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Judea en tiempos de Jesús: Cuaderno Bíblico 174
Judea en tiempos de Jesús: Cuaderno Bíblico 174
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Libro electrónico149 páginas3 horas

Judea en tiempos de Jesús: Cuaderno Bíblico 174

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"El Hijo de Dios no se hizo hombre en general: se hizo un hombre en particular, judío, galileo, en un momento concreto de la historia del mundo" (Étienne Charpentier). Como cada uno de nosotros, Jesús se vio marcado por la geografía, la historia y la cultura de su país. Sufrió las condiciones sociales y económicas de su época, y, a veces, tuvo que tomar partido en los conflictos de orden político o religioso. En este Cuaderno se presentan estas diferentes condiciones de manera clara y sintética.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 sept 2016
ISBN9788490732694
Judea en tiempos de Jesús: Cuaderno Bíblico 174

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    Judea en tiempos de Jesús - Gérard Billon

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    Contenido

    Portada

    Prólogo

    Portadilla

    Introducción: en Judea

    I – La presencia romana

    El Imperio romano

    Una provincia romana

    La economía judea

    II –Las instituciones religiosas

    El Templo

    La santificación del tiempo

    La sinagoga

    III – La sociedad judía

    El clero

    El pueblo

    La mujer

    La educación

    El matrimonio

    Los grupos religiosos

    Conclusión: disturbios

    Para saber más

    Lista de recuadros

    Créditos

    CB

    174

    Christiane SAULNIER,

    Bernard ROLLAND,

    Gérard BILLON

    Judea en tiempos de Jesús

    «E l Hijo de Dios no se hizo hombre en general: se hizo un hombre en particular, judío, galileo, en un momento concreto de la historia del mundo». Así se expresaba Étienne Charpentier en la presentación del Cuaderno Bíblico 27, en febrero de 1979.

    Estas palabras no han perdido nada de su pertinencia. Siempre tenemos que regresar a la cultura que fue la de Jesús y la de sus discípulos, a la geografía y a la historia de su país, a las tensiones políticas, a las leyes económicas, a las costumbres familiares y sociales. Aunque se redactaron unos cuarenta años después de los acontecimientos, numerosas páginas de los evangelios están marcadas por todos esos aspectos. Nos equivocamos si imaginamos las relaciones con la autoridad, civil o religiosa, o las relaciones interpersonales, partiendo de los modelos que son los nuestros.

    ¿Quién puede hacerse una idea actualmente de la importancia del Templo de Jerusalén, del sistema de sacrificios, de la organización y de la función del sacerdocio? Todo desapareció en la tormenta de la guerra judía de los años 66-70 de nuestra era. El judaísmo y el cristianismo se construyeron, en parte, sobre ruinas. En la fe y la esperanza.

    «Ciertamente, un ser humano no se explica solo por sus condiciones diferentes, y Jesús menos que otro —continuaba Étienne Charpentier­—, pero si las conocemos mejor veremos aparecer con más claridad la originalidad de su mensaje y de su persona».

    El Cuaderno Bíblico 169, Contraseñas para acceder a los evangelios, escrito por Marc Sevin en 2015, nos sumergió en la escritura de los evangelios. Presentamos aquí el complemento indispensable: tras el texto, el contexto. Para ello, hemos recuperado el trabajo de Christiane Sauliner y Bernard Rolland, publicado en el Cuaderno Bíblico 27. Sus siete estudios han sido reorganizados en tres capítulos con nuevos títulos. Hemos conservado el plan general, suprimiendo solamente lo referente a la segunda guerra judía, que fue estudiada posteriormente por Claude Tassin en Cuaderno Bíblico 144 (cf. bibliografía).

