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El Silencio de las Pasiones
El Silencio de las Pasiones
El Silencio de las Pasiones
Libro electrónico423 páginas6 horas

El Silencio de las Pasiones

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Elma tenía mucho que enseñar sobre el VIH y el SIDA. Es lo que muestra esta obra que estuvo más de una década guardada, esperando el momento oportuno para ser publicada.

La instructora Elma, en la espiritualidad, era una socorrista experimentada e ilum

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2023
ISBN9781088236420
El Silencio de las Pasiones

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    El Silencio de las Pasiones - Eliana Machado Coelho

    Romance Espírita

    EN EL SILENCIO DE LAS PASIONES

    PSICOGRAFÍA DE

    ELIANA MACHADO COELHO

    POR EL ESPÍRITU

    SCHELLIDA

    Traducción al Español:

    J.Thomas Saldias, MSc.

    Trujillo, Perú, Mayo 2020

    Título Original en Portugués:

    NO SILÊNCIO DAS PAIXÕES

    © Eliana Machado Coelho, 2015

    Revisión:

    Juli Claudia Zavaleta Constantino

    World Spiritist Institute      

    Houston, Texas, USA      
    E–mail: contact@worldspiritistinstitute.org

    De la Médium

    Eliana Machado Coelho nació en São Paulo, capital, un 9 de octubre. Desde pequeña, Eliana siempre estuvo en contacto con el Espiritismo, y la presencia constante del espíritu Schellida en su vida, que hasta hoy se presenta como una linda joven, delicada, sonrisa dulce y siempre amorosa, ya preanunciaba una sólida sociedad entre Eliana y la querida mentora para los trabajos que ambas realizarían juntas.

    El tiempo fue pasando. Amparada por padres amorosos, abuelos, más tarde por el esposo y la hija, Eliana, siempre con Schellida a su lado, fue trabajando. Después de años de estudio y entrenamientos en de psicografía en julio de 1997 surgió su primer libro: "Despertar para la Vida", obra que Schellida escribió en apenas veinte días. Más tarde, otros libros fueran surgiendo, entre ellos Corazones sin Destino.

    Trabajo aparte curiosidades naturales surgen sobre esta dupla (médium y espíritu) que impresiona por la belleza de los romances recibidos. Una de ellas es sobre el origen del nombre Schellida. ¿De dónde habría surgido y quién es Schellida? Eliana nos responde que ese nombre, Schellida, viene de una historia vivida entre ellas y, por ética, dejará la revelación por cuenta de la propia mentora, pues Schellida le avisó que escribirá un libro contando la principal parte de esa su trayectoria terrestre y la ligación amorosa con la médium. Por esa razón, Schellida afirmó cierta vez que, si tuviese que escribir libros utilizándose de otro médium, firmaría con nombre diferente, a fin de preservar la idoneidad del trabajador sin hacerlo pasar por cuestionamientos dudosos, situaciones embarazosas y dispensables, una vez que el nombre de un espíritu poco importa. Lo que prevalece es el contenido moral y las enseñanzas elevadas transmitidas a través de las obras confiables.

    Eliana y el espíritu Schellida cuentan con diversos libros publicados (entre ellos, los consagrados, El Derecho de Ser Feliz, Sin Reglas para Amar, Un Motivo para Vivir, Despertar para la Vida y Un Diario en el Tiempo). Otros inéditos entrarán en producción pronto, además de las obras antiguas a ser reeditadas. De esa manera, el espíritu Schellida garantiza que la tarea es extensa y hay un largo camino a ser trillado por las dos, que continuarán siempre juntas a traer enseñanzas sobre el amor en el plano espiritual, las consecuencias concretas de la Ley de la Armonización, la felicidad y las conquistas de cada uno de nosotros, pues el bien siempre vence cuando hay fe.

    Del Traductor

    Jesus Thomas Saldias, MSc., nació en Trujillo, Perú.

    Desde los años 80's conoció la doctrina espírita gracias a su estadía en Brasil donde tuvo oportunidad de interactuar a través de médiums con el Dr. Napoleón Rodriguez Laureano, quien se convirtió en su mentor y guía espiritual.

    Posteriormente se mudó al Estado de Texas, en los Estados Unidos y se graduó en la carrera de Zootecnia en la Universidad de Texas A&M. Obtuvo también su Maestría en Ciencias de Fauna Silvestre siguiendo sus estudios de Doctorado en la misma universidad.

