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Entrevista con Dios, con Judas y con la puerta de un prostíbulo
Entrevista con Dios, con Judas y con la puerta de un prostíbulo
Entrevista con Dios, con Judas y con la puerta de un prostíbulo
Libro electrónico83 páginas1 hora

Entrevista con Dios, con Judas y con la puerta de un prostíbulo

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El sacerdote Joaquín Antonio Peñalosa fue miembro del Seminario de Cultura Mexicana, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la Sociedad Folclórica de México, de la Academia Potosina de Artes y Ciencias, y miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Escribió más de noventa libros y más de tres mil artículos periodísticos. Murió en 1999. Se le recuerda especialmente por sus "entrevistas", siendo la más célebre la "Entrevista con Dios". 

 

CON JUDAS
—Quisiste remediar la traición con el suicidio. No es con otro pecado como se borra el anterior. El desamor se cura con amor, nunca con nuevo desamor.
—El suicidio no es una falta de amor, sino de luz. Y quien carece de luz, es un ciego, no un pecador.

CON UNA ROSA
—¿En qué consiste, entonces, la belleza?
…En unir la cuna con la tumba. Una rosa eterna no sería la rosa.
—¿Por qué?
—Porque en ser efímeros radica la perfección de los seres imperfectos. Piensa en lo aburrido que sería un mar paralizado, una nube estática, unas pupilas verdes en congelación. Todo cambia, lo efímero es lo hermoso.

CON LA GIOCONDA
—¿De dónde nace la sonrisa?
—Como cualquier flor. De la raíz del alma. Lo que el árbol tiene de florido es por lo que tiene sepultado.

CON UN BOLSO DE MUJER
—¿Por qué la novia que se casa, no lleva bolsa a la ceremonia?
—Ese día reserva manos y brazos para asegurar al marido. El matrimonio, para la mujer, es el punto de llegada; para el hombre, apenas el punto de partida.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 oct 2023
ISBN9798223967521
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    Entrevista con Dios, con Judas y con la puerta de un prostíbulo - Joaquín Antonio Peñalosa

    ENTREVISTA CON DIOS

    –P asa –me dijo–, ¿con que quieres entrevistarme?

    –Bueno, si es que tienes tiempo

    Se sonrió por entre la barba.

    –Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo.

    –Señor, ¡qué envidia!

    –¿Qué preguntas vas a hacerme?

    –Ninguna nueva ni difícil para ti. Por ejemplo, ¿qué es lo que más te divierte de los hombres?

    –Que se aburren de ser niños por la prisa de llegar a adultos y luego suspiran por regresar a niños. Que primero pierden la salud para tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud. Que de pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo  que ni viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse y se mueren como si no hubieran vivido.

    –¿Cuál es el ave que prefieres?

    –Cualquier pájaro es un monumento.

    –¿Qué opinas del capitalismo y el socialismo?

    –Todos los hombres son míos, los oprimidos y los opresores, los de izquierda y los de derecha. Por lo mismo, son hermanos entre sí y eso es lo que ellos olvidan. Lo que sana no es el sistema, sino el amor.

    –¿La flor que más te gusta?

    –Cuando una madre arrulla a su hijo, es como si el universo floreciera.

    –¿Es fascinante o aburrido ser Dios?

    –Mira, un sabio goza investigando en su laboratorio, un jardinero goza trabajando en el huerto, un padre goza amando en su hogar. Ahora eleva tú estos gozos hasta el infinito. Mi vida no puede ser más bella. Una vida de trabajo y conocimiento, de amor y servicio. Huerto, laboratorio  hogar.

    –Cuando llegue el fin del mundo, ¿qué pintura podría ser salvada del incendio?

    –Hay por ahí una que me entusiasma. No te digo cuál para no dar trabajo extra a los guardianes del museo. Todo lo  bueno y lo hermoso que produce el hombre es indestructible.

    –¿Qué piensas de los astronautas?

    –Me impresiona ver a las pequeñas hormigas escalando un rascacielos. Y una ráfaga de inteligencia en el silencio del cosmos.

    –Pero recordarás que uno de ellos dijo que al subir en su cápsula no te había visto.

    –Tampoco vio allá el Bosque de Chapultepec, y el bosque existe. Los ojos ven un poco, pero la inteligencia y el amor ven mucho más. La fe lo ve todo. Además, si el cosmonauta no pudo o no quiso verme, yo, en cambio, lo estaba viendo, lo estoy viendo ahora. Y eso es más importante.

    –¿Cuál es tu lectura preferida? Después de la Biblia, claro.

    –El periódico. Lo que más me interesa es el periódico porque es la continuación de la creación, lo que hacen los hombres a partir de lo que yo dejé hecho. También me gusta la poesía, la buena poesía, se entiende. La otra... no pongo en ella mis ojos, sino mi perdón.

    –Señor, ¿cuál es el pecado que miras con mayor indulgencia?

    –Confidencialmente te diré que no hay pecado por el que yo no tenga sino una infinita indulgencia. Sólo hay uno para el que reservo todo el peso de la justicia: la explotación del pobre. Publícalo, si quieres, a ocho columnas. (Cruzó un relámpago por entre su barba. Y me dio miedo).

    –Señor, ¿prefieres ser amado o temido?

    –Si tú eres padre, ya tienes la respuesta.

    –¿Te molesta que en el mundo haya ateos?

    –Te aseguro que muchos lo dicen y no lo son, otros me buscan aun sin saberlo, otros me llaman con distinto nombre y les preocupo tanto que, si yo no existiera, no se esforzarían en negarme.

    –¿Qué opinas de los teólogos que hablan de la muerte de Dios?

    –Algunos ya murieron y otros no tardarán...

    –¿Tienes algo en contra de la liberación de la mujer?

    –Yo soy feminista, verás. Yo tuve la idea de la mujer. No descansé sino hasta después de haberla creado.  Sólo a partir de ella el mundo se completa.

    –¿No crees que este mundo, empreñado de crisis y problemas, agoniza y se hunde?

    –He visto otros vientos y otras tempestades. En verdad te digo que la noche desemboca siempre en el amanecer. (Se alisó la brava con la mano y sonrió...)

    ENTREVISTA CON UNA BOLSA DE MUJER

    –P erdona la ignorancia , ¿tu nombre es bolsa o bolso?

    –Yo también tuve duda hasta que consulté el diccionario.

    El viejo carraspeó un par de veces, como ruge antes de empezar la película el león de la Metro Goldwyn Mayer, luego se puso muy opcional y me dijo que podía llamarse bolsa, bolso o bolsillo, como yo quisiera. Sólo que no fuera a confundirme con las arrugas del vestido, la lonja donde se reúne el jet–set de las finanzas, o los baches con que en las nubes se tropiezan los aviones, que también son bolsas.

    –Muchas bolsas que cargan las señoras son bolsas de aire, no llevan nada adentro.

    –Pero qué tal afuera. La mujer no fue tanto hecha para llevar una bolsa, cuanto la bolsa para llevar una mujer. Mujer sin bolsa está perdida.

    –Me gusta que te llames bolsa, así; en femenino. Lo que no entiendo es por qué las mujeres liberadas, de mucho mundo, entre la toga y el birrete, se firman señorita licenciado, señorita ingeniero, el arquitecto María González o la presidente Chabelita.

    –No te sabría decir

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