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Vae neutris!: Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad
Vae neutris!: Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad
Vae neutris!: Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad
Libro electrónico225 páginas2 horas

Vae neutris!: Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad

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Suele afirmarse que Argentina tiene una tradición de neutralidad en los conflictos internacionales. Gerardo Tripolone realiza un análisis histórico, jurídico y filosófico sobre este concepto y desentraña el mito de la neutralidad argentina desde la Gran Guerra hasta la actualidad.
Desde la Primera Guerra Mundial a la war on terror, el autor plantea el cambio de eje en los conflictos armados interestatales. El supuesto de la imparcialidad, implicaba una equivalencia moral entre los estados que decidían resolver sus problemas a través de la guerra. Sin embargo, esto cambia con el ingreso de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial: la guerra entra al terreno moral y se transforma en pelear por la democracia, por la civilización, por la justicia, etc. Y ante la injusticia, no hay lugar para la neutralidad.
Esta imposibilidad de ser neutral no es ajena a la política exterior argentina y Tripolone, a lo largo de estas páginas, la sustenta con ejemplos históricos. Si la neutralidad no es una opción, entonces, ¡ay de los neutrales!
IdiomaEspañol
EditorialEDIUNC
Fecha de lanzamiento19 mar 2024
ISBN9789503904213
Vae neutris!: Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad

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    Vae neutris! - Gerardo Tripolone

    Gerardo Tripolone

    Vae neutris!

    Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad

    Vae neutris! Argentina y las guerras globales, desde 1914 hasta la actualidad. Un siglo sin neutralidad.

    Gerardo Tripolone

    Colección Indagaciones

    Primera edición impresa, Mendoza, 2022

    Primera edición digital, diciembre 2023

    Publicación con referato recomendada por el Comité Editorial (EDIUNC, Universidad Nacional de Cuyo).

    ISBN 978-950-39-0421-3

    EDIUNC

    Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo

    Dirección: Javier Piccolo

    Corrección: Javier Piccolo

    Diseño y digitalización: María Teresa Bruno

    La EDIUNC no necesariamente acuerda con ni se responsabiliza por el contenido o las opiniones, interpretaciones o comentarios expresados sobre hechos, personas o instituciones en esta obra, los cuales corresponden exclusivamente al autor.

    Queda hecho el depósito que marca la ley 11723

    © EDIUNC, 2023

    ediunc@uncuyo.edu.ar

    v. 1.0

    Escudo Uncuyo y logotipos Secretaría Académica y Ediunc

    Contenido

    Introducción

    Antes vencido que neutral

    CAPÍTULO I

    La Primera Guerra Mundial y los albores de la Guerra Civil Internacional

    La última guerra con neutrales

    La neutralidad «benevolente» y la Sociedad de las Naciones

    La guerra civil mundial en Argentina

    La Semana Trágica y la Patagonia Rebelde

    Anarquismo, comunismo y la guerra internacional en suelo español

    La pendiente a la catástrofe

    CAPÍTULO II

    La Segunda Guerra Mundial: la neutralidad que nunca fue

    La neutralidad no tiene relación con «la realidad de la vida»

    Los conservadores y la guerra

    Los coroneles no quieren ir a la guerra

    El fin de la guerra y el Telón de Hierro

    CAPÍTULO III

    De la Tercera Posición al Combate Interno de la Guerra Civil Mundial

    Contra la Unión Soviética y el comunismo global

    La pertenencia residual a Occidente

    Frondizi: entre el petróleo, el Che y la conmoción interna

    Argentina y la crisis de los misiles

    Tacuara, foquismo y la Doctrina de la Seguridad Nacional

    Guerra civil revolucionaria

    La vuelta de Perón, el Operativo Independencia y el salto a la guerra total

    CAPÍTULO IV

    Guerra Interna y Guerra Internacional: de la subversión a Nicaragua

    Victoria total

    Del poder diurno a Nicaragua

    CAPÍTULO V

    No hay neutralidad en un mundo unipolar

    La Tablada y el fin de la Guerra Fría

    La radicalización de la tradición

    Policía internacional: Argentina en el Golfo Pérsico

    Por el bien de la humanidad: Argentina en los Balcanes

    CAPÍTULO VI

    De la AMIA a la War on Terror

    Argentina en el radar del terrorismo global

    Si no es con ellos, es contra ellos

    Terrorismo, narcotráfico, narcoterrorismo

    La Guerra de Irak, entre el terrorismo, las armas de destrucción masiva y el derecho a la democracia

    Adenda sobre Crimea: una guerra convencional sin neutralidad

    Conclusión

    Bibliografía

    Libros y artículos

    Discursos

    Notas periodísticas

    A mi hermano Juan Marcos, uno de los principales interlocutores para estas y otras ideas, con mucho cariño y admiración.

