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Contraciudadanía y democracia feminista
Contraciudadanía y democracia feminista
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Libro electrónico189 páginas2 horas

Contraciudadanía y democracia feminista

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"A partir de la crítica hacia los falsos universales heredados de la teoría
política liberal, Contraciudadanía y democracia feminista examina formas
de impugnación que configuran la praxis de la contraciudadanía, claves en
la puesta en ejercicio de una democracia feminista. Para Nicole Darat, tal
objetivo implica preguntarse qué significa dicha democracia, cuál es su
relación con la institucionalidad y con las políticas afirmativas. A lo largo de
estas páginas, teoría y práctica conforman un vínculo atravesado por una
tensión equiparable a los disensos que separan lo institucional de los
espacios autónomos, y este libro no es sino una búsqueda por la
proliferación de tensiones que apunten a pensar colectivamente modos de
negociar posiciones dentro del conflicto.
Ante el riesgo de cooptación de los ideales feministas por parte del
neoliberalismo y frente al avance de los conservadurismos a nivel
internacional, hay aquí una invitación a repensar los lineamientos de los
feminismos actuales."
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 oct 2023
ISBN9789566203513
Contraciudadanía y democracia feminista

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    Contraciudadanía y democracia feminista - Nicole Darat

    frente.png

    Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2023-A-8435

    ISBN: 978-956-6203-50-6

    ISBN digital: 978-956-6203-51-3

    Imagen de portada: Cheril Linett, Mares de carne. Poética de las aguas IV. Lota, Chile, febrero 2022. Fotografía: Gi Del Río. Cortesía de la artista.

    Diseño de portada: Paula Lobiano

    Corrección y diagramación: Antonio Leiva

    Colección Filosofía & Teoría Social

    Dirección: Rodrigo Cordero, Daniel Chernilo, Aldo Mascareño y Margarita Palacios.

    Los libros de la colección son sometidos a un doble proceso de referato. Las propuestas son evaluadas por pares y, una vez aceptadas, los manuscritos son revisados en un taller de discusión con el o la autora.

    © ediciones / metales pesados

    © Nicole Darat

    Todos los derechos reservados

    E mail: ediciones@metalespesados.cl

    www.metalespesados.cl

    Madrid 1998 - Santiago Centro

    Teléfono: (56-2) 26328926

    Santiago de Chile, septiembre de 2023

    Impreso por Alerce Talleres Gráficos S.A.

    Diagramación digital: Paula Lobiano Barría

    A mis compañeras

    Índice

    Introducción

    1. Liberalismo y feminismo: encuentros y desencuentros entre la teoría y la estrategia política

    El feminismo de la(s) primera(s) ola(s) y la estrategia de la igualdad formal

    El feminismo liberal y las críticas feministas al liberalismo

    Las críticas no liberales al feminismo liberal

    El espejismo de la libertad de mercado

    Conclusiones

    2. Contraciudadanía feminista

    Ciudadanía feminista y liberalismo

    Ciudadanía feminista y republicanismo

    Tensionando el esquema marshalliano de la ciudadanía

    Conclusiones

    3. Emancipación feminista

    La fortuna de las reivindicaciones de reconocimiento

    Feminismo y neoliberalismo: el caso chileno

    Feminismo y neoliberalismo en la posdictadura

    Conclusiones

    4. Redefiniciones de lo político. La democracia feminista y el interés de «las mujeres»

    La definición moderna del espacio público

    Política de la diferencia e interés de grupo

    Acción afirmativa y democracia feminista

    Conclusiones

    Conclusiones generales

    Bibliografía

    Agradecimientos

    Introducción

    El presente libro está compuesto por textos que he publicado durante los últimos años, pero que son el reflejo de más de una década de investigación y militancia feminista. Señalo estas dos fuentes, la investigación y la militancia, porque han sido fundamentales para identificar los nudos problemáticos y los desafíos del feminismo en la actualidad. He revisado y reescrito todos estos textos con ocasión de su publicación en la Colección Filosofía & Teoría Social de Ediciones Metales Pesados.

    El feminismo es una teoría y un movimiento social, y sostengo aquí que la crítica conceptual es imprescindible para ambas. En efecto, las primeras voces que podríamos calificar de feministas nacen precisamente como una reacción ante la construcción androcéntrica, y muchas veces misógina, de las categorías y de los conceptos a partir de los cuales entendemos la acción política y el poder. Si señalamos a Christine de Pizan como la primera escritora feminista, encontramos en su Ciudad de las damas un reclamo frente a la misoginia de los poetas, pero quizá el gesto más consistente provenga de las llamadas feministas ilustradas, que se enfrentaron abiertamente al avance de la razón moderna, revelando su sello masculino.

