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La cena de los dioses. Un recorrido por el fascinante mundo de las mitologías
La cena de los dioses. Un recorrido por el fascinante mundo de las mitologías
La cena de los dioses. Un recorrido por el fascinante mundo de las mitologías
Libro electrónico212 páginas3 horas

La cena de los dioses. Un recorrido por el fascinante mundo de las mitologías

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Zeus, libidinoso y poderoso aún, se angustia ante el riesgo de que un hijo suyo lo envíe al asilo o, peor aún, lo castre como él hizo con su progenitor, Crono. Hera, su inmortal y vengativa esposa, atormenta a amantes y descendientes de su infiel marido, entre otros al salvaje semidiós Heracles. Ninfas, deidades, náyades y héroes huyen riendo ante la furia erótica del máximo ocupante del Olimpo. La cena de los dioses nos cuenta los mitos de cómo dioses y diosas convienen y entienden que ese vodevil cósmico es nada menos que el orden divino. Los héroes, fruto de tales desmesuras, saquean el mundo con guerras y piraterías, expolios y secuestros. Y los dioses, tras compartir con los humanos la cena durante las nupcias de una pareja de descendientes, desaparecen y nos dejan en el desamparo y la decadencia. Sólo entonces nace el mito, matriz generadora de sentidos, narración hecha de versiones sucesivas que cuentan lo incontable...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 ene 2022
ISBN9781005738822
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    La cena de los dioses. Un recorrido por el fascinante mundo de las mitologías - Rodrigo Gonzales

    Relatos preolímpicos

    Un dios primordial

    Crono (el Tiempo), principio cósmico del devenir, junto con Ananké (Necesidad), generan en el Éter un huevo del que nace Fanes (Luz), el Protógono de ciertas doctrinas órficas. Este dios, bisexuado y con los genitales en la espalda, es llamado también Ericepeo o simplemente Eros. Esas doctrinas parecen desarrollos tardíos, de finales de la edad helenística y no de la época clásica, como evolución de conceptos intuidos por Parménides y por el arcaico poeta-filósofo Hesíodo. Otros dicen que la triple deidad Noche, Orden y Justicia, cortejada por el Viento, empolla ese gran huevo de plata en el seno de la Oscuridad primigenia. Cuando el huevo eclosiona, Fanes aparece y pone el Cosmos en movimiento.

    No es ilógico suponer que Platón conocía el pensamiento órfico, aunque no sabemos si participaba de sus creencias. En las Leyes, su alusión a Zeus como quien tiene el principio y fin de todos los seres conecta directamente con uno de los himnos órficos, cuya postrera versión (Rapsodias) denomina al padre de los dioses el primero y último tras devorar o tragarse a Protógono y sustituirlo en sus funciones, tal como se tragará a su primera esposa, Metis, la Astucia engañada, metamorfoseada en gota de agua. También, en el diálogo Timeo, Platón menciona al Demiurgo, principio que da forma al mundo mediante la creación de los arquetipos y que llega hasta los gnósticos. Fanes y el Demiurgo realizan esta imposición de formas ideales con la mente.

    Fanes gobierna a los dioses y le entrega el cetro a su única hija, Nyx (Noche) –una deidad a la que incluso Zeus reverencia y teme–, quien a su vez lo cede a Urano (Cielo). Crono arrebata ese poder por la fuerza, castrando a su caduco padre. Con ello el Tiempo sella su destino, pues su hijo Zeus le otorga en su momento el mismo trato para apoderarse del Cosmos, tal como las nuevas burocracias sacerdotales sustituyeron a las anteriores formaciones eclesiales de pueblos pelasgos, micénicos y otros. El poder de Fanes no desaparece: reside en Zeus devorador y asimilador de todos los cultos anteriores.

    Fanes, deidad invisible incluso para los demás dioses, surge del huevo originario y una serpiente se enrosca a su alrededor. La Luna nueva asoma sus cuernos detrás de sus hombros; sobre su cabeza brilla un sol. Sin embargo, es incorpóreo. Algunas representaciones lo muestran con cuatro cabezas, símbolo de las estaciones: carnero, toro, león y serpiente.

    Genealogía cósmica de Eros

    En un principio existían Caos, la Noche, el negro Érebo y el ancho Tártaro y ni Ge(a) [Tierra] ni Aer [Aire] ni Urano existían; en los senos ilimitados de Érebo, la Noche de negras alas alumbra primeramente un huevo, del que, al término de las estaciones, brotó Eros el deseado, brillante su espalda con alas doradas, semejante a los ventosos torbellinos. Éste, tras unirse al alado Caos tenebroso en el ancho Tártaro, empolló a nuestra raza y fue el primero en sacarla a luz. No existía la raza de los Inmortales hasta que Eros mezcló entre sí todas las cosas; y, al mezclarse unas cosas con otras, nació Urano, Océano, Ge(a) y la raza imperecedera de todos los dioses felices...

