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26 PSICOANALISTAS HABLANCO DEL AMOR
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26 PSICOANALISTAS HABLANCO DEL AMOR
Libro electrónico257 páginas3 horas

26 PSICOANALISTAS HABLANCO DEL AMOR

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El conjunto de colaboraciones reunidas aquí conforma una mirada poliédrica, un abanico de enfoques, más allá del mero tópico del amor romántico. Porque tenemos como punto de partida el amor de pareja, sí, pero también se aborda el amor filial, el fraterno, el amor propio, el amor a la humanidad o a la naturaleza, la profesión amorosa de cualquier r
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2022
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    26 PSICOANALISTAS HABLANCO DEL AMOR - LUISA ROSSI

    portadaportadilla.jpg

    26 psicoanalistas hablando de amor

    © Sociedad Psicoanalítica de México A.C. (SPM)

    Todos los derechos reservados

    Luisa Rossi H.

    Compiladora

    Impreso en México

    Printed in Mexico

    Diciembre-2022

    ISBN: 978-607-8716-94-4

    Sociedad Psicoanalítica de México A.C. (SPM)

    Tamaulipas 150 torre B piso 1 despacho 2

    Hipódromo Condesa, 06100

    Alcaldía Cuauhtémoc, CDMX

    Teléfono: 55 5286 1744

    Correo electrónico

    spp@spm.org.mx http://www.spm.mx/

    Las opiniones expresadas en la presente obra no representan directamente la perspectiva ni la opinión de la SPM y son responsabilidad de sus autoras.

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación por medios mecánicos o electrónicos sin la autorización expresa por escrito de la Sociedad Psicoanalítica de México A.C..

    Edición y producción:

    CÓDICE-Taller Editorial

    Xalapa, Ver., México

    2281398120

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2023

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@ink-it.ink

    www.ink-it.ink

    Índice

    Presentación

    El amor está siempre de moda

    Mirella Abou Atme

    El amor es una cosa curiosísima

    Israel Alarcón

    Las amorosas contradicciones de mis padres

    Rosalba Bueno

    Lo amoroso en nuestra profesión

    Elena Cañizo Gómez

    El amor por uno mismo en el quehacer de psicoanalista

    Dinah Cárdenas

    ¿Existe el amor incondicional?

    Estela Cházaro

    El amor nunca muere

    Cristina Curiel Castelazo

    Historia de un amor

    Cora Ann Dobbs de Fierro

    Psicoanálisis: una danza de amor por la vida

    Paola Hamui Amkie

    Del amor en tres momentos

    Ana Laura Huitzil C.

    Mal de amores

    Bernardo Lanzagorta

    Todavía se puede escribir sobre el amor

    Tanny Levy H.

    No existe el amor de tu vida

    Monserrat López Lugo Tovar

    Del amor de mi vida, al amor por la vida

    Adriana Loyola Meléndez

    Amor filial, comunitario y psicoanálisis

    Ma. Luisa Fernanda Mendizábal Montes

    Mi amor por México

    Ramón A. Mon

    Cuando hablamos de amor

    Mariel Moreno

    Mi amor a nosotras

    Paulina Palacios Canudas

    Cuando te hablen de amor y de ilusiones

    Samuel Pinzón Bonilla

    Amor: sentido práctico / Enamoramiento: estado psicótico

    Alejandro Radchik

    Amistad y amor incondicional

    Sara Rodríguez Mata

    Escribir de amor

    Luisa Rossi

    Por amor al arte

    Maite Sainz Manero

    Amor en tiempos de reguetón

    Eugenia Vega Tirado

    Tan lejos y tan cerca

    Susana Velasco K.

    Amores y desamores

    Elaine Villas Bôas

    Presentación

    Si hoy nos pidieran escribir las instrucciones para reorganizar el mundo postpandémico, podríamos iniciar con una declaración universal y contundente como base para un nuevo pacto fraterno entre humanos: queremos amar más y queremos ser más amados. Los psicoanalistas agregarían seguramente: … y para el efecto, primero habremos de amarnos más a nosotros mismos.

    Dejado atrás el periodo de mayor estrés nos hemos planteado, en principio, recuperar muchas de las certezas que garantizan nuestro soporte existencial, con la posibilidad de volver a ser nosotros mismos pero esta vez en la mejor versión imaginable. Este proceso natural de resiliencia nos ha ofrecido la valiosa oportunidad de sanar heridas donde las haya y terminar de curarnos a través de eso que llamamos amor: redescubrir, cultivar y expandir lazos afectivos que nos arraigan a la vida misma.

