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Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela
Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela
Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela
Libro electrónico149 páginas1 hora

Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela

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Información de este libro electrónico

El futuro del país no está en las manos de nuestros gobernantes ni de quienes se oponen. Mucho menos de los negociadores y agentes externos. Está en las manos de una nueva ciudadanía, consciente y movilizada.Muchos venezolanos que nacieron antes de los años 90 estaban acostumbrados a escuchar el concepto de ciudadano, la mayoría de las veces mal us
IdiomaEspañol
EditorialDahbar
Fecha de lanzamiento19 sept 2023
ISBN9789804250842
Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela
Autor

Gustavo Coronel

Gustavo Coronel es geólogo y politólogo venezolano Geólogo petrolero de la Universidad de Tulsa y de la UCV, investigador en la Universidad de Harvard, Máster en Politología de Johns Hopkins. Fundador de AGROPET, grupo de gerentes y técnicos petroleros participantes en el debate sobre la nacionalización petrolera venezolana. Fundador de Pro Calidad de Vida, ONG orientada a la lucha contra la corrupción y a la promoción de la educación ciudadana. Ha publicado cinco libros sobre Venezuela y mantiene el blog: www.lasarmasdecoronel.blogspot.com desde 2007. Desarrolla actualmente un proyecto llamado Fábrica de Ciudadanos, el cual considera indispensable para la recuperación de Venezuela. Es coordinador, junto con Sergio Sáez, del libro ¿Quién destruyó Pdvsa?

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    Una fábrica de ciudadanos - Gustavo Coronel

    WhatsApp Image 2022-10-18 at 9.14.22 AM

    Gustavo Coronel (Caracas, 1933) es geólogo petrolero y politólogo, educado en la Universidad de Tulsa, en Harvard University y en la Universidad de Johns Hopkins en EEUU. Fue director de Maraven y miembro de la primera junta directiva de PDVSA, además de director general de la CVG, diputado del Congreso, representante de Transparencia Internacional en Venezuela y presidente fundador de la ONG Pro Calidad de Vida. Es autor de ocho libros sobre temas venezolanos. Desde 2003 reside en EEUU.

    Una fábrica de ciudadanos

    Bases para la reconstrucción de Venezuela

    © De esta edición Editorial Dahbar

    © De esta edición Cyngular Asesoría 357, C. A.

    Corrección de textos:

    Ricardo Tavares Lourenço

    Diseño de portada:

    Jaime Cruz

    Depósito legal: DC2022000937

    ISBN: 978-980-425-084-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema recuperable, o trasmitida en forma alguna o por ningún medio electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros sin el previo permiso de Cyngular Asesoría 357, C. A.

    Índice

    Agradecimientos

    Presentación

    Prólogo

    Capítulo 1

    La dimensión social y ética de la ciudadanía

    Capítulo 2

    Esbozo histórico de la ciudadanía en Venezuela

    Capítulo 3

    El derrumbe de la noción de ciudadanía en el siglo xxi venezolano

    Capítulo 4

    Actitudes ciudadanas del venezolano de hoy

    Capítulo 5

    Calidad ciudadana y prosperidad

    Capítulo 6

    Los ingredientes de la buena ciudadanía activa

    Capítulo 7

    El buen ciudadano activo no nace, se forma

    Capítulo 8

    Educar al educador

    Capítulo 9

    El ingrediente mágico que le falta a Venezuela

    Capítulo 10

    El currículo

    Capítulo 11

    La utopía necesaria

    Agradecimientos

    Deseo expresar mi más sincero agradecimiento a quienes me han apoyado material y espiritualmente, y animado a seguir adelante en esta iniciativa porque creen en ella:

    Desde Houston y Florida

    Fernando y Lilí Acosta, Federico y Wanda Baptista, Winston y Thais Carrillo, Juan Andrés y Aisén Chacín J. Milton e Ingrid Chávez, Virgil y Edna Haney, Carlos y Dalia Jordá, Aníbal y Raquel Latuff, Jorge y Sally Lechín, Carlos y Carmen Martínez, Edgar y Marina Martínez, Pedro y Consuelo Núñez, Diego y Gonke Peiro Polo, Luis Fernando y Deborah Quintero, Teo y Luisa Rísquez, Antonio y Pam Szabo, Eduardo e Isabelita Souchon, Alberto Luis y Javiera Tudela, mis anfitriones Alberto y Sonja Tudela, Mapy Tudela, Rafael José y Masé Tudela, Luis Urdaneta, Alfredo y Antonieta Viso.