    Terminada su carrera académica, estableció la empresa Global Specialized Consultants LLC a través de la cual promovió el Uso Sostenible de Recursos Naturales a través de Latino América y luego fue partícipe de la formación del World Spiritist Institute, registrada en el Estado de Texas como una ONG sin fines de lucro con la finalidad de promover la divulgación de la doctrina espírita.

    Actualmente se encuentra trabajando desde Peru en la traducción de libros de varios médiums y espíritus del portugués al español, así como conduciendo el programa La Hora de los Espíritus.

    ÍNDICE

    Capítulo 1 Compromiso Fraterno

    Capítulo 2 Motivo de las Aflicciones

    Capítulo 3 Desequilibrio Sexual

    Capítulo 4 Desviándose de la Buena Moral

    Capítulo 5 Rehusando los Desvaríos del Sexo

    Capítulo 6 Las Aflicciones de Marília

    Capítulo 7 Atrayendo el Virus

    Capítulo 8 Sexo: Dignidad y Respeto

    Capítulo 9 Abrazo sin Miedo

    Capítulo 10 Error Consciente

    Capítulo 11 Apartándose del Camino

    Capítulo 12 Convivencia Familiar

    Capítulo 13 El Vicio Viene del Pasado

    Capítulo 14 La Decadencia de una Familia

    Capítulo 15 Víctimas de los Vicios

    Capítulo 16 SIDA, Viruela e Indios

    Capítulo 17 La Historia de Elma

    Capítulo 18 Diversos Desafíos

    Capítulo 19 Naciendo con VIH

    Capítulo 20 Causas Actuales de las Aflicciones

    Capítulo 21 Recompensas de una Difícil Prueba

    Capítulo 22 Propagandas Engañosas

    Capítulo 23 Submundo Tenebroso

    Capítulo 24 El Rescate de Lúcio

    Capítulo 25 El Retorno de Elma

    Capítulo 26 Consecuencias de las Opiniones

    Capítulo 27 Calidad de Vida Espiritual

    Capítulo 28 En un Lugar Encantado

    Presentación

    Estimados lectores:

    Este libro ha estado archivado por más de una década. Fue psicografiado entre 2002 y 2003, esperando el momento oportuno para ser publicado. Y ese momento ha llegado. Schellida y los mentores espirituales han decidido lanzar ahora la edición del libro para develar información útil y muy importante sobre un tema que todavía sacude a miles de hogares en todo el mundo: el SIDA.

    Y la razón de la publicación del trabajo ahora es simple: el SIDA todavía no tiene cura. Mata y todos estamos tranquilos con relación a la prevención y al control de la enfermedad como si ya no existiera, como si la ciencia ya hubiera descubierto una vacuna contra el virus del VIH.

    Y no lo ha hecho...

    Hoy en día, a pesar de los enormes avances en la investigación farmacológica que permiten el acceso a medicamentos potentes, que garantizan la supervivencia o una vida razonablemente controlada para los pacientes, la verdad es que el número de personas infectadas, especialmente entre los 14 y los 25 años, ha aumentado considerablemente en la última década, incluso en Brasil.

    La prevención, con el uso de condones para el sexo seguro, quedó en segundo plano. Las campañas publicitarias informativas han desaparecido de los medios de comunicación. Y nuestro comportamiento, hábitos y adicciones en relación con el sexo revelan el desequilibrio emocional de una sociedad cuyos valores morales son cada vez más cuestionables.

    Es por eso que la espiritualidad ahora ha decidido rescatar este trabajo. Antes, era una fuente de aclaración. Hoy, es información necesaria. En este libro, conoceremos la dolorosa vida de algunos personajes que experimentaron la experiencia del SIDA en el plano físico. Y cómo llegaron al plano espiritual para recuperar sus energías tan debilitadas, principalmente por la participación de espíritus hostiles.

    El mensaje principal de este trabajo sigue siendo el mismo: todos somos libres de hacer lo que queramos en nuestras vidas; pero es necesario saber que cada actitud tiene consecuencias, ya sean físicas o espirituales. La novedad es la movilización ante un problema tan grave como el SIDA.

    El binomio, prevención/clarificación debe volver con fuerza para evitar más sufrimiento. El virus está vivo. Pero somos lo suficientemente fuertes como para combatirlo con información, fe y equilibrio.

    Muchas gracias.

    ¡Buena lectura!

