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Nosotros los hakka: Trayectorias en China y en el Perú
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Libro electrónico440 páginas5 horas

Nosotros los hakka: Trayectorias en China y en el Perú

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Este libro analiza un viejo tema con una nueva mirada: la inmigración china al Perú a partir del estudio de un grupo específico, los hakka, un grupo diferenciado de la etnia Han, desde su particular proceso de migración en China, durante los siglos III y IV, hasta su llegada al Perú, en la segunda mitad del siglo XIX.
La autora subraya la presencia permanente y tácita de los hakka en China y el Perú a partir de sus distintas manifestaciones culturales, materiales o inmateriales, gracias a su trabajo de campo en ambos países (entrevistas en profundidad, grupos focales, historias de vida, historias de clanes, testimonios y narrativas), el uso de fuentes chinas y la traducción de materiales e informaciones vinculantes, en el marco de los 172 años de la inmigración china en el Perú y los 50 años de relaciones diplomáticas entre el Perú y China.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 nov 2021
ISBN9786123177010
Nosotros los hakka: Trayectorias en China y en el Perú

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    Nosotros los hakka - Patricia Castro Obando

    Agradecimientos

    Al Ministerio de Educación de la República Popular China, a través del Centro de Educación y Cooperación Lingüística 语言合作中心, por otorgar el financiamiento para la publicación de este libro en español. Al Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú por incorporar este trabajo en su colección académica. A la Embajada de la República del Perú en Beijing y la Embajada de la República Popular China en Lima por el apoyo constante de sus representantes, y a todas las personas que alguna vez compartieron mi sueño, muchas gracias.

    Prólogo

    Es motivo de gran satisfacción presentar, en el marco de la conmemoración de los 172 años de la migración china al Perú, el libro Nosotros los hakka: trayectorias en China y en el Perú, de la distinguida antropóloga, lingüista y periodista Patricia Castro Obando, elaborado a partir de la tesis con la que su autora obtuvo el doctorado en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Se trata de la primera investigación profesional dedicada principalmente a conocer la historia de la llegada de los hakka al Perú y de su inserción en nuestra sociedad.

    Esta obra muestra la complejidad del grupo humano que llegó al Perú procedente de China en el siglo XIX y cumple con incluir en la historiografía peruana al grupo étnico hakka, el cual ha estado invisibilizado tanto en China —debido a conflictos interétnicos— como en el Perú —a causa de la generalización que aún se hace sobre los chinos llegados a nuestras costas, identificados únicamente como cantoneses—. De manera clara, bien estructurada e ilustrativa, y con una atractiva prosa, la autora explica a cabalidad las causas de la migración hakka al Perú; sus tirantes relaciones con el grupo étnico mayoritario entre los migrantes, los cantoneses Yue; su añoranza de retornar a su país y su núcleo familiar; su dura experiencia inicial como trabajadores en la costa peruana; así como las resistencias y prejuicios que tuvieron que vencer para integrarse en su nueva sociedad. Su trabajo, perseverancia, pragmatismo e inteligencia les permitieron, en pocas décadas, tener un lugar prominente en el comercio y la industria del Perú, y consolidar progresivamente la integración que vemos hoy en día.

    El estudio de Patricia Castro permite comprender el fenómeno de la migración china al Perú en distintos niveles. Por un lado, el libro ofrece una descripción global de este proceso, al mostrar tanto sus orígenes como las características sistémicas del grupo humano chino llegado al Perú, incluyendo sus formas de organización y sus estrategias económicas. Por otro lado, desde una perspectiva microsociológica, la autora presenta las formas de pensar, sentir y relacionarse interpersonalmente de sus sujetos de investigación. En concordancia con las últimas corrientes de las ciencias sociales, Patricia Castro contribuye a superar la mirada clásica y distante que presenta a los migrantes como sujetos pasivos, entregados a un destino desfavorable y que cambian solo gracias a modificaciones del sistema. Su estudio muestra la resiliencia de los migrantes hakka, es decir, su capacidad de sobreponerse a la adversidad y desarrollar estrategias —tanto de manera racional como subjetiva— para mejorar su situación económica y satisfacer sus aspiraciones.