    Desde Washington D.C.

    José Benjamín Escobar, Pedro y Cristina Burelli, C., Arturo Brillembourg, Hilda Ochoa-Brillembourg, José E. Castellanos, Gerver Torres, Moisés Naím, Corina Coronel.

    Desde Venezuela y Colombia

    Enrique Vásquez, Gorka Carnevali, Marcos Marín Marcano, Alfredo Gruber, Mélida Colmenares, Elita Graterol, Antonio Donado, Yajaira Coronel, Miriam Simon.

    Desde Cambridge, Massachussetts

    Fernando Reimers.

    Presentación

    Alberto Tudela Reverter

    El viernes 10 de mayo de 2019 mi esposa Sonja y yo tuvimos la oportunidad y el grato placer de reunirnos a almorzar con nuestros amigos Gustavo y Marianela Coronel en el restaurante Old Ebbitt Grill en Washington D.C. Habíamos viajado a atender la graduación de mi nieta mayor en American University.

    Conocí a Gustavo a principios de los años 70 como amigo de mi hermano Rafael y compañero de trabajo, amigo y vecino de Alberto Quirós Corradi. Aunque no manteníamos contacto frecuente, invariablemente leía todos sus excelentes escritos en la prensa y, a partir de 2007, en su blog. En una ocasión, muy gentilmente me dedicó uno de sus libros: El petróleo viene de la Luna.

    Durante ese almuerzo, Gustavo mencionó y conversamos sobre uno de sus proyectos predilectos, un libro sobre la formación ciudadana en Venezuela, comenzando desde la infancia hasta la mayoría de edad. Le dedicamos especial atención en el almuerzo al tema y noté la alta preocupación e interés de Gustavo por intentar contribuir de alguna manera a lo que el definió como promover una Fábrica de Ciudadanos en Venezuela, título que expresaba claramente la intención del autor. Su proyecto es atacar el problema de la formación de la persona desde el nacimiento, tal como lo vienen haciendo con éxito los japoneses. Varios de nosotros, en su grupo de amigos de Houston, le hemos mencionado a Gustavo que su libro no solo tendría aplicación en Venezuela, sino que puede aprovecharse a nivel mundial, comenzando por la América Latina.

    Durante ese almuerzo y disfrutando de una buena botella de vino, notando el gran interés de Gustavo y la oportunidad de llevar ese libro a las manos adecuadas en nuestra Venezuela, le ofrecí buscar la forma y los fondos para hacer su libro una realidad.

    A finales de marzo de 2021, Gustavo nos honró con una visita a Houston, donde se encuentran un buen número de profesionales venezolanos que, como él, trabajaron en la maltratada industria petrolera venezolana.

    Durante su visita, organizamos varios almuerzos y actividades y, durante una parrillada en su honor, Gustavo nos hizo una presentación de su potencial libro a unas 30 personas. A raíz de ello se aprovechó para recaudar aportes a ser dedicados a su publicación, lo cual se logró y se hizo realidad. El grupo de venezolanos allí presentes —así como amigos en otras ciudades— aportaron fondos para este proyecto.

    En representación del grupo de Houston y de los otros amigos que han apoyado este proyecto, me complace y me honra presentar esta obra de Gustavo, su octavo libro publicado.

    Me uno a la esperanza de que alguna futura generación de venezolanos pueda apreciar lo importante de este trabajo, especialmente aquellos que estén en posición de liderazgo que permitan hacer realidad la hermosa visión de Gustavo.