    Christiane Saulnier (1942-1993), profesora universitaria, era especialista en judaísmo helenístico y romano. Le debemos la mayor parte del primer capítulo como también la base de la conclusión. Bernard Rolland (1943-1992), sacerdote de la diócesis de Nancy, era un biblista comprometido en la pastoral obrera. Le debemos el final del primer capítulo y lo esencial de los capítulos segundo y tercero. A veces, hemos modificado, resumido y actualizado su trabajo, pero hemos conservado su estilo y enfoque pedagógico. En la presentación, bajo un título nuevo, encontraremos mapas y recuadros nuevos, como también una introducción inédita y una conclusión casi totalmente de nueva planta. Como es lógico, hemos aprovechado los estudios históricos recientes y, en particular, el compendio, muy accesible, de los documentos reunidos en la obra colectiva Le monde où vivait Jésus (cf. «Para saber más»).

    Esperamos refrescar así los conocimientos de nuestros lectores veteranos y ofrecer a los lectores jóvenes una introducción precisa y clara.

    GÉRARD BILLON

    Judea en tiempos de Jesús

    La primera mitad del siglo I en Judea, Galilea y la Decápolis es capital para comprender los cambios del judaísmo y el nacimiento del cristianismo. Es la época de Jesús. Es su mundo, el de sus discípulos y el de sus adversarios. La predicación del Reino de Dios se desarrolla en comarcas donde se reacciona mal a la presencia romana, donde las fracturas sociales se agrandan y donde los grupos religiosos se oponen entre sí. La salvación de Dios en Jesús de Nazaret tiene una carga de historicidad política, económica, social y religiosa a la que siempre debemos remitirnos.

    Texto de Christiane SAULNIER y Bernard ROLLAND,

    revisado y actualizado por Gérard BILLON

    Introducción: en Judea

    Según Lc 3,1, la predicación de Juan el Bautista comenzó en el año 27 o 28 de nuestra era (cf. recuadro «Judea, breve cronología»). Esta precede a la de Jesús, quien, según el consenso logrado entre los historiadores, fue crucificado en Jerusalén el día 7 de abril del año 30, en vísperas de la Pascua (también es posible otra fecha: el 3 de abril del año 33).

    Posteriormente, pasados unos años, el Evangelio de Jesús «Cristo» se implanta en el Imperio romano. Los historiadores romanos del siglo II d.C., Suetonio y Tácito, recuerdan la presencia de «cristianos» en Roma en el año 49 (bajo el emperador Claudio) y en el 64 (bajo Nerón).

    Jesús de Nazaret

    La primera mitad del siglo I es, por consiguiente, de capital importancia para comprender los cambios del judaísmo y el nacimiento del cristianismo. El judaísmo comienza una nueva marcha tras la guerra judía (66-70 d.C.). Para el cristianismo todo comienza con «Jesús de Nazaret» (Lc 1,26; 2,51; 4,34; 18,35; 24,19). Los relatos evangélicos lo sitúan principalmente en dos lugares: una región, Galilea, y una ciudad, Jerusalén.

    El mapa, que presentamos a continuación, muestra la partición establecida por el último testamento de Herodes el Grande en el año 4 a.C.. Este es el espacio transitado por Jesús y sus discípulos; el territorio heredado por Arquelao se convirtió en provincia romana tras su destitución en el 6 d.C.

    En los evangelios vemos a Jesús desplazarse por Galilea, yendo y viniendo de las inmediaciones del lago, también llamado mar, de Tiberíades, deteniéndose en Nazaret, Caná, Cafarnaún, y evocando Corozaín y Betsaida. Si bien llega a adentrarse en tierra pagana, «en la zona de Tiro» o en la Decápolis (Mc 7,24.31), no parece que llegara a poner los pies en Tiberíades, centro administrativo de Galilea, una ciudad nueva construida por Herodes Antipas, ni en el litoral mediterráneo, Cesarea marítima, residencia del gobernador romano. Los lugares de la predicación del Reino de Dios están, por consiguiente, bien circunscritos.

