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Orígenes: Conversaciones secretas y otras historias
Orígenes: Conversaciones secretas y otras historias
Orígenes: Conversaciones secretas y otras historias
Libro electrónico124 páginas1 hora

Orígenes: Conversaciones secretas y otras historias

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Te voy a ser sincero, releí estos cuentos que escribí hace años y descubrí que seguían vivos. Disfrútalos.

Una persona muy querida dijo una vez que estos cuentos le «abrían el alma». Para mí no son cuentos, ni siquiera relatos. Son historias. Se podría decir que son historias de amor y soledad, aunque si solo fueran eso, no habría valido la pena escribirlas. Aquí se mezclan deseos y pasiones que no tienen nombre, pero se sabe muy bien lo que son: relaciones marcadas por el desencuentro, amores no correspondidos, hombres que asisten al regreso de los fantasmas del pasado... Cuando no se tiene un nombre para las cosas, se cuentan historias. Así ha sido desde siempre. Y, sin embargo, las verdaderas protagonistas son ellas. Mujeres misteriosas que irrumpen en la vida de los hombres y desaparecen, dejando una huella imborrable en aquellos que las amaron, o que, al menos, se atrevieron a amarlas.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento28 sept 2018
ISBN9788417447663
Orígenes: Conversaciones secretas y otras historias
Autor

Miguel Solera Martín

Miguel Solera Martín nació en 1993, Madrid (España). Estudió Administración de Empresas e Ingeniería Informática en la Universidad Carlos III de Madrid. Su primer relato, El relato del árabe (2011), obtuvo el segundo premio del XXVIII Concurso de Poesía y Cuento Miguel Hernández. En 2015, recibió el primer premio del I Concurso Literario Comarca del Bajo Cinca por su obra Conversaciones secretas. Reside en Madrid donde trabaja como consultor en la firma McKinsey & Company y forma parte de la iniciativa joven del Foro Económico Mundial, Global Shapers.

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    Orígenes - Miguel Solera Martín

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.

    Orígenes

    Conversaciones secretas y otras historias

    Primera edición: septiembre 2018

    ISBN: 9788417447106

    ISBN eBook: 9788417447663

    © del texto:

    Miguel Solera Martín

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    El árabe

    «Damasco, de las capitales del mundo antiguo la que nunca ha sido despoblada, abre sus ojos al nuevo día. En el zoco de Midhat Pasha, gentes de todas las provincias del mundo se dan cita, venden sus exóticos productos y comentan noticias: el nuevo ganador del concurso de poesía de Ukaz, el cierre de la ruta de la Seda o qué pasará con las provincias de Roma ahora que los bárbaros del Norte han invadido el Imperio».

    —¡Kasim, Kasim! —Gritan, saltan sobre el regazo de su hermano los niños—. Nos ha dicho mamá que antes de dormirnos nos tienes que contar la historia de la fortuna del abuelo.

    «Ajeno a todo, un desaseado Árabe con el turbante roto y la chilaba tan sucia que resulta imposible distinguir su color original deambula de puesto en puesto preguntando a los caravaneros y levantando murmullos a su paso. Tanto mercaderes como compradores se apartan. Aun a sabiendas de que el Árabe no está apestado, nadie quiere saber qué le atormenta. Algún mal espíritu debe de haberle poseído se desentienden, vuelven a sus negocios los damascenos. Finalmente, un mercader de buen corazón se acerca y se preocupa por el mal que atenaza el alma del Árabe que le implora si sabe de alguna caravana que vaya a pasar por el oasis de Umm Qasr. La urgencia con que se lo pide remueve los sentimientos del mercader que, reclamando antiguos favores, convence a un compañero para que haga un alto en su ruta hacia Samarkanda. El Árabe no sabe cómo agradecérselo: por fin, después de estar tres meses deambulando por el desierto, ve la oportunidad de llegar al oasis que, con suerte, cambiará su vida».

    Se sonríe Kasim, orgulloso de que su madre le confíe la historia. El enigma familiar. Por primera vez tiene la oportunidad, el honor de poder contar a sus hermanos la historia tal y como él la ve, con sus diminutos, imprescindibles detalles que la convierten casi en leyenda.

    «Las tres semanas de travesía se deshacen en halagos para con el mercader y finalmente, con el turbante ondeando sobre la arena y la inmensidad del mar extendiéndose frente a sus ojos, el Árabe llega al oasis. El sol del mediodía calienta el pequeño vergel. Alquila una habitación en una decrépita, desvencijada posada y en la taberna, siguiendo el ritmo de los crótalos, laúdes y tambores con el pie, se acuerda de que no ha comprado cebo».

    —Está bien, pero solo si en cinco minutos estáis en la cama —salen disparados los niños al cuarto mientras Kasim ordena mentalmente la historia y le dedica una mirada de agradecimiento a su madre.

