Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba
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Júpiter Anónimo Ruppert, es un tipo común y corriente; antisocial, e inteligente. Un día caminando de la universidad a su casa, se cruza con una mujer extraña y se enamora a primera vista. Le pide una cita, y ante un descuido de ella, la salva de un accidente. La dama acepta esa cita, pero a cambio debe casarse con ella, y él sin dudarlo acepta. Allí comienza ésta aventura desopilante, y todas las situaciones extrañas, e insólitas, cómicas que él, y todos los personajes que se relacionan con aquel matrimonio viven. ¿Gaia? ¿Quién, o qué es Gaia? ¿De dónde viene, y por qué?
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Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba - Júpiter Octavio Mikonos
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MI
INSÓLITO MATRIMONIO ES UN DISPARATE
DEL UNIVERSO COMO SOSPECHABA
Diego Leandro Couselo
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Couselo, Diego Leandro
Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba /
Diego Leandro Couselo. - 1a ed ilustrada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Diego Leandro Couselo, 2023.
ISBN 978-631-00-0109-8
1. Novelas de Aventuras. 2. Novelas de Ciencia Ficción. 3. Novelas Fantásticas. I. Título.
CDD A863
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Gracias a esos que me inspiran por siempre a escribir. -
Gracias...a tí, Mi Rebita, por ser mi Gaia, para un Júpiter. -
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Índice.
Prologo //**************************************************************// 5
La esposa. Mi primer encuentro con Gaia. ***********************************// 8
La esposa. Casémonos ahora. **********************************************// 24
La esposa. Retorno y nuevas personas que llegan a mi vida por motivos curiosos.*// 47
La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades. *************************// 75
La esposa. La verdad detrás del casamiento (primera parte).
La ayuda al salón Hades. -************************************************// 105
La esposa. La verdad detrás del casamiento (segunda parte). La visita de la Familia (¿Cómo
que
te
casaste?).
Seguimos
ordenando
la
sala
Hades.
***********************************************************************************// 124
La esposa. Gaia sale con ocurrencias que pueden suceder en el futuro*****// 152
La esposa. El demonio de Laplace.*****************************************// 156
La esposa. Gaia llora. **************************************************// 166
La esposa. Gaia y cada momento con Júpiter.
Se empiezan a revelar acontecimientos. **********************************// 175
La esposa. Josefina revela su nombre. Ella sueña hechos que son reales. Y los míos también lo son, como los de Gregory. *********************************************// 230
La esposa. Gregory es todo un galán cuando se trata de enamorar.
Otro sueño, otra realidad *********************************************// 240
La esposa. Gaia desaparece. La realidad de todo. ***************************// 248
La esposa. Gaia existe se los aseguro. Se revela la verdad.
Vamos por ella a donde fuere. *****************************************// 267
La esposa. En busca de Gaia. ¿Quién es ella? ****************************// 306
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Prólogo. –
Imaginen que le salvan la vida a una chica, y luego de un tiempo ella aparece, para casarse por una vieja promesa, y luego comienzan un sinfín de historias extrañas, de situaciones creadas de la nada. Y mientras eso sucede piensan que todo está en orden, pero no es así. Esta es la vida de Júpiter Anónimo Ruppert, quien un día le salva la vida a quien será su esposa, Gaia Justina. A partir de allí Júpiter comienza a vivenciar situaciones extrañas, encuentros que solo puede ver en sus sueños. Aparecen otros personajes que dan rienda suelta a todo los sucesos. El trabajo, la universidad, y la famosa sala Hades, en la cual Júpiter encontrará objetos extraños que de alguna forma le podrán pimiento a su historia de amor con una mujer totalmente desconocida que dice que venir de una isla muy lejana en el océano pacifico. En su matrimonio pasaran situaciones divertidas, con diálogos de la vida conyugal; situaciones dramáticas, eventos que darán a conocer resultados inesperados, situaciones extrañas en los cuales Gaia, y otros personajes participan. Y el tiempo es el mayor constructor en la historia.