    Probablemente es lo que tuvieron en mente —como una forma de motivación profunda— los veintiséis autores que concurren en esta obra, al momento de emprender su propia aventura de escribir en primera persona sobre un concepto universal y trascendente del que se han ocupado por igual, con diferencia de siglos, Platón o Shakespeare, Sor Juana Inés de la Cruz o José Alfredo Jiménez.

    El conjunto de colaboraciones reunidas aquí conforma una mirada poliédrica, un abanico de enfoques, más allá del mero tópico del amor romántico. Porque tenemos como punto de partida el amor de pareja, sí, pero también se aborda el amor filial, el fraterno, el amor propio, el amor a la humanidad o a la naturaleza, la profesión amorosa de cualquier religión, el amor representado secularmente por el arte y por la cultura popular, el amor como proceso psicótico, el amor puro y químico de los neurotransmisores… En fin, todos los amores posibles. Y, por supuesto, también los desamores, los que un cierto día fallaron y obtuvieron sentencia definitiva como amores imposibles.

    Poco queda por agregar. Tan solo elogiar el interés y la constancia que mantienen los miembros de la Sociedad Psicoanalítica de México por compartir la riqueza vivencial y la frescura de sus proyectos editoriales. Y por otra parte, agradecer el cuidadoso trabajo de Luisa Rossi como compiladora de esta publicación.

    Javier Estrada

    Editor

    El amor está siempre de moda

    Mirella Abou Atme

    Mis abuelos se conocieron en una casa de huéspedes, mi abuelo le dijo a mi abuela: cásate conmigo, a lo que ella le respondió con sorpresa: Pero si no nos conocemos y él, muy seguro de sí mismo, replicó: Te irás acostumbrando a mí y un día me amarás.

    Muchos años después, un joven que me parecía tremendamente atractivo me dijo: ¿Quieres ser mi novia?, a lo que yo respondí: Pero si ni nos conocemos, y aunque no lo crean, replicó pues para eso es, ¿no?; desde entonces decidimos recorrer juntos la aventura de la vida y hacer de nuestro camino algo más que un encuentro fortuito.

    En todas las épocas el amor ha sido un desafío, un bajar las defensas, las barreras que nos protegen de la entrega íntima al otro y nos invitan a soñar en la infinita variedad de ilusiones que llegarán en la cercanía con el amado.

    Generación tras generación el amor mueve al mundo, aunque la forma y los tiempos al amar han variado.

    Pero… ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

    Para las neurociencias, el amor no existe, todo es cuestión de los llamados neurotransmisores.

    Lo que llamamos enamoramiento no tiene que ver con el corazón, sino con fórmulas químicas circulantes en el torrente sanguíneo y en el cerebro enviando información entre una neurona y otra a través de unos puntos de contacto llamados sinapsis.

    Lo que llamamos flechazo son alrededor de sesenta sustancias que ejercen la función de Cupido. Las más conocidas son oxitocina, dopamina, serotonina, gaba y acetilcolina. Entre todas se alían en complicidad para crear el vínculo, elevar el deseo sexual, propiciar el acercamiento íntimo, la excitación, el orgasmo y la respuesta emocional del romance. No hay manera de que yo refute los hallazgos científicos, los cuales sigo con gran entusiasmo, pero es de mi interés complementarlos con los puntos de vista psicosociales.

    El amor, en todas las culturas es considerado un sentimiento poderoso que busca la proximidad entre los seres humanos, no humanos y hasta divinos. Es una fuerza vinculante, puede ser tanto placentera como dolorosa y lleva las relaciones a un nivel más profundo que idealmente busca la autoconservación del individuo y de la especie.

    Existe el amor romántico creado por los trovadores líricos de la Edad Media para demostrar que el amor era mucho más que un acto biológico. Es el arte de la seducción el que ha generado ideales, movilizado ejércitos, guiado voluntades hacia la pérdida del dominio de sí mismas en pos de una pasión.

    El amor es la energía vital, es Eros, es lo vinculante, lo que fusiona y sella. El amor romántico permanece vigente en nuestro ideario colectivo.

    Una modalidad particular del amor es la del amor propio que, en su justa medida, es básica para la salud mental y en su cara patológica se convierte en el narcisismo, considerado por definición como el principal obstáculo para amar.

    El amor siempre se ha rodeado de un halo de misticismo e idealización que lleva a muchos mitos en los que creemos gracias al mecanismo de la negación y a que biológicamente la corteza frontal deja de funcionar cuando estamos enamorados; por ejemplo,

    el amor es para toda la vida…

    el amor es entrega absoluta…

    el amor todo lo puede, lo transforma y regenera…

    el amor es incondicional…

    El anhelo de un amor exclusivo, ardiente, inagotable es una fantasía universal. El desear volver a ser infinitamente amado por un ser presente todo el tiempo a nuestro lado es un sueño imposible, que sólo reina en nuestros deseos y es la fuente de grandes decepciones (Alizade, M. 1996). Para formar pareja hay que romper con los primeros vínculos infantiles, a los cuales se tienen fidelidades inconscientes, y cultivar así un terreno fértil para el encuentro futuro.

