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Las voces del Universo: Dios es. Está. Siempre está
Las voces del Universo: Dios es. Está. Siempre está
Las voces del Universo: Dios es. Está. Siempre está
Libro electrónico274 páginas2 horas

Las voces del Universo: Dios es. Está. Siempre está

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Información de este libro electrónico

¡Detente! Reflexiona cada día con una nueva espiritualidad.

Cuando buscamos lo que necesitamos y ponemos el esfuerzo en obtenerlo, el resultado será acorde al trabajo realizado.

Las voces del universo son guías que nos muestran caminos. Tomar decisiones nos ayudará a escoger un camino. Tener sabiduría al hacerlo nos guiará por nuestro camino.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento22 jun 2019
ISBN9788417772307
Las voces del Universo: Dios es. Está. Siempre está
Autor

Almadre

No es importante para mí que me conozcan como persona física, es más importante que cada cual tenga la opción de conocerse mejor a sí mismo. Por eso he publicado Las voces del universo, porque si este libro ayuda a las personas a comprender algo más de la vida y a evolucionar como seres humanos, me sentiré muy satisfecha. Yo no soy importante físicamente, el ser humano lo es.

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    Las voces del Universo - Almadre

    Prólogo

    Me asomé a la ventana de la investigación espiritual y me encontré con sabios queriendo enseñar.

    Escuché a los sabios con atención y me encontré en un bello mundo de amor.

    Medité sobre el mundo actual y lucho por conseguir el real, el mostrado por los sabios, el del amor.

    El trabajo que realizar: sé tú misma y muéstralo a los demás, no te dejes llevar por la corriente y agárrate a la verdad, solo en ella está la fortaleza de la humanidad.

    Soy una desconocida para ti, a quien agradezco que me hayas invitado a tu casa. Me gustaría con estas notas ayudarte a comprender un poco más los misterios de la vida en general, de la vida propia y familiar para, entre todos, encender la antorcha mental que nos ayudará a tener más comprensión, más amor y más paz.

    Así empezó esta historia…, parte de mi vida.

    Llevaba ya mucho tiempo aprendiendo a ser yo misma, a saber, a sentir.

    Con meditaciones diarias cada vez más profundas y largas, fui aprendiendo a parar la mente, a estar más tiempo en vacío. Estar con la mente en vacío, en cero, es para mí bastante difícil y me consta que para la mayoría por la vida activa que todos llevamos, pero no quiere decir que solo hay eso, esa vida.

    A medida que meditaba y paraba la mente, me fui dando cuenta de que entendía otras cosas que en la vida ordinaria no me había planteado, que venían a mi mente «ideas» que ni había oído antes ni leído, la lectura no estaba entre mis prioridades.

    Atendiendo respetuosamente en cada meditación a esa especie de espacio vacío que hay cuando no piensas, empecé a percibir mensajes —ideas—, algo que me sorprendía, pues mi yo físico mental jamás había pensado en ello. El gran problema me vino cuando, a pesar de lo sencillas que me parecía que eran, al cabo de un rato, cuando pensaba en contarlas a mis amigos o a mi familia, se me olvidaban. Era increíble…, no me acordaba de nada, y sé que era muy sencillo, fácil de entender para mí, pero nada…, no me quedaba nada.

    Fue entonces cuando decidí meditar siempre con un cuaderno y un bolígrafo a mano, los puse por todas partes, pues meditación es ser y estar…, y se puede ser y estar en cualquier lugar, eso lo aprendí con los años.

    Así me encontraba cuando una noche del año 2002 a las dos de la madrugada llegaba un mensaje a mi mente que me hizo despertar, sentarme en la cama y ponerme a escribir. Esto es lo que me llegó:

    El que es…, es… El que no es, no es.

    El Ser es… La mente no es.

    El Ser es… La mente quiere ser.

    Cuando habla el Ser, dice. Cuando habla la mente, inventa.

    Los inventos del hombre son de la mente, las acciones del hombre son del Ser.

