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La Transformación: Sobre El Cuerpo Glorioso Espiritual Y Sobre La Nada Eterna Infernal: (Según La Antropología Cristiana En Los Siglos I Y II) Ensayo
La Transformación: Sobre El Cuerpo Glorioso Espiritual Y Sobre La Nada Eterna Infernal: (Según La Antropología Cristiana En Los Siglos I Y II) Ensayo
La Transformación: Sobre El Cuerpo Glorioso Espiritual Y Sobre La Nada Eterna Infernal: (Según La Antropología Cristiana En Los Siglos I Y II) Ensayo
Libro electrónico184 páginas2 horas

La Transformación: Sobre El Cuerpo Glorioso Espiritual Y Sobre La Nada Eterna Infernal: (Según La Antropología Cristiana En Los Siglos I Y II) Ensayo

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La obra habla de la eternidad gloriosa del ser humano después de su muerte física, por tanto de la transformación en espiritual de su persona según el pensamiento cristiano de los siglos I y II, antes de la platonización del cristianismo y la consiguiente idea atroz del infierno al estilo de Dante, vivido eternamente. Todo lo escrito en el ensayo es conforme con los versículos neotestamentarios y los textos de escritores eclesiásticos antiguos. Extracto del inicio: En su «Diccionario filosófico», Voltaire se burla de la idea de la resurrección del cuerpo humano, concepto que para los cristianos es una verdad revelada. El escritor y filósofo tienen en cuenta que hombres y animales pueden en realidad nutrirse de la sustancia de sus predecesores, porque el cuerpo de un ser humano enterrado en la tierra y putrefacto o las cenizas del cadáver incinerado echadas sobre ella se transforman en trigo u otro vegetal que comen otros hombres. (…) Creyendo haber destruido la idea fariseo-cristiana de la resurrección de los seres humanos, observa: cuando haya que resucitar, ¿cómo será posible que alguien tenga el cuerpo que le pertenecía sin perder al menos alguna parte? (…) En realidad, (…) [quien] conozca el Nuevo Testamento y, dentro de él, las epístolas de San Pablo, con la expresión resurrección del cuerpo no quiere referirse a una segunda vivificación de nuestras moléculas. De hecho, en la Primera Epístola a los Corintios, Pablo dice que, a imitación de Jesús resucitado, nuestro cuerpo resurgirá de otra manera: en forma gloriosa espiritual. Más en concreto, el apóstol de los gentiles escribe que, en nuestro cuerpo mortal animal, además de psíquico, por estar dotado de yo-razón, se transformará en un cuerpo glorioso y pneumático eterno. Extracto de la conclusión: En relación con la vida eterna según la idea cristiana del siglo I y buena parte del II, es decir, para el cristianismo de la época apostólica y de los seis-siete decenios posteriores (la época de los padres apostólicos y los primeros apologistas) (…) podemos decir en síntesis que, a la muerte de un ser humano justo, es decir, o santo, o con pecados veniales, su cuerpo con su yo, o sea, la persona entera, sin solución de continuidad resucita en el Espíritu divino transformada en persona gloriosa espiritual: el palabras sencillas, se trata del Paraíso. Sin embargo, en el caso de pecados venales deberá pasar antes, mientras está todavía encerrada en el tiempo (según el Concilio de Trento, que habla de penas temporales y no las sitúa expresamente tras la muerte), a través de un instante de purgatorio (psíquico), momento que podrá ser dilatado por Dios en la mente del moribundo lo que necesite para darle, precisamente, tiempo para arrepentirse perfectamente durante del paso del aquí al más allá: el purgatorio no puede estar en el Trascendente, donde no se está sujeto al devenir, sino que se vive en el ser eterno sin principio ni fin. En lo que se refiere por el contrario al pecador (que en vida a odiado a Dios y al prójimo, sin arrepentirse) impenitente hasta el último instante de su vida, es decir, la persona que ha elegido conscientemente la condenación, no resucita ni resucitará nunca: es el llamado infierno. La condenación es por tanto el desaparición de la existencia propia, es el convertirse en nada y el volver a la nada para siempre, en vez de transformarse en persona espiritual y vivir eternamente en Dios como sucede, por el contrario, con los santos, es decir, para los que sobre esta tierra han amado al prójimo y, si han sido creyentes, han amado a Dios (los no creyentes, aunque de buena fe, no tienen, por el hecho de ser ateos, obstáculos para la Salvación, según los dictados del Concilio Vaticano II). El ensayo, todavía inédito, ha recibido la Mención honorífica del Jurado del Premio de Artes Literarias Ciudad de Turín 2014.
IdiomaEspañol
EditorialTektime
Fecha de lanzamiento11 mar 2018
ISBN9788893980463
La Transformación: Sobre El Cuerpo Glorioso Espiritual Y Sobre La Nada Eterna Infernal: (Según La Antropología Cristiana En Los Siglos I Y II) Ensayo
Autor

