La temible Lucrecia
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¿Quién fue Lucrecia y por qué fue tan temida?
Una mujer peinada con trenzas perturba la tranquilidad de quienes habitan la Casa Murillo. Una sucesión de dueños y de inquilinos dan fe de ello en el trascurso de un siglo y unos años más.
Por la década de los años 20 del siglo XX, contrae matrimonio el joven que habita la Casa Murillo y viene con su esposa a vivir en ella; una noche, despierta despavorida la desposada ante la aparición de la mujer de las trenzas. Se deduce que el ánima de la mujer ignora que está muerta; cela y gusta aún de los varones, apuestos orudos, que viven o han vivido en la Casa Murillo, odia y asusta a sus mujeres adrede. Se intenta desterrarla, pero la espectral mujer se resiste a desaparecer. La novela recopila puntos de vista para clarificar si el insólito acontecer secular fue real o producto de elaborada imaginación.
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La temible Lucrecia - Carmen Maritza Jiménez Jiménez
La temible Lucrecia
La temible Lucrecia
Primera edición: 2019
ISBN: 9788417984335
ISBN eBook: 9788418104589
© del texto:
Carmen Maritza Jiménez Jiménez
© de esta edición:
CALIGRAMA, 2019
www.caligramaeditorial.com
info@caligramaeditorial.com
Impreso en España – Printed in Spain
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
A la memoria de mi abuela materna,
Alejandrina Coronado de Jiménez, afecta a las letras
Prólogo
Tengo el honor de presentar esta magistral obra de ficción, cuya autora me ha impresionado de manera contundente con la temática abordada. Es importante resaltar que la escritora se ha sumergido con mucha maestría en el caudal ficcional para entregarnos esta fascinante historia. Después de la publicación de su primera novela, El cerezo de las dudas, Carmen Maritza Jiménez Jiménez ha creado un universo propio que la distingue en la literatura fantástica de nuestro tiempo.
Ambientada en los años veinte —siglo
xx—, en una época en que la hermosa ciudad de Barranquilla hablaba con el lenguaje de la brisa y el de las flores esparcidas sobre las calles de arena, la novela nos adentra en los asombrosos sucesos de la Casa Murillo, basados en la realidad de aquel tiempo en el que algunos testigos aseguraron con categórica firmeza que lo ocurrido en aquella casa custodiada por robustos árboles fue veraz. La autora ha investigado datos históricos y se ha informado en la tradición oral de aquellos años en que se dieron los acaecimientos inexplicables para escribir su extraordinaria novela La temible Lucrecia.
Es significativo admirar la prosa fluida y el excelente manejo del lenguaje que posee la autora para introducirnos en su libro, desde las apariciones enigmáticas de una mujer que domina a su condición cada objeto de la casa hasta las tensas atmósferas nocturnas que perturban a cada inquilino que habita en ella. La temible Lucrecia es, sin duda, una obra excepcional, escrita con una notable pluma narrativa y estética literaria.
Deseo compartir con los lectores los sentimientos que me generó esta obra y felicitar a la escritora por su excelente trabajo.
Alberto Cortés de los Reyes
Barranquilla, diciembre de 2017
«No sabrás ni un detalle de los misterios de la existencia,
mientras no estés desorientado en el círculo de la existencia».
Hafez Shirazí
I
Una súbita sensación de temor invade a Natividad cuando divisa la Casa Murillo, una vetusta morada que se alza arcana tras las sombras de una arboleda.
El carro expreso se detiene en el frente, desciende la pareja de recién casados y el vehículo prosigue su marcha.
Domingo, 23 de diciembre de 1923
Haroldo y Natividad se disponen a ingresar a su nuevo hogar. Natividad viene de su tierra natal a avecindarse en la ciudad de Barranquilla, en casa de su esposo. Antes de pisar el umbral, repara en el lugar, poblado de dividivis, la calle ancha y arenosa, los sardineles altos y la fachada de la casa, que parece estar inclinada hacia atrás.
«La inclinación puede ser ilusión óptica», deduce Natividad al observarla con detenimiento, asociando esta perspectiva a su antigüedad.
De color amarillo ocre envejecido son sus muros externos grandes canastas de hierro forjado protegen, los ventanales de madera marrón y su puerta es de roble macizo.
Ahora los amantes esposos observan el llamador de bronce clavado en la boca de un rostro energúmeno que adorna la puerta. Habiendo vivido Haroldo en familia en esta casa desde su adolescencia, nunca había detallado dónde se engarza el pulsador que a diario usa para llamar a la puerta.
En la parte inferior del llamador, una antigua placa de bronce cubierta por aceitunada pátina ostenta el nombre del primer propietario del umbroso domicilio: «Don Abadón de Tobías».
Ingresan los esposos. La señora Agripina les da la bienvenida y se dispone a recoger el equipaje cuando Haroldo, caballeroso, se adelanta, le da las gracias y se apresura a movilizarlo él.
Su esposa espera un tanto en la sala, auscultando con la mirada el estilo del mobiliario de bejuco auténtico, las finas bailarinas de porcelana sobre paños de encajes de Brujas que adornan la mesa de centro. Le asombran los visibles rasgos familiares de su esposo, reconocibles en los rostros de los retratos al óleo que cuelgan en las paredes, y la bellísima pintura de la Sagrada Familia que descuella en un nivel inferior, en el comedor.
Natividad sigue hasta la primera alcoba, donde está Haroldo. La señora Agripina se apresta a enseñarle a la pareja el arreglo de su alcoba nupcial, un amplio aposento que mira hacia la calle a través de una ventana a ras de suelo, de dos hojas de madera, resguardada por una reja de hierro artísticamente labrada; al volver la mirada, impecable se halla el lecho matrimonial y distante un escaparate enchapado en nogal donde ordenarán sus prendas de vestir y accesorios los desposados.
Dentro de la misma estancia, una puerta gigantesca comunica con la segunda habitación, ubicada en un nivel inferior. Natividad, en actitud acuciosa, la abre y se topa con la escalera que conduce a una alcoba dotada de un mobiliario clásico y decide descender a paso lento los escalones que conducen a ella; sus pisadas van resonando como un eco y