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Información de este libro electrónico

Una breve historia del futuro que arranca en el pasado. Un viaje visto a través de las emociones de los pequeños grandes protagonistas de una familia unida de una o otra forma al Sol

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 abr 2022
ISBN9781005012793
Año 0
Autor

M. Reyes Guitián

Una forma de retratarme podría ser a través de lo que he leído: Isaac Asimov me provocó una adicción adolescente a la ciencia ficción, y Connie Willis escribió los libros que me hubiese gustado escribir. Entre ambos hay muchos libros, variados y desordenados. De Mark Twain a Terry Pratchett, de Isabel Allende a Amin Maalouf, pasando por Andrea Camillieri y por el cómic, con su manera de narrar, con sus tiempos y con Neil Gaiman.

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    Año 0 - M. Reyes Guitián

    AÑO 1985

    ¿Duermes?

    ...

    Eh, ¿estás despierto?

    ...

    Edurne se sentó en la cama, con las piernas cruzadas. Recorrió la habitación con la vista, más por organizar sus pensamientos que por otra cosa. Había poco que ver: las paredes desnudas, las puertas blancas del armario, el reloj de la mesilla que le daba a todo un color azulado. Las tres y treinta y cinco. Suspiró.

    Sé que estás despierto. Cuando duermes respiras como un hipopótamo adulto.

    ...

    ...

    Estaba durmiendo. Hasta que me has despertado.

    Suspiró de nuevo. Ese gesto siempre le había ayudado a controlar la rabia, a dominar su legua, a evitar agrandar los problemas.

    ¿Se puede saber qué te pasa?

    …

    Repito, ¿se puede saber qué te pasa?

    Mario no se giró, no se movió.

    No me pasa nada. No había rastro de somnolencia en su voz, que quiso sonar molesta. Estaba durmiendo, me has despertado y no sé qué quieres.

    Quiero que me digas qué demonios te ocurre. Llevas toda la semana con cara de asco, todo el día sin hablarme y te has acostado dándome la espalda pero no duermes.

    ...

    No te oigo bien.

    ...

    O empiezas a hablar o me voy. Para sentirme sola me largo a mi casa.

    Edurne se destapó del todo, puso los pies en el suelo, las manos en el colchón para levantarse y esperó, sólo un segundo.

    No es por ti.

    Ya veo. Ahora me dirás que eres tú, que no me mereces, que tienes que buscarte, que necesitas tiempo.

    Mario, se giró, frustrado, el ceño fruncido, buscando las palabras en el techo.

    No, no es eso.

    ¿Y qué es? Porque espero que haya un motivo. La alternativa no me gusta un pelo.

    En la penumbra de la habitación, casi desnudos, mirándose ahora a los ojos, es difícil mantener la amargura hirviendo.

    ¿Es el trabajo? le incitó Edurne ¿Tiene que ver con el nuevo proyecto? Se suponía que ahora que recibís los datos del satélite todo iba a ser apasionante.

    Es que me estoy volviendo loco.

    ...

    ...

    ¡Madre mía! ¿Me lo vas a contar o voy a tener que estar con el sacacorchos toda la noche? Se levantó, sacó del armario la chaqueta gris de Mario, de lana tan vieja como acogedora, y volvió a sentarse en la cama con toda la paciencia que encontró en los olores que la rodearon.

    Es que es complicado.

    Perfecto, ahora me llamas idiota.

    No...

    Bueno, pues empieza por el principio. ¿Son los compañeros? ¿Hay algún trepa? ¿Otra vez crees que no estás a

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