Guido Pagliarino

Guido Pagliarino è laureato in Economia e Commercio all’Università di Torino con una tesi di ricerca storica pubblicata a cura dell’Istituto di Storia Economica e Sociale. Di particolare interesse durante i suoi studi erano state la medesima disciplina e la Storia delle dottrine economiche e sociali, sotto le guide dei compianti professori Carlo Cipolla e Mario Abrate. Negli anni, insieme ad altri interessi culturali, è continuato quello storico e Pagliarino ha pubblicato diversi saggi su pensiero e storia cristiani. È autore inoltre di romanzi e versi. Per la sua opera edita fin al 1996, nel 1997 gli è stato assegnato il "Premio della Cultura della Presidenza del Consiglio dei Ministri". Trascurando i volumi più antichi, l'autore ha pubblicato negli anni 2000 i seguenti libri, in parte scritti nel decennio precedente: a) Editi dalla 0111 Edizioni: Il mostro a tre braccia e I satanassi di Torino, due romanzi brevi, 2009 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) ISBN 978-88-6307-195-5 - Svolte nel tempo, 2011 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (PRIMO ASSOLUTO sezione "Narrativa edita" al Premio Creativa VI Edizione : http://www.edizionicreativa.it/content/cms/db/pages/54/risultati%20premio%20creativa.pdf ) libro: ISBN 978-88-6307-350-8 e-book: ISBN 978-88-6578-039-8 b) Editi da GDS Edizioni: - Vittorio il barbuto, romanzo breve, 2010 ISBN 9788896961537 - Creazione ed Evoluzione, saggio, 2011 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (MENZIONE SPECIALE DELLA GIURIA al "Premio Nazionale di Arti Letterarie 2010, sezione inedito": http://www.pagliarino.com/images/premio_10_arti_letter_500x364.JPG ) Edito, FINALISTA premiato con diploma al "Concorso Mario Pannunzio 2011": ( http://www.pagliarino.com/premio3_Pannunzio_finalista_2011.htm ) Edito FINALISTA premiato con medaglia e diploma al "Premio Marchesato di Ceva 2014" ( http://www.pagliarino.com/premio_Marchesato_Ceva_finalista_2014.htm ) libro: ISBN 97888896961759 e-book: ISBN 978-88-96961-82-7 - Il terrore privato, il terrore politico, romanzo, 2012 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (ROMANZO 2° CLASSIFICATO al Premio internazionale Marguerite Yourcenar 2013 Punctum Literary Agency.eu : http://www.pagliarino.com/images/Premio_Yourcenar_Pagliarino_tra_i_5_finalisti.jpg ) libro ISBN 978-88-97587-62-0 e-book ISBN 978-88-97587-71-2 - Sindòn la misteriosa Sindone di Torino, saggio, 2013 (© Editrice GDS) (("Menzione d'onore della Giuria" al "Premio Nazionale di Arti Letterarie Città di Torino" - X Edizione: http://www.pagliarino.com/Sindon_segnalazione_pr_Arti_letter.htm ) libro ISBN 978-88-67820-55-9 e-book ISBN 978-88-67820-88-7 c) Editi dalla Prospettivaeditrice: - La vita eterna; sull’immortalità tra Dio e l’uomo, 2002 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (PRIMO ASSOLUTO AL "PREMIO CITTA' DI TORINO 2003": http://www.pagliarino.com/premio2003_c_torino.htm ) ISBN 88-7418-106-X - Gesú, nato nel 6 ‘a.C.’ crocifisso nel 30, 2003 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) ( Segnalazione di Merito al "PREMIO PER LA PACE 2004" del Centro Studi Cultura e Società : http://www.pagliarino.com/premio_pace-2004_gesu'.htm ) ISBN 88-7418-072-1 - Cristianesimo e Gnosticismo; 2000 anni di sfida, 2003 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) Secondo Premio Saggistica al Concorso "Città di Salò" 2005 : http://www.pagliarino.com/premio_salo'_2005.htm ) ISBN 88-7418-177-9 - Il giudice e le streghe, romanzo, 2006 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (Targa e diploma - Menzione d'onore al "Premio Letterario Nazionale Di Benedetto 2009" :http://www.pagliarino.com/prem_De_Bened-09.htm ) ISBN 978-88-7418-359-3 - Le indagini di Giovanni Marco cittadino romano, romanzo, 2007 (FUORI CATALOGO © GUIDO PAGLIARINO) (Premio Speciale della Critica al Premio Letterario Nazionale "Alfonso Di Benedetto" 2008 : http://www.pagliarino.com/premio-A-Di-Benedetto-2008_indag-Giov-Marc.htm Premiato al Premio "Aldo Cappelli - Romanzo storico" - Concorso Nazionale Letterario GARCIA LORCA : http://www.pagliarino.com/pr_g_lorca-2_capelli_giov_marco.htm ) ISBN 978-88-7418-343-7

