Hay quien dice que la muerte, debería permitirnos un instante de despedida. Como un andén de ferrocarril donde todos pueden decirse adiós, poner en voz alta palabras no dichas y dejar ir sin permitir que nada quede pendiente. Un abrazo intenso y después, subir en ese tren que nos separa de lo nuestros.
Ahora bien, sabemos que no es así. Y que el final de muchas personas es tan brusco como inesperado. Otras veces, la enfermedad nos hace separarnos con dolor, pero con algo más de rendición, al ver que la muerte puede ser un alivio. Pero… ¿qué ocurre después del vacío? ¿Por qué es tan común soñar con esas personas que ya no están? Y más aún… ¿Por qué hay gente que recibe incluso mensajes y consejos de esos seres queridos en medio de los sueños?
CUANDO LA PÉRDIDA ES MUY INESPERADA
El simple hecho de vivir algo tan traumático como perder a alguien de un día para otro, nos somete a una fuerte carga emocional. Nadie puede asumir ese acto sin pasar antes por un duelo, por un duro proceso de aceptación.
■ Nuestro cerebro, es más emocional que racional, y es común que en los pocos instantes en que logremos cerrar los ojos para dormir aparezca nuestro familiar, nuestro ser querido. Puede que en ocasiones sean verdaderas pesadillas, otras veces, serán sueños donde encontrar cierta calma al revivir algún instante, algún momento cotidiano.
