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En busca de un nuevo futuro: Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén
En busca de un nuevo futuro: Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén
En busca de un nuevo futuro: Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén
Libro electrónico116 páginas1 hora

En busca de un nuevo futuro: Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén

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México y los primeros coreanos.

Los coreanos vinieron a México a comienzos del siglo XX, específicamente en el año 1905, para trabajar como jornaleros enganchados en las haciendas henequeneras de Yucatán; se insertaron en un contexto en el que las duras condiciones de vida y trabajo no se hicieron esperar, y donde las posibilidades de movilidad social y de escolarización eran prácticamente nulas.

La modalidad migratoria con la que llegaron, así como las características propias de esta inmigración, tales como la dispersión geográfica -primero, dentro del Estado y luego por todo el país, incluso por el extranjero-, la falta de mujeres coreanas y la ausencia de una auténtica cadena migratoria fueron algunos de los aspectos que provocaron una rápida asimilación cultural en la que resalta, sobre todo, el mestizaje.

En este estudio, se presentan algunas de las familias descendientes de coreanos que viven o vivieron en el municipio de Motul, donde las trayectorias individualizadas definen el éxito o las dificultades económicas, que no se dieron dentro de una comunidad organizada.

La migración que llegó a principios del siglo XX no logró construir un capital social ni redes sociales que representaran vínculos eficaces de solidaridad y de apoyo mutuo, que les permitiera una movilidad social y económica ascendente desde las primeras generaciones. Aquellos que, con el tiempo, lograron capitalizarse fue gracias a que pudieron abandonar las labores del campo y establecerse en un medio más urbano, pero esto, en definitiva, no constituye una generalidad para los descendientes de coreanos en Yucatán o en México y que en el transcurso de este estudio se podrá observar.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento6 dic 2018
ISBN9788417587482
En busca de un nuevo futuro: Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén

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    En busca de un nuevo futuro - Dra. Silvia MN Choi

    En busca de un nuevo futuro

    Migración, Aculturación e Identidad de los Henequén

    Primera edición: octubre 2018

    ISBN: 9788417587987

    ISBN eBook: 9788417587482

    © del texto:

    Dra. Silvia MN Choi

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    A todos los inmigrantes coreanos en el extranjero

    Prefacio

    La raza cósmica (1925) de José Vasconcelos creó el mito fundacional del México posrevolucionario, el mestizaje como única explicación del volksgeist mexicano. Este anacrónico romanticismo tuvo éxito porque la narrativa maestra del oficialismo fue el melodrama asumido desde la sentimentalidad. Los conflictos sociales se diluían en lo pastoril, este pastoral de posible origen anglosajón diluyó las contradicciones barrocas del México virreinal. Aparece un paisaje de milpas y magueyes, volcanes y playas urbanizables.

    Esta fantasía borró historias como la de los mexicanos afrodescendientes o la de los coreanos. Es este hueco el que quiere cubrir la profesora Myung Choi. La historia comienza con Gregorio de Céspedes, jesuita español que por primera vez unió las dos penínsulas, la Ibérica y la coreana. Este guerrero de Cristo llegó a Corea en 1593. Este encuentro no nos debería de extrañar. La historiografía contemporánea considera el siglo XVI como el comienzo de la globalización. En este contexto es comprensible que llegara a Corea este jesuita madrileño acompañando a las tropas japonesas de ocupación.

    La profesora Choi nos lleva a un acontecimiento que ocurrió trescientos años después. En 1904 corredores laborales japoneses pusieron anuncios en periódicos coreanos buscando trabajadores para laborar en el henequén, la caña de azúcar. Estamos en la época del boom de las materias primas, el carbón, el petróleo, los primeros monopolios de nuevas tecnologías como el telégrafo, el teléfono y el automóvil. Millones de personas de las nuevas clases medias y el proletariado urbano quieren endulzar su agua, sus cafés, tés y chocolate.

    La fiebre del azúcar hizo que mil coreanos se lanzaran a la aventura y en un barco de carga llegaran a Salina Cruz en el estado de Oaxaca. De ahí, según nos informa la profesora Choi, llegaron a en tren a Progreso, Yucatán. Tenemos constancia en los archivos de la llegada de 1041 coreanos que se distribuyeron en treinta y dos haciendas henequeras. Esta historia la hemos leído ya en repetidas ocasiones en esta época que es de fuertes emigraciones mundiales, chinos que construyen el ferrocarril en Baja California, mexicanos que destazan miles de reses en el suroeste de Kansas y otros mil ejemplos de emigraciones masivas de europeos y asiáticos que llegan a Estados Unidos, México, Cuba, Argentina, Chile, Uruguay Brasil y en menores proporciones a todo el continente americano

