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Los Crímenes de la Calle Morgue
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Los Crímenes de la Calle Morgue
Libro electrónico52 páginas48 minutos

Los Crímenes de la Calle Morgue

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" Los Crímenes de la Calle Morgue" es un relato pionero en el género de misterio, en el que el detective Auguste Dupin utiliza su aguda observación y su lógica para resolver un brutal doble asesinato en París, revelando un sorprendente e inusual desenlace.
IdiomaEspañol
EditorialSAMPI Books
Fecha de lanzamiento24 ene 2024
ISBN9786585934022
Autor

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (1809-1849) was an American writer, poet, and critic.  Best known for his macabre prose work, including the short story “The Tell-Tale Heart,” his writing has influenced literature in the United States and around the world.

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    Los Crímenes de la Calle Morgue - Edgar Allan Poe

    SINOPSIS

    Los Crímenes de la Calle Morgue es un relato pionero en el género de misterio, en el que el detective Auguste Dupin utiliza su aguda observación y su lógica para resolver un brutal doble asesinato en París, revelando un sorprendente e inusual desenlace.

    Palabras clave

    Crimen, Misterio, Racionalidad

    AVISO

    Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.

    Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.

    LOS CRÍMENES DE LA CALLE MORGUE

    Qué canción cantaban las Sirenas, o qué nombre asumía Aquiles cuando se escondía entre las mujeres, aunque son preguntas desconcertantes, no están más allá de toda conjetura.

    -Sir Thomas Browne.

    Las características mentales de las que se habla como analíticas son, en sí mismas, poco susceptibles de análisis. Los apreciamos sólo por sus efectos. Sabemos de ellos, entre otras cosas, que siempre son para su poseedor, cuando los posee desmesuradamente, una fuente del más vivo goce. Así como el hombre fuerte se regocija en su habilidad física, deleitándose en los ejercicios que ponen sus músculos en acción, así el analista se regocija en la actividad moral que desenreda. Obtiene placer incluso de las ocupaciones más triviales que ponen en juego su talento. Es aficionado a los enigmas, a los acertijos, a los jeroglíficos, exhibiendo en sus soluciones de cada uno un grado de perspicacia que parece a la aprehensión ordinaria præternatural. Sus resultados, producidos por el alma misma y la esencia del método, tienen, en verdad, todo el aire de la intuición.

    La facultad de re-solución es posiblemente muy vigorizada por el estudio matemático, y especialmente por esa rama superior de él que, injustamente, y meramente a causa de sus operaciones retrógradas, ha sido llamada, como si fuera por excelencia, análisis. Sin embargo, calcular no es en sí analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, hace lo uno sin esforzarse en lo otro. De ello se deduce que el juego del ajedrez, en sus efectos sobre el carácter mental, está muy mal entendido. No estoy escribiendo ahora un tratado, sino simplemente prologando una narración un tanto peculiar con observaciones muy al azar; por lo tanto, aprovecharé la ocasión para afirmar que las facultades superiores del intelecto reflexivo son más decidida y útilmente ejercitadas por el juego sin ostentación de las damas que por toda la elaborada frivolidad del ajedrez. En este último, donde las piezas tienen movimientos diferentes y extraños, con valores variados y variables, lo que sólo es complejo se confunde (un error no inusual) con lo que es profundo. La atención se pone aquí poderosamente en juego. Si flaquea un instante, se comete un descuido que resulta en lesión o derrota. Como las jugadas posibles no sólo son múltiples sino también involutivas, las posibilidades de cometer tales descuidos se multiplican, y en nueve de cada diez casos es el jugador más concentrado y no el más agudo el que vence. En las damas, por el contrario, donde las jugadas son únicas y tienen poca variación, las probabilidades de inadvertencia disminuyen, y la mera atención queda comparativamente desocupada, por lo que las ventajas obtenidas por cualquiera de las partes se obtienen por una perspicacia superior. Para ser menos abstractos, supongamos una partida de damas en la que las piezas se reducen a cuatro reyes y en la que, por supuesto, no cabe esperar ningún descuido. Es obvio que aquí la victoria sólo puede decidirse (en igualdad de condiciones entre los jugadores) por algún movimiento recherché, resultado de un fuerte esfuerzo del intelecto. Privado de los recursos ordinarios, el analista se sumerge en el espíritu de su adversario, se identifica

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