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Diario de un bibliotecario de Tombuctú
Diario de un bibliotecario de Tombuctú
Diario de un bibliotecario de Tombuctú
Libro electrónico292 páginas4 horas

Diario de un bibliotecario de Tombuctú

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«El gran enemigo del hombre es el miedo, lo veo cuando miro atrás y veo todo lo que he dejado. Tengo miedo de perder todo, de volver a hacer de nuevo el recorrido de una vida. Quien tiene miedo deja de vivir».

En abril de 2012, el grupo armado separatista tuareg MNLA (Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad) ocupa el norte de Malí. Ismael Diadié ve peligrar el Fondo Kati, la biblioteca creada por la familia Kati y reunificada por él a lo largo de los años. Empujado por la guerra, abandona Tombuctú y desanda el camino iniciado cinco siglos atrás por su antepasado Alí Ben Ziyad Al Qutí, que dejó Toledo en 1467 llevándose consigo los 400 manuscritos iniciales buscando en Malí un hogar en paz. El autor y protagonista de este diario, en su huida, lucha por salvar el legado de su familia del sinsentido y la crueldad y devolverlo a España.

Diario de un bibliotecario de Tombuctú es un relato estremecedor sobre los estragos de la guerra, de cualquier guerra, y del tesón de sus víctimas por salvaguardar la vida y sus bienes más preciados. Esta obra es también el diario humanista e íntimo de un hombre comprometido, un alegato en la defensa de la cultura, un llamamiento a los gobiernos, pueblos e instituciones a preservar su patrimonio.

«Mi patria es una biblioteca. No tengo nada en el mundo que defender fuera de cada una de sus hojas, de sus letras. He vivido para ella, me ha hecho volumen por volumen. En ella está la memoria de los míos».
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento3 may 2018
ISBN9788417418090
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    Diario de un bibliotecario de Tombuctú - Ismael Diadié Haidara

    CARTA AL PREMIO NOBEL DE LA PAZ EL ARZOBISPO EMÉRITO DESMOND TUTU

    Ismael Diadié Haidara

    Bibliothèque Fondo Kati, BP. 66

    Tombouctou - MALI

    Al Premio Nobel de la Paz y Arzobispo Emérito Desmond Tutu

    Ciudad del Cabo

    No me preocupo el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.

    Martin Luther King Jr.

    El 23 de noviembre, dos europeos fueron secuestrados en Hombori en la región norte de Malí; en Tombuctú, mi ciudad natal, un turista fue asesinado y otros tres secuestrados por un grupo armado no identificado dos días después, el 25 de noviembre.

    No he conocido la paz en mi vida, pero no busco más que la paz. Tenía tres años cuando la independencia de mi país, seis cuando empezó la rebelión tuareg, nueve en el primer año de la sequía, doce en el del cólera, quince en el de la gran sequía. Hasta mis 34 años viví bajo un régimen militar. Y desde entonces lo hago entre las guerras esporádicas causadas por la rebelión tuareg y una paz precaria. Tengo 54 años y no puedo dormir en paz. En las calles de mi ciudad, los hombres pierden la vida y son secuestrados.

    Los que matan son mis hermanos, los que mueren son mis hermanos. Todos los hombres son mis hermanos, cualquiera que sea su color, independientemente de su religión.

    Pero por desgracia, demasiados muros existen entre los hombres y pocos puentes les unen. Es por eso que fundé, en los años 90, el Hogar Fray Leopoldo con los franciscanos de España, para ayudar a las víctimas de la guerra y, también, a las madres y los niños. Es por eso que en el año 2000 inauguré la Biblioteca Fondo Kati que ahora cuenta con 12.657 manuscritos. Estos manuscritos son de mi familia y entre mis antepasados, Arzobispo Emérito Desmond Tutu, hay musulmanes, judíos y cristianos; y yo he querido hacer de esta Biblioteca un puente entre culturas y pueblos. El Fondo Kati es un puente hoy en día, pero hay que construir más, aunque el puente más duradero es el de nuestro amor y nuestras oraciones.

    Los que matan necesitan nuestras oraciones tanto como los que mueren en sus manos. Los que matan necesitan nuestro perdón y compasión, necesitan nuestras oraciones y nuestro amor, porque las oraciones y el amor son el único medio que tenemos para llevarles al amor y a la compasión. La oración y el amor son la única forma de decirle al mundo que todo hombre tiene en él, como cualquier otro, la dignidad humana, y que ningún hombre puede ser secuestrado o asesinado debido a su religión, su país de origen o el color de su piel, sin dañar la dignidad humana.