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    La Transformación - Guido Pagliarino

    Índice

    I – EL CUERPO ETERNO

    La transformación-resurrección

    El cuerpo humano material psíquico

    Sobre los cristianos católicos y sobre los gnósticos cristianizantes (a veces llamados inapropiadamente cristianos gnósticos)

    Notas sobre la idea de infierno vivo derivadas de la platonización del cristianismo

    El cuerpo humano y su transformación según San Pablo

    II – ÓPTICAS ANTROPOLÓGICAS CRISTIANAS Y CRISTIANIZANTES

    III- RESURRECCIÓN ÚNICA DEL ESPÍRITU HUMANO SEGÚN LOS PLATÓNICOS Y LOS GNÓSTICOS CRISTIANIZANTES

    Dualismo griego y gnóstico y semidualismo cristiano platonizado: notas

    En particular, la resurrección única del espíritu de Cristo según la concepción de los gnósticos docetistas

    En particular, Orígenes, la apocatástasis y el infierno final

    IV- RESURRECCIÓN DEL CUERPO HUMANO CON SU PSIQUE

    V- EL HOMBRE JESÚS DE NAZARET ES HEBREO, NO GRIEGO, POR TANTO RAZONA COMO HEBREO, NO COMO GRIEGO

    La kenosis divina

    El hebreo Jesús

    Jesús no es griego

    VI- MÁS EN GENERAL SOBRE EL ALMA EN EL CRISTIANISMO HASTA EL SIGLO II

    VII- SOBRE LOS NOVÍSIMOS

    El infierno «al estilo de Dante» y el infierno según los primeros cristianos

    El Dios del cristianismo y el del judaísmo no es dualista

    A propósito del discutido purgatorio

    ¿Purgatorio durante la vida en la tierra? ¿Purgatorio instantáneo?

    A propósito del Paraíso

    Voltaire y la resurrección del cuerpo

    Algo sobre el limbo inexistente

    En conclusión

    APÉNDICE 1  Los veintiún concilios ecuménicos de la Iglesia y resumen de discusiones tratadas respectivas – Abreviaturas de los nombres de los libros bíblicos

    APÉNDICE 2  Los veintiún concilios ecuménicos de la Iglesia y resumen de discusiones tratadas respectivas2 – Los veintiún concilios ecuménicos de la Iglesia y resumen de discusiones tratadas respectivas

