Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La muerte de Iván Ilich
La muerte de Iván Ilich
La muerte de Iván Ilich
Libro electrónico71 páginas1 hora

La muerte de Iván Ilich

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Leon Tolstoi es considerado uno de los escritores más importantes de la segunda mitad del siglo XX y uno de los novelistas excepcionales de todos los tiempos. Entre su extensa producción literaria, una de sus novelas breves más sobresalientes es precisamente: La muerte de Iván Ilich, en la que, sin duda alcanza la perfección . Su magnifica narrativa, donde la acción fluye como un torrente, permite asistir a las zonas oscuras de la decadencia del ser humano. Decadencia que ocurre primero en lo corporal y después en lo espiritual, su lenguaje preciso y certero nos muestra como el dolor recorre y abarca lenta, contundentemente, el cuerpo de su protagonista, hasta su placentera muerte.
IdiomaEspañol
EditorialEditorial Cõ
Fecha de lanzamiento21 dic 2021
ISBN9786074576467
Autor

León Tolstoi

<p><b>Lev Nikoláievich Tolstoi</b> nació en 1828, en Yásnaia Poliana, en la región de Tula, de una familia aristócrata. En 1844 empezó Derecho y Lenguas Orientales en la universidad de Kazán, pero dejó los estudios y llevó una vida algo disipada en Moscú y San Petersburgo.</p><p> En 1851 se enroló con su hermano mayor en un regimiento de artillería en el Cáucaso. En 1852 publicó <i>Infancia</i>, el primero de los textos autobiográficos que, seguido de <i>Adolescencia</i> (1854) y <i>Juventud</i> (1857), le hicieron famoso, así como sus recuerdos de la guerra de Crimea, de corte realista y antibelicista, <i>Relatos de Sevastópol</i> (1855-1856). La fama, sin embargo, le disgustó y, después de un viaje por Europa en 1857, decidió instalarse en Yásnaia Poliana, donde fundó una escuela para hijos de campesinos. El éxito de su monumental novela <i>Guerra y paz</i> (1865-1869) y de <i>Anna Karénina</i> (1873-1878; ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. XLVII, y ALBA MINUS, núm. 31), dos hitos de la literatura universal, no alivió una profunda crisis espiritual, de la que dio cuenta en <i>Mi confesión</i> (1878-1882), donde prácticamente abjuró del arte literario y propugnó un modo de vida basado en el Evangelio, la castidad, el trabajo manual y la renuncia a la violencia. A partir de entonces el grueso de su obra lo compondrían fábulas y cuentos de orientación popular, tratados morales y ensayos como <i>Qué es el arte</i> (1898) y algunas obras de teatro como <i>El poder de las tinieblas</i> (1886) y <i>El cadáver viviente</i> (1900); su única novela de esa época fue <i>Resurrección</i> (1899), escrita para recaudar fondos para la secta pacifista de los dujobori (guerreros del alma).</p><p> Una extensa colección de sus <i>Relatos</i> ha sido publicada en esta misma colección (ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. XXXIII). En 1901 fue excomulgado por la Iglesia Ortodoxa. Murió en 1910, rumbo a un monasterio, en la estación de tren de Astápovo.</p>

Lee más de León Tolstoi

Relacionado con La muerte de Iván Ilich

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para La muerte de Iván Ilich

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

2 clasificaciones2 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Buena edición del libro, es un relato corto y simple de leer, recomendado.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    El tema abordado es fuerte y conmovedor. La narración, por momentos, resulta angustiante. Esa es la magia de Tostoi, expresar la vida, el dolor, el sufrimiento y la muerte que podría ocurrirle a cualquier ser humano.

Vista previa del libro

La muerte de Iván Ilich - León Tolstoi

Portada

La muerte de Iván Ilich

Editorial

La muerte de Iván Ilich (1886)

Lev Tolstói

Editorial Cõ

Leemos Contigo Editorial S.A.S. de C.V.

edicion@editorialco.com

Edición: Diciembre 2021

Imagen de portada: Rawpixel

Traducción: Anna Lev

Prohibida la reproducción parcial o total sin la autorización escrita del editor.

Índice

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

X

XI

XII

I

Los jurados y el fiscal se reunieron en la oficina de Iván Egorovich Shébek para conversar sobre el famoso proceso de Krasov, mientras duraba el receso de la junta a la que asistían sobre el asunto de los Melvinsky, que se realizaba en el Palacio de Justicia. Irritado, Fedor Vasilievich trataba de demostrar la ineptitud del tribunal; lo contrario a lo que sostenía Iván Egorovich; mientras que Piotr Ivánovich se interesaba más sobre los diarios recién recibidos. 