Gaia, ese el nexo de todo lo que ocurra. Ella con su sonrisa, hará latir el corazón de Júpiter en cada hecho. Se reirá, llorará. Su sus aptitudes en cada quehacer de la casa, en cada aspecto de la vida. Ella es un caso raro, que cocina de lo más extraño, que tiene aptitudes raras hacia las personas, y habla con los animales como si les respondiera, pero dejemos un poco a nuestro principal personajes, al Sr. Estudiante de historia, que nos explique el mismo que sabe de Gaia:
…............ Gaia no me dejaba de sorprender. Un día despertaba y ella estaba en el techo sosteniendo una antena de televisión apuntando a una estrella desconocida. Otro día hablaba en lengua cuneiforme hitita para traducirme una pieza del museo donde trabajo.
No duerme más que 4 horas y todas noches ronca como un gruñido de oso. Es experta en
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videos juegos. Cocina desde sesos y ojos de mandril hasta pasto del parque. Todo es nutritivo según ella. Las películas de terror son su premier Se comporta como si hubiera fantasmas en la casa. Le gusta hablar sola y determinar hipótesis sobre lo que le dice o se dice ella. Su mejor amigo es un gato, mi vecina la adora sin conocerla, y creo que mi vida con ella se encuentra en un bucle a causa de una leyenda urbana de la ciencia llamada demonio de Laplace. Estamos como queremos. Y lo mejor de ella es que siempre de una u otra forma sonríe. Eso es lo más interesante y normal. Sí, eso creo que es lo mejor de mi esposa.
Soy Júpiter Anónimo Ruppert, y éste matrimonio es una locura.
Esa es Gaia, la esposa de un hombre que va a empezar a vivir una gran aventura que lo llevará muy lejos, pero atiendan, sin dejar de lado algo importante. Ésta historia narrada en primera persona, y cada capítulo parece una locura. No solo por el hecho de que nuestro personaje tiene situaciones inverosímiles, independientemente de llevar una vida totalmente rutinaria, como ir al trabajo, y luego a la universidad, pero entre esos dos ramos, y la vida conyugal Júpiter se verá envuelto en muchas ocasiones en laberintos oníricos de los cuales Gaia es la principal protagonista, y junto a él, su amigo y vecino, Gregory un escritor de medio turno laboral que se siente atraído por la vecina de Júpiter, Luna, quien también parece una dama extraña , y Josefina su compañera de universidad que a pesar de ser extrovertida en su interior guarda una historia a revelarse. Todos los personajes llevaran a desarrollar una inverosímil y anómala historia que llegará muy lejos, pero prefiero que ustedes descubran y acompañen a Júpiter en su periplo. En su viaje, pues toda historia encierra una gran aventura a desarrollar. Al final la vida es ese conjunto de momentos soñados, que sin querer son realidad. Sin más que manifestar. Buena suerte Júpiter y Gaia. –
Diego Leandro Couselo
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La esposa. Mi primer encuentro con Gaia. –
Tu nombre te identifica. Eso es una verdad. -
Dicen algunas teorías matemáticas descabelladas que hay un porcentaje estimado para localizar vida en el universo. La teoría, es la llamada ecuación de Drake, de la cual se estima la cantidad de vida inteligente que puede existir fuera de nuestro planeta tierra alrededor de la galaxia, y la vía láctea. Esa posibilidad de emisión radial de que nos encontremos a alguien esperándonos por ahí. Esa fórmula también se utilizó para encontrar el amor. Backus, un economista británico confesó que ese porcentaje equivale a 0,0000034 %. Un número bastante preciso. Esto quiere decir que hay un 0,0000034 %
posibilidades de que puedas descubrir al amor de tu vida en algún lugar de la tierra. Es cierto que tiene poca credibilidad, e incluso parece más un juego mentiroso de estadísticas tontas, en la cual uno arriesga la esperanza. No hay lógica, aunque al final de cuentas, no creo que sea tan incorrecto. A ella la encontré, y puede que sea obra del destino, o de esas probabilidades de la ciencia ¿Si es? ¡No puedo explicarlo!, Pero puedo asegurar que cuando se hizo presente, sentí en algún lugar dentro de mí, que la he estado buscando desde muchos antes de existir.
¿Seguro querrán saber por qué tengo esa certeza? Lo van a tener que averiguar a medida que la historia se desarrolle.