    EL CUERPO ETERNO

    La transformación-resurrección

    En su Diccionario filosófico, Voltaire se burla de la idea de la resurrección del cuerpo humano, concepto que para los cristianos es una verdad revelada. El escritor y filósofo tienen en cuenta que hombres y animales pueden en realidad nutrirse de la sustancia de sus predecesores, porque el cuerpo de un ser humano enterrado en la tierra y putrefacto o las cenizas del cadáver incinerado echadas sobre ella se transforman en trigo u otro vegetal que comen otros hombres. Así, añade sarcástico, Caín comió parte de Adán, Enoc de Caín, Irad de Enoc, Mehujael de Irad y Metusael de Mehujael y, en resumen, no habría nadie que no hubiera comido una pequeña porción de su antecesor, por lo que todos los seres humanos serían antropófagos. La cosa, continúa el filósofo, es más que evidente después de una batalla en la que matamos a nuestros hermanos: en unos dos o tres años, los habríamos comido en las mieses recogidas en el campo de dicha batalla. También nosotros, sentencia, seremos comidos alguna vez. Creyendo haber destruido la idea fariseo-cristiana de la resurrección de los seres humanos, observa: cuando haya que resucitar, ¿cómo será posible que alguien tenga el cuerpo que le pertenecía sin perder al menos alguna parte? Luego cita al científico y filósofo cartesiano padre Nicolas Malebranche, el cual, según Voltaire, prueba la verdad de la resurrección con el ejemplo de las orugas que se convierten en mariposas. Pero esa prueba, comenta, es más frágil que las alas de los insectos que cita el religioso.

    En realidad, lo que dice Malebranche no quiere ser una prueba, sino una mera comparación. Un cristiano que conozca el Nuevo Testamento y, dentro de él, las epístolas de San Pablo, sabe que con la expresión «resurrección del cuerpo» no quiere referirse a una segunda vivificación de nuestras moléculas. De hecho, en la Primera Epístola a los Corintios, Pablo dice que, a imitación de Jesús resucitado, nuestro cuerpo resurgirá de otra manera: en forma gloriosa espiritual. Más en concreto, el apóstol de los gentiles escribe que nuestro cuerpo mortal animal, además de psíquico por estar dotado de yo-razón, se transformará en un cuerpo glorioso y pneumático eterno. Lo dice después de anteponer una alegoría en la que si se siembra un grano aparece una espiga, la cual es en cierto sentido esa semilla, que ya no es, en sentido estricto, la semilla que se ha podrido: ninguno de los granos de esa espiga es el grano que se ha sembrado, pero, en una nueva forma gloriosa, esa espiga entera es la semilla podrida. La química y la física no importan, no tiene ninguna importancia que la materia del cuerpo de alguien sepultado acabe en la de una planta ni que los seres humanos coman sus frutos y asimilen esa materia, ya que para el cristianismo quien resucita es la persona en forma sublime, exactamente gloriosa espiritual: Jesús, para quien cree en los Evangelios, al presentarse resucitado a los apóstoles, entra en un lugar cerrado sin pasar por la puerta, algo que sería irreconciliable con el principio de la impenetrabilidad de los cuerpos si el Resucitado trascendente estuviera hecho de materia inmanente.

    Volveremos al argumento de la transformación según San Pablo. Entretanto, tras haber establecido ese concepto y despejado el equívoco de que en el cristianismo la resurrección se entiende en un cuerpo de carne y sangre que revive como tal, veamos cómo presenta el Nuevo Testamento, que para los creyentes es Palabra de Dios, al cuerpo humano viviente en esta tierra.

    El cuerpo humano material psíquico

    Que sobre esta tierra una persona, además de en su propio cuerpo dotado de yo y alma (psyché) hay un ánimo, o espíritu, o pneuma (pneyma) individual creado sustancialmente inmortal no se ha probado ni en la metafísica y las religiones orientales, ni, en Occidente, por los pitagóricos, Platón y los platónicos y ni siquiera fue demostrado por San Agustín (345-430), Padre de la Iglesia, el cual, influenciado por la lectura de las Enéadas del neoplatónico Plotino sobre una tradición espiritualista ya estable en la teología de sus tiempos, sencillamente supone que el alma humana es pneumática e inmortal, consiguiendo con sus escritos el traslado más importante en la Iglesia de las ideas platónicas al cristianismo. Que cada ser humano tenga un pensamiento personal, una personalidad, no puede ser bastante para que se pueda hablar directamente de su de pneuma particular. Podemos experimentar el hecho de que somos cuerpos humanos con una psique que muta y aumenta con la experiencia (la cultura) gracias a las sinapsis del cerebro que hacen que las células nerviosas de este, las neuronas, interactúen con el entorno. En otras palabras, experimentamos que tenemos un cuerpo material-animal psíquico, como afirma en el Nuevo Testamento, en la Primera Epístola a los Corintios, el hebreo convertido a Cristo, Saulo-Pablo: estamos a principios de la década de los 50 del siglo I y la iglesia está solo en sus orígenes y de las predicaciones orales apostólicas están empezando a nacer los libros del Nuevo Testamento; estamos muchos años antes del nacimiento del espiritualista Agustín de Hipona. No se puede entender a San Pablo si se le considera un espiritualista: él no es platónico, no habla nunca de pneuma personal del ser humano en esta tierra y también para los demás hebreos cada hombre es solo su cuerpo, que tiene alma, sí, pero en el sentido de psique, de yo, es decir, es un cuerpo humano pensante, mientras que el espíritu o pneuma (ruach, a veces traducido como ruàh) es solo Yahvé el Creador. Además, el hombre se distingue de los demás seres vivientes por el hecho de ser creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26): importan menos en esa expresión los demás vocablos y conceptos de la antropología religiosa hebrea, lo que equivale a decir que todo hombre es una unión inseparable de nefesh, vida o vitalidad (psyché, en las traducciones en griego, psique o alma en español), y de bashar (sarx en las traducciones en griego, no confundir, como veremos, con soma, que, en las epístolas de San Pablo, es el cuerpo de una persona en gracia de Dios): bashar es la carne viva del hombre, es decir su cuerpo material-animal.

