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La Puerta del Baño
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Libro electrónico79 páginas35 minutos

La Puerta del Baño

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Información de este libro electrónico

Esa mañana, Mía podría jurar que sus pechos comenzaron a crecer. La alegría que siente por esa esperada transformación no dura mucho: la mirada de los demás cambia, en particular la de su padrastro, quien adquiere la sospechosa costumbre de abrir la puerta del baño cuando ella se está duchando. Una historia fuerte sobre el respeto al cuerpo y a la intimidad, sobre el sentimiento de culpa que puede desarrollar una víctima, y sobre la necesidad de alzar la voz para liberarse. Una novela necesaria e incisiva.
IdiomaEspañol
EditorialZig-Zag
Fecha de lanzamiento11 abr 2023
ISBN9789561237049
La Puerta del Baño

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    Vista previa del libro

    La Puerta del Baño - Sandrine Beau

    La porte de la salle de bain, escrito por Sandrine Beau.

    © Talent Hauts (FRANCE), 2015.

    Diseño de portada: www.proyectografico.cl

    en base a imágenes de www.freepik.com

    Narrativa

    I.S.B.N.: 978-956-12-3690-5

    I.S.B.N. digital: 978-956-12-3704-9

    1ª edición: marzo de 2023.

    © de la traducción: Empresa Editora Zig-Zag S.A., 2022.

    Traducción al castellano: Loreto Mendeville.

    © de la edición: Empresa Editora Zig-Zag S.A., 2022.

    Los Conquistadores 1700, piso 10, Providencia.

    Santiago de Chile.

    Teléfono (56-2) 2810 7400.

    contacto@zigzag.cl / www.zigzag.cl

    El presente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    1

    UN PEQUEÑO CASI NADA A LA IZQUIERDA

    Sucedió el diecisiete de octubre, a las nueve y dos, nueve y tres. Por ahí.

    Lo sé porque mi mamá y Lloyd venían escuchando la radio en el auto y acabábamos de oír la campana que anunciaba las nueve. Sentí una especie de dolor en el lado del corazón, pero no realmente ahí. Justo arriba. En el lugar preciso donde, un día, crecerían mis pechos.

    Ese día, el diecisiete de octubre, a las nueve con dos minutos y algunos segundos, partió.

    El mismísimo principio del comienzo de la salida de mis pechos en crecimiento.

    No dije nada, porque esas pequeñas alegrías prefiero reservarlas solo para mí.

    Quizá si hubiéramos estado solas, mi mamá y yo, se lo hubiera comentado. Quizá le hubiera preguntado: ¿Es eso? ¿También sentiste ese pequeño pinchazo, justo detrás del pezón aún completamente plano? ¿Te acuerdas del principio de tus pechos? ¿Tenías mi edad?

    Pero con Lloyd en los alrededores, no me dieron ganas.

    Lloyd es bastante agradable. De hecho, fue él quien salvó a mi mamá. Antes de que apareciera Lloyd, en mi casa no estábamos precisamente de fiesta. Por suerte, la Lelita estaba aquí para hacer las compras, tomar en brazos a Polo, que era todavía un mini-peque, bañarlo, ayudarme con las tareas y hacernos cariño. En cuanto a mi mamá, estaba tan ocupada construyendo su pirámide gigante de pañuelos, después de que el papá de Polo se fue, que no podía hacer nada más.

    –Una depresioncita –me había explicado la Lela–, pero no te preocupes, Mía, ya se le va a pasar. Tu mamá ya va a hacer de tripas corazón.

    Yo no veía de qué tripas iba a sacar corazón mi mamá para estar mejor, pero había decidido confiar en la Lelita.

    Y, en efecto, al cabo de algunos meses llegó Lloyd, un músico más bien peludo (lo noté la primera vez que se arremangó la camisa a cuadros) que le devolvió la sonrisa a mi mamá.

    Empezamos

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