Antes que nada debo decir que estoy con vida, y eso es importante. Si no fuera por ella. Ahora el matrimonio ¡Ahh! ¡El matrimonio! No dudé un segundo en tomarle la mano, aunque su rostro estaba repleto de significados de esos que lo
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hacen ver a uno como un loco enamorado, aunque ella me aceptó así todo demacrado de aquel accidente. –
Pero bien primero quisiera presentarme, va no creo que sea preciso. Una presentación es algo formal, pero a quien les dicta estas palabras, lo van a ir conociendo a medida que avance la historia ¡Cuidado!, no es que no me preste atención a mí mismo, pero en fin, ni siquiera el nombre es tan importante. O en verdad lo es, aunque no el mío justamente. Cuando llegué al mundo estaba bañado de un líquido viscoso, y mis padres dijeron es muy bello ¡Vamos! ¡Por favor! Ningún recién nacido es bello, es más se parece a un tomate. De inmediato lancé un gas desde uno de mis orificios. Tenemos varios. Sin embargo no entraré en detalles. En ese momento mi padre, Horacio Francis Ruppert, un astrónomo amateur, e historiador, arqueólogo de profesión que tanto ama las estrellas, eligió como nombres aplicativos: Júpiter Anónimo Ruppert.
Júpiter sabrán que por ser un planeta gaseoso. No les mencioné que la incapacidad intestinal prosiguió con mis pocos modales con lo que llegué al mundo, y Anónimo es porque nadie sabe a ciencia cierta quien descubrió a Júpiter. Entonces mi padre tuvo la maravillosa idea. ¡¡¡Qué digo idea!!! ¡¡¡¡Gran pensamiento!!!! ¡¡¡Demonios!!! De poner ¡Anónimo! Como segundo nombre. De más estar indicar mi apellido.
Pero ambos me acompañaron durante mi vida de infancia- adolescencia –
adultez.
- ¿Te llamas Júpiter? – Dijo preguntando como con cierta gracia, mi primera maestra en preescolar – Jardín – O cómo quieran llamarlo al inicio de escuela. -
- Debe ser por su cara redonda. –
- ¡Es el planeta!. –
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- ¿Si creo? ¡Uh! ¿Y ese olor?
- ¡Ay! Júpiter ¿fuiste tú? Abran las ventanas. –
- ¡Uf! Cierto –
- ¿Anónimo? No parece que lo fuera a conocer alguien En definitiva ese fue mi inicio en la escuela.
A mí entender siempre me dije que quizás la casualidad lleva a la denominación. Fui una estrella fallida aparentemente. -
- ¡Eh! ¡¡¡Júpiter!!! ¿Eres de otro planeta?
- ¿Otro planeta? ¡¡Mmm!! ¿No? – Me decía pensativo.
- ¿No te estrellaste aquí?
- ¿Por qué lo haría? – Pregunté – ¡Claro que no!
- ¡¡¡Oye Júpiter!!! ¿Cuándo escribe pones, anónimo?
- ¡A veces!
- ¿Y saben quién eres?
Al irme mi madre a buscarme se confundían
- ¿Júpiter? ¿Anónimo?
- ¿El planeta? ¿Quién es?
- Es mi hijo, ¡¡¡¡vengo a buscarlo!!!! – Se enfadaba mi madre. –
Hay que tener presente que siempre me escondía en algún recóndito lugar. Era mi galaxia de escape. Perdón. Esto de tener nombre de planeta complica las cosas. No es que quiera hablar del espacio.
Claro que luego de un tiempo, y encerrado en mis libros de estudio, supe que Júpiter era un planeta. Más tarde descubrí que anónimo era desconocido. No
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Que anónimo fuese desconocido, no entiendan mal, sino que significa desconocido. Bien, puede que me haya expresado mal. Ustedes me entienden. -
A medida que fui creciendo, mi contextura física mudaba. Tengo un metro sesenta y cinco, ni siquiera hago honor al planeta padre. Pelo castaño casi oscuro y con cabellos que quieren escapar, ojos color café con una retina muy pequeña. También me llaman ojos de pescado muerto. Nariz achatada.
La adolescencia, fue un paso efímero. Como una meteorito en la entrada de la estratosfera, y luego mi primer año de universidad en la carrera de historia. Se me daba bien los números, y las leyes, la cartografía, y finanzas, pero quería algo más tranquilo. También acepté un trabajo en la parte de logística y turismo de un museo muy reconocido de un magnate, aprovechando mi carrera en sus comienzos. -
Entonces era un planeta desconocido. Y ello me acompañó por mucho tiempo hasta que apareció ella.