    En el Antiguo Testamento, encontramos estos conceptos y las palabras que los describen en los textos de la Torá (Pentateuco para los cristianos) escrita entre los siglos VII y IV antes de Cristo y, más en concreto, entre el V y el IV los libros de Génesis, Éxodo, Levítico y Números, mientras que el Deuteronomio, palabra que significa Segunda Ley, tal vez pueda situarse en el siglo VII en una primera redacción perdida llamada «libro de la Alianza», de la que habla el posterior libro 2 Re (22, 3-20), y seguramente el texto que nos ha llegado está escrito en el siglo V. Sería demasiado largo hablar aquí de la formación y la datación de los libros veterotestamentarios, pero, si se quiere profundizar, se puede ver el ensayo divulgativo de Guido Pagliarino Il Vento dell'Amore, Tektime, 2018.

    La nefesh o alma, no es por tanto para la Biblia algo separable del cuerpo y capaz de sobrevivir sin este.

    Un poco como en la Grecia del siglo IV antes de Cristo y en Aristóteles (384-322 a.C.), también hay quien, remitiéndose a la Metafísica aristotélica, libro XII, 3, 1070, sostiene que este filósofo no excluía la supervivencia del espíritu intelectual individual y lo veremos un poco mejor unas líneas más adelante. Más bien se considera que para el estagirita el Ser no es el Dios-Amor encarnado y muy humano de los cristianos y mucho menos el Yahvé hebreo, diligente y paterno con su pueblo elegido, aunque, como todos los padres de la antigüedad, puede castigar muy severamente: el Dios aristotélico solo piensa en aquello que es perfecto, es decir, solo piensa en sí mismo, por lo que ignora el mundo, aunque este, después de todo, se mueve porque está ahí. Por tanto, el Dios de Aristóteles no considera a los hombres ni mucho menos los ama, mientras que son ellos los que deben amarlo precisamente porque es perfecto y en realidad el alma humana es atraída por el Ser sin que este se mueva hacia ella. Pero la propia alma tiende al Ser solo durante su vida terrenal, porque, como se ha dicho, no sobrevive a su cuerpo. Como se ha señalado, el alma se contempla de modo específico por Aristóteles en los tres libros del tratado titulado precisamente Acerca del alma: El filósofo se pregunta si cuerpo y alma son separables y si la segunda tiene la capacidad de pasar, reencarnándose, de un cuerpo a otro, como pensaba Platón y antes de él los pitagóricos o si, al acabar de existir el cuerpo, también desaparece su alma. Para Aristóteles, lo que llama afectos o actividad del alma no pueden existir sin su cuerpo correspondiente, por ejemplo, la ira, que para la ciencia de su tiempo derivaba del bullir de la sangre, no puede existir sin el propio plasma y el cuerpo debe estar dotado de instrumentos para los sentidos para poderlos emplear en la realidad: sin los oídos, por ejemplo, el alma no oye, pero para el estagirita oímos, no porque tengamos oídos, aunque si nos los arrancaran del cuerpo no oiríamos, pues, por ejemplo, en el caso del cadáver fresco que todavía tiene oídos no descompuestos, este ya no oye, sino porque a través de los oídos está el alma que oye (la fisiología moderna sabe bien que

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