Hace ahora veinte años, una novela que se convertiría en best seller, pretendía remover los cimientos del cristianismo. Se trata de El Código Da Vinci (2003) del estadounidense Dan Brown (1964), cuyo argumento revitalizaba algunas ideas que ya habían sido expuestas antes en clásicos pseudohistóricos del género del “realismo fantástico” como El Enigma Sagrado (1982) escrito por Lincoln, Baigent y Leigh.
Según la novela de Dan Brown–cuya narrativa intercalaba datos históricos con licencias literarias–, el día 25 de diciembre no era solamente el día de la “natividad” del Niño Jesús; era también el cumpleaños de muchos otros dioses a los que rindieron culto religiones paganas, muy anteriores al cristianismo: “Nada en el cristianismo es original. El dios precristiano Mitra, llamado ‘hijo de Dios y Luz del mundo’ nació el 25 de diciembre, fue enterrado en una tumba excavada en la roca y resucitó al tercer día. Por cierto, el 25 de diciembre también es el cumpleaños de Osiris, de Adonis y de Dionisos. Al recién nacido Krishna le regalaron oro, incienso y mirra…”. Entonces, ¿cuáles son los elementos originales de la Navidad que celebramos estos días?
24 DE DICIEMBRE: EL PORTAL DE BELÉN
Todavía en muchos hogares–y en algunos lugares públicos–se mantiene la tradición navideña de colocar en el salón principal una escenografía de pequeñas figuritas representando el nacimiento del Niño Jesús y la adoración por los pastores y los reyes magos: el “portal de Belén”. En nuestra cultura, esta tradición desembarcaría desde Nápoles a España hacia 1759, fecha en la que accede al trono Carlos III (1716-1788), quien antes había sido rey de esta región italiana. Fue a lo largo del siglo XIX cuando esta costumbre comenzó a popularizarse desde las parroquias y los salones aristocráticos y burgueses hasta los hogares más humildes.
“El primero en montar un fue Francisco de Asís, impresionado