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Pablo Lafargue, el crítico literario
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Libro electrónico144 páginas2 horas

Pablo Lafargue, el crítico literario

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La ensayista y traductor Lourdes Arencibia Rodríguez tradujo y compilo esta verdadera joya bibliográfica de la literatura cubana de todos los tiempos. Se trata de los ensayos del poeta y ensayista cubano del siglo XIX Pablo Lafargue, conocido como colaborador entrañable y seguidor de Carlos Marx pero no por su agudo pensamiento sobre la literatura francesa y europea de finales del siglo XIX. El lector se sorprenderá con la excelencia de la escritura y las amplias resonancias de su juicio sobre la poesía y las letras francesas de su tiempo. Un libro necesario.
IdiomaEspañol
EditorialRUTH
Fecha de lanzamiento15 abr 2023
ISBN9789593023146
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    Pablo Lafargue, el crítico literario - Lourdes Arencibia

    Posicionamiento liminar. Al lector

    Por múltiples razones, algunas de las cuales quedarán más que evidenciadas en este trabajo, nada de lo que haya escrito Pablo Lafargue —así tenga que ver directamente con sus ideas políticas, sus experiencias y vivencias de militante marxista, o sobre cualquiera de los muchos temas y actividades que ocuparon su mente, su tiempo y su pluma a lo largo de su fructífera existencia— puede dejar indiferentes a sus lectores y mucho menos, a sus compatriotas. Estas reflexiones en concreto, huelga advertirlo desde los párrafos introductorios, no versan directamente sin embargo, sobre las luchas revolucionarias de aquel socialista consecuente sino que se orientan a su labor como traductor y critico literario: una faceta de su quehacer que en su país ha pasado totalmente inadvertida hasta hoy.

    Nunca será tarde para el rescate y la revalorización. Colocar a Pablo Lafargue en el lugar cimero que le pertenece y corresponde en la historia y en la cultura cubanas es más que un deber y más que una demostración de afinación para el análisis o un ejemplo de buena puntería. Es una prueba de cordura que el estudioso de cualquier época y latitud siempre agradecerá independientemente de las convicciones políticas que le animen.

    Pablo Lafargue era de origen cubano descendiente por línea paterna, de francés girondino y de mulata dominicana y por línea materna, de judío francés y de india taína. Semejante e insólito ajiaco de razas, culturas y geografías circulaban en su sangre e incidieron por supuesto y de modo muy directo por cierto en su personalidad y en su respuesta ante la vida. ¹ Nació un 15 de enero de 1841 en Santiago de Cuba, la capital política y cultural de la región oriental de la isla a donde fue a parar la familia, como la de los primos Heredia, y la de muchos otros terratenientes acomodados, cultivadores de café en Santo Domingo que se radicaron en el oriente cubano huyendo también de la convulsa situación sociopolítica que imperaba en Haití. Cuando Pablo tenía nueve años, los Lafargue se trasladaron a Francia, donde nuestro personaje completó su instrucción hasta terminar su carrera de medicina y donde entabló amistad con personalidades que dejarían una huella muy profunda en su pensamiento y en sus proyecciones. Fue discípulo y yerno de Carlos Marx en virtud de su matrimonio con Laura, la segunda de sus hijas, celebrado el 2 de abril de 1868, una admirable y destacada mujer que por cierto le siguió hasta la muerte. En consecuencia, sin discusiones ni disensos históricos sobre ese particular, se le considera el primer marxista cubano pero, además de haber sido médico clínico y cirujano, anarquista, activista revolucionario, fotógrafo, fue traductor de El Manifiesto Comunista de consuno con Jenny de Westfalia, esposa de Marx y de algunos capítulos de El Capital que tradujo durante su estancia en España para paliar los efectos que las malas traducciones de las principales obras del marxismo que circulaban en aquel país habían provocado entre la clase obrera adulterando y entorpeciendo la comprensión de sus esencias. A él se debe la iniciativa de celebrar el Primero de Mayo como Día Internacional del Trabajo que dio a conocer en el marco del Congreso de la Internacional Socialista de 1889; fue fundador del Partido Obrero Francés en 1880 en unión de Jules Guesde; comunero en Paris y en Burdeos; se destacó como periodista y escritor de varias etcéteras entre éstas por supuesto la de los textos que comento aquí que junto a otra media docena son suficientes para ser considerado el primer crítico literario marxista que ejerció como tal en la segunda mitad del siglo xix en Europa, publicados, con o sin pseudónimo, en la prensa de su época.

