UN DISPARO AL ATARDECER
El domingo 27 de julio, un hombre de 37 años de nombre Vincent van Gogh, pintor holandés vecino de Auvers, se pegó un tiro en los campos con un revólver. Al resultar herido volvió a su habitación donde murió dos días después”. Con este breve artículo, el diario local L´Écho Pontoisien anunciaba la muerte de Van Gogh una semana después de haberse producido, lo que revela la escasa importancia que esta había tenido para la sociedad de la época, aunque el tiempo la convertiría en un auténtico misterio.
Según la versión oficial, construida con las declaraciones tomadas por la policía, ese domingo 27 de julio de 1890 el pintor había salido, como llevaba haciendo todos los días durante varias semanas, al campo a pintar. Tras el atardecer, volvió a su alojamiento, en el hostal Ravoux de la localidad francesa de Auvers, sin sus lienzos, pinturas ni caballete y con un aspecto terrible. Al ser noche de verano, varios clientes del hostal se encontraban cenando en la calle, por lo que pudieron ver con claridad a Van Gogh acercándose a la puerta. “Se sujetaba el vientre y parecía cojear”, relataría uno de ellos a la policía. “Tenía la chaqueta abrochada”, diría otro, extrañado por el especial calor que hacía en el momento.
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