El informe de la OTAN Los dilemas bélicos ante los bienes culturales
En noviembre de 1907 Adolf Hitler presentó su examen de admisión a la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Viena, pero fue rechazado por carecer de las aptitudes artísticas requeridas. Volvió a intentarlo al año siguiente con el mismo resultado. Desde entonces y hasta 1913 se ganaría el sustento como pintor de acuarelas y postales en esa ciudad. Ya en el pináculo del poder, una de sus ambiciones era crear el Museo del Führer; para ello, junto con Hermann Göring organizó una de las expoliaciones de bienes culturales más deleznables del siglo XX, a costa fundamentalmente de los museos y de las grandes colecciones de la comunidad judía, como la Rothschild, la Rosenberg y la Goudstikker. Este pillaje lo perpetró mediante la Einsatzstab capitaneada por el Reichsleiter Alfred Rosenberg, que dependía del Partido Nazi y se ocupaba precisamente del robo de bienes culturales durante la Segunda Guerra Mundial.
En contraste, es célebre la respuesta de Winston Churchill cuando fue inquirido acerca de la posibilidad de que se recortara el presupuesto británico dedicado al
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