... Y pocas nueces
Por Sinesio Delgado
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... Y pocas nueces - Sinesio Delgado
... Y pocas nueces
Copyright © 1894, 2023 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726881301
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.
HUMORADA
(Que puede servir de prólogo.)
Bien puede decir cualquiera:
«¡Qué zapatos tan mal hechos!»
pues siempre será decirlo
mucho más fácil que hacerlos.
S. M. EL PÚBLICO
(FÁBULA)
Á juzgar una pieza de concierto
se reunieron cuatrocientos burros,
que al final dictarían
un fallo inapelable y absoluto.
Los animales, al sentirse jueces,
reventaban de orgullo,
y tal se envanecieron, que no quiso
su incompetencia declarar ninguno.
Dió el maestro dos golpes
con la batuta, y empezó el preludio:
un cántico de amor, dulce al principio,
después ardiente y al final impuro.
Violines y trompas simulaban
espasmos de placer, quejas y arrullos;
las notas se escapaban de las cuerdas,
llenando el aire y alegrando el mundo.
Magnífico era aquello. Parecía
mágica vibración del genio oculto;
pero, á pesar de todo,
los pobres asnos se aburrian mucho.
Como era de esperar, vino á la postre
la tempestad de coces y rebuznos,
se irritaron los jueces, y por poco
la emprenden á bocados con los músicos.
Rodaron los atriles por el suelo
y á sus establos se marchó el concurso,
renegando de aquella jerigonza
de leyes de harmonía y contrapunto.
Y entre tanto el maestro
se retiraba cabizbajo y mustio,
diciendo en su interior:—Me he equivocados
¡el público no yerra! El fallo es justo.
…………………………………
…………………………………
¿Se juzga el arte así? ¿Se forma un sabio
de cuatrocientos animales juntos?
Si eran borricos todos, ¿dejarían
de ser borricos porque fueran muchos?
_____________
CELOS RETROSPECTIVOS
—¡Qué empeño de que te cuente
larga y detalladamente
mis anteriores amores,
por ver si los anteriores
han sido como el presente!
¡Si no me acuerdo, mujer!
¿Y qué endiablado placer
buscas en ese tormento?
¿Te querré más si te cuento
mis aventuras de ayer?
Suponte que te dijera
que has sido tú la primera,
sólo por no hacerte daño.
¿Qué creerías? Que te engaño;
¡lo mismo que si lo viera!
Y si confieso que amé
y me encendí y me abrasé
como me abraso por tí,
te vas á formar de mí
mala idea. ¡Ya lo sé!
¿Insistes? ¡Qué tontería!
Pues sí, palomita mía,
quise de varias maneras,
y aunque no fuese de veras,
á mí me lo parecía.
Luego, pasado el calor,
suave, dulce, bienhechor,
que en tales casos se siente,
lo he pensado seriamente
y he visto que no era amor.
El amor es lo que siento
besando á cada momento
esos tus labios de grana,
que brindan de buena gana
tras de una caricia ciento.
Los otros fueron ñoñeces,
tonterías, pequeñeces,
caprichos insustanciales
y rápidos, de los cuales
ni el recuerdo queda á veces.
¿Que si á las otras decía
lo que te digo? ¡Alma mía!
¿Por qué me preguntas eso?
¿Te empeñas? ¡Vaya! Confieso
que sí, que se lo decía.
¿Que si era mentira? ¡No!
¡Nunca mi audacia llegó
á fingir de esa manera!
Lo que sucedía era
que me equivocaba yo.
¿Que también puedes creer
que ahora...? ¡Calla, mujer,
eso sí que no lo paso!
Tu lógica en este caso
no tiene razón de ser.
¡Que mi traición está clara!
¡Que no te mire á la cara!
¡Caramba! ¿Te has ofendido?
¡Pues, hija, tú lo has querido
por empeñarte en que hablara!...
FANTASIA
Rodaba el tren exprés, culebreando
por los ásperos riscos de la sierra,
y el jadear potente de la máquina
vibraba entre los bosques y en las peñas.
Ramilletes de chispas le formaban
magnifica y brillante cabellera
que iba, al pasar, hundiendo en los barrancos
los mil fantasmas de la noche negra.
Retumbaba en el monte silencioso
el estruendo de topes y cadenas,
que el hálito valiente del progreso
á las ocultas soledades lleva.
Por donde el monstruo pasa, se convierten
en hermosas ciudades las aldeas;
por doquier, á los lados del camino,
surgen el bienestar y las riquezas,
los rudos campesinos se transforman,
los cerebros dormidos se despiertan,
y, recorriendo el mundo, alcanza á todos
la bienhechora plácida influencia...
—
A quince ó veinte pasos de la vía,
en lo más intrincado de la selva,
se levanta una choza miserable
de trozos de pizarra y ramas secas.
Allí duerme un pastor, envuelto en mugre
cubierto por la clásica pelleja,
con un trapo asqueroso por camisa
y un pañuelo indecente por montera.
Casi no sabe hablar. No hace otra cosa
que guiar al ganado por la sierra,
sin pensar ni sentir, como lo hacían
sus abuelos del tiempo de los celtas.
Al pasar el exprés, la pobre choza
se ilumina al fulgor de la