    AGRADECIMIENTOS

    La elaboración de este libro es el resultado de varios años de trabajo. Sin embargo, su publicación se debe a la convocatoria 2020 de Ediunc. Estoy muy agradecido por los dictámenes de quienes lo evaluaron y por la entrega del personal de la editorial que permitió su realización, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos difíciles que vivimos a partir de la pandemia de Covid-19.

    La idea de escribir este libro surgió como una línea paralela de trabajo a partir de mi labor como becario y luego como investigador de Conicet. Por un lado, la hipótesis sobre la imposibilidad de la supuesta «tradición de neutralidad» de Argentina en los siglos XX y XXI es fruto de mis indagaciones en el pensamiento internacional y sobre la guerra de Carl Schmitt, lo que constituyó mi tesis de doctorado en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Córdoba. Por otro lado, me motivó enmarcar históricamente los desarrollos jurídico-constitucionales de mis investigaciones en derecho y defensa nacional, mi línea de trabajo desde hace un tiempo en Conicet. Aunque este ensayo se encuadra principalmente en la historia de la política exterior argentina, espero que también resulte una contribución para el campo de las ideas políticas y de la defensa nacional.

    Para la redacción de los dos últimos capítulos me beneficié de la bibliografía y las fuentes primarias consultadas durante una estadía de investigación financiada por una beca Fulbright en The New School, Nueva York, cuyo objetivo era indagar en los debates jurídicos y políticos en torno a la guerra contra el terrorismo en Estados Unidos.

    Parte de las ideas expresadas aquí fueron conversadas con Juan Marcos Tripolone y Adrián Gusberti en mi ciclo Lecciones de Marte, del programa radial El aprendiz de sabio que se emite por Antena-1 San Juan. Estoy muy agradecido por el placer de encontrarme con ellos un miércoles al mes en la radio para hablar sobre estos temas apasionantes. La contribución a la divulgación científica que realizan es realmente grande. Que la charla sea interminable.

    Finalmente, tengo que agradecer la generosidad, dedicación y sabiduría del profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, Héctor Ghiretti, quien leyó una versión previa de este trabajo. Sus observaciones críticas resultaron invaluables para mejorarlo, de la misma forma que ha sido su guía desde hace una década. Aunque todos los desaciertos de este libro son de mi responsabilidad exclusiva, gran parte de los aciertos se deben a su lectura y acompañamiento en el trabajo académico y en lo personal. Espero que nuestro vínculo profesional y, sobre todo, de amistad se extienda siempre.

    Gerardo Tripolone

    Julio de 2021

    Introducción

    «Una moralización de cómo llevar las hostilidades traería consigo una expansión de las mismas, porque los neutrales se verían obligados entonces, bajo el mandato de una severa moral, a intervenir en la lucha. Esta sumisión de la moral a la política permanece asimismo en el horizonte de la experiencia propia de las guerras civiles religiosas».

    REINHART KOSELLECK (2007, p. 53)

    La política exterior argentina suele describirse como esencialmente cambiante. Cada gobierno modificaría lo que hizo el anterior dando giros y contramarchas a veces extremas. De subordinados a los designios de la potencia hegemónica de turno, pasando por los desafíos más audaces, Argentina se debate entre gobiernos que postulan «relaciones carnales» con Estados Unidos y otros que lo confrontan y se niegan a asumir sus propuestas de integración económica. Estos virajes se dan incluso dentro del mismo período de gobierno, como aquel que pasó de prestar apoyo a Washington en su intervención en Nicaragua para, meses después, desafiar a su aliado histórico y segunda potencia de la OTAN en el Atlántico Sur.