    Houston, 2022

    Prólogo

    Cuando tenía 9 años comencé a acompañar a mi madre a un instituto en Los Teques para el cuidado de niños de madres solteras, fundado por ella con la colaboración de algunas amigas. En esos años Los Teques era un bello pueblo de unos 10.000 habitantes, encajado en la montaña y cubierto por la bruma, rodeado de pinos, habitado por arrieros, beatas, una que otra mujer barbuda, poetas, una media docena de locos y locas que arrastraban ristras de latas vacías y, sobre todo, por mucha gente buena, generosa y confiable. En esa Los Teques de 1942 la gente dormía con las puertas de sus hogares abiertas. El niño de los Coronel era recibido en todas las casas del pueblo como si fuera parte de la familia. Era un pueblo que siempre he recordado como mágico, donde deambulaba a mis anchas, desayunaba en mi casa, almorzaba donde algún vecino y en todas partes me sentía como si estuviera en mi propio hogar. Viví en este pueblo de manera continua, desde los seis meses de edad hasta los 17 años. El instituto fundado por mi madre en 1938 se llamó originalmente Hogar Escuela Infantil. Todavía existe, hoy bajo el nombre elegido por mi madre: Consuelo de Marturet, en honor a su mejor amiga y colaboradora en ese bello proyecto. Mi madre falleció en 1972, pero el instituto siguió funcionando gracias a la acción de las generaciones de relevo, jóvenes que crecieron junto conmigo, como es el caso de Morelia Moros de Morillo, médico en la hermosa tradición de Teófilo Moros, su padre. Morelia tomó las riendas del instituto por varios años y lo mantuvo o lo ha mantenido funcionando.

    Lo que viví en el instituto me dejó huellas muy profundas, viendo cómo niños de madres solteras, quienes debían dejarlos allí para ir a trabajar, recibían educación y atención amorosa. A algunos de ellos los vi crecer y llegar a ser cabezas de sus propias familias. Mantuve amistad con ellos por muchos años, durante los cuales los vi llegar a ser miembros apreciados de la comunidad.

    Aunque durante años me ausenté de Los Teques, dedicado a tareas profesionales en muchos países del mundo que requirieron mi atención, nunca olvidé la labor que mi madre llevó a cabo en esta ciudad. Durante los 80 años que tanto mi madre como los que ella formó han estado en control de ese instituto, no menos de cien niños y niñas por año han recibido la educación y el apoyo humano que les permitió eventualmente acceder a la calidad de ciudadanos. Unos 8.000 venezolanos así formados en ese rincón de Los Teques fundarían en su adultez familias que harían más frondosas las ramas del árbol de la ciudadanía. Han sido miles los venezolanos tocados por la iniciativa de mi madre y sus amigas.

    En mis años de madurez y ancianidad he ido consolidando mi convicción de que esa labor que vi hacer a mi madre representa parte sustancial de la respuesta a la tragedia que nuestro país, Venezuela, ha experimentado durante casi toda su historia, una tragedia que puede definirse como la carencia de una masa crítica de buenos ciudadanos activos.

    En la Venezuela de esos años mi madre hubiera podido fácilmente quedarse entre sus cuatro paredes, llevando a cabo su papel de madre y ama de casa. Ese era el límite esperable de su responsabilidad social y nadie hubiese pensado que debía hacer más.

    Sin embargo, ella decidió salir a la calle, observó la situación social que la rodeaba, no le gustó lo que veía y decidió ser un agente de cambio. Nadie se lo pidió y, al contrario, hubo algunas voces críticas de sus iniciativas debido a su naturaleza innovadora. Sin embargo, el apoyo de mi padre y de su grupo de amigas fue decisivo para reforzar su determinación.

    Lo que deseo enfatizar con esta narración es la importancia que tiene el ejemplo ciudadano. No dudo de que historias similares a las de mi madre se hayan repetido en muchos hogares venezolanos, en los cuales siempre ha permanecido viva la llama de la buena ciudadanía activa.

    En el instituto fundado por mi madre pude coexistir con los niños y niñas que fueron objeto de su atención. En ocasiones dormí siesta en una de las camitas

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