    Los retos de esta investigación no han sido fáciles. Se trata de un estudio multilocal entre dos regiones del mundo que descienden de civilizaciones distintas, con distintos lenguajes, distintas formas de aproximación interpersonal y distintas formas de archivar y guardar su pasado. Estimo que ello le significó un doble esfuerzo a la autora en el difícil trabajo de recopilación de información que supone una investigación social. Y a ello se une el hecho de que se trata de un estudio enfocado en distintos momentos de la historia. Frente a ambos retos, Patricia Castro ha sabido conjugar la investigación etnográfica para realizar estudios de caso sobre los descendientes y familiares de los hakka que migraron al Perú, y la investigación documental y de archivo. El resultado ha sido un diálogo bien articulado entre China y el Perú del presente y del siglo XIX, que construye una investigación sólida, bien sustentada y con hallazgos enriquecedores.

    La noción de la identidad peruana cobra especial pertinencia en el año de nuestro bicentenario e invita a los peruanos a comprender los procesos históricos y la situación actual de los diversos grupos humanos que habitan nuestro país. Hemos absorbido la herencia de quienes llegaron al Perú desde otras regiones del mundo, como es el caso de los chinos. Se calcula que el 8% de la población peruana tiene algún ancestro de este país. La obra de Patricia Castro Obando ayudará a los peruanos a conocernos más, a profundizar en nuestra reflexión identitaria y a continuar en nuestro avance hacia una sociedad más consciente de sí misma, más tolerante y más respetuosa.

    Ante lo expuesto, deseo felicitar a la autora por el gran esfuerzo de su investigación y sus aportes a las historiografías del Perú y China, y me permito invitar a los investigadores y estudiantes a continuar el camino trazado por ella y contribuir al esclarecimiento de nuestro pasado común.

    Luis Quesada Incháustegui

    Embajador del Perú en la República Popular China

    Introducción

    La diversidad es la marca de agua de la cultura china que está impresa desde la imagen del dragón hasta los procesos migratorios. En Cantón los hakka moraban en la «casa de los dragones», residencias comunales desperdigadas en lo alto de las montañas. Ya no existe el dragón en China y los residentes han abandonado estas construcciones monumentales durante la oleada migratoria. Una de estas olas llegó hasta el Perú, aunque se diluyó como parte de la inmigración china proveniente de Cantón en el siglo XIX.

    A lo largo de la ruta hakka por Jiangxi, Fujian y Cantón es una constante escuchar fábulas narradas por los antiguos residentes, ancianos y niños en su gran mayoría, pocas mujeres y algún hombre adulto. Cuando no están casi vacíos o abandonados, los complejos arquitectónicos hakka se llenan de extraños, viajeros chinos o extranjeros. Solo en una ocasión retornan los verdaderos inquilinos, familias hakka que se congregan para celebrar el Año Nuevo chino, y con la tradición vuelven también los dragones.

    ¿Por qué los hakka regresan a sus masivas viviendas vernáculas en la fiesta más importante del calendario chino para bailar con un dragón en llamas?¹ Si bien cada tramo del recorrido hakka conserva su propia versión de la tradición, las voces de los residentes mayores coinciden en señalar que la «danza del dragón ardiente² aleja los males, trae buenas cosechas y enriquece a las familias. En una cultura que venera a los dragones, los hakka prenden fuego al animal mítico considerado el símbolo del poder en China³.

    Cada año, un alargado dragón de bambú, papel y varillas de incienso, precedido por un estruendoso ruido de petardos y alumbrado por los fuegos artificiales, ingresa a la residencia comunal o sale de ella, persiguiendo a dos esferas luminosas. Los hombres que lo alzan son representantes de las familias que se han reunido para esta danza, la cual simboliza la unión. El fuego que consume al dragón es la fortaleza del clan.

    Aunque la «Danza del dragón» es una tradición que data de la dinastía Han (202 a.C.-220 d.C.), muy extendida y diversificada en la vasta cultura china, los hakka conservan particularidades y detalles que otros grupos chinos fueron perdiendo o nunca desarrollaron. Y esto contradice el carácter trashumante de los hakka, un conjunto de poblaciones situadas al norte de las Planicies Centrales que partió en los siglos III y IV, se extendió por el sur de China y traspasó masivamente las fronteras en los siglos XIX y XX.

    Los hakka son considerados oficialmente como un subgrupo de la etnia mayoritaria Han⁴, que junto a otras 55 etnias minoritarias (no Han) conforman la población de la República Popular China⁵. Dentro de la categoría étnica Han, existen notorias diferencias lingüísticas, culturales y geográficas entre sus miembros, los cuales se distribuyen en ocho grupos dialectales, uno de ellos el hakka⁶.