    Es el coro de pájaros el que así habla, en Aves, de Aristófanes. Eros, ¿unido a Caos tenebroso en el ancho Tártaro? Demasiado oscuro y primordial para ser un niño inocente que arroja flechas a los enamorados. No: Aristófanes nos habla en este fragmento del principio universal llamado Eros (Amor), no personificado, que hace existir al mundo; este Eros no junta parejas, no es un casamentero, sino el que mezcla entre sí todas las cosas. Esta mezcla da origen a Cielo, a Tierra, a Océano, a Aire…

    Antes que nada nació Caos, después Gea (Tierra) de ancho seno, asiento firme de todas las cosas para siempre, Tártaro nebuloso en un rincón de la tierra de anchos caminos y Eros, que es el más hermoso entre los dioses inmortales, relajador de los miembros y que domeña, dentro de su pecho, la mente y el prudente consejo de todos los dioses y todos los hombres.

    Así dice Hesíodo en su Teogonía. Es el mismo Eros, el principio de valor universal y no un dios juguetón y travieso nacido de Afrodita ya provisto de una aljaba de flechas que matan de amor. Y Fanes –como dijimos– es un desarrollo órfico del Eros cosmogónico de Hesíodo y Parménides: alado, bisexuado, autofecundante, brillante y etéreo, que alumbra a las primeras generaciones divinas y produce el Cosmos.

    El Eros popular, el latino Cupido (Deseo), fue sobre todo patrón del amor entre hombres, en tanto que su madre, Afrodita, presidía el amor entre hombres y mujeres. La estatua de este Eros se multiplicaba en las palestras, sitios de encuentro de hombres y jovencitos. Sus hermanos son Anteros (Amor correspondido) e Hímero (Deseo sexual).

    Mirar el sueño del Amor

    Psique (Mariposa, Hálito, Alma) es tan bella que la propia Afrodita envidia su hermosura y ordena a Eros dispararle una flecha que la haga enamorarse del hombre más feo y ruin del universo. Es la más hermosa de tres hermanas, hijas del rey de Anatolia. El hijo de Afrodita, Eros, obedece a su madre sin preguntar, tal como acostumbra.

    Sin embargo, al verla, un cambio se opera en él: se ha enamorado de Psique y lanza la flecha al mar. Cuando Psique se duerme, la lleva en vuelo hasta su palacio. Para evitar la ira de su madre, Eros se presenta ante Psique siempre envuelto en Noche y le prohíbe cualquier pregunta sobre él. Eros, el Amor en persona, el sonriente y perverso hijo de Afrodita, falta a sus deberes y desea a una mortal ya condenada por la diosa. Se aman en la oscuridad, sin verse. Psique le cuenta que añora la compañía de sus hermanas. Eros le advierte que ellas quieren acabar con su dicha.

    Sus hermanas le preguntan quién es su amante. Psique, incapaz de describir su aspecto, pues no lo ha visto, confiesa que realmente no sabe quién es él. Las hermanas, asustadas, intrigan contra el desconocido: ¿Por qué se envuelve en Noche, por qué se emboza?, ¿y si fuera un monstruo?, le preguntan. Al fin, la convencen: en medio de la oscuridad debe encender una lámpara y a su luz observar a su amado.

    Psique, en la oscuridad, enciende una lámpara. Mira el sueño de aquel Amor, absorta. Tanto, que una gota de aceite hirviendo cae sobre la cara de Eros dormido. Amor despierta y abandona decepcionado a su amante. Tras haberlo perdido, ella vaga por la tierra buscándolo.

    Ruega a Afrodita le devuelva a Eros. La suegra le ordena ir al Hades a traerle un poco de la infernal belleza de Perséfone. Psique toma un poco de aquella belleza para sí, tal vez así atraerá a Eros de nuevo y serán felices. Dentro de la caja hay un perturbador sueño estigio; sin embargo, Eros la ha perdonado y limpia de sus ojos el sueño. Suplica entonces a Zeus y Afrodita su permiso para casarse con Psique. Apuleyo, autor romano, en su novela satírica El asno de oro atribuye a la pareja una hija, Hedoné (Placer). Zeus inmortalizó a Psique y Afrodita bailó en la boda.