Señores —dijo de pronto— ha muerto Iván Ilich. —¿Es posible? 

—Aquí está el aviso fúnebre —contestó Piotr Ivánovich, al tiempo que ofrecía el diario a Fedor Vasilievich. La nota fúnebre decía: Prascovia Fedorovna Golivin comunica con profundo dolor a sus parientes y amigos el deceso de su amado esposo, Iván Ilich, miembro de la Cámara de Justicia, acaecido el 4 de febrero de 1882. El sepelio se efectuará el viernes a la 1 p.m.

Iván Ilich había sido compañero de ellos y todos lo querían. Durante algún tiempo estuvo enfermo, decían que su enfermedad era incurable. Su puesto lo había conservado hasta el final, pero se mencionaba que en caso de morir sería reemplazado por Alexeiev y éste por Vinnicov o por Shtábel. Por lo que al enterarse de la muerte de Iván Ilich, cada uno pensó en lo que podría suceder en el tribunal o en sus relaciones. 

Seguramente me darán el puesto de Shtábel o el de Vinnicov —pensó Fedor Vasilievich—, me lo prometieron desde hace mucho tiempo; esto representaría para mí unos ochocientos rublos, más las gratificaciones... 

Pediré el traslado de mi cuñado de Caluga —pensó Piotr Ivánovich—, así mi mujer estará contenta y ya no dirá que nunca hago nada por su familia. 

—Me imaginaba que no se iba a recuperar —comentó Piotr Ivánovich— ¡Qué lástima! 

—¿Pero qué es lo que tenía? 

—Los médicos no pudieron coincidir en sus diagnósticos. La última vez que lo vi me pareció que mejoraba. —Yo lo vi en Navidad, después siempre pensé en ir a verlo. 

—¿Tenía algunos bienes? 

—Parece que la mujer tenía algunos pero de poco valor. —Habrá que ir allá. Vivió siempre muy lejos. 

—Dirá lejos de usted. Usted siempre vive lejos de todos. —No puede perdonarme que viva detrás del río —dijo sonriendo Piotr Ivánovich. La conversación versó entonces sobre barrios y transporte, y después volvieron a la sesión.

La muerte del amigo, además de traer posibles cambios y ascensos en el trabajo, provocaba, como siempre en una situación así, un sentimiento de depresión pero al mismo tiempo de alegría de que el muerto fuera otro y no ellos. 

Bueno, el muerto fue él y no yo —pensó o sintió cada uno. 

Los amigos más cercanos a Iván Ilich pensaban que tenían que cumplir ahora con una obligación desagradable: presenciar la misa de cuerpo presente y dar el pésame a la viuda. 

Los más íntimos eran Fedor Vasilievich y Piotr Ivánovich. Este último se sentía con más obligación por haber sido compañero de estudios en la escuela de jurisprudencia. Durante la comida, Piotr Ivánovich le comentó a su esposa de la muerte de su amigo, y también del posible traslado de su cuñado; después, sin hacer su acostumbrada siesta, se puso el frac y se dirigió al sepelio. 

Tres coches se encontraban al frente de la casa. Abajo, en el vestíbulo, junto al perchero, estaba apoyada contra la pared la tapa del ataúd con borlas y galanes. Piotr Ivánovich reconoció a la hermana de Iván Ilich que junto con otra mujer, desconocida para él, llegaban en ese momento y se quitaban el abrigo. Shvartz, un amigo de Piotr Ivánovich, bajaba la escalera; al verlo le dirigió una mirada como queriendo decirle: Iván Ilich fue un tonto, nosotros somos más inteligentes. 

Piotr Ivánovich pensó que la delgada figura de Shvartz, envuelta en un frac, su cara con largas patillas a la inglesa y su elegante solemnidad contrastaban con su jovial carácter, que ahora se acentuaba más.

Dejó pasar a las señoras, y subió la escalera lentamente en donde lo esperaba Shvartz. Piotr Ivánovich comprendió por qué lo esperaba arriba, seguramente quería ponerse de acuerdo respecto del lugar y la hora para jugar whist. Las señoras pasaron a la habitación de la viuda, mientras que Shvartz, con los labios apretados y los ojos alegres le indicaba con movimientos de cejas la pieza mortuoria situada a la derecha. 

Piotr Ivánovich no sabía qué hacer, como siempre sucede en esos casos. Sabía que persignarse nunca está de más en estas situaciones y no sabía si debía inclinarse, por lo que decidió hacerlo a medias; al entrar en la habitación empezó a persignarse y a medio inclinarse.

¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1