    Estas características propias y diferenciadas de los subgrupos Han⁷ son calificadas como superficiales, «de forma pero no de fondo», por la etnia mayoritaria que históricamente se ha representado a sí misma como el centro civilizado del poder en China, frente a una periferia (no Han), tildada de «bárbara o inculta». En aras de fortalecer la unidad y asegurar la membresía prevalece una tendencia a minimizar o restarle importancia a la diversidad al interior del grupo Han.

    En el pasado, las peculiaridades de los hakka —lengua constituida, prácticas culturales distintivas, zona geográfica no asignada— han generado rechazos y enfrentamientos con las comunidades locales durante el proceso de migración. Esto ha sido motivo para que otros subgrupos Han, como los cantoneses Yue⁸, los sitúen en la periferia «no Han». A diferencia de la mayor parte de los grupos étnicos chinos, los hakka no están adscritos a ninguna región o provincia específica, siendo considerados un pueblo en «peregrinación constante».

    Los hakka empezaron a llegar al Perú desde la segunda mitad del siglo XIX, en medio de conflictos interétnicos en la zona de Liangguang donde está ubicada la provincia de Cantón. Por lo general, se asume que la migración china involucró fundamentalmente a los cantoneses Yue y tampoco se marcan diferencias notorias en los grupos que emigraron. La presencia de los hakka ha pasado desapercibida por distintos motivos tanto en la historia oficial china como en la historia de la diáspora china.

    Y, sin embargo, la presencia de los hakka a lo largo del recorrido norte-sur en China ha dejado instalaciones arquitectónicas masivas en lo alto de las montañas o en el filo de las ciudades, marcadores culturales forjados en la resiliencia que no se extinguieron durante la diáspora, y una permanente relación oscilante de conflicto-dependencia con los locales, que se acentúa en la provincia de Cantón del siglo XIX frente los cantoneses Yue.

    Durante el proceso de inmigración china en el Perú, que se inició en 1849, los hakka pasaron inadvertidos en la comunidad de inmigrantes chinos y en la sociedad peruana de aquellos primeros años de contactos. Como subgrupo Han tampoco quedaron registrados en la historiografía o los estudios posteriores sobre los chinos en el Perú. No obstante, ya desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX, su presencia y huella, incluso desde esa «invisibilidad» es inobjetable.

    Al cumplir 172 años de la inmigración china en el Perú, este libro se ha propuesto acompañar el trayecto del inmigrante chino desde su partida en China hasta su llegada al Perú. Se enfatiza en el conocimiento profundo de «ese protagonista chino» que cruzó océanos y trajo consigo particularidades y diferencias, las cuales han estado ausentes o poco iluminadas en los escenarios históricos de la diáspora china. Es un nuevo intento de explorar desde la otra orilla un viejo tema⁹.


    ¹ En las comunidades hakka de China continental esta danza se lleva a cabo durante el Festival de las Linternas, que tradicionalmente cierra la Fiesta de la Primavera o celebraciones por el Año Nuevo chino (usualmente en febrero). En Hong Kong se realiza durante el Festival de Medio Otoño (en setiembre).

    ² «Danza del dragón ardiente» o «Danza del dragón de fuego» (en caracteres tradicionales y simplificados 舞火龍/舞火龙, y en pinyin: Wǔ huǒlóng).

    ³ Diversos proverbios hakka confirman el estrecho vínculo que los une a la imagen del dragón como: «El dragón de fuego entra a la casa, quiere que tú enciendas las velas» (火龙进屋, 要你蜡烛: huǒlóng jìn wū, yào nǐ làzhú). Se refiere a la necesidad de entregar sobres rojos con dinero a los ejecutantes de la danza, por parte de los inquilinos.

    ⁴ Etnia Han (汉族: Hànzú). Se utiliza Han en mayúscula para evitar la confusión en la lectura.

    ⁵ Se aplica la categoría de «nacionalidades» o «minzu» (民族: Mínzú) para los grupos étnicos, mientras que los grupos subétnicos, como los hakka, son «minxi» (民系: mínxì).

    ⁶ La clasificación dialectal es la más utilizada, sin embargo, también pueden dividirse según las zonas culturales de influencia (Han del norte y Han del sur), o las regiones (Han de la Gran China —que comprende a la parte continental, Hong Kong, Macao y Taiwán— y los chinos de ultramar).

