La Verdad Y La Verosimilitud: Relatos De La Segunda Mitad Del Siglo Xx
Por Guido Pagliarino
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Hay siete relatos ambientados en las últimas décadas del pasado milenio: en «Polvo para construir montañas» seguimos a un joven aprendiz de empresario, heredero —o presunto heredero— de una empresa de producción de juguetes y productos de modelismo en la Italia del boom económico de principios de los 60. Se enfrenta a prejuicios y vilezas, a falsas apariencias y a la megalomanía ajena. En «La verdad y la verosimilitud» nos encontramos con las vicisitudes familiares dramáticas y grotescas de un hombre que, según unos, es un canalla, y según otros, más bien un santo. En «La fuga» observamos las fases tragicómicas de las desventuras de un modesto pensionista que se enfrenta a una fuga de agua incontrolable en el local que querría alquilar a toda costa, complementando así su magra pensión. «La Verdad, su enemigo y el padre Paul» considera que no en todos los conventos se puede llevar siempre una vida de simple y llana paz y plegaria, sobre todo si llegados a un punto entran en juego relaciones laborales y sindicales. «La razón de los signos» pretende demostrar la gran importancia de algunas pequeñas coincidencias, de aquellas aparentes casualidades que pueden modificar radicalmente una vida; otro tanto sucede en el relato que le sigue, «Perro fantasma». Por último, el breve «La herencia de Médeia» nos presenta una mezcla entre vivir la realidad y soñar despierto; puede que combinados por enajenaciones mentales, puede que en vista de un objetivo que supera los límites del mundo material.
Guido Pagliarino
Guido Pagliarino è laureato in Economia e Commercio all’Università di Torino con una tesi di ricerca storica pubblicata a cura dell’Istituto di Storia Economica e Sociale. Di particolare interesse durante i suoi studi erano state la medesima disciplina e la Storia delle dottrine economiche e sociali, sotto le guide dei compianti professori Carlo Cipolla e Mario Abrate. Negli anni, insieme ad altri interessi culturali, è continuato quello storico e Pagliarino ha pubblicato diversi saggi su pensiero e storia cristiani. È autore inoltre di romanzi e versi. Per la sua opera edita fin al 1996, nel 1997 gli è stato assegnato il "Premio della Cultura della Presidenza del Consiglio dei Ministri". Trascurando i volumi più antichi, l'autore ha pubblicato negli anni 2000 i seguenti libri, in parte scritti nel decennio precedente: a) Editi dalla 0111 Edizioni: Il mostro a tre braccia e I satanassi di Torino, due romanzi brevi, 2009 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) ISBN 978-88-6307-195-5 - Svolte nel tempo, 2011 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (PRIMO ASSOLUTO sezione "Narrativa edita" al Premio Creativa VI Edizione : http://www.edizionicreativa.it/content/cms/db/pages/54/risultati%20premio%20creativa.pdf ) libro: ISBN 978-88-6307-350-8 e-book: ISBN 978-88-6578-039-8 b) Editi da GDS Edizioni: - Vittorio il barbuto, romanzo breve, 2010 ISBN 9788896961537 - Creazione ed Evoluzione, saggio, 2011 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (MENZIONE SPECIALE DELLA GIURIA al "Premio Nazionale di Arti Letterarie 2010, sezione inedito": http://www.pagliarino.com/images/premio_10_arti_letter_500x364.JPG ) Edito, FINALISTA premiato con diploma al "Concorso Mario Pannunzio 2011": ( http://www.pagliarino.com/premio3_Pannunzio_finalista_2011.htm ) Edito FINALISTA premiato con medaglia e diploma al "Premio Marchesato di Ceva 2014" ( http://www.pagliarino.com/premio_Marchesato_Ceva_finalista_2014.htm ) libro: ISBN 97888896961759 e-book: ISBN 978-88-96961-82-7 - Il terrore privato, il terrore politico, romanzo, 2012 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (ROMANZO 2° CLASSIFICATO al Premio internazionale Marguerite Yourcenar 2013 Punctum Literary Agency.eu : http://www.pagliarino.com/images/Premio_Yourcenar_Pagliarino_tra_i_5_finalisti.jpg ) libro ISBN 978-88-97587-62-0 e-book ISBN 978-88-97587-71-2 - Sindòn la misteriosa Sindone di Torino, saggio, 2013 (© Editrice GDS) (("Menzione d'onore della Giuria" al "Premio Nazionale di Arti Letterarie Città di Torino" - X Edizione: http://www.pagliarino.com/Sindon_segnalazione_pr_Arti_letter.htm ) libro ISBN 978-88-67820-55-9 e-book ISBN 978-88-67820-88-7 c) Editi dalla Prospettivaeditrice: - La vita eterna; sull’immortalità tra Dio e l’uomo, 2002 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (PRIMO ASSOLUTO AL "PREMIO CITTA' DI TORINO 2003": http://www.pagliarino.com/premio2003_c_torino.htm ) ISBN 88-7418-106-X - Gesú, nato nel 6 ‘a.C.’ crocifisso nel 30, 2003 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) ( Segnalazione di Merito al "PREMIO PER LA PACE 2004" del Centro Studi Cultura e Società : http://www.pagliarino.com/premio_pace-2004_gesu'.htm ) ISBN 88-7418-072-1 - Cristianesimo e Gnosticismo; 2000 anni di sfida, 2003 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) Secondo Premio Saggistica al Concorso "Città di Salò" 2005 : http://www.pagliarino.com/premio_salo'_2005.htm ) ISBN 88-7418-177-9 - Il giudice e le streghe, romanzo, 2006 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (Targa e diploma - Menzione d'onore al "Premio Letterario Nazionale Di Benedetto 2009" :http://www.pagliarino.com/prem_De_Bened-09.htm ) ISBN 978-88-7418-359-3 - Le indagini di Giovanni Marco cittadino romano, romanzo, 2007 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (Premio Speciale della Critica al Premio Letterario Nazionale "Alfonso Di Benedetto" 2008 : http://www.pagliarino.com/premio-A-Di-Benedetto-2008_indag-Giov-Marc.htm Premiato al Premio "Aldo Cappelli - Romanzo storico" - Concorso Nazionale Letterario GARCIA LORCA : http://www.pagliarino.com/pr_g_lorca-2_capelli_giov_marco.htm ) ISBN 978-88-7418-343-7
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La Verdad Y La Verosimilitud - Guido Pagliarino
Índice
Breve introducción del autor
Guido Pagliarino, La Verdad y la Verosimilitud, Cuentos de la segunda mitad del siglo xx
Polvo para construir montañas:
Prólogo
Antecedentes
Epílogo
La Verdad y la verosimilitud
La fuga
La Verdad, su enemigo y el padre Paul
La razón de los signos
Perro fantasma
La herencia de Médeia
BREVE INTRODUCCIÓN DEL AUTOR
Hay siete relatos ambientados en las últimas décadas del pasado milenio: en «Polvo para construir montañas» seguimos a un joven aprendiz de empresario, heredero —o presunto heredero— de una empresa de producción de juguetes y productos de modelismo en la Italia del boom económico de principios de los 60. Se enfrenta a prejuicios y vilezas, a falsas apariencias y a la megalomanía ajena. En «La verdad y la verosimilitud» nos encontramos con las vicisitudes familiares dramáticas y grotescas de un hombre que, según unos, es un canalla, y según otros, más bien un santo. En «La fuga» observamos las fases tragicómicas de las desventuras de un modesto pensionista que se enfrenta a una fuga de agua incontrolable en el local que querría alquilar a toda costa, complementando así su magra pensión. «La Verdad, su enemigo y el padre Paul» considera que no en todos los conventos se puede llevar siempre una vida de simple y llana paz y plegaria, sobre todo si llegados a un punto entran en juego relaciones laborales y sindicales. «La razón de los signos» pretende demostrar la gran importancia de algunas pequeñas coincidencias, de aquellas aparentes casualidades que pueden modificar radicalmente una vida; otro tanto sucede en el relato que le sigue, «Perro fantasma». Por último, el breve «La herencia de Médeia» nos presenta una mezcla entre vivir la realidad y soñar despierto; puede que combinados por enajenaciones mentales, puede que en vista de un objetivo que supera los límites del mundo material.