En la secundaría se podría decir que era un alumno bastante comprometido. Ya es de saber. Promedio seis a siete de nota. Malo solamente en mi karma de idioma. Digamos que no podía pronunciar bien mi nombre en inglés, portugués, o francés. Algo venerable en deportes y poco social. A decir verdad la palabra sería asocial. O bastante chato para el público. No sé quién dijo que vivir en sociedad significa comunicarse. El hombre está hecho para ello. Bueno, tuve que relacionarme. Sin embargo soy profesional en anti-sociedad.
El último año me propuse estudiar la máximo, y logré entrar en la universidad.
Ya tenía un año y estaba en mi segundo. Fue ese día al salir de la facultad de historia que todo ocurrió. Había ido a dejar unos papeles importantes de materias. La inscripción con una planilla de la cual llevaba mi firma y aclaración.
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- ¡Señor no ponga Anónimo! Y no sea bromista. Necesito su nombre y apellido
- Ese es mi nombre y apellido – Repliqué enfadado. -
- ¿Júpiter Anónimo…?
Creo que no dije más nada luego de ello. En fin y sin dilatar el asunto. Salí a las 21:00 del día 27 de Junio del corriente año. A la hora en que una gran luna llena posaba su luz en la noche. Tenía mi recibo de documentación aprobado. Creo que fui el primero. Un ruido de zapatos se oía al caminar del lado de la vereda que triangula con la plaza que se acerca a la avenida.
Una silueta se colocaba el zapato cuidadosamente. Luego abrió una botella de agua y bebió un sorbo.
Su pelo largo rojizo y oscuro y sus ojos color rojo pulpa de sangre se entremezclaban con la brillante esfera de una estrella lejana. Por un momento ella me vió, y su cabello se extendió como queriendo volar.
Me mantuve quieto mirando en la lejanía su belleza. Estaba hipnotizado. Mis manos dejaron caer entonces el bolso que llevaba y varios papeles se desparramaron. Me agache en el suelo a recogerlos sin quitarle la vista. P3onto comenzó a caminar y tomé todo de manera veloz para seguirla.
- No, debo ir por ella – Me dije y guardé todos los papeles y documentación de forma desordenada. No importaba.
Al continuar ella estaba del lado de enfrente de la calle en el ir y venir de los automóviles. Y vigilando el paso me dispuse a cruzar. Estaba sonriente.
- ¡Ey! ¡Disculpa…..! – No escuchaba. ¡¡¡Ey!!! ¡Perdona! –
Ella se dio la vuelta. Me vió, su cabello rojizo comenzó a expandirse como si el viento lo manipulara nuevamente, como si cada rizo tuviera vida propia, despeinándose en la noche. Sus raíces dejaban ver el matiz oscuro en líneas. Era
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como una intrépida amazona de la jungla cazando. Y su hermoso cabello resplandecía con sus ojos rojos tintos.
- ¡Gracias a Dios! – Sonreí al verla. – Perdona que te diga esto. Pero debo decir que eres hermosa – En ese momento la piel de mi rostro cambió a un rojo sumiso. Era pura vergüenza, y no podía creer lo que estaba diciendo. La dama no entendía bien. Allí mi mente, no, mejor dicho mi corazón le pidió una cita. – Escucha, sé que es insólito, pero ¿Quisieras tener una cita conmigo? – Me fui a acercando a ella. Lo dije sin meditar.
Fue un acto reflejo desmedido e inusual en mí.
- ¿Por qué? ¿Por qué querrías salir conmigo?
- ¿Es qué? – No sabía explicar lo que sentí – ¡Sabes yo! – De los nervios me rasqué la cabeza con la mano derecha.
- ¡Ya veo! ¡No sabes!
- ¡No importa ello! – Le dije decidido.
- Bien – Suspira. Entonces genera una risita interesante, y medita con su dedo en los labios como tramando algo, Suponiendo diría – ¡Que te parece! ¡Acepto tu propuesta!, Sin embargo, a cambio quiero algo especial. ¡¡Primero debemos casarnos!!