    ⁷ Subgrupos dialectales Han: Mandarín, Wu, Yue, Min, Xiang, Hakka, Gan y un grupo de pequeños dialectos inclasificables.

    ⁸ Cantoneses Yue (粤: Yuè), Guangfu (广府: Guǎngfǔ) o punti (本地: Běndì). En esta investigación se utiliza «cantonés Yue» —que en realidad son repetitivos— para designar a este subgrupo étnico Han. La reiteración tiene como fin diferenciarlo del rótulo de «cantonés» que se ha usado hasta hoy para nombrar de forma general al inmigrante chino.

    ⁹ En términos de estilo y edición, con el ánimo de facilitar información para futuras investigaciones que emprendan el mismo recorrido desde China, este trabajo incorpora el uso constante de términos chinos desde el Mandarín —en ciertos casos del Hakka o Cantonés Yue—, la traducción al español, su escritura en caracteres simplificados (o tradicionales si lo amerita) y el uso del pinyin como norma general. La conversión de términos desde el Mandarín pinyin al Cantonés pinyin o jyutping se ha hecho por medio una herramienta especializada: Hong Kong Vision, https://hongkongvision.com/tool/cc_py_conv_en

    Capítulo 1

    .

    La comunidad invisible

    Todavía hoy, en las montañas del sur de China y en las comunidades chinas en el exterior, los hakka mantienen fórmulas de saludo que en realidad son antiguos códigos de identificación para reforzar el sentido de pertenencia a este clan diseminado dentro y fuera del país durante la diáspora¹⁰. Esta comunidad es apenas un pliegue del gran abanico de diversidad y complejidad al interior del grupo mayoritario chino.

    Los hakka están reconocidos oficialmente como una subetnia Han, en línea directa con el grupo mayoritario de China, una posición que los coloca por encima de los grupos minoritarios no Han y los aleja finalmente de la etiqueta «tribal». El grupo se caracteriza por su constante y prologanda migración, en un viaje centenario desde las Planicies Centrales hasta el sur del país para después cruzar fronteras y arribar al Perú a partir de 1849.

    En la historia documentada de la inmigración china en el Perú los hakka han pasado casi desapercibidos. Ello es probablemente consecuencia de la invisibilidad del grupo en la propia China. Esta «invisibilidad» puede ser considerada una característica intrínseca de la comunidad a lo largo de una historia extensa y oscura de migraciones continuas por varios siglos, a través de las cadenas montañosas. Pero también es una característica extrínseca que marcha con el nombre propio de los hakka asignado por las poblaciones locales y se refiere a las «familias visitantes» o «familias huéspedes»¹¹.

    En la historiografía china los hakka no destacan como protagonistas de un recorrido de quince siglos en territorio chino ni tampoco como actores con roles principales en un escenario como Liangguang —esencialmente Cantón— del siglo XIX, pese a su participación activa en la Rebelión Taiping y la Guerra de clanes Hakka-Punti, dos sucesos históricos que impulsaron la emigración china y perfilaron la identidad hakka y sus valores.

    Los grupos étnicos chinos

    La tradición antropológica china es poco conocida y fragmentada, aunque refleja el devenir de su propia y agitada historia. A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la antropología llegó a China a través de Japón, con los académicos chinos que estudiaban en este país y las traducciones de obras de autores occidentales. Las ciencias sociales emergentes parecían dialogar con el nacionalismo chino.

    Fue Cai Yuanpei, considerado el padre de la Antropología china, quien estandarizó la disciplina e impulsó su difusión. Educado en la Universidad de Leipzig, participó en la fundación de la Academia Sínica en Beijing y la apertura del primer departamento de antropología en 1928. Seis años después, la antropología se dividió en dos ramas: etnología (antropología cultural) y antropología, en 1934. La etnología o minzuxue (民族学: Mínzú xué) quedó definida como «el estudio de las nacionalidades y los grupos culturales», mientras que la antropología o renleixue (人类学: Rénlèi xué) comprendía «el estudio de los pueblos, seres humanos». Esta división de contenidos persiste hasta la actualidad, la primera con más prestigio y mucho más desarrollada que la segunda.

    Categorizada como disciplina de primer orden, la etnología fue la encargada de estudiar a las minorías étnicas y sus culturas o grupos «no Han», y formar a antropólogos socioculturales en China. De acuerdo con Smart, esta rama sirve a los intereses del Estado en su gobierno de los pueblos no Han (2008, p. 97). Liang subraya que «la etnología —en China— se enfoca en el otro interno, mientras que los antropólogos se enfocan en los Han» (2016, p. 6)¹².