    Cuando Olympe de Gouges, en su Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana (1791), cambia hombre y ciudadano por «mujer» y «ciudadana», pone de manifiesto su disconformidad con el universal masculino. El articulado de su declaración paralela no consiste meramente en cambiar «hombre» por «mujer», sino en develar la diferencia en el corazón del espacio político que la revolución abría. Su ejecución en el cadalso muestra que la fraternidad tenía unos límites estrechos que no podían ser burlados por las mujeres. La teoría política feminista es heredera del gesto de De Gouges en tanto cuestiona la exclusión de lo femenino en el corazón de la política moderna, es también heredera de Mary Wollstonecraft y su crítica a la misoginia rousseauniana, que es asimismo una crítica de la deuda de la igual libertad que suponían las teorías del contrato social.

    Este gesto de desobediencia tiene su eco en un hito icónico del movimiento feminista en Chile, como el intento de inscripción de un grupo de mujeres en los registros electorales de San Felipe en 1875. La ley imponía como requisitos saber leer y ser chileno. Si el masculino era el universal, entonces no habría trabas para ellas, y esa fue la interpretación de la junta electoral en su momento, que se vio sin herramientas para refutar dicha interpretación, por lo que fue necesaria una ley que prohibiera el voto femenino en 1884 para aclarar que donde dice ciudadano quiere decir varón.

    Hemos heredado entonces una teoría política llena de falsos universales que es preciso cuestionar y tensionar, tanto desde la teoría como de las prácticas políticas feministas, y esto sigue siendo una tarea por hacer. Si bien se podría pensar que, logrados los derechos civiles y políticos, el feminismo carece de un objetivo político sustantivo, la posición social de las mujeres, en general, sigue siendo de subordinación frente a los varones. Esta constatación fue uno de los motores de la llamada segunda ola del feminismo entre las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX, que puso su énfasis en la situación social de las mujeres. La dominación masculina seguía agazapada en lo íntimo a pesar de haber logrado la igualdad formal. Pero la segunda ola chilena fue bien distinta, en medio de la dictadura; la primera prioridad era encontrar a las y los desaparecidos, y la segunda fue recuperar la democracia. En medio de esas urgencias vitales reaparecen las demandas propiamente feministas, a través de la exigencia de «democracia en el país y en la casa», identificando una continuidad entre la tiranía política y la dominación masculina.

    A lo largo del libro insistiré, a partir de la idea de «interrupción» de Bonnie Honig (2013), en que un elemento central de la política feminista son las prácticas de impugnación. Con este concepto pretendo englobar y hacer dialogar tanto la crítica conceptual como las múltiples prácticas de organización y de protesta que se dan dentro del feminismo. La impugnación en este sentido es una forma de la crítica que es inseparable del feminismo.

    Igual que la tarea de la democratización de las instituciones, la de democratizar nuestras formas de relacionarnos sigue en curso y, por ende, los desafíos feministas están diseminados en todo el espectro de dichas relaciones. Esta quizás ha sido la tarea fundamental para el feminismo, al menos desde la segunda ola. ¿Cuáles son las tensiones entre el feminismo y la democracia? Hemos heredado la porfía de las feministas que se organizaron durante la dictadura para insistir que sin feminismo no hay democracia y que sin democracia no hay feminismo, como sintetizara Julieta Kirkwood las consignas de esta época. Cabe preguntarse si acaso el feminismo tiene un deber de ser democrático también, y qué significa esto para la forma en que se conciben las relaciones y las prácticas al interior del mismo movimiento. Dicho de otro modo: cabe preguntarse por el alcance del compromiso democrático del feminismo en una época en que el punitivismo y la «cancelación» muchas veces reemplazan la crítica.

    El horizonte de este libro es la democracia feminista y el camino es a través de las prácticas de impugnación que forman parte del ejercicio de la «contraciudadanía feminista». Cada uno de los capítulos abona, de una u otra forma, a la idea de la democracia feminista. Este recorrido intelectual es también una toma de posición política acerca de qué significa la democracia feminista, de cuál es su relación con la institucionalidad y con las políticas afirmativas. Es una toma de posición respecto de cuáles deberían ser las disputas claves en torno a las que deben converger los feminismos.

    La revisión y reescritura de estos textos me ha dado la oportunidad de pensar el lugar que pueden ocupar en la discusión actual sobre el presente y futuro de nuestra democracia y, más precisamente, del lugar del feminismo en los desafíos que actualmente enfrenta esta. Más allá de ciertos triunfos electorales en el contexto de América Latina, es evidente que nos encontramos frente a un giro global hacia la derecha populista, en cuyo discurso los feminismos y movimientos LGBTIQ+ aparecen como uno de los principales adversarios de un «pueblo» que es concebido principalmente como heterosexual y natal de un Estado-nación; de hecho, se suele argüir que la agenda feminista y disidente proviene de organismos internacionales y que se trataría de un intento de colonizar el ideario local. No es casual que en este contexto se persigan las ideas feministas y particularmente a quienes las enseñan e investigan en las universidades públicas, con la excusa de verificar en qué se gasta el presupuesto estatal.

