El pescador de luz: Liberarse de la perfección es el mejor camino hacia el éxito

Por Francesc Puigpelat Valls

Kate creció bajo la presión de ser una periodista de éxito y la mujer perfecta, pero llega a la madurez sintiéndose una absoluta fracasada. Es una persona con un talento especial, pero el miedo la paraliza. Una casualidad del destino le brindará la oportunidad de conocer a un personaje fascinante capaz de cambiarle la vida: el pescador de luz.

Francesc Puigpelat (Balaguer, 1959) es filósofo, periodista y escritor. Paralelamente a una sólida carrera en los medios de comunicación, ha publicado numerosas novelas de gran reconocimiento. También es autor del libro Cómo hablar bien en público, junto a Joana Rubio.

Una fábula exquisita que hace tambalear las falsas categorías del triunfo y el fracaso. Conociendo las vidas cruzadas de una mujer mediocre y un hombre extraordinario nos damos cuenta de que los dos, en esencia, beben de la misma luz; la diferencia es cómo la han gestionado hasta hoy. El fracaso es siempre un primer peldaño hacia el éxito.

• Idioma: Español
• Editorial: Comanegra
• Fecha de lanzamiento: 4 dic 2023
• ISBN: 9788419590817

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1. De secretaria a periodista

Kate Wilcox trabajaba de secretaria en la revista Week + Week, en Sacramento.

Una tarde como cualquier otra, el director del semanario la llamó por el teléfono interno.

—Tengo que hablar con usted urgentemente —le espetó.

Kate cogió una libreta para tomar notas y se dirigió hacia el despacho del señor Patton. Al llamar a la puerta, todavía no sospechaba que aquella breve entrevista iba a cambiar su vida.

—Póngase cómoda —le dijo Patton—. Tenemos una emergencia. ¡La necesito!

Kate levantó las cejas, extrañada. Durante sus diez años en Week + Week, el director jamás le había dicho que la necesitara. Al fin y al cabo, su trabajo en la revista, rutinario y mecánico, nunca había merecido ninguna atención por parte del director.

—Usted dirá —respondió Kate, un poco incrédula.

—Empezaré por el principio. ¿Sabe quién es Jeff Buckley?

—Me suena. Es un empresario de nuevas tecnologías. Un hombre muy rico. El dueño de… ¿Pear Co.?

—Peach Co., para ser exactos. ¿Sabe algo más?

Kate reflexionó, un poco incómoda, con la impresión de que todo aquello era como un examen, y respondió:

—Pues no.

—Perfecto —contestó Patton—. Usted es, como si dijéramos, la ciudadana media de este país. Jeff Buckley es uno de los gurús de las nuevas tecnologías, una especie de Steve Jobs o Bill Gates. Pero la gente, en general, no tiene sino una idea muy vaga de su vida. Y es lógico: Buckley siempre ha sido un hombre muy tímido, un poco misántropo, que ha vivido al margen del mundo y de los medios de comunicación. Esto, mientras era una especie de inventor estrambótico, no representaba ningún problema. Sin embargo, ahora se ha convertido en el propietario de Peach Co., y Peach Co. está a punto de salir a bolsa, con una valoración inicial aproximada de 10.000 millones de dólares. ¿Se hace una idea de lo que es esto?

—Ni por asomo.

Kate respondió en voz muy baja. Le costaba visualizar todo lo que fuera más allá de 10.000 dólares. 10.000 millones ya eran inimaginables.

—Todo ello es anómalo —prosiguió Patton—. Personas como Buckley deben ser conocidas por el gran público. Son tipos que han empezado de cero y se han hecho ricos. Son triunfadores. Y al público le gustan las historias de triunfadores.

—Eso es cierto —replicó Kate —. Pero aún no entiendo qué pinto yo en todo esto.

—Paciencia, que ya llegamos. Todos los grandes medios del país han intentado entrevistar a Buckley en las últimas semanas, y les ha dado calabazas a todos. ¡A todos!

—Este hombre debe tener un ego como una catedral.

—Al contrario. No es arrogante, sino tímido. Y un poco desconfiado. En realidad, es una persona muy sencilla, amable y cercana.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Y cómo está tan seguro de ello?

—Porque fuimos juntos al colegio.

Patton subrayó el efecto sorpresa de la frase guiñándole el ojo. Ella sonrió y dijo:

—Me parece que ya veo por dónde van los tiros…

—Exacto. Lo localicé anteayer, hablé con él y lo puse