    Así, el territorio chino también quedó divido según las distintas escuelas antropológicas. Mientras que en el norte de China la investigación antropológica llevó la impronta de las teorías británicas y europeas, la visión estadounidense de la antropología tuvo más influencia en el sur del país. Antes de 1949, la escuela del norte dirigía trabajos de campo en aldeas con poblaciones de mayoría Han, mientras que la escuela del sur realizaba investigaciones sobre minorías étnicas en zonas fronterizas (2016, p. 2).

    Para la Comisión Académica del Consejo de Estado de China, la etnología o «antropología cultural» —conceptos intercambiables en la investigación y el uso en el ámbito chino— es una disciplina de «primer orden». En este mismo nivel también se encuentra la sociología, de la cual dependen otras cuatro disciplinas de «segundo orden», entre ellas, la antropología. En 1953, la etnología lideró el proyecto masivo de definición, identificación y clasificación de las nacionalidades minoritarias de China o Minzu shibie (民族识别: Mínzú shìbié), a través de la Comisión Central de Asuntos Étnicos. «Teóricamente, el proyecto seguía la definición Minzu o nacionalidades de Stalin», es decir, con territorio común, lenguaje común, organización económica común, y núcleo cultural estable, define Liang (Fei Xiaotong, 1997; Lin Yaohua, 1984 y Ma Yao, 1982, citados Liang, 2016, p. 3).

    El sello multiétnico ha distinguido históricamente a China que se abre como un abanico en la diversidad. De acuerdo con Liu, «antes de 1953, el número de grupos étnicos en China era desconocido. Según los datos estadísticos de 1953, se registraron más de 400 nombres étnicos, y solo en la provincia de Yunnan, por ejemplo, había más de 260 nombres étnicos» (2003, p. 220). Estos 400 grupos exigieron ser reconocidos como «nacionalidades», por lo tanto, «una de las múltiples tareas que enfrentó el nuevo régimen a principios de la década de 1950, fue determinar quién cumplía los requisitos para ser clasificado como pertenencia a qué. Se enviaron equipos de trabajo por todo el imperio para que hicieran recomendaciones» (Jenner, 2001, p. 104).

    Jenner plantea dos casos que sirven para explicar cómo los investigadores «impidieron el reconocimiento de las diferencias étnicas entre los chinos Han, un proceso que incluía denegar a ciertas comunidades que no deseaban ser consideradas Han sus reclamaciones de un estatus étnico alternativo» (2001, p. 104). Mientras que el grupo «los vestidos de verde» (de Guizhou) pidió ser reconocido como una nacionalidad separada, los hakka defendieron su pertenencia a la etnia Han.

    Según los investigadores, en ambos casos los grupos tenían ancestros chinos (Han) y sus lenguas procedían de la antigua lengua china, por lo tanto, debían pertenecer al grupo Han (Jenner, 2001, p. 104). Sin embargo, los académicos no podían entender la necesidad de «los vestidos de verde» por desprenderse de la «hanidad». «Nos resulta difícil imaginar que pudo haber unas pocas personas dentro de la gran nacionalidad que constituye la inmensa mayoría de la población de China que realmente no quisieron admitir que eran Han» (Bai Shouyi, 1989, p. 42, citado en Jenner, 2001, p. 105).

    ¿Qué mantuvo a los hakka adheridos a la etnia Han? Para Jenner, «resultaba políticamente inaceptable renunciar a una identidad china o hacer demasiado hincapié en otra identidad dentro de la china. De modo que los hakka, considerados diferentes en toda clase de sentidos tanto por su propia parte como por parte de sus vecinos no hakka, no pudieron verse reconocidos como un grupo étnico diferenciado ni recibir el tipo de status formal del que disfrutaban otras nacionalidades» (2001, p. 105). En realidad, los hakka no permitieron ser desafiliados del grupo Han que representaba el centro civilizado. Precisamente, durante gran parte de su historia fueron calificados como «no Han» y, por ende, bárbaros, lo que desencadenó conflictos con los cantoneses Yue en los siglos XIX y XX. Su inclusión oficial dentro de la órbita Han representaba el triunfo final para los hakka, «esto pese a una historia secular de diferencias suficientemente serias como para alimentar violentos conflictos con otros grupos Han» (p. 105).