Guido Pagliarino
Guido Pagliarino
LA VERDAD Y LA VEROSIMILITUD
Cuentos de la segunda mitad del siglo xx
POLVO PARA CONSTRUIR MONTAÑAS
PRÓLOGO
El caballero llegó surcando los cielos con los pies juntos a cuatro metros del suelo, volando, erguido. Atravesó la gran plaza que precedía la vivienda del primer piso del matrimonio Seta. Los brazos apenas se separaban de su cuerpo, y con el simple movimiento de las manos fijaba la dirección.
Era una noche despejada, tan despejada que la luna llena se parecía al sol cuando el astro está cubierto de nubes lijeras y el cielo es de un gris perla; y era la luna porque las farolas estaban encendidas y había estrellas.
Ni un alma en la plaza, unos pocos coches aparcados, nada de tráfico.
Silencio.
Bruno Seta estaba ante la ventana abierta del salón.
Al ver a su tío abuelo, que ya reconociera en la lejanía, se alarmó; y es que le habían dado sepultura unas pocas horas antes. Sólo ansiedad, nada de terror. Retrocedió unos pasos y se detuvo. Sintió el impulso de acercarse y cerrar la ventana, pero mientras sopesaba sus opciones el otro llegó al salón. ¿Quería entrar? No, se detuvo sin traspasar la ventana, con los ojos grises fijos en él, afligidos. Iba vestido con la misma ropa con la que le habían inhumado.
Bruno, no sin esfuerzo, se acercó: comprendió que el caballero quería hablar con él. Cara a cara, a una distancia de una cuarentena de centímetros. El uno suspendido en el aire, el otro con las piernas algo temblorosas y los pies clavados al suelo. Se miraron durante unos segundos; entonces el ectoplasma dijo:
Somos polvo que pretende construir montañas por sí solo. Ahora sé que Dios sólo nos erige montañas si nos confiamos a él. Lo siento.
Nada, nada, ya ves tú —soltó su sobrino cómicamente, como si el otro se hubiera disculpado por un pecado venial, por una carencia involuntaria, pero en voz alta por la inquietud.
Entonces su tío, sin añadir nada más, dio media vuelta hasta quedar de espaldas y se fue, volando. Recorrió la misma línea que había hilado de ida mientras Bruno observaba cómo se alejaba, convencido de que llegaría un punto en el que el fantasma se desvanecería en el aire; pero antes de que eso ocurriera despertó.
Valeria se encontraba a su lado, desvelada, observando al recién despierto marido:
He soñado una cosa muy rara —le susurró, y seguidamente se lo describió.
Era un sueño idéntico al suyo, solo que en la ventana estaba ella y el espíritu le preguntó si podía pedirle perdón a Bruno de su parte. Le comunicó el encargo al instante, temiendo olvidarlo.
¿Telepatía? —se preguntó el marido en voz alta.
Una señal del cielo —decretó su mujer—, el difunto requiere plegarias y tu perdón.
¡Le hubiera gustado tanto que Valeria estuviera en lo cierto! Una señal verdadera del más allá en vez de la emersión de un sentimiento de culpa por una sempiterna aversión hacia ese hombre. Un sentimiento rechazado inútilmente por la razón, y sin embargo suficientemente fuerte como para perturbar la mente de ella durante el sueño. Pero, ¡¿cómo podía creer en una señal cuando había perdido la fe cuando no era más que un niño, rodeado de lecturas ateas y profesores infieles?! Y no obstante sentía la necesidad de Dios, que había intentado encontrar en los últimos años, en vano.
Ah, ¡lo que daría por un destino que me deparara algo más! Aunque fuera una señal minúscula, pero fuera cierta —. En eso pensaba en el duermevela mientras recuperaba el sueño— Si me llegara una verdadera señal y no un simple sueño…
ANTECEDENTES
El odio hacia el tío abuelo nació en Bruno más de veinte años atrás.
Era 1963. Estudiante. Acababa de empezar el segundo año de Economía y Comercio, que era como se llamaba entonces el título en economía de Torino y esperaba incorporarse en la profesión con papá.
La víspera de una noche, su padre, corredor de bolsa, recibió de forma inesperada la llamada del caballero. Éste le pidió cita en su estudio «para hablar de asuntos importantes concernientes al espléndido futuro que le aguarda a mi sobrino, o sea, a tu hijo».
Aquella llamada le pareció a la vez graciosa y desconcertante; por la artificiosa y burocrática expresión que había usado el familiar y porque la parecía ridícula la idea de que «de ese artesano», y no del estudio profesional, le deparara a su hijo «un futuro espléndido».