    En Cuba, empero, lamentablemente sobran dedos para contar los estudiosos de Pablo Lafargue referenciados que comprometieron su pluma en español por estos lares en los cuarenta primeros años ulteriores a su desaparición física acaecida el 25 de noviembre de 1911. En su mayoría se manifestaron en el período que antecede al decenio de los 1960. Entre ellos, cabe citar el artículo de Humberto Lagardelle: Pablo Lafargue, el gran socialista cubano.publicado en la Revista Bimestre Cubana Vol. X. No. 1, La Habana, enero-febrero de 1915; la Nota sobre Pablo Lafargue de Carlos Rafael Rodríguez, en Dialéctica La Habana, Vol. 1, mayo-junio de 1942. En 1943, las Ediciones sociales publicó en La Habana, con el título de Karl Marx, recuerdos de su vida y su obra, textos extraídos del extraordinario estudio biográfico escrito por Lafargue sobre su suegro, titulado Recuerdos personales de Carlos Marx, incluido por D. Riazanov en su antología de textos titulada; Carlos Marx como hombre, pensador y revolucionario, Buenos Aires, 1932; el extenso artículo de Raúl Roa García, otro cubano inolvidable, titulado Evocación a Pablo Lafargue publicado en la revista Cuba Socialista en 1962 De un período posterior referenciamos el artículo de Ana Ortega que se publicó en el número 13-14 de dic, 73/marzo 74 de la revista Santiago titulado: Apuntes sobre Pablo Lafargue; y en 1976, la editorial Ciencias Sociales dio a la estampa Pablo Lafargue, textos escogidos, una compilación de Salvador Morales de 566 páginas, hoy agotado. Y no hay mucho más, aunque naturalmente no descarto la idea de que haya algunas otras referencias cuya involuntaria omisión sólo achaco a mi desconocimiento. El propio Morales ya se había interesado por la figura de Lafargue en artículos periodísticos más breves. Es muy probable por ejemplo también, que en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras ISPLE de la Habana que lleva su nombre, fundado en 1997, donde se han formado no pocos traductores y especialistas de la lengua, algunos egresados y/o profesores le hayan dedicado en estos años trabajos de tesis o de homenaje a los que no he tenido acceso. Pero cabe señalar que en los decenios posteriores, se hizo casi silencio absoluto en Cuba sobre la obra escrita de Lafargue. Recientemente, el número 254 de enero-marzo de 2009, de la prestigiosa revista Casa de las Américas, publicó el artículo de Carlos Fernández Liria, filósofo y profesor español de la Universidad Complutense de Madrid, titulado Un siglo de pereza y comunismo dedicado a comentar las ideas políticas de Lafargue expuestas en el conocidísimo y medular ensayo ;El derecho a la pereza cuya aparición data de 1880 (edición en español de la Editorial Fundamentos, Madrid, 1991, traducida por Manuel Pérez Ledesma y publicada con un Estudio preliminar de éste último). Sin embargo, había un intelectual cubano que trabajaba incansablemente y en silencio sobre Pablo Lafargue: Alfredo Guevara, a cuya memoria dedico con ganada admiración este trabajo. Cuando falleció, el 19 de abril del presente año, Alfredo estaba precisamente enfrascado en la compilación de materiales y edición de sendas investigaciones sobre la vida y obra del santiaguero. Como el eslabón más modesto y anónimo de su equipo de trabajo para esa labor, me cupo la satisfacción de traducir para él cuatro de los siete ensayos de Lafargue sobre crítica literaria que son justamente los que he compilado aquí como testimonios salvados, Se han tomado de la sección Critiques Littéraires de la Nouvelle Revue, reunidos en 1936 para conmemorar el vigésimo-quinto aniversario de la muerte de Lafargue, ocurrida el 26 de noviembre de 1911. Van precedidos de un medular estudio de Jean Fréville que también he juzgado interesante traducir y reproducir en esta entrega. La totalidad de los siete textos periodísticos antes aludidos son --por orden cronológico de publicación--:

    —Safo, que recoge sin firma el periódico del Partido Obrero Francés, "Le Socialiste", de 9 de enero de 1886;

    Las canciones y ceremonias populares del casamiento: estudio sobre los orígenes de la familia, publicado bajo el pseudónimo Fergus en la "Nouvelle Revue" (noviembre-diciembre 1886);

    —La leyenda de Victor Hugo, que más que un texto de crítica literaria como su título permite suponer, es un artículo político, escrito a raíz de la muerte del poeta (1885), que de momento, no encontró editor. Difundido por primera vez en alemán por "Die Neue Zeit" (1888), reapareció tres años después en francés en la Revue socialiste de Benoit Malon, (1891), y llegó a alcanzar notable éxito cuando se editó definitivamente como folleto (1902) ;

    —El darwinismo en el teatro, rubricado simplemente: Pablo, se publicó traducido al alemán, en Die Neue Zeit (1890) El texto francés original de Lafargue se extravió y únicamente se cuenta con esa versión del periódico germano;

    —El dinero de Zola, fue dado a la estampa también en traducción al alemán (1891) y el original francés de Lafargue corrió idéntica suerte que la del texto antes señalado;

    La lengua francesa antes y después de la Revolución, dado a la estampa en la Ere nouvelle (enero-febrero 1894);

    —Los orígenes del romanticismo; estudio crítico sobre el período revolucionario, publicado en "Le Devenir social" (junio 1896);

    Desde una interpretación materialista de la historia, Lafargue en todos ellos profundiza en las manifestaciones originarias del ser humano, omnipresentes en la literatura ; parte de la incontrovertida realidad ya señalada bien atrás por el pensamiento filosófico en varias latitudes, y repostulada por él, que nos recuerda que el lenguaje precedió al pensamiento abstracto, lo mismo que los signos y los gestos a la lengua oral. No obstante, no deja de advertir que es el factor económico lo que hace imposible aislar la lengua de su medio social donde se reflejan, la lucha de clases, las relaciones sociales, los modos de producción. Así lo pone de manifiesto tanto en el estudio sobre Darwin, como en del romanticismo o en el que recoge las canciones y ceremonias a través del folclor, que el lector hispanohablante podrá encontrar aquí. Y no por azar dos de esos ensayos llevan los subtítulos: estudio sobre la familia y estudio crítico sobre un período revolucionario. En ambos se propone demostrar que a través de las formas políticas, jurídicas, sociales, folclóricas, cuando los cantores del pueblo reiteran los temas —independientemente de su origen racial, de su ubicación geográfica, de su desarrollo cultural, lingüístico, filosófico o literario—, no hacen sino manifestar la dinámica de las relaciones económicas en movimiento, y si muestran rasgos similares y atraviesan etapas idénticas, es porque su evolución histórica, lejos de estar predeterminada, ha dependido del desarrollo de las fuerzas productivas. Son pues, las condiciones económicas y sociales similares las que explican las formas y las expresiones análogas de pensamiento.

    De la labor traductora de Lafargue, Raúl Roa nos comenta:

    A mediados del año (1867), el primer volumen de El Capital estaba ya listo para las `prensas. La fatigosa labor de poner en limpio el manuscrito, a cargo de Jenny de Westfalia, lindó con la proeza. Lafargue, que había compulsado las citas, sugirió a Marx que se publicase alguna primicia en Francia. El 12 de septiembre, Marx le comunica a Engels, con satisfacción no exenta de orgullo, que Laura y Pablo ‘han pasado la velada haciendo la traducción del prefacio para Le Courrier Français". ²

    Aunque como ya he advertido, mi tema puntual se refiere a los textos de crítica literaria, no podría dejar de referirme a los

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