    La «Galilea de las naciones» (Mt 4,15; alusión a Is 8,23) es una región donde se relacionaban judíos y paganos. Limita al norte con Fenicia, Batanea y Traconítida, al sur con Samaría, y al este con las regiones del otro lado del Jordán —Transjordania— donde diez ciudades helenísticas (la Decápolis) se agrupan bajo la autoridad de Siria (en el mapa, de arriba hacia abajo, indicamos las siguientes: Hippos, Gadara¹, Escitópolis, Pela², Filadelfia).

    Samaría fue agregada a la provincia de Judea por la administración romana. Una rivalidad religiosa y política, a veces violenta, enfrenta los samaritanos a los judíos. Jesús no duda en atravesar esta tierra «impura» y hablar con sus habitantes (Jn 4,9). Más tarde, los samaritanos acogerán favorablemente la primera predicación de los apóstoles (Hch 8,5-25).

    Jesús no atraviesa apenas las fronteras de la provincia de Judea y de las tetrarquías de Herodes Antipas y de Filipo. Un punto de inflexión de la predicación —el reconocimiento de su identidad mesiánica por sus discípulos— se produce en la zona de Cesarea de Filipo (cf. Mc 8,27 // Mt 16,13). Otro, anterior, se ha producido en territorio pagano, en la zona de Tiro (Mc 7,24-30 // Mt 15,21-28): Jesús abre su acción más allá de «las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 15,24).

    Al margen de Jerusalén —y, antes, Jericó— vemos que Jesús apenas recorre Judea. Según Lucas, que, como Mateo y Marcos, agrupa en una sola gran subida varios viajes, la ciudad es el lugar del cumplimiento del plan de Dios, que exige a Jesús una superación de sí mismo: «Es necesario que siga mi camino hoy y mañana y pasado mañana, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén» (Lc 13,33). Del pueblo de Betania al Templo, del Gólgota al monte de los Olivos, la ciudad refracta los acontecimientos de Pascua y el comienzo de la difusión del Evangelio.

    ¿Judea o Palestina?

    Palestina. Hasta época reciente, el término Palestina designaba el conjunto de estos lugares. Usado inicialmente por los romanos, se ha transmitido a lo largo de los siglos y se ha empleado en numerosas publicaciones geográficas de los siglos XIX y XX sin ninguna intencionalidad política. Desde la panorámica del mundo antiguo, tiene la ventaja de abarcar un espacio cuyos límites, contenidos y denominaciones han variado. Permite no entrar en detalles, pero no es del todo preciso.

    En efecto, el topónimo griego Palaístinê, en latín Palaestina, está construido a partir del hebreo pelešet (país de los pelištîm, ‘filisteos’), y designa una franja costera en torno a Gaza. Así es como lo entiende el historiador griego Heródoto a mediados del siglo IV a.C. (Historia, I, 105; II, 104). El geógrafo griego Estrabón († 25 d.C.) ignora el término, pero conoce el de Ioudaía, ‘Judea’ (Geografía, XVI, 2.28), aplicándolo al conjunto del país. Plinio el Viejo († 79 d.C.) distingue Palaestina de Iudea y de Samaría (Historia natural, V, 12-14), aun cuando en su época todo está englobado administrativamente en la provincia de Judea. Un siglo después, el geógrafo Ptolomeo († 168 d.C.) solo habla de Syria Palaestina, puesto que fue la denominación impuesta por el emperador Adriano tras el final de la segunda guerra judía en el 135.

    El «judaísmo palestinense» es un término que abarca el judaísmo de lengua hebrea y aramea activo en la «tierra de Israel» desde el siglo III d.C. (que se desarrollaría tras el 135 por obra de los rabinos) para distinguirse del «judaísmo alejandrino», de lengua griega, que había florecido en Alejandría.

    Judea. La administración persa (desde el final del siglo VI a.C. hasta el siglo IV a.C.) llamó Judea (arameo Yehoud) a un pequeño territorio en torno a Jerusalén formado sobre las ruinas del antiguo reino de Judá e integrado en la satrapía de Transeufratina. Las expresiones «tierra que mana leche y miel» y «tierra de Israel» solo

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