    Mediante este proyecto clasificatorio, el Estado determinó los nombres, la cifra poblacional, y la composición interna de 55 nacionalidades o Shaoshu minzu (少数民族: Shǎoshù mínzú)¹³ oficialmente reconocidas en China, reflejo de «un país multinacional unificado», como se explicó. Fue en 1953 cuando se reconocieron 41 minorías étnicas, en el censo de 1964 se sumaron otras doce y, en 1982, se añadieron dos etnias más, hasta alcanzar la cifra actual (Newby, 2000, p. 190, citada en Campos Rico, 2007, p. 4).

    Respecto a los hakka, Jenner afirma que «solo en años muy recientes han obtenido los estudios hakka reconocimiento en China, coincidiendo con la introducción de un término —Minxi—, destinado a describir a los hakka, que significa algo menos que Minzu pero reconoce una cierta singularidad» (2001, p. 105). Efectivamente, Minxi (民系: Mínxì) es un término moderno que fue introducido para etiquetar a los subgrupos étnicos —como es el caso de los hakka— y admite la traducción de ‘linaje étnico’, lo cual impregna a estas comunidades de prestigio basado en la antigüedad. Como sostiene Jenner, está por debajo de Minzu (民族: Mínzú), que se traduce como ‘grupo étnico’.

    El término «Minzu» fue un préstamo léxico del japonés, a fines del siglo XIX. En 1898, el intelectual chino Liang Qichao introdujo por primera vez el término japonés «minzoku». «Al combinar las palabras preexistentes Min (民: Mín) o (gente) con Zu (族: Zú) o (linaje), surgió Minzu como un término cargado de connotaciones modernas que incluye nación, etnia, nacionalidad, gente y raza» (Yen, 2012, pp. 140-141). Para Gladney, el témino Minzu «desplazó y se mezcló con otros términos que sí pertenecen a las nociones chinas de identidad como persona (人: Rén), pueblo (人民: Rénmín), lugar (土地: Tǔdì), familia (家: Jiā), clan (族: Zú), y localidad (本地: Běndì)» (2003, pp. 12-13, citado en Campos Rico, 2007, p. 7). Actualmente, para referise a grupo étnico, es más común utilizar los términos Zuqun (族群: Zúqún) o incluso Qunti (群体: Qúntǐ), donde «qun» (群: Qún), la partícula común, se traduce como ‘grupo’.

    Similitudes y diferencias entre los subgrupos cantoneses

    De acuerdo con la división étnica oficial, la mayor parte de la población de Cantón actual procede de la etnia Han, mayoritaria en el país¹⁴. Los tres subgrupos más representativos de esta provincia son: cantonés Yue¹⁵, hakka¹⁶ y teochew¹⁷, cada uno con sus propios dialectos (Situ Shangj, 2001, pp. 15-17). Pero, además, existe una relativa presencia de las etnias minoritarias Yao, She, Miao, Li y Zhuang (Tong), que a su vez tienen diferencias significativas.

    Cui Zhongzhou sostiene que estos tres grupos son «subculturas de una cultura mayor, la china». Los hakka a diferencia de los cantoneses Yue o los teochew poseen una «cultura de la tierra o huangtu (黄土: Huángtǔ)», que es una cultura agrícola que encuentra sus recursos en la tierra, frente a los otros grupos que son «culturas de mar», o «culturas marítimas que busca sus recursos en el mar» (Castro Obando, 2017a, s.p.).

    Se ha dicho que mientras los hakka vivían encerrados en las montañas, los cantoneses Yue y también los teochew construyeron sus casas frente al mar: «La cultura hakka es clanística, es decir, un conjunto de familias que permanecen unidas para protegerse y compartir los beneficios de la tierra, esto es lo que caracteriza a las culturas huangtu, a diferencia de los grupos de culturas de mar que son más individualistas y asumen más riesgos» (Castro Obando, 2017a, s.p.).

    Sin embargo, los tres grupos mayoritarios en Cantón son el resultado de pueblos indígenas, situados en las Planicies Centrales y el sur de la cordillera Qilian (祁连山: Qílián Shān)¹⁸, que migraron en tres grandes picos, durante las dinastías de Jin, Song y Ming, a la zona de Liangguang, en el sur de las montañas de Nanling¹⁹, lo que actualmente comprende a la provincia de Cantón, la región de Guangxi y la isla de Hainan. Fue en esta zona²⁰ que floreció la «cultura de Lingnan» (岭南: Lǐngnán)²¹ o «cultura cantonesa», desarrollada por estos tres grupos²². Al respecto, es importante destacar la función de los «corredores culturales»²³, que permitieron el paso natural de distintos grupos étnicos y su coexistencia. Es el caso del Corredor de Nanling, que desembocaba en el delta del río Perla, convirtiendo a Cantón en un lugar de múltiples culturas.