    El poder y la astucia

    Metis (Astucia) es la primera esposa de Zeus. Éste, después de haber destronado a su padre Crono, quien había castrado a su progenitor Urano, se angustia por la posibilidad de correr la misma suerte a manos de un hijo que crecerá y se fortalecerá mientras él se hace viejo. A Metis embarazada, el oráculo de la Madre Tierra le ha vaticinado que dará a luz una niña y que, si vuelve a concebir, ese hijo destronará a su padre, el dios.

    Pero Zeus quiere resolver aquel asunto de otra manera, mediante la astucia, recurriendo a una estratagema que no sólo posponga el problema, sino que lo solucione en forma radical: no le basta con tener a Metis siempre cerca, sino que él mismo tiene que convertirse en Metis y ser también Metiétis (la astucia del dios, la capacidad de preverlo todo y no dejarse sorprender). Así que la atrae al lecho y le pregunta si es cierto que ella, como Tetis y otras deidades marinas, puede metamorfosearse y adoptar el aspecto de otros seres. ¿Puedes ser un león que escupe fuego?, le pregunta; y ella de inmediato se transforma en un gran felino hecho de flamas.

    Luego, fingiendo asombro, Zeus le pregunta: ¿Puedes ser también una gota de agua? , responde ella. Demuéstralo. Complacida, Metis, llevando en el vientre a su hija Atenea, se vuelve gota de agua, y entonces el dios abre la boca y se la traga. Zeus se muestra más astuto que la propia Astucia; y finge que ella lo aconseja desde su estómago.

    Transcurrido el tiempo del embarazo, Atenea no sale del vientre de su madre, sino de la cabeza de su padre. Zeus Olímpico, en medio de terribles dolores, da a luz. Prometeo le abre el cráneo y Atenea sale emitiendo un poderoso grito, joven y armada de lanza, casco, escudo y coraza de bronce. Llena de recursos, es la diosa de la inventiva triunfante y heredera de la astucia de su madre Metis.

    Hesiodo, dice Graves, se las arregló para sostener tres opiniones contradictorias: la diosa Atenea, epónimo de la ciudad-estado de Atenas, era hija partenogénita de Metis –sólo de ella–, Titánide del cuarto día y del planeta Mercurio, que rige la sabiduría y los conocimientos. Dice el poeta que Zeus devoró a Metis pero no perdió la sabiduría (al contrario); y que Atenea era hija de Zeus.

    El Tiempo destronado

    Los dioses griegos son soberanos y en su desmesura hacen lo que quieren. Así, Crono, el más joven de los Titanes, se casa con su hermana Rea: de ella es el sagrado roble. Uno de sus hijos lo destronará, profetizan sus padres, Gea (Tierra), y Urano (Cielo). Crono (Tiempo) comenzó a devorar a los hijos que engendraba en Rea: se comió a Hestia, Deméter, Hera, Hades y Posidón.

    Rea, descontenta, dio a luz a uno más de sus descendientes, Zeus, en la noche del monte Liqueo, en Arcadia, el lugar donde ninguna criatura proyecta sombra. Rea lo baña en el río Neda y se lo da a la Madre Tierra, que lo esconde en la cueva de Dicte, en Creta.

    La ninfa-cabra Amaltea, la ninfa del fresno Adrastea y su hermana Ío, hijas estas dos de Meliseo, cuidan a Zeus en su infancia; lo alimentan sólo con leche de Amaltea y miel, lado a lado con el chivo Pan, su hermano adoptivo.

    Por la bondad de esta ninfa-cabra y los cuidados que le prodiga, Zeus la eternizará como un grupo de estrellas, Capricornio; toma además uno de sus cuernos y lo entrega a Ío y Adrastea: la Cornucopia o cuerno de la abundancia, lleno siempre de cuanto su poseedor pueda desear en punto a comida y bebida.

    Crono seguía buscando a Zeus para devorarlo. Y Rea lo ocultaba, astuta. Otros hijos de ella, los Curetes, cuidan al niño y golpean sus lanzas contra los escudos para cubrir el llanto infantil en su cuna suspendida del roble. Rea envuelve en pañales una piedra y la entrega a Crono, que la devora.

    Pero la persecución continúa. Zeus alcanza la edad viril entre los pastores del monte Ida. Por consejo de Metis, va a ver a su madre y le pide ser copero de Crono; entonces le sirve a su padre un poderoso emético. Tras mucho beber, Crono vomita primero la piedra y luego a sus hijos mayores, ilesos en el trance.

    Zeus se convierte en conductor de sus hermanos y de los Cíclopes, que le dan el rayo; también, de los Gigantes de cien manos, los Hecatónquiros. Los hermanos acuerdan destronar a Crono: Hades, con su yelmo de invisibilidad, también regalo de los Cíclopes, le roba sus armas; Posidón lo distrae con su tridente y Zeus lo derriba con su rayo, concentración de alta energía y expresión máxima del poder.