    Los actos, lo que debemos hacer. Los pensamientos, lo que debemos evitar.

    La mente tiene poder… El Ser tiene la sabiduría.

    Cuando terminé de escribir, mi estado fue de alegría y estupefacción, ¿de dónde había venido todo eso? Mi mente no sabía, por tanto, no podía responder a nada semejante. Me quedé en estado de… nada.

    A partir de entonces, fui recibiendo con más frecuencia lo que he llamado «las voces del universo». Las publico para todos los que se sientan interesados en saber algo más.

    Meditándolas con tranquilidad, que cada cual aproveche lo que pueda según en qué frecuencia las lea. Las frecuencias en que estamos son clave para entender más o menos lo que se nos muestra (esto también lo he ido aprendiendo con los años).

    La razón de vivir

    Nadie está solo, tan solo se siente solo. «Sentir», palabra tan usada y tan poco comprendida.

    Yo soy…, pero ¿quién soy?

    Solo sabiendo quién soy puedo ubicarme en mi camino. Si no lo sé, estoy perdido en un camino.

    El mundo se ha vuelto tan egoísta que solo ve lo quiere ver, y quiere ver tanto que está cegado a la verdad, a la auténtica verdad, no a la verdad creada con deseos y necesidades, sino a la verdad, a la verdad oculta a nuestros ojos, a nuestros oídos, porque con ellos tan solo podemos observar y escuchar lo que alguien nos muestra, no la verdad.

    Necesitamos ser y estar en nuestro lugar, tenemos que sentir para saber cuál es.

    Nos han dicho que somos seres humanos y no sabemos el significado real. Partiendo de eso, nos centraremos primero en el ser y después en lo humano.

    Ser… lo podríamos describir como una entidad. Si está en nosotros, lo llamamos ser humano, si está fuera de la tierra, lo llamamos ser extraterrestre. De cualquier manera, esté dentro o fuera de la tierra ese ser es, pero… ¿quién es?

    Es ahí donde debiéramos centrar nuestra atención, no necesita dinero ni comida ni trabajo, solo es.

    Han decidido venir a la tierra en forma de humanos, en un cuerpo humano y lo llamamos nacimiento de un nuevo ser humano, pero… ¿somos conscientes de ello?

    De la misma manera que un coche no es consciente de las intenciones de su conductor, así de ignorante y perdida está viviendo la humanidad.

    Nuestro conductor sabe a qué ha venido y cuándo se tiene que ir. Nos parece que estamos solos y no es verdad. Esos seres dentro y fuera de la tierra no tienen conflictos económicos, no necesitan dinero, muchos tienen conocimiento de su misión a través del «vehículo» que han elegido, tienen sabiduría y están —estamos— interconectados.

    Tan solo la ignorancia mental nos hace tener miedo a no llegar a ninguna parte, ¿a dónde queremos llegar?, ¿quién quiere llegar ahí, nuestra mente o nuestro ser, nuestros deseos o nuestro ser?

    El ser no desea nada porque ya sabe a qué ha venido y sabe dónde está, tiene todos los elementos para desarrollar la misión que tiene que cumplir. Es nuestra mente la que está perdida creyendo ser la dueña de su vida.

    ¿Por qué vivimos tan ignorantes y tan perdidos? Porque en nuestra mente no hay lugar para la reflexión espiritual… La tenemos llena de deseos incumplidos que nos hacen ser desgraciados, de necesidades creadas que nos hacen más desgraciados y frustraciones de vida que nos rematan, y todo ¿por qué?…, porque vamos a la deriva espiritual, no escuchamos al piloto de nuestra vida, lo ignoramos y, lo que es peor, no somos conscientes de que está.

    Por eso estamos perdidos, no escuchamos a quien tiene la sabiduría, nos llama la atención el poder y el poder sin sabiduría se bloquea.