    Eliana Machado Coelho,       

    FEBRERO 2015

    Capítulo 1

    Compromiso Fraterno

    El CUERPO HUMANO podría haber llegado al final de su viaje, pero ¿qué pasa con la mente?

    Todo era confuso, hostil y extraño para Lúcio, quien hacía unos días había cerrado sus ojos del cuerpo al mundo material. Ahora expandió la visión del espíritu en un plano completamente diferente.

    Sentía miedo, hambre y frío, porque seguía apegado psíquicamente a las necesidades físicas tan importantes para el cuerpo humano.

    Amargado, se sentía solo y enfermo. Atrapado en un mundo desconocido y aterrador donde pasaban criaturas siniestras, que ni siquiera parecían espíritus humanos. Eran seres extraños. Iban y venían en un paisaje desconcertante. Una luz cintilante y diabólica se hacía en medio de una cortina de niebla espesa y turbia, o en la oscuridad total.

    Un olor repulsivo e incesante invadía sus fosas nasales, como si las quemara. Sus pulmones necesitaban inhalar y exhalar constantemente.

    – Pero, ¿cómo necesito respirar? – Gritó, resignado –. ¡Morí! ¡Yo morí! ¿No aprendemos que del polvo viniste y al polvo volverás? ¿Qué estoy haciendo aquí en este infierno de eterna tortura? ¡Quiero salir de aquí! ¡¡¡Déjame morir de verdad!!!

    Mientras Lúcio estaba furioso, enloquecido, postrado sobre sus rodillas en un piso repugnante, seres animalizados y monstruosos pasaban junto a él burlándose y agrediéndolo sin piedad, huyendo enseguida.

    Cuando quiso escuchar una palabra de consuelo como ayuda piadosa, con la esperanza de despertarse de la oscura pesadilla, recibió, en respuesta, risas sarcásticas de otros que se burlaban de él de manera insaciablemente loca.

    Un desaliento irresistible marchitó las fuerzas sobrehumanas que apenas le quedaban, arrojándolo definitivamente a la basura repulsiva y fétida. Agotado, cayó en profundo llanto.

    – ¡¿Qué hice?! ¿Qué hice para merecer esto? – Se preguntó, abrumado por la miseria –. ¡Estoy en el infierno! No hay salvación... solo tormentos y dolores... dolores crueles que desgarran el cuerpo y el alma – ahora vociferaba, furioso. Todavía llorando, reunió las últimas fuerzas para decir: ¡Mentirosos! ¡¡¡Montón de desgraciados!!! ¡Miserables mentirosos que me hicieron creer que existía la salvación! ¡¡¡Bastardos!!! – Gritó a través de otros términos indecorosos –. ¿Dónde está el cielo que me prometieron?

    Tendido en el valle del dolor extremo, Lúcio recurrió a la revuelta, perdiéndose y distanciándose aun más de cualquier ayuda posible, ya que convirtió la fe minúscula que una vez experimentó en rebelión e incomprensión, mostrando una ignorancia deplorable mientras blasfemaba.

    Gemidos desgarradores llenaban el aire de agudos lamentos. Había miles de mentes. Espíritus incapaces de salir del mismo limo al que Lúcio se arrojó de una manera deprimente, pero sin superar su orgullo. Ese sufrimiento era resultado de la suma de todas las acciones lascivas, pensamientos y palabras en armonía con el mal practicado, incluso sin pensar, cuando estaban encarnados. Ahora, sin la ropa de la carne, esos espíritus sentían el efecto moral de sus acciones y experimentaban los males de una vida impropia, frívola e irresponsable. El periespíritu, vestimenta del espíritu, reflejaba sus vicios, moldeando deformaciones horrendas y animalistas deplorables por los actos imaginados y practicados, especialmente en relación con el sexo.

    Las entidades desinteresadas, de un nivel indescriptiblemente alto, en comparación con los seres que sufren, observaron la desolada escena de esa región destinada a aquellos dedicados al mal y sexo desequilibrado.

    Elma, compartiendo con los demás una mirada conmovedora, explicó amablemente:

    – Nacimos con el compromiso de evolucionar moral y espiritualmente. Desafortunadamente, algunos de nosotros nos dejamos vencer por las importantes conquistas de la materia, de la lujuria, de los placeres sexuales abusivos. Ahora, desencarnados prematuramente por suicidio inconsciente, cada uno de estos espíritus, en este charco tenebroso, creado por su propia conciencia, es la historia viva del pasado que han experimentado sin consecuencias.