    Por esto, Arzobispo Emérito Desmond Tutu, quiero organizar en Tombuctú una oración por la paz, en las iglesias y las mezquitas. Y quiero organizar esta oración por todas las ciudades de Malí y en las sinagogas, iglesias y mezquitas de otros lugares.

    Esto es lo que me lleva a Ud. para pedirle una carta de apoyo y una oración aquí en Ciudad del Cabo, para la Paz en Tombuctú y el resto del mundo. Mis deseos de paz.

    Ismael Diadié Haidara

    Ciudad Del Cabo

    DIARIO DE UN BIBLIOTECARIO DE TOMBUCTÚ

    Me llamo Ismael. Soy un bibliotecario de Tombuctú. En casa, cuando era niño, me llamaban Lele porque los dos primeros hijos de mi madre, Muhammad Abana y Abd al-Karim al-Kuhin, habían muerto y mis padres tuvieron que esconder mi verdadero nombre a la muerte. Hace quinientos cincuenta años, mi antepasado Ali b. Biyad de los Banu l-Quti salió de Toledo con sus enseres y algunos manuscritos; fue después de los fuegos de la Magdalena que tuvieron lugar el 22 de julio del año 1467. Aquel día se quemaron 1.600 casas en Toledo, entre ellas se encontraba la de mi antepasado. Tuvo que irse a África para encontrar la paz y la tranquilidad. Pasó por Cúllar, Granada, Almuñécar, Jaén, Sevilla y otras localidades de Andalucía, antes de cruzar el estrecho para encontrarse con su hermano Othman en Ceuta. Fue recibido en esta ciudad con todos los honores por la comunidad musulmana, la que le obsequió con un gran Corán al que tenía mucho aprecio, tanto por su papel como por su caligrafía. Pasó dos meses en Fez, siguió su camino hacia Sijilmasa, allí estuvo cuatro meses antes de ir al Tuwat, donde compró una biografía del profeta Muhammad PSL en dos volúmenes a 425 gramos de oro. Después de seis meses abandonó el Tuwat para irse a la Meca. Pasó los desiertos de Libia, zarpó para Sicilia y el barco pudo naufragar debido a grandes vientos, pero se salvaron. No permaneció mucho tiempo en tierras del Sur de Italia, se fue otra vez por mar a Egipto e hizo su peregrinación a la Meca. De allí, subió hacia Jerusalén, Damasco, Bagdad... En cada una de estas ciudades, compró manuscritos muy bellos, sin olvidadarse de poner en cada uno su nombre, el precio, el lugar de compra y, a veces, los testigos de la transacción. Volvió otra vez al Tuwat, donde predicaba un cheikh algo radical llamado al-Maghili. Este acabó prometiendo 7 mtiqales de oro a quien matara a un judío. Antes de que esto sucediera, mi antepasado se fue hacia Walata con duras penurias. Dejó la intolerancia cristiana en su ciudad natal, Toledo, encontró la misma intolerancia en el Tuwat, hoy argelino. Pasó cuatro meses en Walata, una ciudad de piedra al borde de un oasis. Después, se fue a Gumbu, la antigua capital del Wagadu. Fue allí dónde se casó con la princesa Khadijah Sila, sobrina del rey Sonni Alí y hermano mayor del futuro emperador Askia Muhammad. De este matrimonio nació Mahmud Kati, el oftalmólogo, jurisconsulta e historiador, gobernador del Bagana, ministro de finanzas del Imperio songhai y, al final de su vida, juez de jueces del Songhay. Fue Mahmud Kati quien fundó la biblioteca Fondo Kati que mis antepasados llamaban Hizanat Kati. Cogió todos los manuscritos traídos de Toledo y de sus viajes por su padre y los de su tío, el emperador Askia Muhammad, para formar primero en Gao, y después en Tindirma, su Biblioteca. Once bibliotecarios me han precedido. Muchos tuvieron que dispersarla, esconderla de los poderes de los moriscos y Arma marroquíes, de los tuaregs, los peules y, finalmente, de los franceses. Yo soy quien pudo unificar los manuscritos siguiendo los consejos de mi padre, después de su penúltima dispersión en manos de mi tatarabuelo Abana. Cuando di a conocer la reunificación de la Biblioteca, han sido muchos los que me apoyaron, como: José Ángel Valente, Juan Goytisolo, Amin Maalouf, Manuel Pimentel, Magalhaes Godinho, José Saramago, Aminata Dramane Traoré, Seydou Bdian Kouyaté, Antonio Llaguno y muchos más. La Junta de Andalucía me dio fondos económicos para edificar un edificio que se inauguró en el año 2003, con el consejero de relaciones institucionales Juan Ortega, Miguel Camacho, el ministro de Educación, mi antiguo profesor de filosofía en el ENSUP, Mohamed Lamine Traoré, y el ministro de Cultura, el cineasta cheikh Oumar Sissoko. En aquel día, tuve la osadía de decir que, por fin, la Biblioteca podría descansar en paz. Hoy en día, las tinieblas de la ceguera humana se ciñen de nuevo sobre ella.