    Tuyo - mío - nuestro. Ni tuyo ni mío ni nuestro, todo es y está, y está porque así ha sido creado, lo que vemos es pura manifestación de lo creado. ¿Quién lo ha creado? El poder usarlo no quiere decir que nos pertenezca.

    Llevamos siglos usando lo que es, lo que está, y por el hecho de poder usarlo nos creemos dueños de ello.

    La vida es un regalo, la tierra es un regalo, el agua es un regalo, el aire es un regalo… para usarlo, no para adueñarnos.

    Todo en el universo infinito tiene su equilibrio y su armonía, y pertenecemos a ese universo infinito. Si cualquiera de nosotros se salta las leyes del universo, desarmoniza al más cercano, y este a otros y, poco a poco, a todos. Nuestros puntos de mira debieran estar en el equilibrio y la armonía de todos, no en el poder.

    Si utilizamos el poder de la mente sin la sabiduría de nuestro ser… iremos a la deriva y llevaremos con nosotros a quien por destino está cerca. Por tanto, somos responsables de lo que hacemos por la repercusión que tiene en el universo. Podemos disfrutar de lo que está, compartiendo lo que hay con el amor de quien se siente amado.

    El amor, ¿qué es el amor? Solo siendo conscientes de lo que recibimos cada día aprenderemos a amar sin condición, todo lo que tenemos se nos ha dado, es fruto del amor de Dios.

    Nuestros logros, los que tenemos por nuestra actitud; el resultado, el resultado de nuestra actitud.

    Generalmente, nuestra actitud es de miedo, miedo a perder lo que tenemos pensando que nos pertenece. Sin aire no podemos vivir… y el aire no nos pertenece, es, está. Sin agua no podemos vivir y el agua no nos pertenece, es, está. Sin el sol no podemos vivir y no nos pertenece, es, está. ¿Por qué pensamos que somos dueños del planeta, de una nación, de un pueblo o de la vida? Desconocimiento, puro desconocimiento.

    No venimos al mundo a ganar premios, sino méritos.

    Las religiones tienen poder.

    La espiritualidad no quiere poder, tiene la sabiduría.

    El cuerpo humano conecta con lo físico a través de los cinco sentidos, el ser (humano) conecta lo físico con lo espiritual a través de vibraciones captadas por el sexto sentido.

    Estar atentos al sexto sentido es tan importante como estarlo a los otros cinco.

    Vivimos conectados, muy conscientes, a los cinco sentidos físicamente, y vivimos con ignorancia espiritual ignorando el sexto, la conexión que tenemos con nuestro yo verdadero.

    No te pierdas entre la corriente de las palabras y evitarás el ruido que producen. Utiliza las necesarias, las que te aporten, así estarás atenta realizando tu trabajo sin ruido.

    Cada mañana, saluda a tu alma como el sirviente al amo.

    Cada mañana, escucha a tu alma como el sirviente al amo.

    Cada mañana, trabaja para tu alma como el sirviente para el amo, pues así es como el amo enseña al sirviente que no sabe lo que tiene que hacer para servirle.

    Cuando la intención es pura, la acción es exitosa.

    Siervo es quien presta servicio; esclavo, quien está sometido sin voluntad de servir.

    El siervo sirve con sabiduría, el esclavo obedece con miedo y rabia.

    El buen siervo es codiciado entre amos listos y sabios.

    El buen amo valora a su siervo por sus conocimientos y su actitud.

    El mal amo degrada a su siervo o esclavo con su arrogancia e ignorancia.

    Todos somos amos, todos somos siervos, todos somos esclavos. Busca tu equilibrio en las tres posibilidades.

    Un maestro habla para todos los alumnos, un buen maestro habla para que le entiendan todos los alumnos.

    La sabiduría no se compra, se adquiere con una actitud correcta. Tiene que ser la correcta porque es la llave de la apertura mental hacia el camino espiritual, lugar donde se oculta la verdad.

    Un maestro enseña a sus alumnos, un buen maestro reconoce a sus alumnos y les enseña lo que necesitan

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