    Los cantoneses Yue no solo habitaban Cantón sino también el este de Guangxi²⁴. Tampoco son «originarios» de Cantón, pues llegaron en olas durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) desde el norte de China a esta zona que estaba habitada por los Baiyue (百越: Bǎiyuè)²⁵. Estos grupos nativos fueron desplazados o asimilados por poblaciones Han que heredaron el nombre de Yue (粤: Yuè), el cual unido al nombre de la provincia «Cantón», dio como resultado la combinación «cantonés Yue». En la antigüedad ambos caracteres, 越 y 粵, que se pronuncian igual, «yuè», eran intercambiables, pero en la actualidad solo se utiliza el segundo, 粵, para referirse a la abreviatura de la provincia de Cantón, la lengua cantonesa y el grupo subétnico cantonés Yue. Otra particularidad es que no todos los cantoneses hablan el mismo dialecto Yue. Por ejemplo, los taishaneses (de Taishan) son cantoneses que hablan Taishanés.

    Así como los cantoneses Yue, los teochew no son originarios de Cantón. Durante la dinastía Jin (265-420 d.C.) arribaron desde las Planicies Centrales (Henan y Shanxi, vía Fujian) hasta la actual Chaoshan que en los siglos XIX y XX recibía el nombre de prefectura Teochew o Chaozhou. Debido a su lugar de procedencia, se les conoce como «Helao o Fulao», aunque los cantoneses Yue los llamaban «Hoklo», literalmente «Hombre de Fujian». Históricamente han tenido buenas relaciones con los hakka.

    A diferencia de los grupos anteriores, los hakka llegaron «tarde» a Cantón y por lo tanto fueron consideradores «los de afuera», pese a que todos eran estrictamente colonos. A Cantón arribaron de forma masiva alrededor del siglo XVII aprovechando el incentivo monetario por familia que ofreció la dinastía Qing para repoblar las regiones costeras.

    Un 60% del total de la población hakka dentro de China está asentada en Cantón, con fuerte presencia en Meizhou, Heyuan, Shaoguan y Zhangjiang. La zona hakka más representativa en esta provincia se conoce como Xing-Mei (Xingning-Meixian). Los territorios en el este de la provincia están en poder de los hakka, con excepción de Chaozhou y Hailufeng. De la antigua zona de los «Cuatro condados», los hakka residen mayoritariamente en Chixi, la subprefectura independiente hakka en Taishan.

    De acuerdo con datos de 1982, en la zona de Lingnan estaban registrados 40 millones de cantoneses Yue (o guangfu) que ocupaban el 54,8% del territorio, 15 millones de hakka (20,5%) y 18,1 millones de chaoshan, antiguamente teochew (24,7%). Pese a que los hakka representan la segunda mayor población, se encuentran en el tercer lugar con referencia a la ocupación de la tierra (Situ Shangji, 2001, pp. 15-17).

    El delta del Río de las Perlas (珠江三角洲: Zhūjiāng sānjiǎozhōu) fue uno de los centros más importantes de la distribución del dialecto Cantonés o Yue²⁶, que se extendió en la zona de «Liangguang» (Cantón y Guangxi) además de Hong Kong y Macao. Incluye a las prefecturas de Guangzhou, Shenzhen, Dongguan, Foshan, Zhongshan, Zhuhai y Jiangmen, así como parte de Huizhou y Zhaoqing²⁷.

    La más prestigiosa es la variante cantonesa de Guangzhou, que además es identificada como Yuehai, Guangfu o simplemente «dialecto Cantonés»²⁸. Mientras que la variante de Siyi o Cuatro Condados está subdividida en el Taishanés (Taishan) y el Siquianes (Siquian). Pese a que la variante de Siyi (del campo) pertenece a la rama de lenguas Yue, otros hablantes de Cantonés estándar (de la ciudad), tienen dificultad para entenderla.

    Lo mismo ha sucedido con la lengua hakka, que tiene una decena de variantes regionales, cada una con sus características fonológicas distintas

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