    Sin embargo, a la par que se insiste en esto, se resaltan ciertos rasgos constantes en la política exterior desde la consolidación del Estado nacional en la segunda mitad del siglo XIX. Francisco Corigliano (2013) destaca la permanencia de una «política exterior alberdiana» que habría atravesado toda la historia nacional. La búsqueda de inserción en los mercados mundiales, de limitar la influencia de Estados Unidos y el poder de Brasil en la región, más un rechazo casi instintivo a las alianzas estratégicas y militares, habrían signado la política exterior de presidentes tan disímiles como Mitre y Roca, Sáenz Peña e Yrigoyen, Perón y Onganía, Cámpora y la última dictadura militar, Alfonsín, Menem y Néstor y Cristina Kirchner.

    La tesis de Corigliano es interesante y merece atención en varios puntos. Sin embargo, quisiéramos enfocarnos en las enormes dificultades, que en un momento devino en imposibilidad, de sostener uno de los puntos fundamentales de la idea alberdiana en política exterior: la neutralidad o, más bien, «independencia, libertad, disponibilidad de sí mismo por la abstención de ligas y tratados políticos» (Alberdi en Corigliano, 2013, p. 54).

    En palabras de Rouquié (1981), «habría una sorprendente continuidad» (p. 318) en la neutralidad argentina que se prueba, por ejemplo, con la posición del país en la Conferencia de Washington en 1890 o en la Conferencia en Río de Janeiro de 1941. La «tradicional neutralidad en los conflictos bélicos que no le incumben directamente», según Simonoff (2005), habría sido interrumpida recién en 1990 con el envío de una flota de guerra al Golfo Pérsico (p. 128). Quisiéramos discutir esta idea. Nuestra tesis es que, a partir de la Primera Guerra Mundial, la neutralidad no fue posible en el orden internacional. En los hechos, Argentina no lo fue en ninguna confrontación de alcance planetario.

    La lectura común en los estudios históricos sobre la política exterior argentina debe revisarse. La «tradicional neutralidad» no existió en ningún conflicto global posterior a la Primera Guerra Mundial. Promediando dicha confrontación, el derecho a ser neutrales dejó de existir en el orden jurídico internacional. La posibilidad de abstenerse de intervenir militar, política o diplomáticamente en conflictos armados a nivel mundial se hizo cada vez más difícil o directamente imposible. La neutralidad quedó limitada a conflictos locales, pero no a las grandes confrontaciones. Incluso la neutralidad formal esconde, para las potencias que dominan el sistema mundial, el posicionamiento en un bando en disputa, como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial: hasta el ingreso de Estados Unidos en la contienda, la neutralidad argentina beneficiaba (y era fomentada) por Gran Bretaña. A partir de 1941, la neutralidad formal constituía una posición «pro nazi».

    Esta fue la regla en todos los conflictos globales, aun cuando no todos fueran guerras del mismo tipo. A lo largo del siglo XX se da un desplazamiento conceptual en la noción de guerra que impacta también en el de neutralidad. De conflictos interestatales que enfrentan ejércitos nacionales, la idea de guerra se desplazó hacia luchas armadas entre Estados y grupos privados, conflictos solapados entre Estados sin declaración de guerra, intervenciones armadas ocultas, guerras internas dentro las fronteras de cada país pero en el marco de una «guerra civil internacional».

    Como sostiene Koselleck (2011), todo concepto fundamental es polémico porque grupos diversos pugnan por su definición y utilización. En la lucha política, los conceptos fundamentales se utilizan para legitimar acciones o bien para desprestigiarla. No es lo mismo llamar a una acción armada «guerra» que «terrorismo»; no es igual decir que una persona murió en un «acto de guerra» a que murió víctima de la «represión».

    Los conceptos fundamentales necesitan de precisiones y aditamentos. El concepto de guerra requiere ser especificado adhiriendo ciertos adjetivos: «guerra fría», «guerra civil», «guerra clásica», «guerra interestatal», «guerra justa», «guerra sucia», entre otros. Cada adjetivo refiere a una idea distinta de guerra. Por tanto, cuando hablamos de guerra nos referiremos a situaciones diversas y la utilización del concepto será siempre polémica.