- ¡Eh! – Dije asombrado – ¡¡Eh!!!.....- Ladee la cabeza - ¡¡Ehh!!
- Claro ¿Es lo que sientes? ¿Amor?
- Bueno. – Respiré hondo y confesé- ¡Sí!¡Siento amor! – Mi pecho comenzó a palpitar fuertemente. Un flash extraño recorrió mis entrañas. Era una electricidad, cuando sus ojos se clavaron en mi persona. -
- ¿Seguro?
- Si, seguro. – La mire con toda la decisión de la vida. -
- La primera impresión a la hora de definir a una persona es un estereotipo usual que creamos en nuestra mente. El físico y la
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gesticulación juegan un papel importante en la creación. Y luego el uso del lenguaje facial, corpóreo, intelectual. Lo que sea. Y del corazón. -
- ¡Wow! – Sabe demasiado. Seria psicóloga - Me sopesé. -
- ¡¡Te escuche!!
- ¡Ayy! No sabía que estaba hablando conmigo mismo en voz alta.
- ¡Mmm! Bueno en definitiva lo que sientes es atracción y deseo.
- ¡¡¡Noo!!!
- ¡No mientas!
- ¡¡No miento!!– Y agaché mi cabeza – Sé, que es amor. –No me pidan explicación.
Volvería hacerlo millones de veces y millones de años luz de dónde sea.
- ¡Cásate conmigo y saldremos!. ... – Al decirlo. Respiré hondo, y me declaré. -
- Quiero casarme contigo ¡¡Realmente!! – Mi corazón se aceleró ¡Eres tú!
- ¡¡No me conoces!!
- No importa. Tus ojos lo dicen todo. Lo arriesgaría todo, hasta mi vida.
Ella no supo que decir – Sus ojos color rojo se empañaron como si tuviera lentes - ¡¡Casémonos!!
Ella alzó un suspiro, y una leve mueca de sonrisa, mientras detrás de su persona, se resplandecía la luna y más allá otro planeta.
Estábamos en el medio de la avenida. En plena calle abierta de dos manos. El ir y venir de los automóviles se había calmado. Algunas luces de los focos no estaban encendidas, por alguna falla del funcionamiento de la electricidad corriente que les provee, por lo que se debía cruzar con precaución. -
Aunque ella me miró con susto y volteó la visión, al camión que venía de frente su persona. Eran muy potentes sus luces como su claxon distraído, y venía a una velocidad descontrolada. Eso fue lo último que registré en mi mente cuando me abalancé a ella para correrla del peligro. No sé cómo lo hice, ni por qué, pero lo haría un millar de veces.
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Al abrir los ojos en medio del verano las chicharras sonaban en su máximo esplendor. Estaba recostado en la carretera y dos hombres me gritaban incesantemente. -
- ¿Estás bien? ¡Responde!
- ¡Emergencias! – Llama por teléfono uno de ellos.
- ¡Ahora mismo!
- Señorita, ¿Usted está bien?
- Sí, no se preocupen por mí. Él me salvó. -
- Qué bueno que no tenga rasguño alguno, ni heridas - Expresó aliviado uno de los conductores del camión.
- ¡Podíamos haberlos matado, al cruzar de esa forma imprudente! – Dijo su otro compañero, que terminaba de hablar con emergencias, y de repente se enfadó por el susto.
- Ray ¡Cállate!
- Ustedes, iban a una velocidad de 120 km, en una avenida de 80 km, promedio, calculando que hay un viento de casi 50 km a favor, y una visibilidad media en plena noche, sin contar los diez focos de luz desde la calle detrás de la avenida que corta ella, hasta sobrepasar – Señala con enfado a la dirección de la mano siguiente –
- Pe..peroo.
Luego la mujer señala al poste del foco averiado.
- Si registran allí, hay una cámara que filmó todo el hecho Señor Ray, y que usted estaba conduciendo.
- ¿Cómo lo supo? – Se asombró por la información que ella supo deducir –
Lo siento mucho.
Ella se mantuvo firme, y luego volteó a verme. -
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A penas podía ver bien y escuchar. La sangre estaba cegando la poca visibilidad. Solo escuché aquellos sonidos.
- Tranquilo. Vas a estar bien. – Esa voz de mujer – Solo fue el impacto.