    24 I 2012

    Los que prometen un amor eterno en lugar de decirse que se amarán mientras puedan, los que buscan la felicidad en esta tierra en lugar de gozar del instante efímero, los que construyen, prometen, esperan que lleguen a diario las mejores cosas, tienen el tiempo para ellos mismos, son prudentes, ahorran, trabajan para la gloria y el reconocimiento de su éxito en la vida. No somos del mismo tiempo que ellos, de la misma tierra y del mismo cielo. Nosotros nos hemos despertado más de una vez para huir, hemos perdido todo y hemos vuelto a empezar. Viven en la eternidad, nosotros sabemos que, como el río, todo pasa, como dijo Heráclito, que la guerra es madre de todo. No podemos mentirnos, no podemos tener esperanza. La urgencia me hace tomar notas dispersas en márgenes de libros. Tengo que salvar de las catástrofes del tiempo lo que se puede, unos recuerdos, los hechos diarios y poco más. No existiría Troya sin un poeta ciego que cantara su destrucción. El destino encamina Tombuctú a esperar días funestos. No sé quienes saldrán y quienes irán. Anoto mis vivencias, mis ocurrencias. No tengo más objetivo para vivir que narrar cómo se avecinan días terribles. Ha amanecido. Tengo la profunda sensación de vivir en una ciudad muerta donde sobreviven fantasmas, ficciones humanas, sueños encarnados en cuerpos reconocibles. Nos vamos desvaneciendo con la luz del día como casi todos los sueños. Ninguno siente en él la fuerza de atravesar un día entero. Hace falta mucha esperanza y esa llama se merma en nosotros, se mengua. Los rebeldes, los islamistas, los soldados del ejército no nos dejan aliento, cada uno tiene sus verdades, su razón de matar y hacerse matar sin miramientos. Hoy dicen que a las 5:00 de la madrugada los rebeldes han asaltado el campo militar de Aguelhok. Los militares sin munición se han rendido. Unas fuentes dicen que 153 militares han sido degollados o han muerto con una bala en la cabeza. El presidente Amadou Toumani Touré declara: «les soldats qui se sont battus vaillamment ont été faits prisonniers»¹. Sigue diciendo: «lorsque le MNLA a quitté les lieux nous avons découvert une tragédie. Les noirs avaient les poignets ligotés dans le dos. Ils ont été abattus par des balles tirées à bout portant dans la tête. Ceux qui avaient la peau blanche, les Arabes et les Touaregs, ont été égorgés et souvent éventrés. C’est un crime de guerre»². Hay descontento en las familias de los militares y miedo por todas partes. Un diario está hecho de acontecimientos y estados de ánimo. Los acontecimientos se siguen de manera vertiginosa, pero ya no tengo ánimo. La vida es ahora, dice un proverbio de Benín.

    12 II 2012

    Invitado a la Rentrée littéraire de Bamako, leo un poema dedicado a mi amigo y tres veces Premio Grammy Award, Ali Farca Touré. En la sala de Medina Moura se encuentran entre el público Monénembo, el premio Renaudot en 2008, algunos poetas senegaleses, Gaoussou Diahara, que fue mi profesor de Teatro Universal en el Instituto Nacional de Artes (INA), Albakkaye Kounta y otros escritores. Le digo a Monénembo que desde 1982 solo he leído dos veces poemas míos en público y que las dos veces lo hice en su presencia. Sonríe y agradece la observación. La primera vez fue en 2008, estábamos los dos encargados de una conferencia y una lectura de poemas. Dio su conferencia sobre escritura y diáspora. Habló de su experiencia del exilio, de países como Argelia, Brasil y de su experiencia de la escritura en el marco del exilio. Leí solo un poema, «Amalia Rodrigues», dedicado a la cantante portuguesa de fado, en honor a Hamadoun Issebere, poeta y diplomático maliense muerto en Guinea, donde estaba como embajador. Al final, me expresó toda su emoción al escuchar el poema porque le encanta el fado; Issebere es su amigo y el poema profundo, dijo. No tiene cara de hombre que regala flores por complacencia. Me siento halagado. Le digo que yo también vivo en el exilio, pero en mi país. No publico, no existo literariamente. Cuando dejé de leer mis poemas en 1982, en Malí, fui considerado por lo menos afrancesado y poco revolucionario, poco comprometido. En 1999 fui condenado por escribir sobre los judíos. Al final me he autoexiliado dentro de mi propio país. He elegido el silencio, ese doloroso estancamiento de toda palabra que eligen los héroes bajo la tortura y los cobardes ante la vigilancia de toda censura. Hay otros silencios, el que salva lo que llevamos dentro, el que aterroriza al hombre en el corazón del desierto o al naufrago unido a los restos de una nave en el mar.