    «Al abrigo de la noche, el Árabe sale del oasis y a orillas del delta, con el cebo más barato que ha encontrado en el zoco, cruza los dedos, reza una plegaria rápida y prueba suerte lanzando el anzuelo lo más lejos que puede. Nada. Lo intenta y lo vuelve a intentar, se desespera, solloza, cae rendido sobre el fango y grita de rabia. Tras la cortina de lágrimas, intuye una sombra en el agua y, con una esperanza renovada, monta otra vez el cebo sobre el anzuelo y lo lanza con todas sus fuerzas. Pero el río se mantiene en calma y el Árabe tira la caña al suelo en un enésimo gesto de impotencia».

    —¿Vosotros sabíais que cuando el abuelo se enamoró de la abuela no tenía ni para comprarle una cabra?

    «El Árabe se levanta con los primeros rayos del alba y vuelve a la taberna para descubrir a aquéllos que han renunciado a toda expectativa de futuro riéndose de él: qué iluso, pensar que con un cebo tan barato iba a ser capaz de pescar un pez que ni siquiera se había dejado pescar con cebos de dos mil riyales. Observándolo todo desde el ángulo más alejado, entre humos y perfumes, un viejo asmático y cansado de la vida se levanta; cojeando, se acerca al Árabe y le susurra: Se ha oído más de una vez que el pez alberga el espíritu de un rey tan avaricioso que, por miedo a que le robasen su tesoro, se lanzó al río e incluso se ahogó, pero consiguió mantenerlo a salvo».

    —¡Hala! ¿Ni para un dátil? —Dicen los hermanos, incrédulos, con la imagen en la mente de su abuelo enfundado en la chilaba de seda—. ¡Si ahora el abuelo tiene la mejor casa de la ciudad!

    «Las palabras del viejo todavía le dan vueltas en la cabeza cuando se mete en la cama, cierra los ojos y se deja vencer por el sueño».

    —Ya, pero hace mucho, cuando tenía veinte años, era tan pobre como cualquiera de las afueras.

    «No tarda mucho en despertarse de un salto, revolver la bolsa y sacar la moneda que, bajo la luz de la luna, desprende un triunfal brillo iridiscente. De vuelta en el río, el Árabe ata los dos riyales al sedal y lo vuelve a intentar».

    —¿Cuándo el abuelo tenía veinte años? ¿Y eso cuándo fue? —Se revuelve sin cesar la pequeña, intentando vencer el sueño que con desgana se va posando en sus pestañas.

    «No han rozado siquiera los dos riyales la superficie del agua y el pez salta y engulle la moneda. Y el Árabe, se ve arrastrado por una descomunal fuerza río arriba. Guerrea, se afana, hace uso de toda su energía para sacar al increíble ser del agua y, viendo el miedo pintado en los ojos del inmortal rey, le cruza la idea de dejarlo libre. Por desgracia, la recompensa es demasiado suculenta como para dejarla escapar. El rey le lee el pensamiento y, haciendo un esfuerzo contra natura, regurgita un lapislázuli soberbio. Aun en la negrura de la noche cerrada, bajo la tenue luz del cielo estrellado, la gema desprende un brillo que cautiva los sentidos; el pez aprovecha la oportunidad, se zafa y vuelve al agua. Pero antes de desprenderse para siempre de su tesoro, mira atrás y un vestigio de su antigua condición humana le empapa el alma y le recuerda, como un marchito frío de nostalgia, que nunca más volverá a ver aquello por lo que un día sacrificó su vida. Sin más, los últimos retazos de humanidad que quedaban en el pez se diluyen y se pierden para siempre entre las dunas y la luna».

    —Hace sesenta años. Pero bueno, ¿queréis que os cuente la historia o no? —Harto de tanta pregunta, impaciente por empezar el relato, a sabiendas de que juega a contrarreloj, pues los pequeños tienen que estar acostados antes de que se ponga el sol y esta historia no es de ésas que se puedan contar por partes.

    «El Árabe vuelve a la taberna, busca al viejo para darle las gracias pero no le encuentra; en su lugar, mohosa, oxidada, gris, casi deshecha, una corona descansa sobre la mesa. El Árabe regresa a al-Lakik, el oasis que le ha visto nacer y del que nunca antes había salido, y se reencuentra con Ella, demacrada, a punto de desenamorarse de él. Bajo su sorprendida, emocionada mirada, el Árabe le cuenta la intrépida aventura, le enseña la gema y, arrodillándose, le pide matrimonio».

    —Os estaba diciendo que el abuelo no tenía dinero cuando conoció a la abuela. Y aunque ella le decía que no pasaba nada si no lo tenían, el abuelo sabía que sin dinero no llegarían a ninguna parte. Además, los padres de la abuela no querían que su hija se casase con un pobre que no cuidase de ella. ¿Veis lo complicado que lo tenía para casarse con la abuela? —Los hermanos asienten embelesados.

    «Y por un instante,

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