    – Qué triste – se lamentó Gisela, un espíritu luminoso que siempre acompañaba a su amiga Elma en sus peregrinaciones a través de ese lugar del dolor. – Quien no tiene conocimiento, se pregunta por qué el Padre de la Vida permite tanto dolor.

    Pronto, otro compañero, el estudiante de Elma, que no se inmutó, a pesar de estar conmovido, respondió:

    – Dios no puede destruir el libre albedrío. Si interfiere con nuestras elecciones, liberándonos de las penas que necesitamos sufrir por nuestra propia culpa, el Padre de la Vida dejaría de ser un Dios justo y bueno. Si no permitimos que Dios interfiera en nuestra felicidad momentánea, tampoco es correcto que interrumpa nuestros tormentos íntimos que nos corregirán de los errores cometidos. Cuando buscamos placeres lujuriosos e indecentes, nunca pensamos en Dios ni nos preguntamos si estamos en lo correcto o no – Explicó Romildo con palabras, tal vez, no muy delicadas, pero muy conscientes.

    – No podemos criticar, o repudiar a estos hermanos nuestros ni sentir temor o indiferencia – recordó Elma, de manera gentil y sabia –. Ya no nos identificamos ni sintonizamos con estas criaturas de Dios; sin embargo, querido, ¿cuántos de nosotros, en el pasado distante, ya hemos vagado por este lugar del dolor, o por lugares similares, por haber festejado la irresponsabilidad de los seres humanos. sexo, vanidad y orgullo?

    – No critico, mucho menos condeno, querida Elma. Perdóname por la forma de hablar – dijo Romildo, explicando con amabilidad y cierta vergüenza –. Soy consciente de las lecciones de vida que yo mismo tuve que experimentar debido a mi oscuro pasado. Sé cómo el orgullo y la vanidad no nos permiten ver nuestros propios errores y terminamos culpando a otros y a Dios por las dificultades que enfrentamos. Y es este mismo orgullo el que no nos permite ver cuánto desperdiciamos, cuán indiferentes éramos cuando la vida era abundante...

    – ... y siempre señalamos el libre albedrío de los demás como el único culpable de nuestras miserias – interrumpió Gisela, quien agregó dulcemente:

    – También sé lo que es eso.

    – Creo que todos lo sabemos – reiteró Elma con gran reflexión y gentileza –. Si bien estamos inmersos en los vicios del orgullo y la vanidad, nunca admitimos nuestra propia culpa. Por esta razón, debemos estar muy atentos a este sentimiento.

    Acariciando el hombro de su compañera y dándose cuenta que tenía una profunda amargura, Gisela dijo amablemente:

    – Quizás hoy no sea el día en que Lúcio entienda el verdadero poder del arrepentimiento y la oración. Será mejor que regresemos.

    – Tienes razón, mi amiga. Pronto, una espesa oscuridad cubrirá este valle, lo que traerá innumerables dificultades.

    Con amargura, pero con gran resignación, Elma se obligó a sonreír después de las últimas palabras y se colocó al lado de sus compañeros que se adelantaron para abandonar ese lugar. Muy cariñosa, no pudo evitar mirar atrás, después de alejarse un poco, queriendo ver a Lúcio suplicar por ayuda real.

    Al caminar a través de este vasto lugar del dolor, las tres entidades, que pasaron casi inadvertidas, no pudieron dejar de observar, en aquel charco, cientos de miserables espíritus deformados. Algunos, incluso con sus caras estampadas en un claro aspecto de sufrimiento, se mostraron agresivos ante la horrenda situación y no se inclinaron hacia la humildad. Otros, demandantes desquiciados, hacían súplicas a Dios, pero no albergaban, en el fondo de sus almas, una sola gota de arrepentimiento.

    La experiencia colectiva por la que todos ellos atravesaban era, sin duda, el resultado de acciones inmorales.

    Muchos de nosotros tenemos una vaga noción de espiritualidad cuando estamos encarnados y olvidamos que, al final de la vida terrenal, la ilusión de lo material se desvanece, dejando solo lo que se ha cultivado de moral.

    Los poderes desconocidos de la mente siempre nos arrastran a esferas oscuras, si no prestamos atención a los altos conceptos morales. Nos limitaremos a áreas de tormento y reparación hasta que el arrepentimiento, la humildad y la verdadera fe, expresadas en oración y esperanza constante, por un tiempo que no se pueda contar, puedan atraer ayuda y apoyo desde lo alto.