    21 III 2012

    El sol se levanta, hace su recorrido, se pone, vuelve a salir y, así, se suceden los días y las noches. Las olas del río van y vuelven, el río sigue siendo el mismo pero ninguna ola se parece a otra. Como las olas del río, una generación va, otra viene; la humanidad sigue siendo la misma pero ningún hombre puede decir con certeza que él es el mismo que otro. Como el sol, nacen y mueren, y otros vuelven a nacer y morir. En este infinito ciclo, cada día, por el mero hecho de despertarnos y volver a ver la luz, tenemos una razón de regocijarnos. Si además tenemos ojos para ver, si podemos respirar, escuchar, sentir gozando de buena salud, tenemos más razón de sentirnos felices y muy agradecidos; el tiempo es un regalo renovado de felicidad por el hecho de existir. Mejor aún será nuestra felicidad si tenemos dónde despertarnos; miles de personas lo hacen en verano y en invierno teniendo el cielo como techo, sin nada en el vientre. Cada mañana es de agradecer y tener alegría para vivirla es suficiente; sin embargo, muchos no ven lo que tienen como presente por lo que anhelan tener. Son ciegos que no ven dónde tienen los pies porque solo buscan donde aún no están. Lloran por lo que no tienen y no pueden alegrarse por lo que tienen. Para muchos, el simple placer de existir no es suficiente. No se alegran de poder ver, andar, escuchar, respirar y sentir; no se complacen con despertarse bajo un techo, tener para comer, beber, o vestirse para no morir de frío. Lo que desean les impide ver lo que tienen. Luchan para tener más casas, más ropas, más alimentos, más en todo y no ven que para tener más, hace falta trabajar más y, si llegan a conseguir lo que anhelan, serán desgraciados porque tendrán que trabajar aun más; es decir, gastar más tiempo de su vida para dedicar sus ganancias a mantener lo ganado, y si no tienen lo anhelado, serán desgraciados por no tenerlo. Ricos y pobres son igual de desgraciados. El más rico del mundo no es necesariamente el más feliz. Riqueza y felicidad no van siempre de la mano, están a menudo reñidas. El más pobre muchas veces lo ignora y piensa que solo teniendo más dará con la felicidad. De hecho, tanto el rico como el pobre buscan una vida feliz, pero solo encuentra esa felicidad aquel que elige vivir con sobriedad, es decir aquel que no va ni calvo ni con tres pelucas.

    Cada día que pasa es una heroica conquista. Debo estar ya acostumbrado. He sobrevivido a una guerra a los seis años, a una hambruna a los nueve, a una epidemia de cólera a los doce años, a la gran sequía que se llevó un millón de almas en el Sahel a los quince, a un régimen militar que duró veinte y tres años y a más cosas. Sin embargo, hoy tengo un vacío en el estómago. Tengo la sensación de que todo se va a derrumbar. Estaba con Sane en su despacho. Todos sabemos que algo pasará. La radio no emite, la tele tampoco. Solo hay música. Llegué a casa algo confuso. Cené con mis dos hijos, Diadié y Abawoy, a la luz de una vela. No es prudente en condiciones así encender las luces de la casa. La tele está encendida. Esperamos algo, cualquiera cosa. Son las doce. Tengo sueño. Nada. El pequeño Diadié sigue despierto. Mira fijamente la pantalla.

    El pequeño Diadié, que llamamos Baba, me despierta. Van a hablar. Decenas de militares están sentados, otros de pie. La situación de caos no ha durado. Uno, sentado en el centro, toma la palabra. Han depuesto al presidente electo Amadou Toumani Touré. Es un golpe de Estado.