Trata de descansar, la ambulancia se encuentra en camino. – Una mano me rosó el rostro. Nos casaremos. Ahora descansa.
- Eres agr..ag..agrdabl..e… - Confesé con algunas fuerzas que me quedaban, al no querer ceder a que su voz y su tacto desaparecieran.
En realidad, parece un hecho fatídico de esas historias de amor que tienen un comienzo y final trágico. El hombre salva a la dama, aunque fue diferente aquí. No terminé muerto. Y ella pasó su mano por mi frente ensangrentada. Todo se calmaba. Todo fue paz. Como si fuera un espectro angelical. -
Luego de ser trasladado al hospital pasé de terapia intensiva a sala de cuidados paliativos y milagros teológicos. Ustedes me entienden. Dicho ello había escapado de la muerte desde aquel intento de salvataje. No entendía los hechos.
Mi familia estuvo entre las filas de la sala de emergencia entre llamados y silencios que se quebraban en llanto. Al despertar tenía sus rostros con alegría, pero quería ver uno en particular que allí no se encontraba.
- ¡¡Cuidado hijo!! – Me expresó mi madre al ver que intentaba una suerte de movimiento de espalda. La ciática no ayuda. Tenía algunos huesos rotos; fracturas de pierna derecha, hombro izquierdo. La cicatriz en el mentón, y un dolo punzante de cabeza que me acompañaría durante día y medio. Creo que gracias a mis patillas no se veían otras heridas.
El médico llegó con un informe discreto. Fue un milagro. Fue lo primero que expresó al verme. Nunca supe bien, incluso creí que los milagros eran parte de la teología, y no la ciencia de la medicina. De los otros hechos, cabe solo
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mencionar una larga rehabilitación y comida de hospital con sabor a nada. Y
ella no estaba. Se había esfumado.
Uno de los conductores, fue a visitarme. Ese tal Ralf amigo de Ray, o cómo se llame. La mujer luego de dar unas explicaciones técnicas se mantuvo a mi lado hablándome, aunque no podía oírla. Luego al llegar la ambulancia. Entre los papeleos y explicaciones desapareció como si no existiera. Al escucharlo tuve una recaída, lo que dio ligar al llamado de la enfermería.
Tal como lo amonestará el conductor. Se había esfumado, y no pude siquiera preguntar su nombre. Era una broma macabra de algún sueño nefasto en el que preciso despertar ¿Acaso debía suceder de esta manera? No culpo a la suerte, ni al destino, debería culparme a mí por negligencia en mi persona.
¿Desde cuándo me convertí en un proyecto de descuido que no entiende de guardar prioridades? Mermaba en mi cabeza su semblante y me daba pánico olvidarla.
¡¡Noo!! ¡¡¡Júpiter!!! Recuerda. Recuérdala bien ¡Búscala! Tú eres el protector del sistema que lo ve todo.
Pase unos meses en el hospital. Las probabilidades de una pronta recuperación provienen de dos factores: los efectos físicos y emocionales.
Físicamente los huesos estaban sanando. A decir verdad una anatomía de deportista ayudaba en todo sentido. Y lo emocional. En ello no podía dejar de pensar en ella. Ahí no tenía remedio más que recorrer como lo hice en un principio las instalaciones una y otra vez. Como las calles una vez que me fue otorgada el alta médica. De mi casa, del trabajo, de la universidad. En esos eses hice afán de mi dedicación al estudio. Leí innumerables libros. Algunas obras importantes del bardo inmortal, para mis palabras, algunas ideológicas marxistas, de Stuart, de Smith, para mis políticas, algunas naturalistas de Conte y Spencer, para mi especie, algunas hegelianas y kantianas, para mi lógica,
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algunas kafkianas, orwelianas, assimovanas para mi imaginación, y otras tantas de Messier, Einstein, Turing, y Ramanujan, y las ciencias de la computación e inteligencia.
Aclaro una humilde acotación. Puedo leer tanto como ello, y más. No podía trabajar, así que dediqué mi tiempo al estudio y desarrollo cognitivo.
Al salir del hospital, respiré el aire de la urbe. Fue mi último parte de alta. No debía ir más. Muchas eran las personas que iban y venían. Fui por ella, pero no podía encontrarla. No comprendía bien, pero cada vez que la imaginaba, mi