    * * *

    Cuando el viaje a esa vasta región baja terminó, Elma, Gisela y Romildo llegaron a la Colonia de la Paz, que, como santuario sagrado, acogía a criaturas desinteresadas comprometidas a ayudar y aprendizaje constantemente de los hermanos en el camino y los desfavorecidos.

    Un lugar de belleza indescriptible, la Colonia de la Paz se estableció en las esferas de la espiritualidad. Era más un rincón elegante dedicado a entidades sublimes.

    Las altas vibraciones se podían sentir como una participación excepcionalmente noble, ya que las oraciones constantes vertían bendiciones santificantes en todo su dominio encantado.

    La melodía celestial, compuesta por un delicado arreglo dorado de agradable calma, se podía disfrutar en todas partes.

    Poco después de regresar a ese punto dulce, Elma, ahora con una apariencia externa compuesta por una elevación brillante, supo que alguien la estaba esperando.

    En este punto, la luminosidad serena y especial invadió la habitación utilizada como recepción, bañándola con una brillante luz celestial. Allí esperaba, casi impaciente, a una querida y estimada amiga.

    Al entrar en el sereno ambiente, Elma sonrió y, antes de los saludos habituales, envolvió a su gran amiga en un largo y amoroso abrazo fraternal.

    Luego, tomando sus manos y mirándola con una sonrisa generosa, Elma preguntó:

    – ¡Lisete, mi vieja amiga! ¿Cómo está? ¡Cuánto tiempo!

    De forma espontánea y con una dulce inflexión, Lisete comentó:

    – La larga nostalgia desgarra el corazón; sin embargo, nunca pone en duda una verdadera amistad, que siempre resiste el tiempo a pesar de la distancia.

    Mientras sonreía amorosamente, Elma la llevó a acomodarse y, situada a su lado, todavía sosteniendo sus delicadas manos, le preguntó:

    – Siento que estás angustiada. Incluso sé la razón: Lúcio.

    – Solo tú me entiendes muy bien, querida Elma.

    Se miraron entre lágrimas, pero esta emoción no significaba decepción o pérdida, sino una elevada conmoción.

    El silencio reinó por segundos hasta que Elma explicó con intensa emoción:

    – Acabo de regresar del lugar del dolor. Pude encontrar a nuestro querido Lúcio allí, todavía en un estado de extrema perturbación y gran sufrimiento. Qué pena...

    – Sé que tú, Elma, y muchos otros amigos gastan esfuerzos constantes en Lúcio. También sé cuán justo y bueno es Dios, el Padre de la Vida. Sin embargo, mi corazón estrecho y pequeño, una vez más, me hace pedir o incluso suplicar, si es necesario, que ayude a mi querido hijo espiritual que hoy vaga en ese charco de miseria. Me alimento de la esperanza cada día, renovándome en la oración. Vibro para que mi querido descubra el valor de la oración y el poder que tenemos cuando reconocemos que Dios nos envía a Sus emisarios de Luz de acuerdo con nuestra fe y nuestro arrepentimiento del pasado perdido, pero... –. Los ojos de Lisete derramaron discretas lágrimas y ella, muy conmovida, preguntó casi tímidamente:

    – ¿Qué más puedo hacer por mi hijo? Me gustaría que supieras que tengo un período de descanso del trabajo desarrollado en la espiritualidad y quiero, con todas mis fuerzas, dedicarme intensamente a Lúcio, quien ciertamente me necesita mucho.

    – ¡Oh, Lisete! ¿Qué puedo decirte...? –. se lamentó Elma –. Sé que puedes imaginar cuánto esfuerzo hago por él... cuánto sufro... –. Después de un llanto avergonzado, continuó, escondiendo su rostro en lágrimas:

    – Ya me sorprendí al ir más allá de los límites para tratar de tocar el corazón endurecido de Lúcio, que no tiene remordimientos, ni fe, ni amor.

    – Muero todos los días, cuando pienso en todo lo que Lúcio aun es, todo lo que hizo... A pesar de mi fe, hay momentos en los que me estremezco. Creo que el mal se está volviendo más fuerte o muy duradero.