    Se dice que ayer el general Sadio Gassama, ministro de Defensa del Gobierno viajó a Kati, a la base militar del Ejército de Tierra. Intentó disuadir a los militares de que no llevaran a cabo su programa de protesta al día siguiente para denunciar la gestión que hace el Gobierno de la rebelión del norte. Fue recibido con abucheos, insultos, piedras y, al final, le cogieron como rehén. Será liberado gracias a la intervención del comandante de la zona de Kati. Los soldados asaltaron el polvorín y se hicieron con municiones y armas. Así, dicen los informadores, se fueron a Koulouba, a Presidencia, donde no encontraron ninguna resistencia. El presidente ya no estaba. En Gao también hay disturbios militares. En Bamako, la capital de Malí, el aeropuerto está cerrado como el resto de las fronteras.

    22 de marzo de 2012

    Un tal Amadou Konaré, teniente del Ejército, se presenta en la televisión y en la radio como portavoz del Comité Nacional para la Restauración de la Soberanía y el Estado (CNRSE). Justifica el golpe de Estado por la incompetencia del presidente Touré a gestionar la rebelión tuareg del norte del país. Algunas fuentes opinan que el presidente Touré no está localizable. Otros dicen que está refugiado en la zona militar de la unidad de élite de las boinas rojas; él mismo era uno de ellos.

    23 de marzo

    La Unión Africana suspende la membresía de Malí. El Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo congelan la ayuda a Malí. Los militares golpistas aseguran posiciones alrededor de la radio y la televisión. Temen un contragolpe de los boinas rojas fieles al presidente derrocado. Muchos políticos condenan el golpe, otros se suceden en Kati felicitando al golpista, dando dinero, mercancías, ayudándole dicen. El capitán Sanogo, jefe de los golpistas, anuncia su intención de negociar con los rebeldes del norte.

    25 de marzo

    Las tiendas quedan cerradas por todas partes, no hay carburante para los coches, las escuelas también cerradas. El país agoniza. En las calles hay tiros por todos lados. También dicen que algunos militares roban coches, saquean almacenes. El nuevo presidente ha anunciado que no son militares los autores de estos crímenes, sino gente que quiere difamar a los militares. Denuncia el «vandalismo y pillaje». El ministro de Asuntos Exteriores arrestado, Soumeylou Boubey Maiga, y otros, deciden hacer una huelga de hambre. Algunos ministros de asuntos exteriores de visita en Bamako son evacuados hacia Nigeria. Dicen que son de Kenya y de otro país.

    26 de marzo

    El gobierno de Obama suspende su cooperación de ayuda al desarrollo con Malí hasta el restablecimiento de la democracia. Hay protestas en las calles.

    27 de marzo

    Reunión en Costa de Marfil de la CEDEAO. El presidente Alassane Dramane Ouattara y todos los presidentes condenan el golpe de Estado. No se descarta una intervención militar. Aquí, corren rumores de que los islamistas ya están a las puertas de la ciudad. La pueden tomar en cualquier momento.

    30 III 2012

    El MNLA ha ocupado Burem y Ansongo, apoyado por el movimiento islamista Ansar ad-Adin creado por Iyad Ag-Ghali de Kidal. Solo les queda Gao y Tombuctú para tener el control de todo el Norte. Las familias de los militares empiezan a abandonar el cuartel. Algunas se van de la ciudad. Todos los que tienen a donde ir se van. Todos tienen miedo de lo que pasó el 24 de enero en Aguelhok. Aquel día, a las cinco de la madrugada, algunos dicen que son los yijadistas quienes lanzaron un ataque contra el cuartel militar del Estado de Malí, otros que fueron los rebeldes tuaregs. Atacaron Menaka, Léré, Niafunké, el ejército regular fue perdiendo terreno. Decían hacer un repliegue estratégico. Después fue Tessalit. El ejército de Malí siguió con su repliegue estratégico. Solo queda Tombuctú y Gao. Tenemos miedo. Ayer estaba con Bashar y Macus. Hablábamos de todo para no hablar de lo que se avecina. Fui a casa sobre las 12h. El sol quemaba, la tierra arde y poca sombra tenemos en las calles de esta ciudad. Me he encerrado y he empezado a llenar las cajas metálicas de manuscritos. He podido sacar de las estanterías los de Ali b. Biyad al-Quti de Toledo y los de Ali-Gao b. Mahmud Kati III. Es una despedida de lo que queda de los míos. No sé si quedarme o partir. Estoy confuso. Llegarán. Mañana seguiré con el resto. Estoy agotado. He anotado en una hoja que los peores crímenes contra la Humanidad han sido cometidos por gente que creen tener razón, bajo la mirada de personas que piensan que lo que hacen no es asunto suyo.