Cuando murió su mujer el doctor Seta se prometió no rendirse y dedicarse por completo a un Bruno que apenas tenía tres años; pero como no alcanzaba para ayudarle en los estudios se vio obligado a ingresarlo en un internado hasta que terminara la educación primaria. A pesar de que era un liberal agnóstico escogió «un serio centro de religiosos» por la fama que le precedía y donde sabía que seguirían los pasos de su hijo de cerca:
¡Pero sólo hasta que acabe los estudios obligatorios!
Durante la adolescencia le libró a su venerada educación laica; y fue durante el bachillerato, por causa de los profesores ateos, que Bruno perdió la fe en Dios.
Al haberle dedicado a su hijo su propria vida y haberlo hecho lo mejor que pudo papá Seta se tomó a la ligera, aunque en el fondo estuviera disgustado, que de repente otros le plantearan una previsión de futuro a Bruno.
Aquel pariente de tres al cuarto —que en su madurez se casara con la tía de la difunta madre de Bruno— abrió por allá a finales de los cuarenta un negocio artesanal de juguetes con un par de dependientes. Como las familias no se visitaban a menudo nunca supieron que con la expansión económica de los años 50 y principios de los 60 el caballero amplió el negocio hasta convertirse en fabricante de juguetes y materiales plásticos con casi doscientos operarios y un volumen de ventas considerable.
Pasaron los años, pero el matrimonio no tuvo hijos. Por ese motivo el empresario decidió llamar al papá de Bruno.
Nada más pisar el estudio del doctor Seta el caballero le espetó:
No tengo herederos, ni siquiera parientes lejanos. No quiero morir y que el estado se quede la fábrica, por qué tienen que meter sus sucias manos, trae mala suerte; aunque mi mujer me sobreviviera no podría encargarse del negocio. Para ella yo ya he hecho lo que tenía que hacer: ho obtenido mis frutos y los he igualado a un tercio de los ingresos de la empresa.
Llegados a este punto se detuvo durante unos instantes, esperando algún signo de admiración por parte de Seta.
En fin, que cuando yo muera… —dijo, mientras metía una mano en el bolsillo para tocar un clavo que llevaba siempre encima.
Más adelante Bruno descubriría que era un hombre muy supersticioso y que creía que aquel clavo era un amuleto que le había dado suerte toda la vida. Luego prosiguió:
...quiero que mi nombre y mi empresa pervivan en la memoria por los siglos de los siglos.
El doctor Seta tuvo que contenerse para no reírse en su cara: «puestos a pedir incluso más que el Imperio romano» pensó. Más tarde se lo repetiría a su hijo, pero en situación consiguió mantener una postura seria.
Mientras tanto, el otro seguía:
Ahora la empresa se encuentra en una posición formidable. Da montones de beneficios, al contrario que tu chapucilla.
Dijo exactamente eso, chapucilla; sin embargo, el carácter del padre de Bruno le mantuvo impasible, aunque pensara que era «el típico paleto». Le dio la mano a modo de despedida y respondió:
Lo hablaré con el chico, al fin y al cabo es su decisión. Te diré algo lo antes posible.
Al otro se le quedó una expresión mitad sonrisa mitad mueca, como diciendo: «¿Ahora los críos deciden? ¡Con una oferta como esta!» y se fue; antes, sin embargo, se detuvo en la puerta del estudio, se giró, miró a su alrededor para asegurarse de contar con la atención de las secretarias y dijo:
Y recuerda: tanto Bruno como sus herederos tendrán que comprometerse por escrito a mantener el nombre de la fábrica con mi nombre: Industrias Caballero Olindo Pittò.
El hombre, notorio ateo, había albergado esperanzas de sobrevivir bajo el nombre de su empresa.
¿Qué opinaría Foscolo? —bromeó el doctor Seta con su hijo al contárselo, citando al poeta de Los sepulcros que tanto amaba—; tú, mientras tanto, piénsatelo, no deja de ser una propuesta interesante. Y ten presente que puedes graduarte igualmente, trabajando y estudiando luego, por la noche; tienes cabeza y determinación para ello.
El papá pidió información de primera calidad sobre la empresa Pittò. Al