    – ¡No! ¡Nunca pienses así! Ya sabes las consecuencias – advirtió con firmeza, pero con calma –. Dios es justo y bueno. Recuerda que el Maestro Jesús nos legó que somos la sal de la tierra y, si la sal no tiene sabor, ¿con qué será salada? No sirve para más que para ser arrojada y pisoteada por los hombres. Mi querida amiga, no te vuelvas inútil con estos pensamientos - pidió, casi implorando, tal emoción –. Sabes que puedes inutilizar tus vibraciones positivas y amorosas con Lúcio si dudas de lo que haces. Si creemos en un Dios bueno, también debemos creer que Él nos mostrará una solución, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. Recuerda: "haz tu parte y yo te ayudaré." No te desesperes, haré lo mejor que pueda por él.

    – No quiero abusar de tu generosidad o de nuestra antigua amistad, pero me gustaría pedirte que me lleves contigo, si es posible, cuando vayas, en una misión de ayuda, a las regiones más bajas, cerca de Lúcio, y vayas a verlo, llévame contigo.

    – Sí, por supuesto, Lisete. Tu elevación y control de las emociones te permiten acompañarnos, pero, a pesar de estar preparada e incluso acostumbrada a cruzar estos límites vibratorios inferiores, me gustaría recordarte que cuando encontramos un alma querida en una condición tan difícil, el dolor nos toca inexpresablemente... Prepárate.

    – Elma, eres un ángel de amor y bondad. Nunca pensé que me permitirías...

    – ¿Quién soy yo para permitirte algo, querido Lisete? Eres tú quien, con tu alta moral e intenso amor verdadero, te permites realizar tareas nobles.

    – No digas eso, venerable compañera. Dios sabe que tengo razón, por eso estoy aquí. Siento que, si no eres tú, nadie más podrá ayudarme con mi Lúcio, porque sé de tu amor. Y solo aquellos que saben amar de manera verdadera e incondicional obtienen el resultado de todo lo que abrazan como una victoria.

    Los dulces ojos de Elma brillaron y una sonrisa tímida se extendió sobre su rostro angelical y sorprendentemente hermoso. Luego se comprometió:

    – Trabajaremos incansablemente, amiga mía, hasta que obtengamos un resultado prometedor, porque para el amor verdadero no hay barreras inquebrantables del mal. El amor, un sentimiento noble, es la emanación de Dios mismo. Confiemos en Él. Ningún sufrimiento es eterno. Solo nosotros tenemos la capacidad de determinar su duración.

    Lisete, conmovida y esperanzada por esas palabras tan edificantes, abrazó a su amiga y se entregó a la oración de agradecimiento por su gran ayuda.

    Era imposible detener las lágrimas mientras el compromiso de amistad se reforzaba con lazos de amor incondicional.

    Capítulo 2

    Motivo de las Aflicciones

    EN LOS DÍAS que siguieron, después del permiso y las debidas instrucciones para trabajar en regiones bajas, una pequeña excursión partió de la Colonia de la Paz para analizar los planes de ayuda de Lúcio.

    La benefactora Elma y un pequeño grupo de espíritus amigos y benevolentes hicieron una escala, después de un viaje considerable al lugar del dolor donde innumerables espíritus sufrían tormentos dolorosos e indescriptibles, formando un grupo gigantesco de alienados mentalmente debido al sufrimiento experimentado.

    Una profunda emoción conmovió a todos cuando Lisete, arrodillada junto a Lúcio, lloraba profusamente cuando lo vio en un estado tan degradante.

    – Querido hijo, cuánto lamento... – murmuró, desbordada por la emoción.

    Elma se acercó y le tocó el hombro con inmenso afecto, advirtiéndole:

    – Necesitamos tu fuerza ahora, querida Lisete. Lúcio, desafortunadamente, no puede percibirla en vista de su implicancia con inmensas aflicciones, según indica su propia conciencia.

    – Me doy cuenta que no es solo la conciencia la que te cobra por las acciones incorrectas. Veo a mi amado hijo rodeado de desastrosas vibraciones de encarnados con quienes compartió actos lascivos, generando en sí mismo un clima psíquico nefasto y atrayendo espíritus desencarnados similares que, como él, no controlaron intensos deseos sexuales y experimentaron expiaciones dolorosas por no dominar tal adicción.

    – Solo con nuestras vibraciones de amor será difícil separar a Lúcio de esta cadena – recordó el noble espíritu Gisela, quien acompañó la excursión –. Sería importante desconectarlo, de alguna manera, de aquellos que lo esclavizan en vibraciones vengativas tan pesadas, materializadas en miasmas, materia pútrida, que lo envuelven y lo arrastran a esas profundidades purgatorias de sombra, temor y dolor, consumiendo sus fuerzas y fe.