    La Guerra del Golfo no es equivalente a la Guerra Fría. El bloqueo naval a Cuba en el contexto de la Guerra Fría no es lo mismo que el combate contra el terrorismo durante la war on terror iniciada con posterioridad al 11 de septiembre de 2001. Ninguna de estas se iguala con la guerra global contra el comunismo ni al enfrentamiento entre Alemania y las potencias occidentales o entre aquella y la URSS en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en todos los ejemplos, ciertos actores postulaban estar combatiendo una guerra.

    Desde 1917 hasta la actualidad, en mayor o menor medida y de formas y grados distintos, Argentina se involucró en esas guerras globales, sean interestatales, frías, sucias, internas, civiles, contra ejércitos regulares, guerrillas, terroristas o grupos armados de cualquier tipo. Esto es así, aunque, en muchos casos, bajo los parámetros del derecho internacional no pueda hablarse de guerra. Lo que interesa es notar que para los actores de ese tiempo (gobierno, fuerzas armadas, grupos guerrilleros, entre otros) se estaba peleando una guerra. En el terreno de las representaciones de los fenómenos, eso era una guerra.

    Así sucede, por ejemplo, con la lucha entre el Estado y los grupos que promovieron, luego de 1917, la revolución comunista en el país. La Revolución bolchevique constituyó el inicio de una «guerra civil internacional» que abarcó, en un principio, Europa y que se extendió a lo largo de las décadas siguientes a todo el globo. Argentina no estuvo ajena. Fronteras adentro, enfrentó una puja ideológica entre democracia, comunismo y, con posterioridad, fascismo en la que no se podía estar ausente. Esto se radicalizó con el paso de las décadas. Cada vez fue más difícil ser neutral en las pugnas políticas y militares que enfrentaron ideologías contrapuestas.

    Un repaso histórico de los posicionamientos del país en los conflictos armados de relevancia mundial, desde la Primera Guerra hasta la guerra contra el terrorismo, muestra cómo el país en algunos casos no pudo y en la mayoría no quiso sostener la neutralidad que supuestamente definiría su posición histórica. Esa neutralidad ya no era posible en un mundo donde la guerra había mutado. Lo hayan querido o se hayan visto obligados a ello, los gobiernos tuvieron que ubicarse en algún bando en disputa.

    Cuando el país quiso mantenerse neutral formalmente (materialmente era imposible), el costo que tuvo que pagar fue muy grande y siempre debió ceder. Argentina buscaba defender un derecho que ya no era admitido. El derecho a no tomar parte en los conflictos terminó con la intervención norteamericana en la Gran Guerra. De la guerra moderna de los siglos XVIII a XIX, en donde la neutralidad era posible, quedaron pocos rastros a partir de 1917. Solo en un contexto en que el enemigo no es considerado un criminal puede sostenerse la neutralidad. En ninguna confrontación global de los siglos XX y XXI se dio algo semejante. El enemigo siempre fue un criminal al que debía ser sometido y aniquilado por una acción de tipo policial.

    Hablar de ausencia de neutralidad no implica, en lo absoluto, que Argentina no haya tenido una política exterior autónoma o parcialmente autónoma, al menos en ciertos momentos del periodo analizado. En otras palabras, no implica que se haya valido siempre de la lógica de la aquiescencia total con la potencia hegemónica, según la terminología de Russell y Tokatlian (2013). En la mayor parte de los conflictos globales, Argentina se involucró voluntariamente, sea de forma pública o solapada. Lo hizo como una manera de insertarse en el mundo, por la presión internacional o como una estrategia para agradar a Washington. En cualquier caso, fue parte de las guerras globales.

    Aunque de manera incipiente, participó de la «guerra civil mundial» contra comunistas y anarquistas importando el «temor rojo» europeo producido por la Revolución en Rusia. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Argentina dejó de ser neutral incluso formalmente. Cortó relaciones con los países del Eje en 1944 y, en 1945, les declaró la guerra, confiscó bienes de Alemania y Japón e internó a nacionales de esos países. Pero incluso antes de la ruptura de relaciones diplomáticas, Buenos Aires había adoptado una posición favorable al bando aliado, más allá de mantener la neutralidad formal. Por la materia prima y

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