencia del conocimiento del Ser surgió el sentido del ego: pero ahora estoy libre de ese sentido. Dejad que el cuerpo, los sentidos y demás sean o perezcan: yo no tengo nada que ver con ellos. Los sentidos existen para entrar en contacto con los objetos naturalmente, sin ser empujados a hacerlo por un condicionamiento previo. Por lo tanto, si las acciones se hacen espontáneamente, sin condicionamiento mental, su experiencia será pura y libre de recuerdos de felicidad o de desdicha. Por lo tanto, oh, sentidos, cumplid con vuestras funciones sin ser obstruidos por los recuerdos. Estos recuerdos o condicionamientos mentales, en verdad no son hechos. No son diferentes ni independientes de la infinita conciencia. Por lo tanto se pueden despejar con facilidad, con solamente revivirlos en la conciencia. Por lo tanto, oh, mente, abandona esta percepción de la diversidad y toma conciencia de la irrealidad de tu propia independencia de la infinita conciencia. Esa es la liberación.

    V – 5 de julio – 53

    Tenā ham nāma nehā ‘sti bhāvāvopapattimām

    Anahankārarūpasya sambandhah kena me katham (15)

    UDDALAKA continuó reflexionando así:

    En realidad la conciencia no se puede condicionar. Es ilimitada y más sutil que el átomo más sutil, por lo tanto está más allá del efecto del condicionamiento mental. La mente reposa en el sentido del ego y en el reflejo de la conciencia de los sentidos. A partir de esto surge la ilusión de la limitación (autoimpuesta) de la conciencia. Cuando se tiene esta experiencia y se reflexiona sobre ella una y otra vez, el sentido del ego y la ilusión de la autolimitación adquieren una validez falsa. Pero yo soy la conciencia que permanece inmune a todo esto.

    Dejar que el cuerpo continúe viviendo en un mundo generado por sus propias actividades ignorantes, o dejar que lo abandone: yo soy la conciencia que permanece inmune ante todo eso. La conciencia, al ser infinita e impregnarlo todo, no tiene ni nacimiento ni muerte, ni nadie la posee. No tiene nada que ganar al vivir como una entidad separada, pues todo lo impregna. El nacimiento y la muerte son conceptos mentales y no tienen nada que ver con el Ser. Solamente aquello que contempla nociones del sentido del ego se puede agarrar y atar. El Ser es libre del sentido del ego y por lo tanto está más allá de ser o de no ser.

    El sentido del ego es una vana ilusión, la mente es como un espejismo y los objetos del mundo son sustancias inertes. ¿Quién es el que dice yo soy? El cuerpo es un agregado de carne, sangre, nervios y demás. La mente se desvanece con la indagación acerca de su naturaleza: la autolimitación de la conciencia y otros conceptos así no tienen sentido. ¿Qué es el ego? La naturaleza es la naturaleza y sus cualidades interactúan entre sí (como la vista y la luz, el oído y el sonido) y lo que es reposa en sí mismo. ¿En dónde está el ego?

    El Ser que es conciencia existe como el ser supremo en todas partes, en todos los cuerpos, en todo momento. ¿Quién soy yo? ¿De qué estoy hecho? ¿Cuál es mi forma, hecha por quién? ¿Qué debo

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