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Cantos En Tonalidad Menor
Cantos En Tonalidad Menor
Cantos En Tonalidad Menor
Libro electrónico73 páginas29 minutos

Cantos En Tonalidad Menor

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En Cantos en tonalidad menor pueden reconocerse varios trazos: la ciudad inmovilizada, las mujeres convertidas en creaciones escultóricas, las embarcaciones que entran y salen del puerto, la nostalgia que se recobra y que mantiene en pie a la mujer recordada o la reaparición de las sirenas como la perduración de sus figuras. Todos confluyen como un obstinato musical, como voces que se multiplican y cruzan la obra poética en todas direcciones. Otro trazo más: la ventana como una contemplación inevitable, como una visión que ejerce magnetismo. Por la ventana entra todo lo que después será una obsesiva nostalgia.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento24 may 2022
ISBN9781506547558
Cantos En Tonalidad Menor
Autor

Juan Carlos Muñoz

Juan Carlos Muñoz nació en el puerto de Tuxpam, Veracruz, en México, el 4 de julio de 1962. Es licenciado por la Universidad de México, donde cursó los estudios de la carrera Lengua y Literatura Hispánicas entre los años de 1980 y 1984. Reside en la Ciudad de México.

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    Cantos En Tonalidad Menor - Juan Carlos Muñoz

    Hombre en ruinas

    sigue el curso bajo de las calles

    avanzando con pasos minúsculos

    sobre sí pasa el invierno

    alargándose, ondulándose

    bajo esta atmósfera que cae a plomo sobre sus omóplatos

    se detiene en los portales

    tardo, asténico

    anquilosado como bailarina senescente

    se acoda, descansa

    respira en silencio

    parece osificarse

    se adentra en calles desalineadas

    festinante

    emitiendo movimientos intermitentes,

    como los de una rueda rota

    es una tarde átona

    el sol cayendo monocorde, como la ceguera

    entrando el invierno cargado de nervaduras;

    figura de miembros vencidos

    balanceándose bajo la tarde de venas azuladas

    el día se viene abajo

    el hombre viene a menos

    los edificios se vienen al suelo

    son las horas de la tarde, insustanciales, sin sangre

    que descienden como alud

    que se mueven en todas direcciones

    a pasos lentísimos

    esta tarde que se asienta longitudinal

    como nave que termina su circunnavegación

    y parte al hombre por la mitad, como bisectriz

    es ya una semioscuridad

    expulsada de las catedrales

    este hombre con ojos de lémur

    que descansa bajo los edificios hipotrofiados

    un brazo del río se mueve a sus espaldas

    al fondo se ven fachadas inclinadas;

    el hombre mueve sus labios

    vulnerado cada centímetro

    se oyen sus articulaciones

    como arena cayendo en declive

    se ven sus ganglios:

    en derredor suyo la apacible tarde

    apacible como los pechos de las abadesas

    un hombre ladeado

    umbrío, con dedos de amanuense

    un cuerpo sin vertical alguna

    llagado

    sobre sí un día inextinguible

    hombre impreservado, escindido,

    que se detiene en las estatuas ecuestres

    más abatido entre una respiración y otra;

    cae el día como sarcoma, incoloro

    como lenta migración

    acodado en la ventana, ve la ciudad

    presa de una enfermedad congénita

    vacuo, sin actividad cerebral;

    la ciudad derrama sangre fría

    camina bajo el aire cáustico, desenfilado

    sin muros en derredor

    arrastrándose como obeso reptil

    respirando moléculas viejas

    haciendo frente a la ventisca

    tiene brazos cortos y omóplatos desiguales

    jala aire y desprende de sí exclamaciones minúsculas;

    un día desgarrado como arco roto

    un lento deslizamiento de luz

    casi encogido, parece vencido por la atmósfera

    que cae sobre las estatuas

    el hombre se reduce, pierde moléculas;

    sigue la inercia del río

    un flujo frío sin presión arterial

    siente en sus clavículas el peso de los muros

    un hombre inerte que no sale de sus nódulos

    dando pasos erráticos de leproso

    encogiéndose bajo árboles raquíticos

    bajo este cielo de bronquios inmóviles

    noviembre; un día

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