    Por otro lado, una parte significativa de la izquierda, frente a su fracaso en conquistar los votos del pueblo al que dice pertenecer y al que aspira a representar, se ha vuelto contra los feminismos y los movimientos LGBTIQ+ por imponer unas prioridades que no son las del pueblo, un pueblo que probablemente también se concibe como heterosexual y natal, idéntico a sí mismo y receloso de la diversidad y el cambio, pero idealizado en tanto que trabajador dispuesto a constituirse en el sujeto político de una revolución que en algún momento llegará. En Chile, luego del triunfo de la opción «rechazo» en el plebiscito de salida de la Convención Constitucional, en septiembre de 2022, no tardaron en aparecer las posiciones que culpaban al discurso woke del fracaso del texto propuesto.

    Como sea, no pretendo responder aquí cuál debe ser la estrategia de la izquierda, sino trazar ciertas líneas sobre cuál debería ser la estrategia política del feminismo, y esto puede implicar, en no pocas ocasiones, entrar en tensión con las apuestas tradicionales de la izquierda, institucional y no institucional, pero también de negociar posiciones y acordar prioridades, cuestión que nunca es tarea fácil. La estrategia feminista a la que hago referencia aquí apunta también a cómo situarnos en dichas negociaciones.

    Con todo, me parece que el concepto de reproducción social puede resultar clave para entender desde dónde puede construirse una agenda común para la izquierda. Lise Vogel (1983) fue quizá la primera en darle forma a este concepto y buscar unificar la opresión de clase y la opresión patriarcal. La reproducción social, entendida como renovación diaria de las energías y renovación generacional de la clase trabajadora, permitiría entender la función de la familia tradicional, y de la dominación patriarcal que la caracteriza, para la continuidad del capitalismo. Por supuesto, se trata de un lenguaje que puede ayudar a orientar la discusión, pero tampoco puede zanjarla. Como he dicho antes, se trata de estrategias feministas que van de la teoría a la práctica y viceversa.

    El libro está organizado en cuatro capítulos y una conclusión.

    El primer capítulo, «Liberalismo y feminismo: encuentros y desencuentros entre la teoría y la estrategia política», da cuenta de las relaciones entre feminismo y liberalismo, tanto en el desarrollo teórico de este como en las estrategias políticas del movimiento feminista. El punto de partida es la constatación de que el feminismo nace al alero de los principios liberales, pero se mantiene en permanente tensión con ellos, una tensión de la que no siempre se da debida cuenta y es reflejo de la complejidad de la teoría feminista, en cuanto crítica de la desigual distribución del poder entre los hombres y las mujeres. La crítica feminista al liberalismo es fundamental para los objetivos del propio feminismo, incluso del feminismo liberal; no obstante, afirmaremos aquí que es imprescindible para la estrategia feminista ir más allá de los límites de la teoría y la política liberal.

    El segundo capítulo, «Contraciudadanía feminista», busca indagar las relaciones entre feminismo y ciudadanía a partir de la constatación de que la ciudadanía ha sido una categoría política formulada desde la exclusión de las mujeres en cuanto sujetos políticos. Dicha constatación fuerza a la teoría feminista ya sea a renunciar al concepto de ciudadanía o a repensarlo radicalmente. El texto propone un análisis de las posibilidades de la segunda opción a partir de una crítica a dos de las teorías políticas más influyentes en la discusión sobre ciudadanía, a saber: el liberalismo y el republicanismo. Partiendo de la periodización de T. H. Marshall sobre la conquista de derechos como signos de evolución de la ciudadanía, procuraremos mostrar cómo ese desarrollo ha sido esquivo para las mujeres y ha transitado más bien por un camino paralelo, y cómo el mismo concepto de ciudadanía tradicionalmente entendido puede ser limitante para la acción política feminista. El dilema Wollstonecraft, tal como lo formula Carole Pateman, nos permite mapear las discontinuidades en la historia de la ciudadanía de las mujeres. Revisitar la historia del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) será parte importante del argumento en este capítulo.

    Repensar radicalmente la ciudadanía desde el feminismo implica pensarla como contraciudadanía; es decir, como un conjunto de prácticas de impugnación, o de «interrupción», para tomar prestado un término de Bonnie Honig. Estas ideas de impugnación e interrupción perfilarán lo que quiero llamar aquí contraciudadanía feminista, a la vez que busca rescatar el concepto republicano de libertad para el feminismo.

    El tercer capítulo, «Emancipación feminista», discute con la tesis de Nancy Fraser de que el feminismo de la segunda ola habría acabado siendo «la criada del capitalismo» en la medida en que el neoliberalismo cooptara el ideal feminista de emancipación. El texto se cuestiona si acaso dicha afirmación, que pretende tener validez universal, se aplica al caso chileno, considerando la temporalidad presentada por Fraser. A través de la revisión de algunos elementos centrales del llamado discurso de género de posdictadura, que ocupó el lugar del feminismo en las instituciones, se explora el devenir del concepto de emancipación, mostrando que su captura no ocurre por la complicidad del ideal feminista con el desmantelamiento de los derechos sociales asociados a la familia heterosexual, sino que habría ocurrido a través de la captura de cierto feminismo, por el discurso de género durante la transición. Propondré que la distinción entre feminismo institucional y feminismo

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