    Elma levantó a su amiga Lisete y, abrazándola de una manera emotiva, dijo conmovida:

    – ¿De qué nos sirve el cielo si sabemos que alguien a quien amamos está atrapado en un valle de dolor? – Mirando ahora a los ojos de Lisete, Elma prometió:

    – Lo sacaremos de este abismo tormentoso, pero primero tendremos que llevar gotas de comprensión y amabilidad a aquellos que le desean venganza o le tienen resentimiento, porque solo entonces nuestras vibraciones de amor podrán alcanzarlo como voces de elevados sentimientos de fe que resuenen en su mente.

    Los espíritus Silmara, Romildo y Álvaro, aprendices que los acompañaban, permanecieron en silencio, pero atentos.

    – Gracias, Elma – agradeció a Lisete, bañada en lágrimas –. Siempre te estaré agradecida. No creo que pueda pagarte...

    – Agradece a Dios, el Padre de la Vida, quien fortalece nuestra fe con su amor generoso, ofreciendo condiciones para servir y ayudar a aquellos que amamos y están necesitados.

    Con planes de visitar la corteza terrestre lo antes posible, junto a los encarnados, Elma y los demás regresaron a la Colonia de la Paz.

    En la colonia, después de justificar la solicitud, Elma recibió el debido permiso y la orientación que la misión no solo sería para la ayuda de Lúcio, sino también para el aprendizaje de un grupo de espíritus que deberían ser conscientes de los desafíos y las pasiones silenciosas que resultan arduas en las pruebas terrenales de armonización.

    * * *

    Después de unos días, Elma y Lisete estaban en la casa terrenal donde vivió Lúcio.

    La mansión extremadamente lujosa y, exquisitamente decorada, no revelaba, en el plano físico, perceptible para los encarnados, los horrores que podían registrarse en el plano de los espíritus.

    Con sus atributos peculiares, Elma y Lisete, que eran capaces de cambiar la luminiscencia periespirítica exterior para camuflarse, ya que estaban acostumbradas a misiones de ayuda en áreas más densas, ahora fingían ser espíritus insignificantes, mezclándose, casi inadvertidamente con los demás.

    El ambiente era pesado y excesivamente desagradable. La visión que se podía tener en el plano espiritual era deprimente, triste y agresiva.

    Los espíritus que, encarnados, hacían del sexo un mercado de placeres y sensaciones, sin amor ni afecto, estaban allí como verdaderos débiles mentales, gimiendo desequilibrados, arrojándose unos sobre otros, formando un verdadero mar de espíritus humanos. Apenas se parecían a un hombre o a una mujer, ya que estaban muy deformados y exhibían formas animales, macabras, alteradas y envueltas en una sustancia repulsiva.

    Algunos otros, menos entusiastas, estaban desnudos. Con vívida malicia, ojos saltones aparecieron en los rostros horribles. Acechaban cualquier situación de placer sexual con la que pudieran identificarse.

    En sus centros genésicos, región de los órganos sexuales, se produjeron las más horribles deformaciones periespirituales, con constantes purulencias fétidas y a veces dolorosas.

    Ante esa visión, Lisete le habló a su compañera:

    – Todos los que están aquí, sin excepción, cuando estaban encarnados, fueron víctimas de sus propios actos y terminaron adquiriendo el virus del VIH.

    – Perfectamente – coincidió Elma con mucha calma –. Debido a la irresponsabilidad sexual, se sintieron atraídos por la adquisición de este virus nefasto. Sin poder superar los deseos del sexo, en la búsqueda del placer momentáneo, se entregaron a la vida promiscua, sin vigilancia en actos indiscriminados y sin responsabilidad con respecto al sexo, como la prostitución, el libertinaje, la vida fácil, sexo sin compromiso y todo lo demás relacionado con el desequilibrio, la práctica sexual vulgar, independientemente de si son orientaciones heterosexuales, homosexuales, transexuales u otras.

    Por lo que observó en el plano espiritual, Lisete dedujo lo que le sucedía al encarnado y preguntó:

    – Lo que Lúcio practicó todavía existe en esta casa, ¿no?

    – Sí, continúa. Aquí, los encarnados continúan ofreciendo fiestas con sexo y drogas, orgías despreciables y repugnantes, actos efímeros...

    – Mira, se acerca una encarnada – advirtió Lisete serena.