    31 de Marzo de 2012

    Mis dos hijos, Diadié y Abawoy, estaban pegados a mí. Me ven en mi sencilla humanidad, fuera de toda esa máscara social que quiere que el padre sea un protector de acero, capaz de todo. Han visto que tiemblo como ellos, tengo miedo y lo saben a pesar de mi aparente tranquilidad. No he dormido, ellos tampoco. Me he metido de nuevo en la sala de manuscritos. El pequeño Baba vino. Se puso a ayudarme. No nos hemos dicho nada. Cogía los manuscritos, los de Mahmud Kati primero y, según un orden cronológico, los de sus hijos, sus nietos... Él los metía en las cajas. Verifico de vez en cuando. Tiene casi 14 años y sabe estantería por estantería dónde están los manuscritos de cada uno. Las estanterías se van vaciando en una difícil ceremonia de despedida.

    De todos modos, de día o de noche, van a tomar la ciudad. Tombuctú caerá. Puede que destruyan todo y que nos maten. No podemos esperar nada de Bamako y de los militares. El 22 de marzo dieron allí el golpe de Estado. Aquí dicen que los rebeldes y los yijadistas dan cinco días para que se rinda la ciudad. Me parece de mal gusto. La ciudad está abandonada. Indefensos, esperamos y, probablemente, nos moriremos de miedo antes de que nos maten.

    Va ser muy difícil salvar los manuscritos. He metido los de Abana, mi tatarabuelo, en las cajas. Dicen que hay tiroteos en Gao. La ciudad caerá. Las estanterías ya están en parte vacías. Es difícil, triste. Mi padre me recordaría la ecuanimidad de Montaigne. Desde el 9 de agosto de 1976 hablo de esta Biblioteca. La busqué durante años y cuando al final pude reunificarla, mi padre ya no estaba. Mi madre vino a casa para verlos. Se quedó callada, llena de tristeza. Sabía cuántos esfuerzos hizo mi padre para encontrarla. Ahora, estoy aquí solo con mi hijo, en una casa vacía. Todo está listo para llevárselo, pero ¿cómo lo haré? No tengo dinero, no tengo coche, hace muchos años que he renunciado a toda posesión. No puedo tampoco dejarlos a su suerte. Es una responsabilidad tan grande... He sufrido años de vejación, insultos y me he endeudado para verlos todos juntos y poder anunciar a toda la familia que, por fin, los tenemos reunificados. Pero ahora, las mismas manos que reunieron esta Biblioteca tienen que dispersarla.

    Tengo miedo de perderlos. Tengo miedo de perder la vida y ver a mis dos hijos morir con una bala en la cabeza o degollados. Me siento desamparado, solo y abandonado. He comido con apetito. Es casi un milagro. He dormido la siesta. Me llama Manuel Pimentel, inquieto. Intento decirle que por el momento todo va bien. No es verdad. No sé qué hacer. Escribí un libro con él, con mi amigo, Manuel Pimentel, hemos hecho tantos viajes siguiendo la ruta de mis antepasados por la zona sur del Sahara, la obra se titula Tombuctú, andalusíes en la ciudad perdida del Sahara. Contamos las biografías de todos los andalusíes que se exiliaron en Tombuctú desde siglos. Agradezco su llamada.

    Gao ha caído.

    Lo estábamos comentando esta tarde ante la puerta de Alfadi Aicha Mouda en Sankoré, cuando me llamó Baba Pascal. Me pidió volver a casa inmediatamente por las callejuelas por donde no pueden pasar coches. Los rebeldes harán su entrada.

    He ido según las indicaciones de Baba Pascal. El silencio en todas las calles es inquietante. Nadie. Nada. Llegué al cementerio de los niños. Allí descansa mi hermano Dri. En frente está la gran arteria que rodea toda la ciudad. Se me encogió el corazón. No hay nadie por las calles. He cruzado. Las puertas están cerradas todas. He llegado a la Biblioteca por la puerta del garaje. Toqué la puerta. No se cierra bien. Di la vuelta y entré por la puerta de la residencia, por donde nadie me esperaba. Baba Pascal estaba con Harber de Dulla Koyra, un

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