    Sin embargo, noto con preocupación, en recientes generaciones una tristeza cultural, un desánimo y desesperanza en la búsqueda activa del amor en pareja. No son buenos tiempos para el amor romántico, entre otras cosas porque se le considera un tipo de sometimiento social.

    Hay una tendencia al tipo de vínculos más ligados a lo descartable. Es decir, los vínculos de dependencia están mal vistos. Las expectativas puestas en los vínculos han decaído en esta época y hay una tendencia a buscar las mayores opciones posibles, consumiendo exceso de relaciones que al poco tiempo dejan una insatisfacción profunda.

    Como todos sabemos, cuando una persona tiene demasiadas alternativas reduce sus posibilidades de tomar una decisión. Esto es cierto tanto para escoger un helado como para escoger una relación romántica. En esta época proliferan las citas que conducen a conocer demasiadas personas pero con poca profundidad.

    ¡Qué horror atarse a una sola persona! Depender de alguien para ser feliz se equipara a un niño chiquito abrazado de la falda de su madre, haciendo que la intimidad sea un tema de gran ambivalencia.

    Ahora bien, la realidad es que la dependencia madura se relaciona con el sentido de gratitud por el amor recibido e implica un sentido de responsabilidad con el otro, de tal manera que lograr proyectos de vida y la felicidad de la pareja se convierte en un objetivo personal esencial. Muchas veces la frase Salgamos, pero sin compromiso se vuelve un escudo protector, una especie de armadura que se ocupa, por temor, frente a cada nueva relación que se le considere peligrosa.

    Vivamos el momento es el acuerdo implícito de no hacer algún movimiento que sugiera —o se interprete— como una actitud invasiva o amenazante hacia la persona en cuestión. La consigna sobreentendida es no mandar mensajes, no hacer llamadas y no generar cualquier miedo a ser asfixiante para el otro.

    Las interdependencias saludables implican poder sentirse sostenido por el amor del compañero, tolerar las debilidades propias y las del otro, bajo condiciones adversas de la vida. Es la capacidad de ayudar y recibir ayuda.

    Hombres y mujeres que creían en el amor romántico ahora se ven obligados a controlar su afectividad y a acercarse al otro de maneras poco espontáneas, para no asustarlo. Esto es un tremendo desacierto puesto que las relaciones que marcan tu vida necesitan ser construidas con cercanía, con constancia y con compromiso y el esfuerzo redituará en una relación constructiva.

    De nuevas formas, a veces antes, a veces después, el deseo de amar siempre llega.

    A pesar de los altibajos, ser capaces de trabajar, amar y gozar es un triunfo de la salud mental. Trabajemos en ellos solos o de la mano del psicoanálisis y recordemos esta frase:

    Donde hay amor, hay vida. El amor está siempre de moda.

    Si bien, el amor de pareja no lo es todo. Hay muchos tipos de amor; el amor al arte, el amor al deporte, a los viajes, a las mascotas, a las causas; amor a uno mismo, a los animales, a la familia y a los amigos. Me gustaría ahondar en los dos últimos.

    Amor a los amigos

    La amistad es una hermandad elegida. Es un vínculo de intimidad, con afecto recíproco, confianza y lealtad (Kancyper, L. 2014).

    En ella se desactivan, en gran medida, las relaciones de poder y surgen la solidaridad y la empatía en su lugar. Dado que se inhiben las pulsiones eróticas en su fin sexual son la ternura y la alegría las que inundan el alma y vinculan a los amigos.

    Aunque la amistad es menos frágil que el amor de pareja, no se mantiene por sí sola se tiene que cultivar en la correspondencia recíproca.

    Decía Freud (1926) que el amigo es un espejo exogámico que suministra una reafirmación narcisista pues al reflejarse en él hace consciente su identidad íntima. Tener amigos es el eslabón que une la psicología individual con la psicología de las masas.

    A pesar de que las relaciones amistosas generan menos ansiedades regresivas que las relaciones amorosas, hay quienes tristemente no pueden hacer amigos. Los indiferentes, desconfiados, tímidos, envidiosos, rencorosos, crueles, sádicos y autosuficientes están discapacitados para la verdadera amistad.

    El amigo no debe ser considerado un rival o un enemigo ya que una de sus principales funciones es contrarrestar las adversidades de la vida, dividir las tristezas por la mitad y duplicar las alegrías.

    Los amigos son una nueva familia que permite reparar, compensar y sustituir las funciones de padres y hermanos fallidas, sirviendo de compensación narcisista.