    Era una joven bella y elegantemente vestida que entró en la gran sala, cuyos grandes y transparentes cristales permitían la vista de un hermoso jardín y una exuberante piscina.

    Con pasos rápidos, la hermosa niña corrió de un extremo a otro de la habitación, se dirigió hacia las amplias escaleras y se apresuró a subirlas.

    Ya en su lujosa suite, Rejane arrojó la bolsa a un lado y se arrojó sobre la cama.

    Boca abajo, sintiéndose deprimida, lloró un poco y, una y otra vez, golpeó la cama mientras emitía gemidos de ira.

    – ¡Maldita sea! ¡Ay que odio! – Gritó Rejane enojada –. Espero que el infeliz arda en las profundidades del infierno. Arruinaste mi vida, Lúcio. Me dejaste dependiente... acabaste conmigo.

    – Elma – preguntó Lisete, muy sorprendida por lo que veía –, ¿conoces la relación entre ella y Lúcio?

    – Sí, la conozco – respondió ella, triste –. Pero no deberíamos hablar de eso en este momento. Mira.

    Elma señaló un rincón de la lujosa suite, donde se encontraba un espíritu que sentía cariño por Rejane, como si él fuera su dueño, la esclavizaba, al inducirla a ciertas prácticas de intercambio de energías con la encarnada.

    La criatura presentaba anormalidades en su cuerpo espiritual, debido al desequilibrio de los deseos y las emociones. Al acostarse junto a Rejane, el espíritu la abrazó con deseos lujuriosos e intensos, envolviéndola como si estuviera encarnado, mientras que otros espíritus, del mismo nivel psíquico, lo miraban.

    Rejane comenzaba a sentir deseos sexuales y, incapaz de contener la compulsión, inmediatamente puso una película pornográfica y comenzó a mirar. Ya en posesión de objetos que podrían satisfacer sus deseos, trató de provocarse una descarga orgásmica en sí misma. En ese momento, la encarnada miraba la película y se concentraba excesivamente en Lúcio, como si estuviera allí satisfaciendo sus vicios y placeres.

    Estaba físicamente sola, pero en la espiritualidad ya estaba involucrada por cuatro compañeros espirituales que, con la autorización del primero, se complacían con su desequilibrio, reforzando así los vínculos miserables que la dejaban sujeta a la adicción de los placeres momentáneos, desperdiciando la energía creativa que poseía y deformándose como espíritu.

    Con un gran respeto por el libre albedrío de los encarnados y los desencarnados, Elma decidió:

    – No tenemos nada que hacer aquí por ahora. Debemos ir a reunirnos con los otros compañeros.

    – ¿Lúcio recibe toda la gama de vibraciones negativas solo de Rejane? – Preguntó Romildo.

    – No solo de ella. Ahora vámonos – respondió la instructora.

    * * *

    Lejos de allí, el grupo se alojó en una residencia que servía como un puesto de alivio espiritual. Al observar el desánimo de Lisete, Elma, tan pronto como se sintió más cómoda con su amiga y otros compañeros, explicó:

    – Prometí contar la historia de Lúcio y Rejane.

    – Por favor dime Necesito saberlo todo detalladamente si quiero ayudarlo. Sé lo que sucedió, porque identifico en la constitución del cuerpo espiritual de Lúcio lo que practicó ese querido hijo. Sé de su desequilibrio debido a las deformaciones que exterioriza, pero quiero detalles.

    – Lúcio nació rodeado de fortuna – dijo Elma pacientemente, para informar también a los demás –. Era rico y mimado en todos los sentidos. Sus padres le dieron todo lo que quería, incluso ilegalmente. No le impusieron límites, al contrario, si podían, compraban todo lo que el hijo quería.

    Cuando llegó a la mayoría de edad – continuó después de una breve pausa –, debido a la falta de límites, educación, moral e incluso de orientación psicológica, Lúcio se inclinó por innumerables compulsividades, incluidas las sexuales. Ninguno de sus impulsos fue reprendido por aquellos que habían asumido la responsabilidad, en las esferas espirituales, de su guía, al aceptarlo en lazos carnales como hijo o pariente cercano. Lúcio reencarnó con el objetivo de reeducarse, de superar la compulsividad sexual, de crear límites para las pasiones, para las preferencias, pero falló en sus objetivos.

    – No quiero interrumpirla – intervino Álvaro, respetuoso y atento –, pero entendí, con esta explicación, que quienes nos rodean, especialmente en la infancia, también son responsables de

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