    Ningún lector espera una historia idílica. La situación no fue buena y las condiciones de trabajo en un clima hostil rozaban la servidumbre. Existe documentación a partir de gestiones realizadas por el consulado de Japón en San Francisco. A principios del siglo XX Corea era un protectorado japonés como Marruecos era un protectorado español. Hubo también indagaciones realizadas por ciudadanos coreanos ilustrados residentes en los Estados Unidos. Ciudadano ilustrado es un pleonasmo en una época en que la ciudadanía exigía un estado de decencia, de bienestar económico y de cultura que en muchísimas ocasiones no alcanzaba a las minorías étnicas, lo cual indicaba que estas personas de origen coreano habían adquirido un estatus honorable en la Unión Americana. Los informes son incompletos y señalan el fallecimiento de un número de personas. No podemos inferir de esta información que la situación de los coreanos fuera peor que la de otros grupos de emigrantes e incluso de los trabajadores nativos en las grandes haciendas. Los bajos salarios, las condiciones de vida poco saludables, el endeudamiento con el patrón, eran endémicos. Se tiene también constancia de casos de huida.

    El censo de 1908 solo tabula 666 coreanos. Investigaciones posteriores nos cuentan de ocho matrimonios entre coreanos y catorce mixtas de hombres solteros con mujeres mayas. El siguiente paso de esta cadena es la aculturación, que sigue en general el patrón de cuando una cultura minoritaria se incorpora a otra mayoritaria. Los emigrantes coreanos calcan lo que ocurrió con la emigración china como la castellanización de los nombres. La lengua y las tradiciones culturales desaparecen con el paso de las generaciones. No es fácil ser una minoría, nunca lo ha sido.

    En uno de los testimonios que la Dra. Choi rescata hay un uso precioso del término «metiche» indicando que estos emigrantes se acercaban a todo tipo de actividad social y comunal con tal de tener una vida social. Parte el corazón la imagen de estas personas trasterradas intentando incorporarse a ritos que para ellos serían exóticos pero la necesidad humana de la comunicación era más fuerte. Otro aspecto relevante es la hibridación culinaria y que es común a todos los emigrantes coreanos en diversos países desde Paraguay a Estados Unidos. Es interesante observar que un condimento esencial en la comida contemporánea coreana es el ají, cuyo origen es americano. Este condimento del siglo XVI está tan naturalizado que las aportaciones americanas se han olvidado. Se nos ha borrado de la memoria que los diferentes tipos de chiles, tomates, patatas, maíz, tabaco, son americanos, hemos olvidado su procedencia. Paulette Ramsay en su libro Afro-Mexican Constructions of Diaspora, Gender, Identity and Nation ha estudiado un fenómeno similar al de la Dra. Choi con los afrodescendientes mexicanos. Las similitudes son extraordinarias. Los antropólogos encuentran que las historias de estos emigrantes están distorsionadas y llenas de inexactitudes históricas.

    Hay que destacar las historias de los descendientes coreanos de cien años después y nos maravillamos de los meandros que han llevado a estos hombres y mujeres a puestos de relevancia en la política mexicana o en el mundo de los negocios. Estas historias de superación son típicas de los colectivos de emigrantes fruto de muchísimo trabajo, estudios, y de haber tomado las decisiones correctas en momentos determinados. Hoy hay doctores, empresarios, políticos y todo tipo de profesionistas aunque también hay simples trabajadores manuales.

    Quinientos años después y siguiendo la narrativa de la globalización para los coreanos viviendo en las Américas tuvieron mucha importancia la celebración en Corea de los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo de Fútbol. Hay también que destacar el efecto de la presencia internacional de Samsung o Hyundai. Gracias a estos eventos y empresas de prestigio los coreano-mexicanos se sienten orgullosos de sus raíces y pueden conectar mejor con sus raíces culturales. Lo que en otro momento pudo ser un estigma hoy en día se ha convertido en una fuente de orgullo.

    Los coreanos descendientes artistas tienen asimilados elementos orientalistas, estereotipos identitarios de dudoso valor, de ahí que un término que se repita cuando describen su arte sea el de misterio.

    Es importante escribir estas historias de las minorías coreanas por toda Latinoamérica. Los humanos hemos necesitado algodón, hierro, azúcar, oro, garo, y gracias a estas «necesidades» generamos catástrofes ecológicas y migraciones masivas pero que también sirvieron para un mestizaje más rico que el descrito por Vasconcelos. De la suma de estas valencias procedemos todos. Somos hijos e hijas de la

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