    Un amigo es un regalo que uno mismo se da. ¡No te lo pierdas!

    Amor a la familia

    Sin negar la compleja interacción del amor y el odio en las relaciones humanas, lo más parecido al amor incondicional que conozco es el amor a los hijos.

    La mujer que goza de la idea de hacerse madre, se entrega a una aventura corporal creadora de mucho placer y valoración social. El acto de parir y de amamantar genera una íntima relación de cuerpo a cuerpo de naturaleza casi erótica. Es la expresión más pura y sincera de amor puesto que cuando nace un niño nos enamoramos como padres de él. Este vínculo madre hijo tiene un gran valor en la crianza puesto que genera el apego seguro, la base para establecer relaciones satisfactorias con los demás y una buena estructura emocional.

    El lactante, cuya madre es en principio solo alguien que satisface sus deseos, pronto comienza a desarrollar sentimientos de amor hacia ella como persona. Si las experiencias gratificantes, empáticas y continentes de los afectos del niño predominan sobre las malas o frustrantes, podremos decir que tuvo una madre suficientemente buena.

    Aquí se gesta la genuina preocupación por el ser amado. Junto con los sentimientos destructivos, existe en la mente, tanto del padre como del niño, la necesidad de hacer sacrificios para reparar a las personas amadas que se ha dañado o destruido. De aquí surge la genuina empatía y sentimiento de responsabilidad por brindar felicidad a los demás (Klein, M. 1937).

    Sólo si nos identificamos con el ser amado podremos amar, anteponiendo nuestras necesidades y propios sentimientos en beneficio de los ajenos.

    Hablar del amor entre los miembros de la familia es tan real como también lo son los impulsos agresivos que permanecen activos, aun en los miembros con mayor capacidad de amar.

    En la familia existen los celos, la rivalidad, la indiferencia y hasta el odio. Padres, hijos y hermanos se enfrentan en múltiples ocasiones. Pero el odio y el deseo de destrucción deben quedar contrarrestados y disminuidos, idealmente, por la capacidad de amar y gran número de actividades sublimatorias como alternativa (Klein, M. 1937).

    Cuando una mujer es capaz de amar intensamente a su marido y a sus hijos podemos deducir que muy probablemente la relación infantil con sus padres y hermanos ha sido buena (Klein, M. 1937, p.p. 317).

    Recuerden, la importancia de tener una familia no es simplemente vivir juntos sino crear lazos saludables; hacerla tu clan, hacerla tu red, hacerla tu tribu. Anclarte en sus raíces, crecer en ella y trascenderla.

    Dado que la calidad de nuestros vínculos determina la calidad de nuestras vidas, es importante revisar una y otra vez cómo nos estamos relacionando con los otros, pareja e hijos, amigos, hermanos, padres, y sanar todo aquello que impide llegar al verdadero amor.

    Y tú, ¿cómo amas?, ¿a quién amas? y ¿cuánto amas?, ¿te sientes amado?

    Un amor sano es aquel que ha peleado con sus fantasmas inconscientes, los ha descifrado y salió triunfante.

    En psicoanálisis, el amor y desamor son un buen pretexto para crecer, para desarrollarse, para hacer íntimo el encuentro con el otro, con quien se desenredan las fantasías, las ilusiones, la angustia de los encuentros afectivos, eróticos, dichosos, en compañía o en solitario. La magia aflora cuando abrimos el espacio del consultorio, propicio para el desarrollo de las vivencias en plenitud y nos adentramos sin prejuicios al flujo de experiencias que cobran vida en el terreno del análisis.

    El amor de aquel entonces se hace real en la transferencia, en el análisis; con el psicoanalista se actualiza, se renueva y adquiere significado, se vuelve la mejor versión de sí mismo. Porque el amor está siempre de moda.

    Es por ello que Julia Kristeva escribió:

    Ser psicoanalista es saber que todas las historias terminan hablando de amor.

    Referencias

    Alizade, M. (1998) La Mujer Sola. Buenos Aires. Lumen.

    Alizade, M. (1996) Tiempo de Mujeres. Buenos Aires. Letra Viva.

    Freud, S. (1921) Psicología de las Masas. Obras Completas. Buenos Aires Amorrortu.

    Freud, S. (1926) Pueden los legos ejercer el psicoanálisis. Obras Completas.Buenos Aires. Amorrortu.

    Kancyper, L. (2014) Amistad, una hermandad elegida. Buenos Aires. Lumen.

    Klein, M. (1937) Amor, culpa y reparación. Barcelona. Paidós.

    El amor es una cosa curiosísima

    Israel Alarcón

    El amor es mejor maestro que el deber.

    Albert Einstein

    La identidad siempre está en proceso y de acuerdo al momento de vida en que nos encontramos es que vamos a valorar,

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