    La serpiente originaria

    Nació del barro que apareció en la Tierra después del diluvio de Deucalión y por lo tanto es hija de Gea, la Madre Tierra. Pitón es una serpiente o dragón que, devorando hombres y animales y contaminando las aguas de ríos y fuentes, asuela la Fócida, antigua región del centro de Grecia atravesada por el gran macizo del monte Parnaso. En Grecia, una parte de esta región, situada al pie de ese monte sagrado, tiene el topónimo de Pyto. En este lugar se encuentra también Delfos, sede del oráculo de Apolo.

    Pitón vive en una gruta cerca del Parnaso, custodiando el oráculo de Temis en Delfos. A la serpiente le había sido vaticinado que de la celosa Hera, el monstruo intenta eliminar a la infortunada Leto por sus amores con Zeus cuando se halla embarazada de los gemelos Apolo y Ártemis, cuyo nacimiento Pitón también trata de evitar.

    Pero Apolo, recién nacido, va hacia la serpiente y la mata con mil flechas (Ovidio); a continuación, se apodera del oráculo y en tal calidad fue conocido como Apolo Pitio. Zeus le ordena presidir los Juegos Píticos en honor de la venerable serpiente del origen. Tras la muerte de Pitón comienzan a celebrarse esos Juegos, con música y certámenes atléticos como la carrera y el pugilato. Los primeros sacerdotes de Delfos llegan desde Creta cuando Apolo, transformado en delfín, los hace venir en barco hasta el puerto.

    El oráculo de Delfos –relacionado con los santuarios de Apolo y situado en el ombligo u omphalos de lo que fuera la tumba de Pitón, el centro del mundo– mantiene una extraordinaria reputación desde la Antigüedad, pues a la serpiente se le atribuyen conocimiento y sabiduría. Dioses y héroes lo consultan, así como algunos mortales privilegiados, reyes y reinas.

    La sacerdotisa Pitia da respuestas elusivas y a veces metafóricas o poéticas sentada en un taburete de tres patas sobre la grieta donde anida la gigantesca serpiente y a través de la cual el consultante obtiene las respuestas, en verdad susurradas por el dios Apolo. Este oscuro oráculo se interpreta de variadas formas, lo que con el tiempo lo vuelve infalible. Pitia puede haber sucumbido a los humos tóxicos que, emanados de las profundidades, confunden sus ideas hasta hacer de su habla un ruido ininteligible para los mortales.

    Madre de la Belleza

    Con Crono derrotado, Zeus podía dedicarse a atender dos asuntos urgentes para su legitimidad: encontrar esposa y establecer relaciones duraderas con los mortales, que le asegurarán un culto regulado y estable. Llegó a Chipre, la isla donde vivía Dione, una hermosa Oceánide que resulta, por su madre, media hermana de Aquiles, el inmortal guerrero, el hombre más veloz del mundo. La libido del padre de los dioses era cada día más y más fuerte y, por supuesto, se enamoró de Dione y quiso de inmediato que fuera su esposa.

    Nereo llegó ante ellos en compañía divina; este dios marino había criado a Afrodita, nacida de la espuma generadora (aphros) formada al caer en las aguas pelágicas los genitales de Urano, castrado por Crono. Afrodita, sí: la que surgió del Caos y bailó sobre el mar, presente también en Palestina y Siria. Se dice de ella que surge de la espuma, pero no: es la espuma, el semen de nuestro padre Cielo. De esa espuma había bebido Dione y cuando Zeus yació con la semidiosa en amoroso abrazo, ella concibió a Afrodita. Eso basta para hacer de ella la Madre de la Belleza.

    Es hija de Océano y Tetis, dice Hesíodo, y por ello es Dione una Oceánide; tiene por padres a Urano y Gea, rectifica Apolodoro; no: a Éter y Gea, precisa Higino. Y sus hermanos se llaman Océano, Ceo, Crío, Crono, Hiperión, Jápeto, Rea, Tea, Temis, Mnemosyne, Febe y Tetis. Su nombre en griego clásico, ȴɿʘʆɻ, traducible por reina divina, es simplemente la forma femenina de Zeus, dios. Es, de esa manera mágica, la diosa, una divinidad con oráculo. El de Delfos era de Febe; el de Lebadeia, de Mnemosyne; y de Temis eran Delfos y Dódona, éste compartido con Dione.

    Parece divinidad arcaica, resumen de denominaciones tomadas de todo el Mediterráneo oriental, con atributos muy semejantes. El

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